Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Cristo es nuestra paz, que de los dos pueblos hizo uno y derribó el muro divisorio” (Efesios 2:13, 14). Tú eres un gentil, un griego, que ha aprendido a estimar al Dios de los judíos. De hecho, has dejado tu adoración a muchos dioses y has abrazado al único Dios verdadero. Mientras recorres los hermosos atrios y las columnas estriadas del Templo de Jerusalén, los sonidos de la adoración invocan tu alabanza. No obstante, en ese momento te encuentras frente a una barricada de piedra de 120 centímetros de altura. Grabado cada pocos metros en latín y en griego está este mensaje: “Ningún extranjero puede entrar dentro de la barrera que cerca el Templo. Todo el que sea sorprendido será culpable de muerte”. En ese momento te sientes excluido, alienado y separado. En Efesios 2:11 al 22, Pablo ve que la Cruz de Cristo marca una diferencia dramática , ya que destruye esas barreras
Un espacio con sermones que procuran fortalecer la fe y la esperanza en Jesús.