"Por la fe no pereció la prostituta Rajab junto con los incrédulos, porque recibió en paz a los espías". (Hebreos 11:31, RVA-2015).
"¿Por qué lo hice otra vez?"
Quizá todos hayamos dicho eso en más de una ocasión, ya que la historia no es lo único que se repite. Los humanos también volvemos a cometer los mismos errores.
Israel tenía ante sí una segunda oportunidad de entrar en la Tierra Prometida, y Josué tomó en serio su misión. El primer paso era tener una idea clara de aquello a lo que se enfrentaban. Para ello, envió a dos espías para que le trajeran información valiosa acerca del territorio a conquistar: su sistema de defensa, su preparación militar, sus reservas de agua y la actitud de la población ante una fuerza invasora.
Podría pensarse que la promesa de Dios de entregar la tierra a los israelitas no requería ningún esfuerzo por su parte. Sin embargo, la seguridad del apoyo divino no anulaba la responsabilidad humana. Israel estaba por segunda vez en la frontera de Canaán. Las expectativas eran elevadas. La última vez que Israel había estado en la frontera, con la misma tarea, el resultado había sido un fracaso abismal.
Esta semana exploraremos dos de los relatos más fascinantes del libro de Josué y descubriremos su relevancia para nuestra fe hoy. La gracia de Dios tiene infinitas posibilidades de sorprendernos.
I. SEGUNDA OPORTUNIDAD
"Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí". Josué 2:1
"Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos". Números 13:1, 2.
"Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. 26 Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. 27 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac". Números 13:25-28.
"También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos". Números 13:33.
"Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 2 Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! 3 ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? 4 Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto. 5 Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. 6 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, 7 y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. 8 Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. 9 Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. 10 Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel, 11 y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12 Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos". Números 14:1-12.
¿Por qué Josué comenzó la misión de conquistar la Tierra Prometida enviando espías?
El lugar desde el que fueron enviados los dos espías es llamado Sitim («acacias») en el texto hebreo de Josué 2:1, o Abel-Sitim («prado de las acacias») en Números 33:49, y nos recuerda dos episodios negativos de la historia de Israel.
El primero es otro incidente de espionaje (ver Números 13) que presenta los mismos elementos básicos: la misión encomendada a los espías, la incursión secreta de ellos en territorio enemigo, su regreso, el informe acerca de sus hallazgos y la decisión de actuar sobre la base de ese informe.
El otro incidente en Sitim representa una de las violaciones más desafiantes e idólatras del pacto: los israelitas, instigados por Balaam, se entregaron al libertinaje con las mujeres moabitas y adoraron a sus dioses (Números 25:1-3; 31:16). En este contexto, el nombre de Sitim crea una tensión extraordinaria en cuanto al desenlace de toda la historia. ¿Será otro fracaso en la frontera de la Tierra Prometida? ¿O conducirá al tan esperado cumplimiento de la antigua promesa?
"Mas Pedro estaba fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló a la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy. 18 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose". Juan 18:16-18
"Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? Él negó, y dijo: No lo soy. 26 Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con él? 27 Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo". Juan 18:25-27
"Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme". Juan 21:15-19.
¿Qué paralelismos descubres entre la segunda oportunidad dada a Israel como nación y la que recibió Pedro?
El Señor es un Dios de segundas (¡y muchas otras más!) oportunidades.
La Biblia llama «gracia» a las oportunidades adicionales. Gracia es simplemente algo que no merecemos. La Biblia está repleta del concepto de gracia (comparar con Romanoa 5:2; 11:6; Efesios 2:8). Dios ofrece misericordiosamente a todos la posibilidad de un nuevo comienzo (Tito 2:11-14). Pedro mismo experimentó esa gracia e instó a la iglesia a crecer en ella (2 Pedro 3:18). Y las noticias son aún mejores: tenemos mucho más que una segunda oportunidad. ¿Qué sería de nosotros si así no fuera?
Piensa en la segunda oportunidad que Dios concedió a los israelitas de entrar en Canaán, y en la gracia concedida a Pedro después de que negó a su Señor. ¿Qué nos enseñan estos incidentes acerca de la gracia que debemos ofrecer a quienes la necesitan?
II. VALOR EN LUGARES INESPERADOS
"2 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. 3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra. 4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. 5 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. 6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. 7 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores.
8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: 9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. 10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. 11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra". Josué 2:2-11
"Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz". Hebreos 11:31
"Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?" Santiago 2:25.
¿Qué nos dicen estos textos acerca de Rahab?
Un aspecto central de la historia de Rahab es la mentira que dijo para proteger a los espías. Al considerar ese engaño debemos tener presente que ella estaba inmersa en una sociedad extremadamente pecaminosa, lo que finalmente desembocó en el juicio de Dios (Génesis 15:16; Levítico 18:25-28; Deuteronomio 9:5). Si bien es cierto que el Nuevo Testamento elogia la fe de ella, un análisis cuidadoso de las referencias del Nuevo Testamento al accionar de Rahab revela que el registro bíblico no avala todo lo que hizo en esa ocasión ni aprueba la mentira que dijo.
Hebreos 11:31 confirma la fe demostrada por Rahab al ayudar a los espías en lugar de elegir aferrarse a la corrupta cultura en la que estaba. Santiago 2:25 elogia su ofrecimiento de alojamiento a los dos israelitas y su indicación de cómo regresar por una ruta segura. En medio de una cultura decadente y corrupta, y del propio estilo de vida pecaminoso de Rahab, Dios, en virtud de su gracia, vio una chispa de fe a través de la cual podía salvarla. Dios utilizó lo que había de bueno en Rahab, su fe en él y su decisión de pertenecer a su pueblo, pero nunca elogió todo lo que ella hizo. Dios valoró a Rahab por su valentía excepcional, por su fe, por ser agente de salvación y por elegir al Dios de Israel.
Al ver lo que estaba sucediendo, ella declaró: «Porque el Señor su Dios es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra» (Josué 2:11). Es significativo que una mujer cananea reconociera que el Señor era el único Dios, sobre todo en la azotea de su casa, donde los paganos acostumbraban ofrecer plegarias a sus presuntas deidades celestiales.
La expresión utilizada por Rahab solo aparece anteriormente en la Biblia en el contexto del derecho exclusivo de Dios a recibir culto (Éxodo 20:4; Deuteronomio 4:39; 5: 8). Sus palabras daban testimonio de su decisión meditada y consciente de reconocer que el Dios de los israelitas era la única deidad verdadera. Su confesión demostraba que comprendía la estrecha relación existente entre la soberanía de Dios y el juicio al que Jericó estaba condenada.
La decisión moral que tomó significaba que reconocía que, a la luz del juicio de Dios, solo había dos opciones: continuar en rebelión contra él y ser aniquilada, o aceptar por fe la misericordia divina. Al elegir al Dios de los israelitas, Rahab se convirtió en un ejemplo de lo que pudo haber sido el destino de todos los habitantes de Jericó si hubieran aceptado la misericordia del Dios de Israel.
¿Qué nos enseña esta historia acerca de la lealtad total que debemos a Dios?
III. NUEVO PACTO
"Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; 13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte. 14 Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad. 15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro. 16 Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino. 17 Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado. 18 He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare. 20 Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado. 21 Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana". Josué 2:12-21
"Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto". Éxodo 12:13
"Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir". Éxodo 12:22, 23.
¿Cómo nos ayuda este texto de Éxodo a entender el acuerdo entre los espías y Rahab?
El trato de Rahab es muy claro: vida por vida y bondad a cambio de bondad. La palabra hesed (Josué 2:12), traducida en distintas versiones bíblicas como «compasión», «bondad», «misericordia», etc., tiene una riqueza de significado difícil de expresar con una sola palabra en otros idiomas, ya que se refiere principalmente a la lealtad al pacto junto con la noción de fidelidad, misericordia, benevolencia y bondad.
Las palabras de Rahab también evocan a Deuteronomio 7:12, donde Dios mismo juró dispensar su hesed a Israel: «Entonces, por haber oído estos preceptos, y haberlos guardado y puesto por obra, el Señor tu Dios guardará contigo su pacto y su constante amor [hesed], que con juramento prometió a tus padres».
Curiosamente, el mismo capítulo (Deuteronomio 7) prescribe la prohibición (herem) divina de hacer pactos o alianzas con los cananeos. Aquí está Rahab, una cananea que está incluida en dicha prohibición pero reclama, por su fe naciente, las promesas que fueron dadas a los israelitas. Como resultado, es librada de la destrucción.
La primera imagen que inevitablemente viene a la mente en relación con el diálogo entre los espías y Rahab es la Pascua en vísperas del Éxodo. En esa ocasión, para que los israelitas estuvieran protegidos, debían permanecer dentro de sus casas y marcar los postes y dinteles con la sangre del cordero sacrificado. «Y la sangre será la señal de las casas donde ustedes estén. Al ver la sangre, pasaré de largo, y no habrá entre ustedes mortandad cuando yo hiera la tierra de Egipto» (Éxodo 12:13; ver también Éxodo 12:22, 23).
«Mediante su obediencia el pueblo debía mostrar su fe. Asimismo todo aquel que espera ser salvo por los méritos de la sangre de Cristo debe comprender que él mismo tiene algo que hacer para asegurar su salvación. Únicamente Cristo puede redimirnos de la pena de la transgresión, pero nosotros debemos volvernos del pecado a la obediencia. El hombre es salvo por la fe, no por las obras; sin embargo, su fe debe manifestarse por sus obras» (PP, 283).
En el caso de la Pascua, la sangre fue una señal que salvó a los hebreos del ángel destructor de Dios. Así como Dios perdonó la vida de los israelitas durante la última plaga en Egipto, ellos debían resguardar la vida de Rahab y de su familia cuando la destrucción llegara a Jericó.
¿Qué poderoso mensaje podemos encontrar en estas dos historias? ¿Qué lecciones relacionadas con el evangelio podemos extraer de ellas?
IV. VALORES ENFRENTADOS
Lee Josué 9:1-20. ¿Qué semejanzas y diferencias existen entre la historia de Rahab y la de los gabaonitas? ¿Por qué son significativas esas semejanzas y diferencias?
Este capítulo de Josué comienza relatando la decisión de cinco reyes cananeos de pequeñas ciudades-estado de crear una coalición contra los israelitas. A diferencia de ellos, los habitantes de Gabaón decidieron hacer una alianza con Israel.
Con el fin de engañar a los israelitas para que concertaran un pacto con ellos, los gabaonitas recurrieron al ardid de presentarse como embajadores de un país lejano. Según Deuteronomio 20: 10 al 18, Dios hizo una distinción entre los cananeos y las personas que vivían fuera de la Tierra Prometida.
La palabra traducida como «astutamente», o «con astucia», puede tener un sentido positivo que denota prudencia y sabiduría (Prov. 1: 4; 8: 5, 12) o negativo cuando designa una intención criminal (Éxo. 21: 14; 1 Sam. 23: 22; Sal. 83:3). En el caso de los gabaonitas, detrás de su acción engañosa se escondía una intención de autopreservación.
El discurso de los gabaonitas es sorprendentemente similar al de Rahab. Ambos reconocen el poder del Dios de Israel y que el éxito de este pueblo no es simplemente una hazaña humana. A diferencia de otros cananeos, no se rebelan contra el plan divino de conceder la tierra a los israelitas y admiten que el Señor mismo está expulsando a estas naciones ante Israel. Las noticias de la liberación de Egipto y las victorias sobre Sehón y Og impulsan tanto a Rahab como a los gabaonitas a procurar un pacto o alianza con los israelitas. Sin embargo, en lugar de reconocer plenamente su disposición a someterse al Dios de Israel, como lo hizo Rahab, los gabaonitas recurren a un subterfugio.
La ley de Moisés establecía disposiciones para conocer la voluntad de Dios en casos como este (Núm. 27: 16-21). Josué debería haber preguntado al Señor cuál era su voluntad y haber evitado así el engaño de los gabaonitas.
El deber fundamental de un líder teocrático, y de cualquier líder cristiano, es hacer la voluntad de Dios (1 Crón. 28: 9; 2 Crón. 15: 2; 18: 4; 20: 4). Al descuidarla, los israelitas se vieron obligados a violar las condiciones fundamentales de la conquista de la tierra o a romper un juramento hecho en nombre del Señor, lo cual lo convertía en obligatorio.
¿Cuántas veces te has encontrado luchando entre lo que parecen ser dos valores bíblicos opuestos?
V. GRACIA SOPRENDENTE
Lee Josué 9: 21-27. ¿Cómo combinó la solución de Josué la justicia con la gracia?
Aunque el pueblo de Israel hubiera querido atacar a los gabaonitas, no se les habría permitido hacerlo debido al juramento de los jefes de la congregación. Los líderes israelitas actuaron de acuerdo con el principio de que un juramento, siempre que no implique maldad o intención criminal (Jue. 11: 29-40), es vinculante, u obligatorio, incluso si conduce a un perjuicio personal.
En el Antiguo Testamento, ser prudente antes de hacer un juramento y cumplirlo se consideran virtudes de los piadosos (Sal. 15: 4; 24: 4; Ecle. 5: 2, 6). Puesto que el juramento se hacía en nombre del Señor, el Dios de Israel, los dirigentes no podían modificarlo.
El destino de Israel quedaba indisolublemente unido al de los gabaonitas en virtud del solemne juramento de los dirigentes de Israel. De hecho, al ser designados leñadores y aguadores para la casa de Dios (Jos. 9: 23), los gabaonitas se convirtieron en parte integrante de la comunidad cúltica de Israel. La respuesta de Josué, en contraste con el veredicto de los gobernantes de Israel, que decretaba la servidumbre en beneficio de «toda la congregación» (Jos. 9: 21), transformó la maldición en una bendición potencial para los gabaonitas (comparar con 2 Sam. 6: 11).
La historia posterior de Gabaón atestigua los elevados privilegios religiosos de los que gozaba la ciudad, así como su lealtad al pueblo de Dios. El voto hecho por Israel se mantuvo a través de las generaciones, de modo que cuando los israelitas regresaron del cautiverio babilónico, los gabaonitas estaban entre quienes ayudaron a reconstruir Jerusalén (Neh. 7: 25). Sus acciones tendrán consecuencias positivas eternamente, pero solo por la gracia de Dios.
¿Qué habría sucedido si los gabaonitas hubieran revelado su identidad y pedido misericordia como hizo Rahab? No lo sabemos, pero no podemos descartar la posibilidad de que incluso una consulta a la voluntad de Dios podría haber exceptuado a los gabaonitas de la destrucción. El propósito último de Dios no es castigar a los pecadores, sino verlos arrepentirse y concederles su misericordia (comparar con Eze. 18: 23; 33: 11). El subterfugio de los gabaonitas ha de percibirse como una apelación a la misericordia de Dios, a su carácter bondadoso y justo. Fue la negativa de los cananeos a arrepentirse y su desafío a los propósitos de Dios lo que condujo a su aniquilación (Gén. 15: 16). Dios honró el reconocimiento de su supremacía por parte de los gabaonitas, así como su deseo de paz en lugar de rebelión, y su voluntad de abandonar la idolatría y adorar al único Dios verdadero.
CONCLUSIÓN
Después del episodio de Rahab y los espías, el resto del Antiguo Testamento guarda silencio acerca de ella hasta que reaparece en la genealogía de Jesús, donde se dice que fue esposa de Salmón, de la tribu de Judá, antepasado de Booz, y suegra de Rut, otra mujer notable mencionada en la misma genealogía (Mat. 1: 5; comparar con Rut 4: 13, 21). Por su fe en Dios, la prostituta de Jericó, la ciudad condenada a la destrucción total, se convirtió en un eslabón importante del linaje real de David y en antecesora del Mesías. He allí lo que Dios es capaz de lograr por medio de la fe, aunque esta solo sea del tamaño de un grano de mostaza (Mat. 17: 20; Luc. 17: 6).
«Su conversión [la de Rahab] no fue un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto.
»Dios no hace distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Creador de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviera libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo llena todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea e1 arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre» (Elena G. de White, Profetas y reyes, p. 249).
Preguntas para dialogar:
Analiza la cuestión de las «segundas oportunidades» (y otras más) y cómo debemos ofrecerlas a los demás. Al mismo tiempo, ¿qué cuidados debemos tener para no abusar de este concepto? Piensa, por ejemplo, en el caso de una mujer que es víctima de una relación abusiva, a quien se le aconseja seguir manifestando «gracia» hacia un abusador reincidente. ¿Cómo encontramos el equilibrio adecuado en situaciones como esta?
Dialoga en tu clase acerca de Rahab como modelo de fe. ¿Cómo podemos apreciar la disposición de las personas a aceptar a Dios aunque su estilo de vida diste mucho del ideal bíblico? ¿De qué manera es posible reconocer y apreciar su fe sin que por ello aprobemos algunas de sus prácticas?
Josué supo combinar de forma práctica la justicia y la gracia para resolver el aprieto causado por el engaño de los gabaonitas y por su propia negligencia al no consultar al Señor. Piensa en una situación de tu vida que requiera tanto justicia como gracia. ¿Cuáles son algunas formas prácticas de fusionarlas?
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