"La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo". (Proverbios 15:1, NVI).
La vida comunitaria puede originar disputas y tensiones. Esto es especialmente cierto en una comunidad como la iglesia, donde personas de diferentes orígenes, estratos sociales y culturas trabajan juntas por un propósito común.
Esta semana estudiaremos Josué 22 y un desafío que surgió de un gran malentendido entre el pueblo. Al principio del libro, Josué ordenó a las tribus del este que cruzaran el Jordán y participaran en la conquista junto con las tribus del oeste del Jordán (Josué 1:12-18). Ahora que la tarea estaba cumplida, eran libres de regresar a su territorio. Sin embargo, en su camino de retorno, al llegar a los límites del Jordán, construyeron un altar que despertó preocupación entre las tribus del oeste.
¿Por qué es peligroso arribar a conclusiones apresuradas acerca del comportamiento de los demás?
¿Cómo podemos fomentar la unidad en la iglesia? ¿Por qué es importante tener presente el alcance más amplio de nuestra vocación y no dejarnos distraer por ella?
Estas son algunas de las cuestiones que abordaremos hoy.
I. COMPROMISO
Lee Josué 22:1-8. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del compromiso de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés?
Josué afirma que las tribus del otro lado del Jordán habían cumplido plenamente las obligaciones establecidas por Moisés y por él mismo, lo que había significado una importante dedicación y sacrificio en favor de la causa común de Israel. Lucharon junto a sus hermanos durante «todo este tiempo», lo que en realidad significaba unos seis o siete años (comparar con Josué 11:18; 14:10; Deuteronomio 2:14). Sus esposas e hijos permanecieron al este del Jordán y, aún así, ellos decidieron luchar lealmente junto a sus hermanos, afrontando la amenaza de las heridas y la muerte en la guerra.
Estos versículos subrayan indirectamente la importancia de la unidad de la nación y de la tierra. También preparan el camino para la historia posterior, que en última instancia se refiere a la unidad.
¿Permanecerían las tribus israelitas unidas a pesar de la frontera natural que el Jordán representaba entre ellas?
¿Permitirían que la geografía definiera su identidad nacional o dejarían que su culto común al único Dios los preservara como su nación elegida, unida y fuerte bajo su conducción teocrática?
Josué expuso la única manera en que tal fidelidad había sido posible: no sirvieron simplemente a sus compatriotas israelitas, sino al propio Dios, que les encargó su misión.
Encontramos este mismo principio en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo exhortó a los cristianos a prestar su servicio como si trabajaran para Dios y no solo para los seres humanos (ver Efesios 6:7; Colosenses 3:23; 1 Tesalonicenses 2:4). ¿Qué vocación más elevada puede existir que la de trabajar para el Creador del universo?
A menudo enfrentamos desafíos y dificultades que pueden desanimarnos y tentarnos a abandonar la lucha. Sin embargo, podemos invocar el poder del Señor, quien promete estar con nosotros y nos capacita para hacer lo que nos pide. Si no perdemos de vista el propósito que Dios nos ha encomendado, podemos estar motivados para seguir adelante a pesar de los inevitables desafíos y desalientos que forman parte de nuestra existencia caída.
Josué 22:5 y 6 dice que Josué exhortó a las tribus que regresaban a su territorio para que permanecieran fieles al Señor y las bendijo. ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones en la iglesia si oráramos más unos por otros?
II. ACUSACIONES
Lee en Josué 22:9-20 la historia de las tribus que regresaron. ¿Qué acusaciones hicieron las tribus del Jordán Occidental contra las del Jordán Oriental? ¿Hasta qué punto tenían fundamento esas acusaciones?
A diferencia del versículo 1, en el que las tribus del lado oriental son denominadas de la manera habitual (rubenitas, gaditas, etc.), aquí se utiliza una expresión diferente: «Los de Rubén», «los de Gad» y «la media tribu de Manasés», que contrasta con «los otros israelitas» (Josué 22:11), por lo que representa una entidad diferente.
En la narración, la expresión «toda la congregación (de Israel)» se refiere solo a las nueve tribus y media del Jordán occidental, lo que subraya la ruptura que se produjo entre los dos grupos. De hecho, la cuestión que subyace en el relato es si las tribus del lado oriental del río podían ser consideradas israelitas.
Cabría esperar una conclusión apacible de la historia. Sin embargo, la tensión surgió cuando se informó que las tribus del este erigieron un altar junto al Jordán. El texto no ofrece aquí ninguna razón para tal iniciativa ni describe la función del altar o la actividad específica relacionada con él. La ambigüedad acerca del significado de este altar se acrecienta si observamos los recuerdos del primer cruce del Jordán, en los capítulos 3 y 4, donde todo Israel entró por la ribera del Jordán para cruzar el río hacia Canaán. En esta ocasión, una parte de Israel llegó hasta el Jordán para cruzar el río en dirección opuesta.
En ambos casos fue erigida una estructura de piedras. La primera servía de monumento conmemorativo, mientras que la segunda es percibida como un altar imponente. La pregunta que inevitablemente viene a la mente es: «¿Qué significan estas piedras?» (comparar con Josué 4:6, 22). ¿Fue este altar construido para realizar allí sacrificios o es solo un monumento conmemorativo? ¿Estaban estas otras tribus empezando a caer en la apostasía?
El hecho de no consultar con Josué, Eleazar o los líderes de las tribus dio lugar a un malentendido que pudo desembocar en un terrible conflicto.
¿A qué se refieren Jesús y Pablo cuando nos exhortan a no juzgar a los demás? Lee Lucas 6:37; Juan 7:24; 1 Corintios 4:5. ¿Por qué es tan fácil arribar a conclusiones erróneas acerca de las motivaciones de otras personas?
¿Por qué a menudo reaccionamos de forma exagerada ante una situación debido a nuestros fracasos o errores pasados? ¿Cómo podemos evitar esto?
III. PERSEGUIDOS POR EL PASADO
Lee nuevamente Josué 22:13-15 a la luz de Números 25. ¿Por qué los israelitas eligieron a Finees como jefe de la delegación enviada a las dos tribus y media?
Antes de dar pleno crédito a los rumores acerca de lo que podía ser interpretado como una declaración de independencia, las nueve tribus y media, denominadas dos veces como «los hijos de Israel», enviaron una delegación para aclarar la intención y el significado del altar. La comitiva estaba encabezada por Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, quien sucedería a este tras su muerte (Josué 24:33). Finees ya había adquirido cierta notoriedad como el sacerdote que puso fin al libertinaje de Israel en Baal Peor (Números 25).
«Lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de entre la congregación, tomó una lanza en su mano y fue tras el israelita a la tienda, y alanceó al hombre y a la mujer por sus vientres. Y cesó la mortandad de los israelitas» (Números 25:7, 8).
Finees seguramente tenía alguna influencia. Los otros emisarios eran representantes de las nueve tribus y media que estaban al oeste del Jordán, cada uno de ellos jefe de una familia (literalmente, «jefe de la casa de su padre») de entre las tribus de Israel.
La delegación inició la acusación de sacrilegio y rebelión con la fórmula profética oficial «dice así». La diferencia aquí fue que no era el Señor quien hablaba, sino «toda la congregación del Señor» (Josué 22:16). La comitiva lanzó la acusación de que Israel había cometido prevaricación, traición y rebelión.
El término traducido aquí como «transgresión» es la misma palabra hebrea que se utilizó para describir el pecado de Acán (Josué 7:1) y que aparece varias veces en los cinco primeros libros de Moisés (por ejemplo, Levítico 5:15; 6:2; Números 5:6, 12).
Los ejemplos de Acán y Baal Peor servían como precedentes: uno por traición y el otro por rebelión. También expresaban el temor de las nueve tribus y media de que el acto de construir un altar no autorizado condujera a la apostasía, la idolatría y la inmoralidad, lo que provocaría la ira del Señor sobre toda la nación.
Todos hemos tenido experiencias negativas que tienden a determinar nuestra manera de afrontar incidentes similares en el futuro. ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudarnos a que esas experiencias pasadas no determinen la forma en que tratamos a nuestro prójimo en el presente?
IV. UNA RESPUESTA AMABLE
Lee Josué 22: 21-29 a la luz de Proverbios 15: 1. ¿Qué podemos aprender de la respuesta de las tribus orientales?
La respuesta de los acusados, tan directa y contundente como la acusación, constituye el núcleo temático y estructural del capítulo. Las tribus no respondieron precipitadamente a las acusaciones esgrimidas contra ellas, sino que escucharon en silencio. Dada la gravedad de las acusaciones, su paciencia es ejemplar, ya que ilustra el verdadero significado del proverbio: «La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo» (Proverbios 15:1, NVI).
La frase inicial de la defensa es una serie de nombres divinos atribuidos al Dios de Israel: «El Señor», «Dios de los dioses», «el Señor Todopoderoso» (Josué 22:22). La lista se repite dos veces con fuerza creciente, pues se convierte en un juramento solemne para disipar las dudas y falsas acusaciones que casi condujeron a una guerra civil en Israel. Los acusados estaban firmemente convencidos de que Dios conocía y comprendía plenamente la situación, y esperaban que la delegación llegara a la misma conclusión. Las dos tribus y media también asumieron su responsabilidad ante el Señor invocando su castigo sobre ellos mismos en caso de que hubieran cometido la falta que se les atribuía (comparar con Deuteronomio 18:19; 1 Samuel 20:16).
Seguidamente se produjo una sorprendente revelación que, por un lado, demostraba que la acusación carecía de fundamento (un altar no solo sirve para ofrecer sacrificios) y, por otro, revelaba su verdadera motivación. El temor a ser separados de Israel, no la apostasía, había sido la verdadera motivación de su acción. Por lo tanto, la construcción del altar no era una evidencia de apostasía, como se había supuesto. Por el contrario, habían actuado motivados por el respeto reverente para con el Señor, la misma motivación de las tribus del Jordán occidental. La verdadera base de la unidad de Israel no era la geografía ni la extensión de la tierra recibida, sino su lealtad espiritual a las exigencias del Señor.
La genuina preocupación de las tribus que residían al oeste del río también se puso de manifiesto cuando expresaron su auténtica alegría al comprobar la inocencia de las tribus del este. En lugar de sentirse derrotados por los argumentos de sus hermanos, mostraron auténtico regocijo porque sus sospechas resultaron erróneas. Se evitó así la guerra civil en Israel y se preservó la unidad de la nación.
¿Cómo manejas las falsas acusaciones?
Comparte algunos de los principios que guían tu actitud. Para ello, consulta Salmo 37:3-6, 34, 37.
V. RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Lee Josué 22:30-34. ¿De qué manera nos da este incidente algunas ideas acerca de cómo resolver conflictos y garantizar la unidad de la iglesia? (Comparar con
"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición y vida eterna". Salmos 133.
"Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado". Juan 17:20-23.
"Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición". 1 Pedro 3:8, 9.
¿Cómo puede ayudarnos la exhortación de Pablo a estimar «a los demás como mejores a ustedes mismos» (Filipenses 2:3, TLA) a no atribuir maldad infundadamente a nuestros hermanos en la fe?
La historia de Josué 22 contiene varios principios acerca de la comunicación provechosa que pueden aplicarse a las relaciones humanas cotidianas en la familia, la iglesia y la comunidad.
1. Cuando las cosas van mal, o parecen ir mal, lo mejor es comunicarse en lugar de reprimir nuestras observaciones hasta que exploten. Es bueno que el pueblo de Dios no permanezca indiferente cuando los problemas parecen surgir. Si las tribus del este del Jordán hubieran comunicado su intención de construir un altar conmemorativo, todo el asunto podría haberse evitado.
2. Aunque uno esté convencido de que está en lo cierto, no hay que extraer conclusiones precipitadas. Las tribus del oeste del Jordán se apresuraron a creer el rumor que llegó a sus oídos y concluyeron erróneamente que las tribus del este del Jordán Oriental habían apostatado.
3. Es necesario hablar de los problemas reales o percibidos antes de actuar según las propias conclusiones.
4. Se debe estar dispuesto a hacer un sacrificio para lograr la unidad. Las tribus del oeste del Jordán estaban dispuestas a ceder parte de su territorio para dar cabida a las otras tribus si el hecho de estar al otro lado del Jordán era la causa de su supuesta apostasía.
5. Cuando te acusen, ya sea falsa o justamente, da una respuesta amable que aleje la ira. Responder a una acusación con otra nunca conducirá a la paz. Intenta comprender antes de intentar ser comprendido.
6. Alégrate y bendice a Dios cuando se restablezca la paz. Es maravilloso ver que la congregación israelita principal experimentó una alegría genuina cuando se enteraron de la verdadera motivación de las dos tribus y media. No estaban tan orgullosos de su opinión errónea como para no admitir que se habían equivocado.
Si las tribus del Jordán oriental hubieran apostatado, el pueblo de Israel habría aplicado los requerimientos punitivos prescriptos en el pacto. La unidad nunca puede ser un argumento para diluir la verdad o renunciar a los principios bíblicos. Sin embargo, la disciplina eclesiástica debe ser siempre el último recurso, no el primero, después de que hayan fracasado los intentos de reconciliación y asistencia pastoral basados en la Palabra de Dios. ¡Cuán diferentes serían nuestras iglesias si estos sencillos principios fueran aplicados sistemáticamente!
Vivimos en una sociedad en la que las exigencias de la vida laboral, las responsabilidades familiares, los compromisos relacionados con la iglesia y otras obligaciones pueden parecer abrumadores. ¿Cómo puede el principio de hacer todo como para el Señor no solo hacernos más responsables, sino también darnos tranquilidad?
CONCLUSIÓN
Lee las páginas 494-498 del capítulo «La repartición de Canaán» en el libro Patriarcas y profetas de Elena G. de White.
«Si bien es importante, por un lado, que se evite la indiferencia al tratar con el pecado, es igualmente importante, por otro lado, que se eviten los juicios duros y las sospechas infundadas. […] La prudencia manifestada por los hijos de Rubén y sus compañeros es digna de imitación. En tanto que se esforzaban sinceramente por hacer progresar la causa de la verdadera religión, fueron juzgados erróneamente y censurados con severidad; pero no manifestaron resentimiento. Escucharon con toda cortesía y paciencia los cargos que sus hermanos les hacían, antes de tratar de defenderse, y luego les explicaron ampliamente sus móviles y demostraron su inocencia. Así se arregló amigablemente la dificultad que amenazaba tener tan graves consecuencias.
»Aun cuando se los acuse falsamente, los que están en lo justo pueden permitirse tener calma y ser considerados. Dios conoce todo lo que los hombres no entienden o interpretan mal, y con toda confianza podemos entregarle nuestro caso. Él vindicará la causa de los que depositan su confianza en él tan seguramente como sacó a luz la culpa de Acán. Los que son movidos por el espíritu de Cristo poseerán la caridad, que todo lo soporta y es benigna.
»Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pidió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para que el mundo creyera que Dios le había enviado. Esta oración conmovedora y admirable llegaba a través de los siglos hasta nuestros días, pues sus palabras fueron: “Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17: 20). Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad» (PP, 497).
Analiza la importancia de escuchar el punto de vista de los demás. ¿Cómo podemos desarrollar en nuestra iglesia la disposición a escuchar? ("Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse". Santiago 1:19).
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