MARCOS 2:1-12
Tiene o tuvo un amigo con alguna deficiencia física que haya necesitado de su ayuda para trasladarse? ¿Qué sentimiento tuvo al hacerlo?
INTRODUCCIÓN
En este mundo existen personas con grandes y diferentes tipos de necesidades. Encontramos personas en las calles y en los semáforos pidiendo limosna por no tener condiciones de trabajar, por tener alguna deficiencia física. Muchas otras personas deficientes no pueden trasladarse y necesitan ayuda para realizar sus necesidades básicas.
La Biblia cuenta varias historias en las cuales Jesús obró milagros sorprendentes. Uno de esos milagros está registrado en los tres primeros evangelios y relata sobre un paralítico que fue transportado por cuatro hombres en una camilla. Cuando oyeron acerca de Jesús, intentaron llevar al paralítico ante Él, pero era imposible acercarse. Jesús estaba en una casa rodeado de una gran multitud por dentro y por fuera.
UNA GRAN TRISTEZA EN UN PUEBLO PEQUEÑO
Capernaum viene del hebreo Kfar Nachum, o sea, aldea de Naum. Era una aldea de pescadores que estaba situada al noroeste de las márgenes del Mar de Galilea, un gran lago de aproximadamente 21 km de largo por 12 km de ancho. Ese era un lugar de una importantísima actividad comercial de la época: la actividad pesquera. En Capernaum, también había un servicio aduanero, una guarnición y, al menos, una sinagoga.
Capernaum estaba en la región del camino que conducía a Asiria, o sea, en la ruta principal a todo el Oriente desde el Mediterráneo y Egipto.
Jesús vivió en Capernaum, así como algunos de sus discípulos (Pedro, Santiago, Andrés y Juan) y fue exactamente en este lugar y en ese contexto que tuvo lugar la cura del paralítico de Capernaum.
En este contexto en que se narra la cura del paralítico de Capernaum (Marcos 2:1-12), Jesús trata con varios grupos de personas que siempre estaban presentes en cualquier reunión, alrededor del Maestro.
Las personas en esta reunión tenían intenciones diferentes en sus corazones.
Ese día había muchos que fueron para oír la palabra de Dios. Otros fueron para ver si podrían encontrar en él algún error para acusarlo.
Había también algunos que iban a Jesús para recibir de Él una cura especial y, entre estos, estaba el paralítico de Capernaum.
A veces, la vida pasa demasiado rápido y existen momentos que son normales y otros marcan nuestra historia. Los encuentros son parte de nuestra vida diaria, pero el encuentro con Cristo debe ser un momento esperado e inolvidable, como fue el caso del paralítico de Capernaum.
Usted ¿Recuerda el momento en el que tuvo su encuentro con Cristo? ¿Qué lo llevó a tener ese encuentro? ¿Usted lo buscó solo o alguien lo llevó a Jesús?
Los paralíticos eran muy comunes en los tiempos bíblicos. No había apoyo médico disponible para las personas con deficiencias, y su única esperanza era la intervención divina.
Este pasaje habla sobre un paralítico en Capernaum y cuatro amigos decididos a tener un encuentro con Dios.
Ese hombre llevaba mucho tiempo en sufrimiento, y en muchas ocasiones había buscado ayuda en los líderes religiosos y los médicos que existían; todos decían que su caso no tenía solución. Los amigos le
contaron de los milagros que Jesús había realizado y le dijeron que justo estaba pasando por allí; pusieron en su corazón la esperanza de que él también podría ser curado (DTG, 232).
Jesús estaba en la casa de Pedro, y la multitud se acercaba allí. El paralítico, con la esperanza en el corazón, tomó la iniciativa y les pidió a sus amigos que lo llevaran hasta Jesús.
Al llegar al lugar, encontraron la entrada bloqueada de modo que no podían entrar. Tenían dos opciones: volver o encontrar un camino alternativo para entrar en la casa. Allí el paralítico demostró su fe una
vez más, al pedir que sus amigos lo hicieran descender por el techo. No era la cura física lo que tanto anhelaba, sino la espiritual.
Jesús no habló directamente de la necesidad de curación del paralítico, sino que dijo: “Tus pecados te son perdonados”. Él quería dejar claro que el sufrimiento del hombre estaba en la separación de Dios, pero por la incredulidad de los líderes religiosos y para demostrar que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar y curar, le dijo al paralítico: “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa”.
Sólo Jesús puede perdonarle sus pecados. Las religiones, las costumbres y rituales no pueden traer cura. Jesús tiene autoridad para perdonar pecados, porque Él es Dios.
Por cierto, muchas veces enfrentamos problemas, y en algunos casos, hasta creemos que no tienen solución. A veces, creemos que estamos solos, y que hasta el Señor se olvidó de nosotros. Buscamos ayuda de diversas formas y en varios lugares, pero dejamos de buscar en el lugar correcto, que es en Jesús. Dios usa personas (amigos) para ayudarnos a encontrar la solución a nuestras dificultades y el sentido real de vivir.
¿Conoce alguna historia de alguien que haya cargado con un sentimiento de culpa por algo que cometió y que necesitaba el perdón, así como el paralítico anhelaba la cura física?
En los días de Jesús, y en todos los tiempos, existieron personas con diferentes necesidades. Jesús vino al mundo para dar alivio a los necesitados, perdón, y sobre todo, salvación a toda la humanidad.
Muchas personas sufren todos los días a nuestro alrededor, y a veces, también nosotros tenemos nuestras dificultades; pero, como conocemos a un Dios que puede todas las cosas, se nos invita a aliviar la carga y el dolor de quienes lo necesitan.
El paralítico de Capernaum necesitó de sus amigos para obtener la curación. Y hoy muchos también necesitan de nosotros para poder llegar hasta Jesús. Si los ayudamos, ellos podrán vivir, tener alegría y hacer lo mismo por otras personas.
CONCLUSIÓN
Dios dejó varios medios para que ayudemos a las personas, y uno de esos medios es el grupo pequeño. La mayor necesidad de las personas es vivir en comunidad, ser amadas y tener amigos accesibles y confiables, como los que tuvo el paralítico. Más que la curación física, las personas buscan relacionarse. El grupo pequeño debe ser ese lugar donde vienen las personas con necesidades de aceptación. Después podemos presentarles a Jesús, que quiere aceptarlas, curarlas y perdonarlas.
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