By
Campitelli
Ver https://www.youtube.com/watch?v=Te6hoa0QxgQ
Feliz sábado, gente.
Bueno, para los que están vivos, feliz sábado. Feliz sábado.
Es una alegría para mí estar aquí en este ámbito universitario
Bueno, ya hablaste con la persona que está de tu lado, linda, maravillosa, criatura del Señor. Le dijiste, "Feliz sábado, sonriente, mostrando los dientes."
Sí, le dijiste, "Criatura del Señor." Exacto. Mira para atrás, mira para adelante, dale un feliz sábado. Estamos en la presencia del Señor, contentos de disfrutar de esta semana. Vamos a abrir la palabra del Señor.
Estamos felices con esta semana que le hemos titulada Identidad.
Abran sus Biblias. en Jueces, capítulo 18. Acá hay una historia de un joven. Vamos a comenzar y voy a contarles varias historias durante esta semana. Jueces capítulo 18. No es tan conocida, pero es interesante.
Jueces capítulo 18 y vamos a leer seis versículos. De aquí vamos a extraer para tomar buenas decisiones al
lado de Cristo.
Antes vamos a orar una vez más.
Padre querido, gracias, Señor, te damos por el privilegio de estar en tu casa hoy.
Gracias por los preparativos para esta semana.
Tal vez, no todos sepamos, pero hay mucha gente involucrada
orando, intercediendo, realizando diferentes actividades,
preparando los mínimos detalles, la música linda que acabamos de escuchar y
todo para que nuestro foco pueda ser escuchar tu voz.
Ahora vamos a abrir tu palabra, ya está abierta y queremos escuchar tu voz de
manera cariñosa, hablando a nuestra mente, a nuestro corazón.
Y a partir de esta noche yo te quiero pedir algo, Señor, como siempre lo haces.
Opera milagros en nuestra vida.
Todos necesitamos escuchar tu palabra. Todos necesitamos tomar decisiones,
niños, adolescentes, jóvenes, grandes, adultos, profesores, directoría,
Todos precisamos tomar decisiones.
Yo te pido que nos hables claramente en esta noche.
Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
"En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus de Israel. 2 Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron. 3 Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí? 4 Él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. 5 Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos. 6 Y el sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis". Jueves 18:1-6
Bueno, este es un relato interesante.
Lástima que no tenemos como para leerlo entero. Hay muchos elementos importantes que aparecen en esta historia y la historia de un joven. Un joven a el cual le hacen tres preguntas esenciales. Tres preguntas que atraviesan nuestra vida todo el tiempo, a toda hora; desde que somos niños, que somos adolescentes, especialmente cuando somos jóvenes, pero trasciende la época también cuando somos adultos. Tres preguntas que yo también les quiero hacer en esta noche para abrir nuestra semana de identidad.
¿Quién eres?
¿De dónde vienes?
¿Qué haces aquí?
Saber quién eres va a definir para qué vives.
La pregunta de tu identidad es la pregunta de tu vida.
La primer pregunta tiene que ver con esto.
¿Quién eres?
Bueno, el joven levita había salido desde Belén, de la casa de Pan, había salido desde allí y buscado un lugar donde quedarse. Su respuesta entonces ahora va a mostrar que él estaba totalmente a la deriva. Lamentablemente, estaba totalmente a la deriva.
Muchos de nosotros, muchas veces, podemos estar de esta manera cuando nos preguntan, ¿de dónde vienes? y no sé realmente responder y sin claridad de origen y sin claridad de propósito. Así, muchas veces definimos nuestra identidad por el lugar de donde venimos, por nuestra familia o por las experiencias que hemos vivido. Pero la palabra nos recuerda que nuestro verdadero origen, nuestro está en
Dios.
Cuando pensamos de esta manera, creemos de una manera muy clara que fuimos creados a su imagen, que nosotros no somos producto del azar, sino hijos de un Creador que nos dio valor y que nos dio propósito desde antes de nacer. O sea, yo de alguna manera muy clara no vengo del azar, yo vengo de las manos de Dios. Esto es una maravilla, porque no vinimos del azar. Entonces, cuando te pregunten así, ¿de dónde vienes? ¿De qué forma vas a responder a esta pregunta?
¿Qué haces aquí?
Bueno, el levita respondió: - "Micaía me contrató y yo soy un sacerdote".
O sea, su razón de estar allí se reducía a simplemente un contrato humano. Estaba viviendo según la oportunidad y no según llamado.
Cuando nosotros miramos esto, podemos pensar que las creencias equivocadas conducen a acciones equivocadas.
Micaía pensó que al tener un sacerdote propio, Dios lo prosperaría. Y eso en el capítulo anterior aparece de alguna forma este en este episodio, ¿no? Es como si fuese una advertencia incluso, para nosotros cuando vivimos según lo que creemos mejor y no según la voluntad de Dios, nosotros terminamos desviándonos.
Hay muchos jóvenes y adultos también, que se definen por lo que estudian y le preguntan así:
- "¿Qué haces aquí?"
- Ah, yo soy estudiante de esta carrera. O bien, yo soy doctor en tal cosa. Oh quizás, yo soy sacerdote. Ah, yo soy aquello. Por el trabajo que tienen o por lo que los demás esperan inclusive de ellos.
Bueno, un tipo me contrató para hacer esto. ¿Será que eso define quién eres? ¿Será que eso define de dónde vienes? ¿Será que eso define para qué estás aquí? ¿Te da propósito el título que tienes, el cargo que que tienes?
Jesús nos dio un propósito mucho mayor. Y ese propósito está en el capítulo 28 de Mateo, cuando les da una declaración y les da una gran comisión y les dice, "Id y haced discípulos. Ese es la verdadera razón por la que estamos aquí". O sea, mi vida no es un contrato humano, es una misión divina.
Y la tercer pregunta que les quiero hacer esta noche, que es la misma que le hicieron a este joven.
¿Quién eres? ¿Quién eres? ¿A qué responderías o cómo responderías a esta pregunta? ¿De dónde vienes? ¿Qué haces aquí? Y de hecho, ¿quién eres?
Bueno, el levita dijo así: "Soy sacerdote." Pero esa identidad era frágil porque él no estaba definida por Dios, sino por la conveniencia de Micaía.
Así pasa hoy. Muchos creen que su identidad está en lo que hacen, en lo que aparentan en las redes sociales o en lo que otros opinan, pero nuestra verdadera identidad está nada más y nada menos que en Cristo. Allí está fundada, ahí está la raíz, ahí está segmentada nuestra verdadera identidad en Cristo.
Pero nuestra verdadera identidad que está en Cristo, como nosotros pensamos, o sea que, yo no soy lo que hago, soy lo que Cristo hizo por mí. Y cuando yo pienso de esta manera ¿quién soy yo? Yo no soy definido por lo que hago, sino lo por lo que él hizo por mí. Entonces, comenzamos con ese id porque no podemos separar la gran comisión que Dios nos dio de la identidad y la misión que cada uno de nosotros tenemos. Por eso el lema de nuestra semana o nuestro tema general es identidad, pero nuestro lema es saber quién eres.
Yo te pregunto, ¿vos sabés quién sos?
¿Sabes realmente quién sos? Si alguien te hace esa pregunta
y lo más íntimo de tu ser, ¿qué quién sos?
Bueno, la palabra ID en realidad tiene como si fuese un doble sentido. Por un lado es como ahí aparece nuestro documento de de identidad, ¿verdad? Nuestras huellas digitales, nuestro registro único.
Yo cuando entré ahora allí por el aeropuerto, de alguna forma mencioné, sí, de dónde vengo, qué hago, para dónde voy soy y dónde está nuestra identidad de hecho. Y por el otro lado, nuestro ID nos recuerda o ese ID.
El ID nos recuerda el imperativo de Jesús en Mateo 28. Id y haced discípulos. Es decir, nuestra identidad, nuestra misión están totalmente unidas. No podemos desmembrar quiénes somos con nuestra misión. Totalmente unidos. Porque no basta con saber quién soy. Necesito vivir para lo que Dios me envió.
Nuestra huella digital nos identifica como únicos, pero esa huella digital, para nosotros, es formada por un rostro y ese rostro es el de Cristo. O sea, mi identidad está basada o está escondida o se demuestra de muchas formas mi huella está en Cristo y mi misión es ir en su nombre.
Yo quería contarles la historia de de
Aya. Aya es una niña que fue encontrada allí en los escombros o dentro de los escombros en febrero de 2023.
En febrero de 2023 hubo un terremoto que realmente avaló ahí o devastó parte de Turquía y Siria. Muchos se deben recordar eh lo que pasó.
Y entre los escombros allí de una casa en Siria, los rescatistas escucharon un llanto muy débil y allí encontraron una bebé recién nacida y aún unida su cordón umbilical al de su madre que estaba fallecida. Consiguieron sacarla de entre los escombros y toda su familia había muerto y ella quedó sola. Naturalmente, la llevaron al hospital y los médicos la llamaron de Aya, que significa señal o milagro.
Al principio no tenía identidad. reconocida. No había un nombre oficial para esa bebé, pero pronto fue reconocida y fue adoptada por su tía y ahora recibió un nuevo nombre y el nuevo nombre fue Afra en honor a su a su madre. Esa niña que parecía perdida en el anonimato, recuperó una identidad y recuperó un hogar. ¿Saben?
Nuestra identidad o nuestra historia espiritual es más o menos así, porque el pecado nos dejó sin nombre, el pecado nos dejó sin identidad, el pecado nos dejó sin rumbo. Pero Jesús, el mismo Cristo, vino entre medio de los escombros para él entregar su vida y darnos de hecho su identidad. Jesús nos rescató y ahora nos da un nuevo nombre, hijos de Dios. Y esa es la mayor declaración que cualquier ser humano pueda recibir. ¿Quién eres? Hijo de Dios. En Cristo, nuestra identidad está asegurada y nuestro propósito
está claro. Cristo me rescató de los escombros y me dio me dio un nuevo nombre. Hoy Jesús te hace las mismas preguntas.
Sí, son las mismas preguntas que le hicieron a ese joven levita.
¿Quién eres?
Sí te pregunto en el nombre de Jesús, ¿quién de hecho eres? ¿De dónde vienes? ¿Y qué haces aquí?
No respondas con una identidad prestada. No hagas eso.
Responde desde Cristo. Vengo de Dios. Soy hijo de Dios y vivo por una misión.
Cuando sé quién soy en Cristo, también sé para qué vivo. Eso es identidad. Eso significa identidad en Cristo. Porque ser, saber quién eres define para qué vives.
Que Dios nos bendiga durante esta semana. Que al pensar de hecho de dónde venimos, quién somos, para que estamos acá. pueda definir el objetivo y el propósito para el cual cada uno de nosotros fuimos creados. ¿Te parece que oramos por eso?
Oramos para que Dios nos dé claridad, para entender sus propósitos, su llamado y de hecho pueda colocar mi vida y nuestras vidas en las manos del Señor. Y cuando miremos nuestras huellas digitales, cuando nos miren, Cristo pueda aparecer.
Sé quién soy.
Busqué mi valor en mis lugares.
en voces y en opiniones.
En su palabra me mostró la verdad.
Soy su hijo amado y no me quiero alejar.
No soy lo que el mundo dice de mí.
Su amor me dio un nombre, identidad.
Sé quién soy en Cristo hallé mi razón
Que me dio vida, propósito y canción.
Ya no hay temor.
Jesús me dio dirección.
Soy el reflejo de su obra en mi corazón.
Ahora mis pasos tienen sentido.
Cada decisión en sus manos está.
Vengo para amarle,
maravillar con valentía su verdad anunciar.
No soy lo que el mundo dice de mí.
Su amor me dio nombre, identidad.
Sé quién soy en Cristo hallé mi razón
Que me dio vida, propósito y canción.
Ya no hay temor.
Jesús me dio dirección.
Soy el reflejo de su obra en mi corazón.
Tu voz me llama, oh Señor. Nueva criatura soy en tu perdón.
Camino libre hacia tu amor, porque a tu lado tengo valor.
Sé quién soy en Cristo hallé mi razón
que me dio vida, propósito y canción,
Ya no hay temor.
Jesús me dio dirección,
Soy tu reflejo, oh mi Señor.
Sé quién soy. En Cristo hay de mi razón que me dio vida, propósito y canción.
Ya no hay temor.
Jesús me dio dirección.
Soy el reflejo de su obra en mi corazón.
Amén.
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