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Te ruego que me muestres tu Gloria - El Éxodo

"El Señor pasó ante Moisés y proclamó: '¡Señor! ¡Señor! ¡Dios compasivo y bondadoso, lento para la ira, y grande en amor y fidelidad! Que mantiene su invariable amor a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y no da por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y los nietos hasta la tercera y cuarta generación'" (Éxodo 34:6, 7).

Todos necesitamos crecer en nuestra experiencia personal con Dios. El apóstol Pedro exhorta: «Crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:18). Estamos diariamente en la universidad de Dios, donde no hay graduación, sino un constante proceso de aprendizaje. Puedes ser perfecto en cada etapa de tu desarrollo si permites que Dios te moldee a imagen de Cristo para convertirte en la persona que quiere que seas.

Piensa en una escuela. Si los alumnos de primer grado aprenden a leer y a contar hasta 100, reciben una calificación aprobatoria porque su conocimiento es perfecto en esa etapa de su desarrollo. Sin embargo, si se detectara solo ese mismo nivel de conocimiento en un estudiante de secundaria, eso indicaría un fracaso colosal en su educación. Algo similar ocurre con nuestro crecimiento en la gracia y el conocimiento de Dios. En cada etapa de nuestro desarrollo, podemos ser tan perfectos en nuestra esfera como Cristo lo fue en la suya.

Esta semana estudiaremos cómo fue creciendo Moisés en su experiencia con el Señor como resultado de conocer y seguir las instrucciones de Dios.

I. LA TIENDA DE REUNIÓN

"Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento. 8 Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. 9 Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. 10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. 11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo". Éxodo 33:7-11. 

¿Por qué pidió Dios a Moisés que hiciera la tienda de reunión?

No debemos confundir «la tienda de reunión» (ubicada fuera del campamento de Israel) con el Tabernáculo, que fue construido más tarde y colocado en el centro del campamento. No sabemos con qué frecuencia consultaba Moisés a Dios en la tienda de reunión. Sin embargo, sabemos con certeza que los encuentros de Moisés con Dios dieron lugar a una estrecha amistad entre ellos. 

«Y el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con su amigo» (Éxodo 33:11). 
Un amigo es una persona cuya opinión podemos solicitar y con la que podemos hablar abiertamente de casi todo y confiar en que nunca revelará el contenido de nuestro diálogo a otros. La amistad es una de las mayores bendiciones que podemos disfrutar de parte de alguien y brindar a otros. La historia de Moisés, registrada en Éxodo 19 a 34, resulta muy instructiva acerca de cómo transforma Dios nuestra vida. ¿Cómo construyó Dios una relación con Moisés, ese líder excepcional? Un estudio de la vida de este muestra cómo creció en su conocimiento del poder, el amor y el carácter de Dios. Este es un componente crucial de una relación con el Señor.

Moisés fue utilizado poderosamente por Dios aun antes de llegar al monte Sinaí, incluso mientras era preparado para su futuro papel especial de liderazgo. En la tierra de Madián, mientras cuidaba ovejas, Dios lo inspiró para escribir dos libros: Job y Génesis. Luego, en el dramático acontecimiento de la zarza ardiente, fue llamado por Dios para sacar a Israel de Egipto. Vio la derrota de los dioses egipcios y del poderoso ejército del faraón en el Mar Rojo. Observó durante muchas semanas cómo Dios conducía a Israel desde Egipto hasta el Sinaí. Después de la experiencia que resultó en el resplandor de su rostro, Moisés guio a Israel durante otros 39 años hasta los límites de la Tierra Prometida. La Biblia afirma que Moisés fue un siervo fiel de Dios (Deuteronomio 34:5; Josué 1:1), un faro inextinguible en la oscuridad, un profeta modelo a la luz del cual habrían de ser medidos los demás (Deuteronomio 18:15, 18). Fue un agente de cambio, aunque el pueblo no siempre siguiera sus indicaciones y sus palabras. Cuando lo hacían, prosperaban.

La excepcional historia de Moisés nos muestra lo que Dios puede hacer cuando le permitimos que nos transforme. 

¿Cuáles fueron algunos momentos decisivos de tu experiencia con Dios en los que reconociste la forma en que él obró poderosamente en tu vida?

"Si nos humilláramos delante de Dios, si fuéramos bondadosos, corteses, compasivos y piadosos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola". (9TI, 152). 

¿Qué poderoso mensaje hay aquí para nosotros acerca de cómo nuestro carácter, nuestras acciones y nuestras actitudes influyen en nuestro testimonio?

II. PARA QUE TE CONOZCA

"Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. 13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. 14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. 15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. 16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. Éxodo 33:12-17. 

¿Qué pidió Moisés al Señor? ¿Por qué insistió en que la presencia de Dios los guiara?

El crecimiento de Moisés en el Señor fue constante. Se acercaba cada vez más al Señor y procuraba asemejarse a él. Cierto día, mientras conversaba con Dios en la tienda del encuentro, Moisés se dio cuenta de que no lo conocía y le dijo concretamente: «Te ruego que me muestres tu camino, para que te conozca» (Éxodo 33:13). Él era consciente de su gran necesidad de comprender a Dios de una manera más profunda. Descubrió que cuanto más conocía al Señor más lo desconocía. Reconoció su necesidad y anheló sinceramente conocerlo mejor. Dios concedió de buen grado el deseo de Moisés.

Al observar las experiencias de Moisés hasta ahora, vemos que fue atraído a una relación más profunda e íntima con el Señor y que creció espiritualmente.

Para empezar, subió al monte «a presentarse ante Dios» (Éxodo 19:3). 
Luego fue «a la cumbre del monte» (Éxodo 19:20).
Y después se acercó a la nube, «la densa oscuridad» en la que Dios se encontraba (Éxodo 20:21, NVI).

En otra ocasión, Moisés «se internó en la nube» donde estaba Dios y permaneció con el Señor cuarenta días y cuarenta noches (Éxodo 24:18, NVI). Durante ese tiempo, Dios hizo a Moisés dos preciosos regalos: 
(1) el Decálogo, las tablas de la ley, escritas y talladas por Dios mismo (Éxodo 24:12),  
(2) las instrucciones acerca de cómo construir el Tabernáculo y dotarlo del mobiliario correspondiente (ver Éxodo 25-31).

Luego pasó otros cuarenta días y noches con el Señor intercediendo por los pecadores (Éxodo 32:30-32; Deuteronomio 9:18).

Sin embargo, incluso después de todo esto, Moisés deseaba conocer el carácter de Dios de forma más concreta, y Dios pronto le dio una visión especial para que pudiera comprender quién es él. Este conocimiento que Moisés deseaba no era una mera comprensión intelectual acerca de Dios, sino un conocimiento vivencial de su persona. No es de extrañar que siglos más tarde Jesús dijera: «Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Juan 17:3).

La máxima revelación que Dios hizo de sí mismo a los seres humanos consistió en hacerse uno de ellos.

¿Conoces a Dios, o solo sabes acerca de él? ¿Cuál es la diferencia crucial entre ambas cosas?

III. TE RUEGO QUE ME MUESTRES TU GLORIA

Tras la apostasía con el becerro de oro, Moisés intercedió por el pueblo de Dios y quiso tener la seguridad de que el Señor seguiría conduciéndolos a la Tierra Prometida. En lo más profundo de su ser, también deseaba conocer mejor al Señor.


"Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. 21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro". Éxodo 33:18-23. 

¿Cómo respondió Dios a la petición de Moisés de ver su gloria?

«Te ruego que me muestres tu gloria», pidió Moisés al Señor. En su misericordia, el Señor le reveló su gloria. Sin embargo, al responder a la petición de Moisés, Dios prometió mostrarle su «bondad». Se puede concluir con seguridad que la gloria de Dios es su bondad; es decir, su carácter (ver HAp, 428-429; PVGM, 343; PR, 210).

"La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres alcanzar la más alta norma" (HAp, 394). 

Su gloria es abrazar a los pecadores arrepentidos (PR, 453) y proveer todo lo necesario para la transformación de ellos. Al mismo tiempo, es nuestra «gloria» revelar su carácter en nuestra vida y darlo a conocer a los demás.

Este reflejo del carácter de Dios, su bondad, amabilidad y tierno amor, debe verse en nuestras acciones. De esta manera, tenemos la oportunidad de ser no solo una bendición para el mundo, sino una luz resplandeciente para el universo que nos observa. Como dice Pablo: «Porque pienso que Dios nos asignó a nosotros los apóstoles el último lugar, como a sentenciados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para los hombres» (1 Corintios 4:9). Esta dimensión cósmica da a nuestra vida y a nuestro servicio un sentido y una finalidad que apenas podemos imaginar.

En Romanos 2:4, Pablo dice que la bondad de Dios nos «guía al arrepentimiento». Es decir, son la bondad y el carácter de Dios, señalados por el Espíritu Santo, los que convencen a las personas de su pecaminosidad y de su necesidad de salvación. De hecho, cuando miramos a la cruz y sabemos quién estaba allí (el Señor mismo) y por qué estaba allí –porque nos ama y porque esa era la única manera de salvarnos–, tenemos la mayor revelación posible de su bondad y su carácter.

¿Cuánto tiempo dedicas a concentrarte en la cruz y en lo que ella te dice acerca del carácter de Dios?

IV. DIOS SE REVELA

Lee Éxodo 34:1 al 28. ¿Cómo reveló Dios su gloria a Moisés?

Moisés tenía que llevar consigo dos tablas de piedra como las que había roto (Éxodo 32:19). Iba a encontrarse con el Señor en el monte Sinaí por séptima vez. 
Sus ascensiones anteriores son mencionadas en los siguientes textos: 
(1) Éxodo 19:3, 7; 
(2) Éxodo 19:8, 14; 
(3) Éxodo 19:20, 25; 
(4) Éxodo 20:21; 24:3; 
(5) Éxodo 24:9, 12-18; 32:15; 
(6) Éxodo 32:30, 31. 

Moisés comenzó su ascenso por la mañana temprano.

Moisés ya estaba preparado para esta gloriosa visión del carácter divino, cuya belleza resulta más clara aún en virtud de esta impresionante revelación que el Señor hizo de sí mismo, la más importante descripción de quién es Dios, el hilo de oro entretejido en toda la Biblia (Números 14:18; Nehemías 9:17; Salmos 103:8; Joel 2:13; Jonás 4:2). La proclamación hecha aquí por el Señor es el Juan 3:16 del Antiguo Testamento. Los escritores bíblicos aplican, repiten o amplían en lugares cruciales esta autoproclamación del Dios vivo, pues es necesario que su carácter sea correctamente entendido.

Cuando Moisés recibió la excepcional, inaudita e incomparable explicación del nombre de Dios, se postró y adoró al Señor. 
Cuando vislumbramos el amor, la gracia, la misericordia, la compasión, la bondad, la fidelidad, el perdón, la santidad y la justicia de Dios, también nos sentimos atraídos por él. 
Cuando vemos y admiramos sus cualidades excepcionales, comenzamos a experimentar un amor hacia él que hace nacer en nosotros el deseo de servirlo y serle obedientes. Puesto que él nos ama, nosotros también lo amamos (1 Juan 4:19).

En esta revelación de sí mismo, Dios asegura a Moisés que realizará hechos maravillosos en favor de su pueblo y que lo conducirá a la Tierra Prometida. Renueva además el pacto con ellos, prometiendo que otras naciones verán su majestad y sus obras poderosas. «Voy a concertar un pacto. Ante todo el pueblo haré maravillas nunca hechas en toda la tierra, en ninguna nación. Y todo el pueblo que te rodea verá la tremenda obra que yo, el Señor, haré por medio de ti» (Éxodo 34:10).

Sin embargo, los israelitas debían obedecer a Dios y seguir diez estipulaciones claras para asegurar su prosperidad. Entonces Dios pidió a Moisés que escribiera el contenido de ese pacto previamente roto (Éxodo 34:27, 28).

"Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación". Éxodo 34:6, 7.

Éxodo 34:6 y 7 es llamado con razón el Juan 3:16 del Antiguo Testamento. ¿Por qué?

¿Cómo puedes explicar la belleza del carácter divino sobre la base de la revelación registrada en Éxodo 34:6 y 7 a quienes te preguntan quién es tu Dios?

V. EL ROSTRO RADIANTE DE MOISÉS

"Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. 30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él. 31 Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. 32 Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. 33 Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. 34 Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. 35 Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios". Éxodo 34:29-35. 

¿Por qué resplandecía el rostro de Moisés?

Moisés descendió al campamento de Israel con su rostro radiante después de que Dios le revelara su carácter amoroso. ¿Era Moisés consciente de ese fenómeno? En absoluto. Cuanto más cerca está uno del Señor, más consciente es de sus imperfecciones en comparación con la santidad de Dios.

¿Qué hizo resplandecer el rostro de Moisés? No fue el simple hecho de estar en la presencia de Dios, ya que había estado antes en varias ocasiones con él sin que ocurriera ese fenómeno. Moisés fue transformado, y su rostro resplandeció cuando comprendió la bondad y la misericordia de Dios, y fue completamente receptivo a él en respuesta a la belleza del carácter divino. Nuestros corazones y mentes pueden experimentar un cambio cuando nos rendimos a Dios y le permitimos ser el Señor y Rey de nuestra vida.

"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". 2 Corintios 3:18. 

¿Cómo puede Jesús transformarte gradualmente a su imagen?

Pablo compara el rostro resplandeciente de Moisés con Jesucristo y dice que la gloria de este (en quien se personificaron la Ley y la gracia de Dios) supera la gloria de la Ley dada por medio de Moisés. Cristo y su Ley solo pueden grabarse en nuestro carácter cuando fijamos los ojos en él (Hebreos 3:1; 12:2) y en virtud del poder del Espíritu de Dios (2 Corintios 3:12-18).

Moisés es un modelo que demuestra lo que Dios puede hacer por nosotros cuando le permitimos que transforme nuestro carácter y nos moldee a su imagen divina. A esto se refiere Pablo cuando habla de andar en la «nueva vida» (Romanos 6:4).

¿Qué aspectos de tu carácter necesitan reflejar mejor el carácter de Dios? Probablemente todas, ¿verdad? Sin embargo, ¿cómo puede darte ánimo y seguridad de salvación el hecho de centrarte en la cruz y en lo que ella significa?

¿Cuál es el impacto hecho por el carácter y las acciones de las personas verdaderamente cristianas en nuestra experiencia con el Señor? Es decir, ¿cómo han influido en nosotros quienes fueron amables, gentiles, humildes y misericordiosos? Por otra parte, ¿qué impacto han tenido los «cristianos» poco amables, implacables y arrogantes en nuestra experiencia espiritual?

CONCLUSIÓN 

Cierto día sombrío, un padre y su hijo pequeño visitaron una catedral. Mientras contemplaban las vitrinas con bellas representaciones de escenas bíblicas, el sol comenzó de pronto a reflejarse intensamente en el rostro de los personajes, haciéndolos relucir de manera impresionante. El niño dijo entonces a su padre: 
- «Papá, ¿quiénes son estas personas?» - El padre no sabía mucho acerca del cristianismo, de Cristo o de sus discípulos, pero contestó rápidamente: 
- «Esas personas son cristianos». La deslumbrante imagen quedó registrada en la mente del pequeño. Tiempo después, el profesor del niño preguntó en clase: 
- «Niños, ¿saben quiénes son los cristianos?» - El pequeño recordó la radiante imagen de la catedral y contestó: 
- «Los cristianos son gente que brilla». En la misma línea, Jesús dijo a sus seguidores: «Así alumbre la luz de ustedes ante los hombres, para que vean sus obras buenas y glorifiquen a su Padre que está en el cielo» (Mateo 5:16). Solo quienes brillan a causa de Dios y para él pueden ser agentes de cambio.

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