El 13 de octubre de 2010, 33 mineros fueron rescatados en una dramática operación que costó 20 millones de dólares.
Estuvieron atrapados durante 69 días a 700 metros de profundidad en la mina de oro y cobre San José, en el desierto de Atacama, al norte de Chile. La mina se derrumbó el 5 de agosto.
La Enciclopedia Británica describe el drama del rescate de la siguiente manera:
El 22 de agosto, una de las aproximadamente 30 sondas detectó un golpeteo y, cuando se sacó a la superficie, contenía una nota que decía: "Los 33 estamos bien en el refugio".
Durante los 17 días que los hombres pasaron sin contacto con la superficie, subsistieron con un suministro de raciones de emergencia destinadas a durar 2 días, alimentándose una vez cada dos días. El agua se obtenía de un manantial y de radiadores. Algunos de los hombres contrajeron infecciones fúngicas debido a la elevada humedad y al calor de 35°C, y otros sufrieron problemas oculares y respiratorios, pero fueron rescatados.
El 23 de agosto ya se había suministrado a los hombres un gel nutritivo, agua y dispositivos de comunicación a través de los orificios.
Mientras tanto, continuaban los planes para rescatarlos. Se llevaron al lugar tres equipos de perforación. Dos de ellos eran máquinas de sondeo capaces de que perforar un agujero pequeño y luego ensancharlo. Otro de los sistemas era utilizado normalmente en la prospección de petróleo y gas, por lo que podía perforar un agujero de mayor diámetro. Los trabajadores atrapados se dividieron en tres grupos, cada uno de los cuales trabajó un turno de 8 horas para retirar los escombros resultantes de la perforación y reforzar las paredes de la mina.
Aunque en un principio se calculaba que los mineros permanecerían atrapados hasta diciembre, el 9 de octubre la perforadora del Plan B completó finalmente un túnel que conectaba con una cámara accesible. Dos días después, los 90 metros superiores del pozo de 625 metros se habían revestido con tubos metálicos para preparar el ascenso de los hombres en una cápsula metálica especialmente diseñada. A última hora de la noche del 12 de octubre, un socorrista bajó a la mina dentro de la cápsula. Poco después de medianoche, el primer minero fue sacado a la superficie. Por la noche, el último hombre, un supervisor de turno que había organizado a los hombres durante su permanencia bajo tierra, había sido rescatado. (Chile mine rescue of 2010", Britannica Encyclopedia, disponible en: britannica.com/event/Chile-mine-rescue-of-2010).
Así, todos fueron rescatados con éxito a través del túnel de escape recién perforado. Una cápsula metálica fue bajada y elevada lentamente por una grúa gigante. Fue un triunfo de la esperanza, la fe y la ingeniería.
Por desgracia, no todas las misiones de rescate tienen un final tan feliz a pesar de los mejores esfuerzos. Por ejemplo, la más reciente operación de rescate de trece mineros atrapados en una mina de oro derrumbada el 18 de marzo de 2024 en el distrito de Zeysk, en la región rusa de Amur, no tuvo éxito. Al cabo de dos semanas, todos fueron declarados muertos. Los rescatadores no pudieron continuar su trabajo porque la mina estaba inundada, por lo que existía el peligro de que otras secciones también se derrumbaran.
DIOS EN MISIÓN DE RESCATE
En el libro de Éxodo se presenta una misión de rescate iniciada por Dios mismo. Los israelitas estaban oprimidos, desesperados y sin futuro, pero Dios descendió hasta ellos para salvarlos con su mano poderosa (Éxodo 14:30, 31). El libro de Éxodo es el evangelio, la buena nueva por excelencia.
La palabra española "éxodo" deriva del término griego exodos, que significa "salida", "liberación", "partida".
Su uso bíblico se produce en el contexto de tensiones, sufrimientos, pedidos de auxilio, penurias, lágrimas, persecución, vileza y esclavitud.
El mensaje del Éxodo habla poderosamente a quienes se sienten abatidos, agobiados, incomprendidos, preocupados, ignorados, deshonrados y maltratados. Alienta a quienes viven en la esclavitud de las adicciones, los hábitos nocivos, las presiones sociales, el vacío cultural y la degradación moral.
La historia del Éxodo ofrece posibilidades a quienes no ven luz en el oscuro túnel de su vida, están desesperados o no perciben ningún cambio ni solución posible para su situación.
Da esperanza a quienes claman porque sus vidas están llenas de decepciones y complicaciones insoportables, pero no obtienen respuestas ni ayuda, a quienes se ven arrastrados por la carga de pesados deberes y expectativas incumplidas. En su desesperación, no saben qué hacer ni a quién pedir ayuda. Sienten que no hay esperanza para su existencia llena de promesas vacías y experiencias dolorosas.
Ninguna buena elección o sabia decisión parece transformar su destino. La única solución aparente a sus insuperables problemas es la muerte. Sin embargo, en la historia del Éxodo, la esperanza brilla en medio de la desesperanza.
El libro de Éxodo trae esperanza a los desesperados, libertad a los oprimidos y vida a los esclavos. El pecado nos pone a todos bajo el yugo de diferentes tipos de esclavitud y nos hace servir a diversos amos que odiamos. Dios es la verdad (Isaías 65:16; Juan 1:14; 14:6) y solo su verdad puede liberarnos, pues él nos ama, nos cuida y nos concede libertad genuina (Juan 8:32).
Recorrer el libro de Éxodo es una experiencia emocionante, llena de situaciones dramáticas y sorpresas, pero también de descubrimientos maravillosos. El libro ofrece destellos del carácter de Dios que penetran la oscuridad, las supersticiones, la magia, la falsedad y la violencia, e iluminan su bondad.
En la historia, Dios revela quién es, cuales son sus valores y a quién honra. Dios enseña los principios de su ley, cómo trata con el pecado, cómo perdona y restaura a los pecadores arrepentidos y cómo debe ser adorado. Dios también revela cómo destruirá el mal, dando un futuro a quienes no lo tienen para que salgan finalmente victoriosos por medio de él y reciban la vida eterna.
La teología del Éxodo es fundamental para entender el drama del gran conflicto, el cual es expuesto a través de numerosas historias. La narrativa comienza con la conducción, la prosperidad y el cuidado de Dios para con su pueblo. Sin embargo, el brillante panorama se oscurece rápidamente cuando gobernantes despóticos temen a los hebreos, los oprimen e incluso ordenan el asesinato de los varones hebreos recién nacidos. Dios interviene en el momento preciso y toda la gama de acontecimientos extraordinarios fluye a partir de la situación desesperada del pueblo de Dios. El relato demuestra poderosamente que Dios actúa en la historia, cumple sus promesas, interviene en favor de Israel para hacer realidad el propósito que tiene para ellos y logra su objetivo en favor de la humanidad: la redención. El profeta Isaías define claramente el propósito último de Dios: "Mírenme a mí, y sean salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no existe ningún otro" (Isaías 45:22).
El Señor quiere ser conocido, por lo que revela maravillosamente a la humanidad quién es a través de su poderosa obra. Dios es la fuente de la santidad. Por lo tanto, enseña cómo consagrarse a él y recibirla como un don. El libro de Éxodo culmina con el relato de la gloriosa presencia de Dios llenando el Tabernáculo.
Su santidad ingresa en el tiempo y el espacio haciendo que todo lo que se asocia con él se vuelva santo. Cuando las personas se conectan con el Señor son santas, porque la santidad proviene únicamente del Señor. Cuando los seres humanos responden positivamente a él, le pertenecen y él los santifica. Este proceso de santificación no es un resultado del desempeño, las acciones o los logros humanos, sino un fruto del compromiso con él. Dios hace que su pueblo se desarrolle, se compromete con él, lo elige y lo libera. El Señor se relacionó con los israelitas, los hizo sus discípulos y los invitó como su Creador y Salvador a poner por obra sus enseñanzas, lo cual los convertiría en una bendición para los demás y para las naciones.
El libro de Éxodo es especialmente relevante para los oprimidos pues su tema principal es la redención. Dios tiene la solución para los complejos problemas de la vida. Cuando no se ve la luz, el futuro parece oscuro y el fracaso rodea al oprimido, Entonces, Dios actúa. La liberación y la conducción divinas son dos conceptos clave de este libro.
Existen estrechas conexiones entre:
- La liberación (la gracia manifiesta de Dios),
- El pacto (el establecimiento de una relación entre Dios y los seres humanos) y
- El Santuario (la demostración del deseo divino de mantener una relación con nosotros).
Dios nos da libertad para que podamos caminar con él y servir a otras personas de manera significativa. Dios cuida, salva y libera para que confiemos en él en situaciones difíciles y tiempos peligrosos.
Podemos esperar que Dios actúe, pero lo hará en sus términos, a su tiempo y a su manera. Dios ve el panorama general y desea que sus acciones resulten en nuestro bien. También anhela que la solución provista por él perdure en el tiempo. El solo procura lo mejor para nosotros. En realidad, nos guía de la misma manera que nosotros elegiríamos si conociéramos el fin desde el principio. Dios dirige y asegura nuestro camino con vistas a la eternidad y a nuestra utilidad.
La experiencia del Mar Rojo y el hecho de que Dios hablara directamente a Israel en el Sinaí, junto con el don del Decálogo, fueron acontecimientos inolvidables. La experiencia del Éxodo desempeñó un papel crucial en la vida de Israel. Aquello fue lo más grandioso y relevante que les sucedió. Cuando querían recordarse a sí mismos y a los demás los poderosos actos de Dios, recurrían a los acontecimientos del Éxodo (ver, por ejemplo, Salmos 24:8; 77:12; 145:4).
TEMAS PRINCIPALES Y ESTRUCTURA LITERARIA
El libro de Éxodo contiene ocho temas dominantes:
1. La opresión de los hebreos (Éxodo 1:8-22; 3:7; 5:6-21).
2. La presencia de Dios (Éxodo 3:13-15; 8:20-23; 20:24; 40:34, 35).
3. La compasión de Dios y la liberación obrada por él Éxodo 2:23-25; 3:7-10; 4:31; 14:13, 30, 31; 18:4, 8).
4. Los juicios redentores de Dios (Éxodo 12:12, 13; 14:13, 14, 29-31).
5. La conducción divina (Éxodo 13:22; 40:36-38).
6. El carácter amoroso de Dios (Éxodo 33:18, 19; 34:6, 7).
7. La instrucción de Dios acerca de la verdadera adoración (Éxodo 3:12; 4:29-31; 12:26, 27; 20:24-26).
8. La providencia divina (Éxodo 3:16-22; 4:14; 6:1).
Sin las realidades segunda a octava, la vida de los israelitas, al igual que la nuestra, sería miserable y vacía.
El libro de Éxodo es un drama con diferentes tramas y soluciones. La narración comienza con las abundantes bendiciones de Dios, continúa con su aparente ausencia y la opresión de los hebreos, sigue con las poderosas señales y juicios del Señor, el majestuoso Éxodo y la liberación en el Mar Rojo, la conducción divina a través del desierto, la exhibición de la gloria de Dios en el Sinaí y los relatos acerca de la adoración falsa y la verdadera.
El libro culmina con la presencia de Dios entre su pueblo en el Tabernáculo.
Este drama en desarrollo es presentado mediante una estructura literaria lineal o progresiva señalada por lugares cruciales (Egipto - Mar Rojo - Desierto - Sinaí) y distintas perspectivas temáticas (opresión, compasión de Dios, diez plagas, liberación/ salvación, dirección divina, pacto/ley, Tabernáculo/adoración). La compleja estructura literaria de Exodo, vigorosamente discutida entre los estudiosos, puede dividirse en doce unidades literarias, más una introducción y un epílogo:
Introducción: Cumplimiento de las promesas divinas de crecimiento y prosperidad (Éxodo1:1-7).
1. La esclavitud en Egipto y el nacimiento de Moisés (Éxodo 1:8-2:25).
2. La revelación divina en la zarza ardiente: El llamado de Dios a Moisés y el diálogo sincero entre ambos (Éxodo 3:1-4:31).
3. El Faraón, complicaciones, dos señales iniciales y nueve plagas dirigidas a los dioses egipcios (Éxodo 5:1-10:29).
4. Muerte de los primogénitos e institución de la Pascua con la señal de la sangre (Éxodo 11:1-12:30).
5. El Éxodo: la salvación milagrosa obrada por Dios y el cántico de Moisés y María (Éxodo 12:31-15:21).
6. La experiencia del desierto: El cuidado de Dios durante el viaje al Sinaí (Éxodo 15:22-18:27).
7. El pacto con Dios en el Sinaí y el don del Decálogo (Éxodo 19:1-24:18).
8. Instrucciones acerca del Tabernáculo y las dos tablas de piedra (Éxodo 25:1-31:18).
9. La experiencia del becerro de oro: la falsa adoración y la intercesión de Moisés (Éxodo 32:1-35).
10. La revelación de Dios y su promesa de restaurar Israel (Éxodo 33:1-34:35).
11. Dios capacita al pueblo para construir el Santuario (Éxodo 35:1-39:43).
12. Dedicación del Tabernáculo y presencia de Dios (Éxodo 40:1-35).
Epílogo: La vida bajo el liderazgo de Dios (Éxodo 40:36-38).
El Señor se comunica con la humanidad y desea que todos conozcan la verdad. Cuando las personas viven en armonía con la verdad divina, ocurre una transformación visible en sus vidas: empiezan a pensar de otra manera, su sistema de valores cambia y quieren ayudar a los oprimidos y a los necesitados. El poder de la solidaridad implantado en sus corazones los transforma y los convierte en agentes de paz y amor allí donde viven; se convierten en parte de la solución y en una fuente de bien que contribuye al bienestar de la vida comunitaria.
EL EVANGELIO SEGÚN ÉXODO
El apóstol Pablo advierte con firmeza que debemos aprender de la experiencia de los israelitas para no repetir sus errores.
Por el contrario debemos entregar nuestras vidas sin reservas a Jesucristo y convertirnos así en una bendición para los demás.
En 1 Corintios 10, Pablo explica que lo que ocurrió a los israelitas durante su viaje tras la salida de Egipto es un ejemplo para nosotros, una ilustración didáctica, porque, aunque tuvieron una profunda experiencia con Dios, solo unos pocos entraron en la Tierra Prometida. El apostol nos exhorta a extraer importantes lecciones de sus errores:
Nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron por el mar. Todos fueron bautizados en Moisés, en la nube y en el mar. Todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la Roca espiritual que los seguía, y la Roca era Cristo. Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, y quedaron tendidos en el desierto. Todo esto sucedió por ejemplo, para que no codiciemos cosas malas como ellos codiciaron. Ni sean idólatras como algunos de ellos, según está escrito: 'El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantaron a divertirse. Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron, y en un día cayeron veintitrés mil hombres. Ni tienten a Cristo, como algunos de ellos lo tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor (vers. 1-10).
Pablo concluye: "Estas cosas les sucedieron por ejemplo, y fueron escritas para advertirnos a nosotros, a los que han llegado al fin del tiempo" (vers. II). La forma básica de la palabra traducida como "advertirnos" (nouthesia) significa también "amonestación".
El libro de Exodo fue escrito con esto en mente, para que sepamos qué instrucciones seguir y qué errores evitar. La instrucción o advertencia es dada para nuestro bien, para amonestarnos a practicar lo correcto, lo que redunda en nuestro beneficio y evita comportamientos dañinos que hieren a las personas y acarrean complicaciones, tristeza y desastres. Dios anima a sus seguidores a ser sabios, bondadosos y prudentes a fin de transitar la senda estrecha que conduce a la felicidad y el éxito.
Necesitamos seguir a Cristo y dejar que él transforme nuestra vida (Romanos 12:1, 2; 2 Corintios 3:18), capacitándonos para reflejar su carácter santo de amor, gozo, paz y dominio propio gracias al poder del Espíritu Santo (Marcos 10:45; 2 Corintios 9:12; Gálatas 5:22, 23; Efesios 6:7).
La buena noticia es que la misión de rescate de Dios siempre tendrá éxito, independientemente de las circunstancias difíciles, si permitimos a Dios ser el Señor en nuestras vidas y confiamos plenamente en él.
Para ser liberados y salvados, necesitamos entrar en una relación de fe con Dios, ingresar por fe en la "cápsula" provista por él para rescatarnos de nuestra situación desesperada de pecado y adicciones dañinas.
Nuestra redención está garantizada si confiamos en él, lo seguimos y aceptamos sus instrucciones Juan 5:24; Romanos 5:1, 2; 8:1, 35-39). Solo necesitamos fijar nuestros ojos en él y en lo que representa (Hebreos 3:1; 12:2).
El libro de Éxodo demuestra que el Dios viviente de la Biblia es el Dios del amor, la verdad, la compasión y la justicia, y que está comprometido en una audaz y valiente misión de rescate. Él está a favor de su pueblo y hace todo lo posible por salvarlo. Dios hace todo lo posible para ayudarnos. Su plan es el mejor, y él es capaz de rescatar a todo aquel que crea y de redimir a tantas personas como sea posible, a todos aquellos que estén dispuestos a seguir su ejemplo (Romanos 1:16). Él "no quiere que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2 Pedro 3:9), no se complace en la muerte de los malvados (Ezequiel 18:23, 30-32). Su plan de redención es impresionante. Dios inicia la búsqueda e interviene en favor de los oprimidos para que puedan vivir, prosperen y disfruten de un futuro brillante. Quienes destruyen la vida y actúan con maldad tienen que ser eliminados en última instancia (Salmos 1:6; Apocalipsis 11:18). De lo contrario, el cáncer del mal destruirá todo lo bueno, bello y significativo.
El libro de Éxodo apunta a la experiencia final de la salvación.
Lo que ocurrió en el Éxodo señala hacia el gran éxodo, cuando Dios salvara a los creyentes de todo mal y estaran a salvo por toda la eternidad.
En su misión de rescate, Cristo ya descendió una vez de su trono celestial, dejó su inconmensurable gloria y se humilló. Decidió no utilizar ningún privilegio de su divinidad para no tener ninguna ventaja para sí mismo. Se convirtió en un frágil ser humano y vivió como siervo de todos nosotros.
Cristo tomó sobre sí nuestras faltas y murió por nosotros para rescatarnos del mal y del pecado y asegurar nuestra salvación.
No ordenó a otro que hiciera las cosas por nosotros, sino que se humilló a sí mismo para hacer lo impensable: Cristo se sacrificó hasta la muerte en la cruz para salvarnos completamente y que podamos tener vida eterna (Juan 3:16; Hebreos 7:25). Cristo Jesús volverá pronto, pero esta vez como Rey de reyes y Señor de señores para dar a su pueblo la victoria definitiva sobre el mal y conceder a sus elegidos la vida eterna.
La historia de Jesús nos enseña que nada impedirá a Dios liberarnos de la esclavitud del pecado. El quiere ayudar a los pecadores pase lo que pase. El está a nuestro favor, nunca en nuestra contra.
Como afirma Pablo, nada ni nadie en este mundo ni en el universo entero puede separarnos del amor de Dios (Romanos 8:35-39).
Quienes aman a Dios experimentarán finalmente la liberación de este mundo pecaminoso. Dios tiene un plan, está en el control y rescatará a su pueblo.
El establecerá su reino eterno, uno en el que no habrá sufrimiento, dolor, violencia, engaño, enfermedad ni muerte (Daniel 2:44; 7:18, 27; Apocalipsis 21:4).
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