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Juzgado y crucificado

“Y a la hora novena Jesús exclamó a gran voz: ‘Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?’, que quiere decir: ‘¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?’ ” (Marcos 15:34).

Marcos 15 es el corazón del relato de la Pasión. Allí se presenta el juicio de Jesús, su condena, la burla de los soldados, su crucifixión, su muerte y su traslado al sepulcro. En este capítulo, los eventos son presentados con todo detalle y nitidez, probablemente porque el autor pretende que los hechos hablen por sí mismos.

La ironía juega un papel importante a lo largo de este capítulo, razón por la cual es útil definirla claramente.

Una ironía contiene generalmente tres componentes: 
1) Dos niveles de significado; 
2) los dos niveles están en conflicto o contrastan uno con otro; 
3) alguien no percibe la ironía, no reconoce lo que está sucediendo y no sabe que él o ella es quien sufrirá las consecuencias.

Esta semana, desde la pregunta de Pilato: “¿Eres tú el Rey de los judíos?”, pasando por la burla de los soldados, por el texto escrito encima de la cruz, por la burla de los líderes religiosos: “A otros salvó. A sí mismo no puede salvarse” y llegando hasta la inesperada aparición de José de Arimatea, el capítulo está lleno de dolorosas ironías que, sin embargo, revelan poderosas verdades acerca de la muerte de Jesús y de lo que ella significa.

I. ¿ERES TÚ EL REY DE LOS JUDÍOS?

"Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato. 2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices. 3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho. 4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan. 5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.
6 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen. 7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. 8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho. 9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos? 10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. 11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás. 12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos? 13 Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale! 14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más: ¡Crucifícale! 15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado". Marcos 15:1-15. 

¿Qué clase de circunstancias irónicas ocurren aquí?

Poncio Pilato fue gobernador de Judea entre los años 26 y 36 d.C. No era un líder amable, y varias de sus acciones causaron consternación entre los habitantes del país (compara con Lucas 13:1). El juicio de Jesús resultó en una sentencia de muerte por blasfemia. Sin embargo, bajo el Gobierno romano, los judíos no podían ejecutar personas en la mayoría de los casos, así que trajeron a Jesús ante Pilato para que lo condenara.

El cargo contra Jesús ante Pilato no es mencionado, pero es posible deducirlo a partir de la breve pregunta que le dirige al Señor: “¿Eres tú el Rey de los judíos?” (Marcos 15:2). En los tiempos del Antiguo Testamento, Israel ungía a sus reyes, así que no es difícil ver cómo el término Messiah (“ungido”) podía ser convertido en un presunto reclamo de homenaje propio de un rey, en competencia con el emperador. Por lo tanto, la acusación presentada ante el Sanedrín contra Jesús fue de blasfemia, mientras que la esgrimida contra él ante el gobernador fue de sedición, lo que podía conducir a la muerte.

La ironía radica en el hecho de que Jesús es tanto el Mesías como el Rey de los judíos. Sus condenas por blasfemia y sedición estaban equivocadas. Debió haber recibido, en cambio, homenaje y adoración. Pero Jesús aún actúa como un rey. Su respuesta a Pilato: “Tú lo dices” (Marcos 15:2, RVR 1960) es evasiva. Él no rechaza el título ni lo confirma. Esta respuesta puede sugerir que es un rey, pero de una clase diferente (compara con Juan 18:33-38).

Marcos 15:6 introduce en la narración la costumbre de liberar a un prisionero durante la Pascua. En Marcos 15:9, Pilato pregunta si quieren que suelte al “Rey de los judíos”, y aunque usó tal vez el título de manera irónica, la ironía está en realidad jugando en su contra.

Marcos 15:9 y 10 es un estudio de percepción y de falta de ella. Pilato se da cuenta de que los líderes religiosos entregaron a Jesús por envidia, pero no percibe que, al formular la pregunta a la multitud, está haciendo el juego a los dirigentes religiosos. Estos incitan a la multitud y piden la crucifixión de Jesús. Pilato retrocede. La crucifixión era una manera demasiado terrible de morir, sobre todo para alguien a quien él consideraba inocente. Cuán dolorosamente irónico es que el gobernador romano quisiera liberar al Mesías, mientras que los dirigentes religiosos lo querían crucificado.

¿Qué puede preservarte de seguir a la multitud cuando la presión para hacerlo es fuerte?
Observa cuán central era la teología de la sustitución para Elena de White (y para la Biblia; ver, por ejemplo, Isa. 53). ¿Por qué es falsa cualquier teología que resta importancia al papel central de la sustitución y de la muerte de Cristo en nuestro lugar, pagando en sí mismo la penalidad por nuestros pecados?

¿Quién o qué es el “Barrabás” solicitado en lugar de Jesús en nuestro mundo hoy?

Cada espasmo soportado por el Hijo de Dios en la cruz, las gotas de sangre que fluyeron de su frente, sus manos y sus pies, las convulsiones de agonía que sacudieron su cuerpo y la ineludible angustia que llenó su alma cuando su Padre ocultó su rostro de él, hablan al hombre diciéndole: “Por amor a ti el Hijo de Dios consintió en permitir que estos terribles crímenes fueran depositados sobre él; por ti saqueó los dominios de la muerte y abrió las puertas del Paraíso y la vida inmortal”. El que calmó las airadas olas por medio de su palabra y caminó por las ondas coronadas de espuma, que hizo temblar a los demonios y logró que huyera la enfermedad al toque de su mano, el que resucitó muertos y abrió los ojos de los ciegos, se ofreció en la cruz como el único sacrificio en lugar del hombre. Él, el portador del pecado, soportó el castigo legal que merecía la iniquidad, y se hizo pecado por el hombre (La historia de la redención, pp. 233, 234).

II. SALVE, ¡REY DE LOS JUDÍOS!

"Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. 17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, 18 comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. 20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle". Marcos 15:15-20. 

¿Qué hicieron los soldados a Jesús, y cuál es la relevancia de ello?

Los romanos utilizaban una severa forma de flagelación como preparación de los prisioneros para la ejecución. La víctima era despojada de su ropa, atada a un poste y azotada con un látigo de tiras de cuero en cuyos extremos adherían trozos de hueso, vidrio, piedras y clavos.

Después de que Jesús fue azotado, los soldados encargados de su ejecución continuaron humillándolo, vistiéndolo con un manto de color púrpura, poniendo una corona de espinas sobre su cabeza y burlándose de él como rey de los judíos. Al grupo de soldados se lo llamaba batallón, que pudo estar compuesto, en este caso, por entre doscientos y seiscientos hombres.

La ironía de la escena es evidente para el lector, pues Jesús es en verdad el Rey y las burlas de los soldados así lo proclaman. La acción de ellos era una parodia del saludo que daban al emperador romano con las palabras: “¡Salve, César, Emperador!” Por lo tanto, se trata de una implícita comparación con el emperador.

Las acciones de los soldados como parte de su burla a Jesús incluyen golpear su cabeza con una caña, escupirlo y postrarse ante él simulando homenaje. Estas tres acciones son expresadas en griego usando el tiempo imperfecto. En este contexto, este tiempo verbal conlleva la idea de acción repetitiva, prolongada. Es decir que siguieron golpeándolo, escupiéndolo y postrándose ante él como una parodia de homenaje. Jesús soporta todo esto en silencio, sin responder en absoluto.

"Satanás indujo a la turba cruel a ultrajar al Salvador. Era su propósito provocarle a que usase de represalias, si era posible, o impulsarle a realizar un milagro para librarse y así destruir el plan de la salvación". (DTG, 682).

El procedimiento típico de una ejecución romana consistía en hacer que el condenado cargara desnudo con su cruz hasta el lugar de la ejecución. Este patrón, nuevamente, tenía el propósito de humillar y avergonzar completamente a la persona delante de la comunidad.

Los judíos aborrecían la desnudez en público. Marcos 15:20 destaca que le quitaron el manto púrpura y volvieron a vestirlo con su propia ropa. Esto parece ser una concesión hecha por los romanos a los judíos en ese tiempo y lugar.

Piensa en cuánta ironía hay aquí, en el hecho de que se postraran ante Jesús y le rindieran homenaje como a un rey sin percibir que era en verdad el Rey, no solo de los judíos sino también de ellos.

Estos hombres no tenían idea de lo que estaban haciendo. ¿Por qué, sin embargo, su ignorancia no los excusará el Día del Juicio?

"Satanás y sus ángeles tentaban a Pilato y procuraban arrastrarle a la ruina. Le sugirieron la idea de que si no condenaba a Jesús, otros le condenarían. La multitud estaba sedienta de su sangre, y si no lo entregaba para ser crucificado, perdería su poder y honores mundanos y se le acusaría de creer en el impostor. Temeroso de perder su poder y autoridad, consintió Pilato en la muerte de Jesús. No obstante, puso su sangre sobre los acusadores, y la multitud la aceptó exclamando a voz en cuello: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”. Sin embargo, Pilato no fue inocente, y resultó culpable de la sangre de Cristo. Por interés egoísta, por el deseo de ser honrado por los grandes de la tierra, entregó a la muerte a un inocente. Si Pilato hubiese obedecido a sus convicciones, nada hubiese tenido que ver con la condena de Jesús". (PE, 174).

"[Al momento de la segunda venida,] Los que pusieron en ridículo su aserto de ser el Hijo de Dios enmudecen ahora. Allí está el altivo Herodes que se burló de su título real y mandó a los soldados escarnecedores que le coronaran. Allí están los hombres mismos que con manos impías pusieron sobre su cuerpo el manto de grana, sobre sus sagradas sienes la corona de espinas y en su dócil mano un cetro burlesco, y se inclinaron ante él con burlas de blasfemia. Los hombres que golpearon y escupieron al Príncipe de la vida, tratan de evitar ahora su mirada penetrante y de huir de la gloria abrumadora de su presencia. Los que atravesaron con clavos sus manos y sus pies, los soldados que le abrieron el costado, consideran esas señales con terror y remordimiento…

Y entonces se levanta un grito de agonía mortal. Más fuerte que los gritos de “¡Sea crucificado! ¡Sea crucificado!” que resonaron por las calles de Jerusalén, estalla el clamor terrible y desesperado: “¡Es el Hijo de Dios! ¡Es el verdadero Mesías!” Tratan de huir de la presencia del Rey de reyes. En vano tratan de esconderse en las hondas cuevas de la tierra desgarrada por la conmoción de los elementos (CS, 626).

III. LA CRUCIFIXIÓN

"Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz. 22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera. 23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó. 24 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno. 25 Era la hora tercera cuando le crucificaron. 26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS. 27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. 28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos. 29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, 30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz. 31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías. 36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle. 37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. 38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo". Marcos 15:21-38. 

¿Qué terrible y dolorosa ironía aparece aquí?

En este punto del relato de la Pasión, Jesús es una víctima silenciosa, controlada por gente empeñada en su muerte. A lo largo del Evangelio, y hasta su arresto, él estuvo a cargo de la acción. Ahora, en cambio, es objeto de la actividad de otros. Aunque era un robusto predicador itinerante, la flagelación que había recibido, sumada a la falta de alimento y sueño, lo agotaron al punto de que un extraño tuvo que cargar su cruz.

En la cruz, su ropa le fue quitada y llegó a ser propiedad de los soldados, quienes echaron suertes sobre ella para ver de quién sería (compara con Salmos 22:18). La crucifixión era un método de ejecución que no significaba un derramamiento importante de sangre. Los clavos utilizados para fijar a una persona a la cruz (compara con Juan 20:24-29) atravesaban probablemente las muñecas, debajo de las palmas, donde no hay vasos sanguíneos importantes. Tanto en hebreo como en griego, la palabra traducida como “mano” puede designar tanto a esta como al antebrazo. La palma de la mano carece de las estructuras necesarias como para soportar el peso del cuerpo en una crucifixión. El nervio medio o mediano se encuentra ubicado a lo largo del antebrazo y habría sido aplastado por los clavos, provocando así un dolor insoportable en los brazos. La respiración era dificultosa. Para conseguir una buena bocanada de aire, los crucificados tenían que empujar su cuerpo hacia arriba usando como apoyo los pies clavados y flexionando sus brazos, lo cual nuevamente provocaba un dolor atroz. La asfixia por agotamiento era una de las causas de muerte.

Jesús fue víctima de burlas y humillaciones tremendas durante su crucifixión. Como ya se ha visto, el Evangelio de Marcos se caracteriza por un motivo o tema teológico de revelación/secreto según el cual Jesús pide a las personas que guarden silencio acerca de quién es él. Consecuentemente, títulos cristológicos como “Señor”, “Hijo de Dios” y “Cristo” no aparecen con frecuencia en la narración.

Este elemento cambia en la cruz. Jesús no puede ser ocultado. Resulta irónico que sean los líderes religiosos quienes utilizan esos títulos para burlarse de Jesús. ¡Cómo se condenan a sí mismos estos hombres!

Una de sus declaraciones de burla se destaca. En Marcos 15:31, ellos dicen: “A otros salvó. A sí mismo no puede salvarse”. Para demostrar su punto acerca de la impotencia de Jesús en la cruz, aseveran que ayudó a otros (el verbo griego puede significar “salvar”, “sanar”, “rescatar”). Así, irónicamente, admiten que él es el Salvador. La ironía va más allá, pues la razón por la que no podía salvarse, o no quería hacerlo, era porque estaba salvando a otros.

¿Cómo podemos abarcar con nuestra mente lo que la muerte de Cristo significa para nosotros?

En Juan 1:1-3 descubrimos que “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. "El exceso de la bondad, la benevolencia y el amor de Dios fue una sorpresa para el mundo, de la gracia que se podía captar, pero no contar". (Fundamentals of Christian Education, 400).

"El Señor no formuló queja alguna; su rostro seguía pálido y sereno, pero grandes gotas de sudor perlaban su frente. No hubo mano piadosa que enjugara de su rostro el rocío de la muerte, ni palabras de simpatía e inmutable fidelidad que sostuvieran su corazón humano. Estaba pisando totalmente solo el lagar, y del pueblo nadie estuvo con él. Mientras los soldados llevaban a cabo su odiosa tarea, y él sufría la más aguda agonía, oró por sus enemigos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Lucas 23:34. Esta oración de Jesús por sus enemigos abarca al mundo, pues se refiere a cada pecador que habrá de vivir hasta el fin del tiempo". (La historia de la redención, 229, 230).

IV. ABANDONADO POR DIOS

"Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías. 36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle. 37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. 38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén". Marcos 15:33-41. 

¿Cuáles son las únicas palabras de Jesús en la cruz que aparecen en Marcos? ¿Qué significa en última instancia la muerte de Cristo para todos nosotros?

Una oscuridad sobrenatural descendió sobre el Calvario desde aproximadamente el mediodía hasta las 3 de la tarde. “Cuando llegó la hora sexta (el mediodía), hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (las 3 de la tarde)” (Marcos 15:33).

Las palabras de Cristo en la cruz, cuando clama a Dios preguntándole por qué lo ha abandonado, son llamadas “el grito de desamparo”. Él está citando Salmos 22:1. Otras referencias al mismo salmo aparecen en Marcos 15:24 y 29, indicando que las Escrituras se están cumpliendo en la muerte de Jesús. Aun en la malvada confabulación de los hombres, la voluntad de Dios está siendo cumplida.

Las palabras de Jesús desde la cruz son reportadas en arameo juntamente con su traducción. La expresión original traducida como “Dios mío, Dios mío” es Eloi, Eloi (transliteración del arameo élahi). Pudo haber parecido a los allí presentes que Jesús llamaba a Elías (éliyyah en arameo, que significa “mi Dios es YHWH”). Ese fue precisamente el error que algunos de ellos cometieron.

Lo que resulta sorprendente acerca de este pasaje es su paralelismo con el bautismo de Jesús en Marcos 1:9 al 11.
El bautismo: Marcos 1:9-11                                La cruz: Marcos 15:34-39
Juan bautiza a Jesús                                             El bautismo de Jesús (Marcos 10:38)
Juan como figura de Elías; ver Marcos 9:11-13.  - El presunto llamado a Elías
Los cielos se abren                                               - El velo es rasgado
El Espíritu (griego pneuma)                                 - Jesús expira (griego ekpneō)
La declaración audible de Dios (“Hijo amado”)  - El centurión dice “Hijo de Dios”

Lo que estos paralelos sugieren es que así como el bautismo de Jesús en Marcos 1 es el comienzo de su ministerio, como fue profetizado en Daniel 9:24 al 27, lo que ocurre en la cruz, según Marcos 15, es la culminación u objetivo de su ministerio, al morir como rescate en favor de muchos (Marcos 10:45). La muerte de Jesús en la cruz también cumple parte de la profecía de Daniel 9:24 al 27. La rasgadura del velo del Templo (Marcos 15:38) apunta al cumplimiento del sistema sacrificial, cuando el tipo, o símbolo, se encuentra con el antitipo, o realidad simbolizada, y una nueva fase de la historia de la salvación comienza.

A pesar de la malvada confabulación humana, los propósitos de Dios se cumplieron. ¿Por qué debería esto ayudarnos a comprender que, sin importar lo que ocurra a nuestro alrededor, podemos aún confiar en Dios y saber que su bondad prevalecerá finalmente?

Repasa Daniel 9:24 al 27. ¿Por qué deberías ser capaz de dar un estudio bíblico acerca de ese pasaje a cualquiera que lo requiriera? ¿Estás en condiciones de hacerlo?

V. LLEVADO A DESCANSAR

"Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, 43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José, 46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían". Marcos 15:42-47. 

¿Cuál es la relevancia de la intervención de José de Arimatea, especialmente en vista de que los discípulos de Jesús habían desaparecido?

En este pasaje, José de Arimatea aparece por única vez en el Evangelio de Marcos. Era un miembro respetado del Sanedrín y un integrante de los grupos sociales selectos. Como hombre rico y respetado, tenía prestigio ante el gobernador, lo que explica que se atreviera a presentarse ante él para solicitar el cuerpo de Jesús. Es conmovedor que un miembro del Concilio mostrara un interés tal en el sepelio de Jesús. Mientras tanto, ¿dónde estaban los confiables discípulos?

Un detalle histórico de extrema importancia aquí es la verificación de la muerte de Jesús. Marcos 15:43 menciona el pedido del cuerpo de Jesús por parte de José. Pero Pilato quedó sorprendido al escuchar que Jesús ya había muerto (Marcos 15:44), por lo que llamó al centurión encargado de la crucifixión y le preguntó si Jesús en verdad ya había muerto. El centurión confirmó que así era.

Esto es importante porque luego algunos pretendieron que Jesús no murió en la cruz sino que solo se desmayó. El testimonio dado por el centurión al gobernador romano refuta tal pretensión. Después de todo, los romanos sabían cómo ejecutar criminales.

José trajo un sudario de lino para envolver a Jesús y depositó su cuerpo en una tumba nueva, excavada en la roca. Esta tumba era lo suficientemente grande como para que se pudiera caminar en su interior (Mar. 16:5). Además de José, el escritor del Evangelio menciona que otras dos mujeres vieron el lugar, María Magdalena y María la madre de Jacobo. Estas dos, junto con Salomé, presenciaron la crucifixión a distancia. Las tres irán a la tumba el domingo de mañana para completar, ellas piensan, el procedimiento funerario de Jesús (Marcos 16:1).

¿Por qué la referencia a estas tres mujeres? Ellas verán con sus propios ojos la tumba vacía en Marcos 16 y, por lo tanto, serán importantes testigos de la resurrección de Jesús.

Cuán irónico es el hecho de que los seguidores de Jesús están “desaparecidos en acción” pero un miembro del Sanedrín, el organismo que condenó a Jesús, llega a ser el “héroe” aquí. ¿Cómo podemos asegurarnos de no desaparecer en acción en momentos cruciales?

¿Qué debería enseñarnos la historia de José de Arimatea acerca de no juzgar las apariencias?

CONCLUSIÓN

Lee los capítulos titulados “En el tribunal de Pilato”, “El Calvario” y “Consumado es” en el libro El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, pp. 685-716.

Pilato anhelaba librar a Jesús. Pero vio que no podría hacerlo y conservar su puesto y sus honores. Antes que perder su poder mundanal, prefirió sacrificar una vida inocente. ¡Cuántos, para escapar a la pérdida o al sufrimiento, sacrifican igualmente los buenos principios! La conciencia y el deber señalan un camino, y el interés propio señala otro. La corriente arrastra fuertemente en la mala dirección, y el que transige con el mal es precipitado a las densas tinieblas de la culpabilidad”. (DTG, 700).

“Sobre Cristo como Sustituto y Garante de nosotros fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, para que pudiese redimirnos de la condenación de la Ley. La culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. Toda su vida Cristo había estado proclamando a un mundo caído las buenas nuevas de la misericordia y el amor perdonador del Padre. Su tema era la salvación aun del principal de los pecadores. Pero en esos momentos, sintiendo el terrible peso de la culpabilidad que carga sobre sí, no puede ver el rostro reconciliador del Padre. Al sentir el Salvador que de él se retraía el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre. Tan grande fue esa agonía que apenas le dejaba sentir el dolor físico”. (DTG, 713).

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