"Entonces la nube cubrió la tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. […] Porque la nube del Señor estaba de día sobre el santuario y el fuego estaba de noche, a la vista de toda la casa de Israel en todas sus jornadas" (Éxodo 40:34, 38).
La principal tarea del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento (y la nuestra hoy) era vivir en estrecha relación con el Señor, adorarlo, servirlo y representarlo correctamente ante los demás (Deuteronomio 4:5-8).
En el Jardín del Edén, Adán y Eva se escondieron de Dios porque su pecado hizo que lo temieran. El pecado hace que los seres humanos teman a Dios, y este temor distorsiona nuestra percepción de su carácter. La buena noticia es que Dios tomó la iniciativa y dio el primer paso para zanjar esta brecha y reparar la relación rota al llamar al pecador a volver a él: «¿Dónde estás?» (Génesis 3:9).
En consecuencia, nuestra misión principal es presentar correctamente el carácter de Dios, sus actos de amor y su justicia a quienes nos rodean. Cuando las personas se sienten atraídas por Dios y están convencidas de su amor, le entregan su vida y hacen lo que él les pide pues reconocen que solo desea lo mejor para ellas.
El Santuario demostró cuán cerca está Dios de la humanidad e ilustró la más grande e importante verdad; a saber, cómo salva a quienes acuden a él con fe.
I. EL SÁBADO DEL SEÑOR
Por mucho que argumenten, erróneamente, quienes se oponen a la observancia del sábado, el séptimo día de la semana, diciendo que era solo para los judíos (el sábado fue apartado y santificado en el Edén (Génesis 2:1-3); o argumenten, también erróneamente, que los judíos oyeron hablar del sábado por primera vez en el Sinaí (los judíos ya lo observaban antes del Sinaí (Éxodo 16: 22-29), no hay duda de que ese día estaba muy presente en la vida del pueblo hebreo desde el principio.
Lee Éxodo 35:1-3. ¿Qué verdad fue reiterada aquí al pueblo en el contexto de la construcción del Santuario?
El mensaje del sábado siempre ha sido y será quién es Dios y cuáles son sus poderosas obras. Ese día nos recuerda sus hechos como Creador y Salvador, y centra nuestra atención en Dios, quien desea morar con su pueblo. De este modo, el sábado y el Santuario apuntan en la misma dirección, a la presencia de Dios en nuestra vida.
El sábado de la iglesia del Antiguo Testamento transmite un mensaje múltiple. Su esencia puede ser resumida en cinco puntos cruciales:Dios es el Creador. La Biblia comienza con esta asombrosa y fundamental proclamación (Génesis 1:1). El sábado es el memorial vívido de la creación realizada por Dios (Génesis 2:2, 3; Éxodo 20:8-11). De esta verdad, que Dios es nuestro Creador, se desprenden todas las demás verdades bíblicas.
El Mesías vendrá. Esta esperanza se centra en la promesa de Dios acerca de la Simiente, del Descendiente que vencería a la serpiente (Satanás) y pondría fin al mal. 3. Dios establecerá su reino, cuyo anticipo es el sábado.
La salvación viene del Señor, y el pueblo de Dios da testimonio de que Dios es su Salvador y Redentor, y que la salvación es resultado solo de su gracia.
Dios es el juez último de todas las personas. Quienes lo desafían persistentemente y lo rechazan no vivirán para siempre, pero él concede vida eterna por pura gracia a quienes lo aceptan como su Señor y Salvador.Según un dicho judío: «El sábado guardó más a Israel de lo que Israel guardó el sábado». Aunque como adventistas quizá no lo expresemos de la misma manera, ¿qué papel importante cumple el sábado en la vida de nuestra familia eclesial?
II. LAS OFRENDAS Y EL ESPÍRITU
Lee Éxodo 35:4 a 36:7. ¿Qué importantes lecciones hay aquí para nosotros?
Para construir el Tabernáculo se necesitaba una gran cantidad de materiales preciosos, y esto se consiguió gracias a las generosas donaciones del pueblo de Dios, que dio de todo corazón, de buena gana y con alegría. Dieron oro, plata, bronce, lino fino, piedras preciosas, telas especiales, madera de acacia, aceite de oliva, especias y muchos otros artículos necesarios. La gente también donó su mano de obra, pues muchos objetos específicos del Tabernáculo y su mobiliario debían ser elaborados mediante su trabajo artístico y diligente. Además, los sastres debían confeccionar las vestiduras de los sacerdotes que servirían en el Tabernáculo y las del sumo sacerdote, cuyo elaborado atuendo incluía un pectoral y un turbante.
Dios había bendecido abundantemente a los israelitas mediante los regalos que los egipcios les habían dado al salir de Egipto. Ahora era su oportunidad de dar ofrendas de gratitud por el liderazgo misericordioso y poderoso de Dios. Sus corazones fueron movidos a llevar a cabo esta obra para su gloria.
El pueblo daba con tanta alegría y abundancia que se le dijo a Moisés: «El pueblo trae mucho más de lo que se necesita» (Éxodo 36:5). Así que, Moisés tuvo que detener sus donaciones, «pues tenían material abundante para toda la obra, y sobraba» (Éxodo 36:7).
Mediante la guía del Espíritu Santo, Dios equipó y capacitó al pueblo para construir con precisión el Tabernáculo. Bezaleel, Aholiab y otros fueron «llenos [...] del Espíritu de Dios» (Éxodo 35:31), lo que significa que fueron dotados de habilidades, sabiduría y conocimientos artísticos para realizar perfectamente todo el trabajo. Era un proyecto enorme y había que hacerlo realidad exactamente según el modelo que Dios mostró a Moisés.
Es significativo que el don del Espíritu Santo estuviera relacionado con las diferentes habilidades y destrezas que las personas debían emplear en la construcción del Tabernáculo. Ser lleno del Espíritu no es un proceso mágico y no significa que haya fuerzas espirituales especiales dentro de los seres humanos. Dios capacita a sus seguidores para el avance de su causa, el cumplimiento de su misión y para que alcancen los objetivos divinos de manera adecuada.
¿Qué dones espirituales has recibido cuando fuiste lleno del Espíritu Santo? Recuerda que los dones espirituales solo pueden florecer cuando cultivas el fruto del Espíritu en tu vida (Gálatas 5:22, 23).
III. EL TABERNÁCULO CONSTRUIDO
Lee Éxodo 36:8 a 39:31. ¿Por qué crees que se dieron instrucciones tan explícitas? ¿Qué nos enseña esto acerca del interés de Dios por cada detalle?
Moisés construyó el Tabernáculo cuidadosa y diligentemente según las instrucciones que había recibido en el monte Sinaí. El texto bíblico enumera lo siguiente:
(1) el Tabernáculo, con sus diferentes telas, cortinas y partes (Éxodo 36:8-38);
(2) el Arca (Éxodo 37:1-9);
(3) la mesa para los panes de la proposición (Éxodo 37:10-16);
(4) el candelabro (Éxodo 37:17-24);
(5) el Altar del Incienso (Éxodo 37:25-29);
(6) el Altar del Holocausto (Éxodo 38:1-7);
(7) la fuente para el lavamiento (Éxodo 38:8);
(8) el atrio (Éxodo 38:9-20); y
(9) el material utilizado para el Tabernáculo (Éxodo 38:21-31). Éxodo 39 describe el efod, el pectoral y otros elementos de la vestimenta sacerdotal.
Los servicios del Tabernáculo eran lecciones visuales acerca del evangelio, pues ilustraban todo el plan de redención. Las diversas ceremonias representaban
(1) cuánto aborrece Dios el pecado y cómo trata con él,
(2) cómo salva a las personas arrepentidas,
(3) cuál es el destino de los malvados, y
(4) cómo asegurará Dios un futuro glorioso libre del mal.
Dos servicios diferentes, pero estrechamente relacionados, eran celebrados durante el año en el Santuario, o Tabernáculo: el servicio diario y el anual. Este ministerio en dos fases ilustraba cómo actúa Dios con el pecado y cómo salva a los pecadores. A través de los servicios diarios del Santuario, Dios aseguraba a quienes se arrepentían que perdonaba sus pecados y les ofrecía la salvación por gracia. Para recibir este don de la salvación, era necesario realizar ciertos sacrificios de animales cuya sangre señalaba la futura muerte del Mesías, cuya sangre «nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1: 7). La confesión del pecado y la aceptación del manto de la justicia de Cristo eran el centro de este don (Salmos 32:1, 2). De este modo, el pecador arrepentido recibía la seguridad del perdón y podía regocijarse en la salvación.
El servicio anual, realizado durante el Día de la Expiación, demostraba cómo erradica Dios el pecado, cómo resuelve el problema que este representa y cómo asegura un futuro sin la existencia del mal (Levítico 16; Juan 1:29). En la actualidad, el doble ministerio de Cristo en el Santuario celestial es otra expresión de la obra de Dios en nuestro favor (Hebreos 7:25) y traerá la solución final al problema del mal (Daniel 7:13, 14, 22, 27; 8: 14; Apocalipsis 21:4).
El Santuario era un lugar destinado a adorar a Dios, alabarlo y expresarle gratitud. La adoración consiste en sostener nuestra relación con Dios, quien invita a los creyentes a esa comunión.
IV. LA PRESENCIA DE DIOS EN EL TABERNÁCULO
Lee Éxodo 40:1 al 38. ¿Cómo percibían los israelitas la presencia de Dios?
El último capítulo de Éxodo (Éxodo 40) describe la dedicación del Tabernáculo, el acontecimiento culminante de la historia de Israel en el Sinaí, y la entrega del Decálogo.
La gloria de Dios es su santidad, su carácter y su presencia amorosa, que es la bondad misma (Éxodo 3:5; 33:18, 19). Su presencia llenaba el Tabernáculo y se manifestaba de manera visible como la nube, la gloria, o shekiná. El libro de Éxodo termina haciendo hincapié en la presencia divina y su conducción mediante la nube durante el día y la columna de fuego por la noche. De una forma muy concreta y poderosa, el pueblo hebreo iba a experimentar no solo la realidad de Dios, sino también su presencia cercana y permanente mientras los guiaba.
Moisés erigió el Tabernáculo el primer día del primer mes del segundo año (Éxodo 40:2, 17). También consagró todo, incluso a Aarón y a sus hijos para el sacerdocio (Éxodo 40:9, 13-15), con el aceite de la unción. Recorrió el Lugar Santísimo, el Lugar Santo y el atrio, dedicando todo al Señor. Mediante este proceso, inauguró los servicios de todo el Santuario (ver también Números 7:1). Moisés entró en el Lugar Santísimo únicamente durante la inauguración del Tabernáculo. A partir de entonces, solamente el sumo sacerdote podía ministrar allí una vez al año, en el Día de la Expiación (Levítico 16:2, 17).
El texto bíblico afirma en tres ocasiones que la obra de Dios estaba terminada:
(1) al final de la semana de la Creación, Dios subraya la finalización de sus obras (Génesis 2:1-3);
(2) al terminar el Tabernáculo, el texto bíblico declara: «Y así acabó Moisés la obra» (Éxodo 40:33); y
(3) también se expresa esa idea cuando Salomón terminó la obra del Templo (1 Reyes 7:51).
Esta conexión entre la Creación y el Santuario de Israel apunta a la dimensión cósmica, al momento en que el Señor morará con los redimidos en la nueva tierra, en la Nueva Jerusalén, que es «el santuario de Dios» (Apocalipsis 21:2, 3; comparar con Apocalipsis 22:1-4).
El hecho de que Dios llenara el Tabernáculo con su presencia (Éxodo 40:34) fue el gran clímax de los acontecimientos que comenzaron con el nacimiento de Moisés y continuaron con la derrota de los dioses egipcios durante las diez plagas, con la huida de Egipto, con la derrota del ejército egipcio y, finalmente, con la revelación de Dios en el monte Sinaí.
¿De qué maneras puedes experimentar la presencia de Dios? ¿Por qué es importante que lo hagas?
V. JESÚS HABITÓ CON LA HUMANIDAD
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". Juan 1:14.
¿Cómo es comparada la encarnación de Cristo con el Tabernáculo?
La encarnación de Jesús es un misterio que los redimidos estudiarán durante toda la eternidad. El apóstol Juan afirma que Cristo habitó con nosotros de forma tangible al encarnarse. En virtud de la encarnación, Jesús se asemeja al Dios del Antiguo Testamento, quien habitó con los israelitas en el Tabernáculo del Sinaí y en el desierto mientras viajaban hacia la Tierra Prometida.
Durante su encarnación, Jesús habitó con la humanidad. ¡Qué concesión tan insondable! El Dios eterno desciende hasta nosotros como uno de nosotros para asegurarnos que él es verdaderamente «Emanuel, Dios con nosotros».
En Mateo 18:20, Jesús dijo que si dos o tres se reúnen en su nombre, él estará allí en medio de ellos. Cristo está con su pueblo en virtud de la presencia del Espíritu Santo e invita a sus seguidores a estar en estrecha relación con él: «Yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a su casa, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20).
"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios". Apocalipsis 21:1-3. ¿Qué se nos presenta aquí?
La Nueva Jerusalén descenderá del Cielo a la Tierra, y Juan declara: «He aquí que el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos y será su Dios» (Apocalipsis 21:3). No hay templo en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:22) porque toda la ciudad es el Templo, el Santuario de Dios. La longitud, la anchura y la altura de la ciudad son iguales (Apocalipsis 21:16), como lo era el Lugar Santísimo en el Santuario, que tenía la forma de un cubo, con todos sus lados iguales. Esto significa que moraremos en la presencia inmediata de nuestro Dios durante la eternidad, en un mundo sin pecado, muerte ni sufrimiento.
¿Cómo podemos aprender a resistir hasta el final en vista de lo que se nos ha prometido merced al ministerio y la obra de Jesús?
Por asombroso que fuera el hecho de que Dios, el Creador del universo, habitara en el Santuario, en medio de su pueblo, más asombroso aún es que viniera a habitar entre nosotros como uno de nosotros, como un ser humano. Eso en sí mismo habría sido una asombrosa expresión de amor. Pero ¿ofrecerse a sí mismo como sacrificio por el pecado? Es decir, ¿morir en nuestro lugar? ¿Qué nos enseña esto acerca del carácter de Dios? ¿Qué nos enseña, además, acerca de cuánto desea Dios vernos salvados en su reino eterno?
CONCLUSIÓN
Lee el capítulo titulado «El Tabernáculo y sus servicios» en el libro Patriarcas y profetas, de Elena G. de White, pp. 313-326.
«La construcción del Santuario fue precedida por un acto divino de redención, a saber, la liberación de Israel del poder esclavizador de Egipto. A su vez, este acto fue seguido por la disposición de Dios para entrar en una relación pactual permanente con su pueblo. Sería el Dios de ellos, y ellos serían su pueblo (Éxodo 6:7). El modo en que se relacionarían con él y unos con otros quedaba definido por la ley del pacto. El Tabernáculo era verdaderamente un lugar de reunión, un lugar donde se reunían Dios y los humanos. Fue solo después de la redención y el establecimiento de una unión permanente con Dios a través del Pacto que el pueblo tuvo acceso a Dios en su morada» (Comentario bíblico Andrews, t. 1, p. 264).
«De este modo, en el servicio del Tabernáculo, y en el del Templo que posteriormente ocupó su lugar, se enseñaba diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la muerte y el ministerio de Cristo, y una vez al año sus pensamientos eran llevados hacia los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, la purificación final del universo del pecado y los pecadores» (PP, 326).
El derramamiento de sangre era un elemento central de los servicios de culto en el Santuario. Diversos tipos de animales eran sacrificados, y su sangre era utilizada en casi todos los rituales allí realizados. ¿Qué simbolizaba la sangre y a qué apuntaban en última instancia todos esos sacrificios?
"Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. 3 Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también este tenga algo que ofrecer. 4 Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; 5 los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. 6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas". Hebreos 8:1-6.
¿Qué nos dice este texto acerca de cómo reflejaba el Santuario terrenal lo que Jesús está haciendo ahora por nosotros en el Santuario celestial?
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