Cuando Franklin D. Roosevelt se convirtió en presidente de los Estados Unidos, el 4 de marzo de 1933, el país estaba hecho un desastre por la crisis, y había que darle una dosis de esperanza después de más de tres años de caídas. Ese día, Roosevelt dio un discurso que todavía se menciona por una frase que te llega en lo más profundo: “Lo único que debemos temer es el miedo en sí mismo”.
Con esas palabras, Roosevelt dejó bien claro que el enemigo número uno no era la economía inestable, sino el miedo. El miedo, como dijo el psicólogo cubano Mira y López, es un monstruo que te da escalofríos. El miedo te roba los pensamientos y puede secuestrar tus sueños y tu fuerza de voluntad.
Te hace olvidar lo que sabes y perder de vista quién eres. Te hace sentir que estás fuera de control y que nunca podrás recuperarlo. Te hace desconfiar de las personas en las que deberías confiar sin dudar. Te hace ser más demandante en lugar de ser humilde y servicial. Te hace pensar que Dios es insignificante ante tus problemas y retos. Te hace buscar en las personas lo que solo puedes encontrar en Jesucristo.
DESARROLLO
I. El miedo en las ciudades
El miedo en las ciudades es un fenómeno complejo que afecta tanto a jóvenes como a adultos y puede estar relacionado con varios factores que contribuyen a su aumento. Aquí te menciono algunos de los factores principales:
• Crimen y violencia urbana: la percepción de inseguridad debido al crimen y la violencia en las ciudades es uno de los principales factores que contribuyen al miedo. Los delitos como robos, asaltos y homicidios pueden generar temor en la población, especialmente en áreas con altos índices de criminalidad.
• Problemas de transporte: la inseguridad en el transporte público, como asaltos o acoso sexual en trenes o autobuses, puede aumentar el miedo en las ciudades. Esto puede limitar la movilidad de las personas y afectar su calidad de vida.
• Presión social y mediática: la difusión constante de noticias sobre incidentes violentos y crímenes en los medios de comunicación y en las redes sociales puede aumentar el miedo en la sociedad. La sobreexposición a historias de miedo puede contribuir a una percepción distorsionada de la seguridad en la ciudad.
• Desconfianza en las instituciones: la falta de confianza en las instituciones gubernamentales encargadas de mantener la seguridad y el orden público puede llevar a un aumento del miedo. La percepción de corrupción o ineficacia puede socavar la sensación de seguridad en la ciudad.
Ante la ola de miedo que existe en las ciudades que ¿podemos hacer?
II. Superando el miedo con fe
Aunque la Biblia no sea un manual de psicología ni un tratado sobre el cerebro, toca en profundidad el tema del miedo, y es conocido como el libro por excelencia. Las palabras “miedo” y “temor” se mencionan más de 200 veces, mientras que “temor” aparece más de 100 veces.
Puede sorprender que un libro que narra las hazañas de personajes del pasado hable tanto del miedo, pero la Biblia registra que ¡más de 200 de sus personajes lo experimentaron!
Entonces, ¿existe una solución para algo tan abrumador como el miedo? ¿Podemos vencer nuestros temores? ¿Es posible vivir sin miedo? Muchos han buscado respuestas con psicólogos y terapias, tratando de cambiar su forma de pensar y actuar de manera lógica.
Otros han recurrido a medicamentos, viendo el miedo como una especie de enfermedad. Sin embargo, con el tiempo, descubren que, aunque estas terapias y medicamentos pueden ayudar, no son suficientes.
Entonces, si no podemos eliminar o ignorar nuestros miedos, ¿podemos manejarlos de alguna manera? La respuesta es un rotundo “sí”. Según la Biblia, podemos enfrentar y superar el miedo mediante la fe. Sí, querido joven, la fe es el antídoto divino para eliminar todos nuestros miedos, pero ¿qué es la fe?
La Biblia define la fe de esta manera: “La fe es la confianza en que sucederá lo que esperamos; nos da la certeza de lo que no podemos ver” (Hebreos 11:1, NTV). En otras palabras, la fe es confiar en Dios. Además, la Biblia nos dice más adelante: “Sin fe es imposible agradar a Dios. Quien se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan sinceramente” (Hebreos 11:6, NTV).
Es importante destacar que no cualquier tipo de fe supera el miedo.
La fe que realmente vence el miedo primero acepta la existencia de Dios. Creer en Dios es el primer paso para vivir una vida victoriosa.
Aquellos que creen en Dios tienen una brújula que los guía a través de las dificultades de este mundo.
Por otro lado, para aquellos que no creen en Dios, este mundo puede parecer extraño, confuso y desalentador. La vida se vuelve complicada y sin dirección.
En segundo lugar, la fe que supera el miedo no solo acepta la existencia de Dios, sino que también busca desarrollar una relación especial con él. No es suficiente saber que Dios existe; es necesario llegar a conocerlo. Dios mismo nos insta en su Palabra a no enorgullecernos de nuestra sabiduría, poder o riqueza, sino de conocerlo a él y entender que él actúa en la tierra con amor, justicia y rectitud (Jeremías 9:23-24).
Antes de continuar, es importante señalar que cuando hablamos de conocer a Dios, no nos referimos a comprenderlo en su totalidad.
Como seres humanos, no podemos entender completamente a un ser infinito debido a nuestras limitaciones mentales, problemas morales y limitaciones en la revelación divina.
Sin embargo, al hablar de conocer a Dios, nos referimos a establecer una relación con él de tal manera que lo que él es afecte quiénes somos.
En tercer y último lugar, la fe que supera el miedo es aquella que nos lleva a confiar plenamente en Dios. Alguien dijo una vez que la fe consiste en confiar en que Dios hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos. La esencia de la verdadera fe implica tomar la palabra de Dios y confiar en que cumplirá sus promesas.
Cuando confiamos en Dios, nuestra perspectiva de la vida cambia completamente. La confianza en Dios transforma todo. Nos libera de los efectos negativos del pasado y de las emociones negativas. Al confiar en que todo está en las manos de nuestro Creador, vivimos sin miedo, sabiendo que nada sucede sin su consentimiento.
CONCLUSIÓN
Harriet Tubman fue una increíble mujer que vivió en una época en la que la esclavitud era una pesadilla en los Estados Unidos. Imagina estar atrapado, sin libertad, viviendo con miedo constante. Harriet vivió eso desde que era una niña, pero no se rindió.
Desde que era joven, Harriet experimentó la crueldad de la esclavitud. Pero a medida que crecía, también crecía su determinación de escapar y ayudar a otros a hacerlo.
Su secreto: una fe poderosa en Dios que le daba coraje.
Cuando tenía 27 años, Harriet tomó una decisión valiente. Escapó de la plantación donde era esclava y se aventuró hacia el norte, siguiendo las estrellas y confiando en su intuición. En su camino, enfrentó peligros como cazadores de esclavos y perros de caza, pero su fe en Dios nunca flaqueó. Cada paso hacia la libertad era un acto de fe.
Pero Harriet no se detuvo después de alcanzar su propia libertad.
A pesar del constante riesgo de ser atrapada y devuelta a la esclavitud, regresó al sur varias veces para ayudar a otros esclavos a escapar a través del ferrocarril subterráneo, una red secreta de rutas y refugios seguros. Su confianza en Dios creció aún más, creía firmemente que Dios la guiaba y protegía en sus misiones peligrosas.
Una vez, mientras conducía a un grupo de esclavos fugitivos en medio de la noche, se toparon con un cartel que mostraba su propia cara en un anuncio de “Buscada”. En lugar de rendirse, Harriet oró a Dios y siguió adelante, llevando a todos a la libertad de manera segura. Su fe y coraje hicieron que el miedo no la detuviera.
Harriet Tubman, apodada “la Moisés de su pueblo”, ayudó a más de 300 esclavos a alcanzar la libertad. Se convirtió en una verdadera heroína en la lucha contra la esclavitud. Su historia demuestra que la fe en Dios puede ayudarte a vencer el miedo y hacer cosas extraordinarias.
Hoy en día, estimado joven, es posible que te encuentres lidiando con el miedo en tu ciudad debido a la inseguridad, la presión social y otros desafíos. Sin embargo, al igual que Harriet Tubman, la fe y la determinación pueden ser tus aliados para superar estos temores.
Comentarios
Publicar un comentario