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Defendamos la verdad - El gran conflicto

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).

La ciudad bíblica de Esmirna mencionada en el Apocalipsis aún existe actualmente. Esta antigua ciudad, de unos cien mil habitantes, prosperó a fines del siglo I y en el siglo II. Era una ciudad pujante y extremadamente leal a Roma.

Una vez al año se ordenaba que todos los ciudadanos de Esmirna quemaran incienso a los dioses romanos. Evidentemente, en el siglo II, Esmirna tenía también una próspera comunidad cristiana, y muchos no iban a acatar esa orden. Policarpo, uno de los primeros dirigentes de la iglesia, fue martirizado en la plaza pública de Esmirna, quemado en la hoguera por negarse a traicionar a su Señor quemando incienso a los dioses romanos. Cuando se le exigió por última vez que renegara de Cristo, el anciano respondió: “Ochenta y seis años lo he servido, y no me ha hecho ningún mal. ¿Cómo puedo hablar mal de mi Rey que me salvó?”

A lo largo de los siglos, hombres y mujeres han estado dispuestos a sufrir el martirio antes que renunciar a su fe en Cristo. Su sacrificio reaviva nuestro coraje. La historia de su compromiso con Cristo renueva el nuestro. 

Hoy examinaremos algunos principios bíblicos que motivaron a los valdenses y a los reformadores posteriores, como Hus y Jerónimo, a permanecer fieles al Señor como fuera, incluso bajo la amenaza de muerte del mismo poder que mató a Policarpo, Roma, pero ahora en su fase papal.

I. PERSEGUIDA, PERO TRIUNFANTE

"Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo". Daniel 7:23-25.

"Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo". Apocalipsis 12:6 y 14.

¿A qué períodos proféticos se refieren estos pasajes?

Cuando el pueblo de Dios permanece fiel a él, Satanás se enfurece. A menudo sobreviene la persecución. El profeta Daniel describió un tiempo, todavía futuro para él, cuando la iglesia medieval “combatiría” y “quebrantaría” al pueblo de Dios (Daniel 7:21, 25). 
El profeta Juan describió este mismo período como una época en la que la iglesia de Dios se vio obligada a huir al desierto, donde sería “sustentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo” (Apocalipsis 12:14). 
Apocalipsis 12:6 añade: “La mujer [la iglesia] huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios”. El pueblo de Dios fue sustentado en el desierto. Su Palabra lo fortaleció y lo sostuvo, mientras el Gran Conflicto hacía estragos durante este largo y oscuro período de dominación papal.

Dios tenía un “lugar preparado” para su pueblo. En los mayores desafíos de la vida, Dios siempre prepara un lugar para sus fieles seguidores. Durante los momentos de mayor prueba, su pueblo ha encontrado refugio en su amor y cuidado. (Ver Salmos 46).

Los 1.260 días y un tiempo, tiempos y medio tiempo de Apocalipsis 12:6 y 14 se refieren al mismo período (3½ tiempos o años x 360 días/año = 1.260 días). La profecía bíblica a menudo está escrita en símbolos. En las porciones proféticas de Daniel y Apocalipsis, un día profético equivale a un año literal. Encontramos este principio día-año en Números 14:34 y Ezequiel 4:6.

El principio de día por año no se basa solo en estos dos textos, sino en un amplio fundamento bíblico. El Dr. William Shea, cronólogo y erudito del Antiguo Testamento, presenta 23 líneas de evidencia bíblica a lo largo del Antiguo Testamento para este principio. Los intérpretes de la Biblia la han utilizado a lo largo de los siglos.

Los visigodos, los vándalos y los ostrogodos eran tribus que creían doctrinas diferentes de la enseñanza oficial de Roma. 
Los 1.260 días comenzaron cuando la última de estas tribus bárbaras, los ostrogodos, fueron expulsados de Roma en 538 d.C. Este período de oscuridad espiritual continuó hasta 1798, cuando el general Berthier, de Napoleón, expulsó al papa de Roma. Innumerables cristianos fueron martirizados durante este largo período por obedecer la Palabra de Dios. Hasta en la muerte, triunfaron. En Cristo fueron libres de la culpa y del dominio del pecado, al vencer “por la sangre del Cordero”. La victoria de Cristo sobre Satanás en la Cruz fue la victoria de ellos. Aunque murieron, su muerte es solo un descanso hasta el regreso de Cristo.

El cumplimiento de las profecías bíblicas, ¿cómo ha fortalecido tu fe?

II. LA LUZ VENCE A LAS TINIEBLAS

"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo". Judas 1:3, 4. 

¿Cuál es la advertencia aquí y cómo se aplicó a la iglesia cristiana posterior?

El libro de Judas se escribió en algún momento antes de 65 d.C. para los cristianos fieles “santificados en Dios el Padre y guardados por Jesucristo” (Jud. 1:1). Exhortaba a estos fieles creyentes a “cont[ender] por la fe que una vez fue confiada a los santos. Porque se han infiltrado algunos hombres [...] que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Jud. 1:3, 4). Esta amonestación tuvo aún más significado para los creyentes de la Edad Media, después de que las prácticas paganas inundaran la iglesia y las tradiciones humanas pusieran en juego la Palabra de Dios. Durante muchos siglos, hubo pueblos como los valdenses, que defendieron las verdades de las Escrituras. Creían que Cristo era su único Mediador; y la Biblia, su única fuente de autoridad. “En todas las edades hubo testigos de Dios: hombres que conservaron su fe en Cristo como único Mediador entre Dios y los hombres, sostuvieron la Biblia como única regla de la vida y santificaron el verdadero día de reposo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 59).

Lee Apocalipsis 2:10. ¿Qué promete Dios a los que le son fieles aun ante la muerte misma?

Estas palabras fueron escritas a la iglesia de Esmirna. Uno de los dioses patronos de la ciudad era Dionisio, el dios de la fiesta y la fertilidad. Cuando morían los sacerdotes de Dionisio, en el cortejo fúnebre se les colocaba una corona sobre la cabeza. Juan contrasta esta corona terrenal que se colocaba en la cabeza al morir con la corona de la vida que se coloca en la cabeza de los que vencen a las fuerzas del mal. La corona de la vida se entrega a quienes soportaron pruebas, dificultades, sufrimientos y la muerte misma por amor a Cristo.

La corona de la vida inspira a estos fieles creyentes. La corona de la vida siempre motiva a los creyentes en circunstancias difíciles. Inspiró a los valdenses en medio del dolor y la persecución. Ellos sabían que un día verían a Jesús y vivirían con él para siempre. La corona de la vida también nos habla a nosotros: quizás ahora pasemos por pruebas, pero nos espera la corona de la vida, si mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús.

¿Qué te anima en tiempos difíciles? ¿Qué te asusta? ¿Qué promesas puedes reclamar para esos momentos?

III. VALOR PARA PERMANECER FIRMES

Compara Hechos 5:28 al 32 con Efesios 6:10 al 12 y Apocalipsis 3:11. ¿Qué principio básico se encuentra en estos pasajes?

Una de las características distintivas de los valdenses, y de cada uno de los reformadores, era su absoluta lealtad a Dios, su obediencia a la autoridad de las Escrituras y su compromiso con la supremacía de Cristo, no del papado. Su mente estaba saturada de historias de fe y coraje del Nuevo Testamento.

Con Pedro y los apóstoles, podían decir: “Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech. 5:29). Comprendieron la admonición de Pablo: “Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). Se tomaron a pecho el consejo de Jesús: “Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:11). En lugar de someterse a las tradiciones de la Iglesia Romana, estos hombres y mujeres de fe tuvieron el valor de defender las verdades de la Palabra de Dios.

Los valdenses fueron uno de los primeros grupos en disponer de la Biblia en su propio idioma. Jean Leger, copista valdense de la Biblia, escribió un conmovedor relato de su trabajo de copia manual de la Biblia, que contiene información de primera mano sobre su trabajo, incluyendo dibujos. Los valdenses copiaban en secreto las Escrituras en sus comunidades montañosas del norte de Italia y el sur de Francia. Los padres instruían a sus jóvenes a una edad temprana, quienes memorizaban grandes porciones de las Escrituras. Los equipos de copistas bíblicos trabajaban juntos para copiar laboriosamente la Biblia. Muchos de estos jóvenes valdenses viajaban por toda Europa como mercaderes compartiendo las verdades de las Escrituras en forma discreta. Algunos se matriculaban en universidades y, cuando surgía la oportunidad, compartían porciones de las Escrituras con sus compañeros de estudios. Guiados por el Espíritu Santo, en el momento oportuno, cuando percibían receptividad por parte de algún buscador honesto, regalaban porciones selectas de sus preciosos pasajes de las Escrituras. Muchos pagaron con la vida su fidelidad y devoción. Aunque los valdenses no entendían claramente todas las enseñanzas bíblicas, conservaron la verdad de la Palabra de Dios durante siglos, compartiéndola con los demás.

“La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta llegar al pleno día” (Proverbios 4:18). Salomón compara el camino por el que Dios conduce a sus hijos con un Sol que se eleva cada vez más. Si Dios simplemente pulsara un interruptor cósmico y el Sol brillara al instante con todo su resplandor, nos cegaría. Después de que la oscuridad envolviera al mundo durante siglos, Dios suscitó a hombres y mujeres, comprometidos con su Palabra, que siguieron buscando más.

¿Cómo podemos nosotros, al reflejar la luz de Cristo, brillar en nuestra propia comunidad?

IV. EL LUCERO DE LA REFORMA

Lee Salmos 19:7 al 11; 119:140 y 162; y Jeremías 15:16. ¿Qué actitudes similares tuvieron David y Jeremías hacia la Palabra de Dios, que fueron, en realidad, la piedra angular de la Reforma?

Cada uno de los reformadores se “regocijaba” en la Palabra de Dios. Se “alegraban” en hacer la voluntad de Dios. “Amaban” su Ley. Una de las verdades fundamentales más significativas de la Reforma fue el gozo que producía el estudio de las Escrituras. El estudio de la Biblia no era una tarea laboriosa. No era un ejercicio legalista. No era un requisito rígido, sino un deleite.

Mientras estudiaban las Escrituras, eran transformados por el poder del Espíritu Santo. “El carácter de Wiclef es un testimonio del poder educador y transformador de las Santas Escrituras. A la Biblia debió él todo lo que fue. El esfuerzo hecho para comprender las grandes verdades de la Revelación imparte lozanía y vigor a todas las facultades. Expande la mente, aguza las percepciones y madura el juicio. El estudio de la Biblia ennoblecerá, como ningún otro estudio, el pensamiento, los sentimientos y las aspiraciones. Da constancia en los propósitos, paciencia, valor y perseverancia; refina el carácter y santifica el alma. Un estudio serio y reverente de las Escrituras, al poner la mente de quienes se dedicaran a él en contacto directo con la mente del Todopoderoso, daría al mundo hombres de intelecto más robusto y más activo, como también de principios más nobles, que los que pueden resultar de la más hábil enseñanza de la filosofía humana” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 88).

"Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo". 2 Timoteo 2:1-3. 

¿Qué consejo dio el apóstol Pablo a Timoteo en lo referente a compartir la Palabra de Dios?

La verdad de la Palabra de Dios y el gozo de la salvación en Cristo llenaban tanto el corazón de los reformadores que tenían que compartirlos. John Wycliffe dedicó su vida a traducir la Palabra de Dios al inglés solo por dos razones: el Cristo viviente lo transformó mediante la Palabra y el amor de Cristo lo motivó a compartir con los demás lo que había aprendido con otros.

Antes de Wycliffe había muy poco de la Biblia en inglés. Aunque falleció antes de que Roma llegara a él, sin inmutarse el papado desenterró sus restos, los quemó y arrojó sus cenizas a un río. Pero, así como el agua dispersó esas cenizas, así también la Palabra de Dios, el agua de vida, se extendió a lo largo y ancho como resultado de su obra. Así lo usó Dios: “El lucero de la Reforma”.

V. ANIMADOS POR LA REFORMA

Lee Hebreos 2:14 y 15. ¿Cómo vivieron los creyentes de la Edad Media la realidad del Gran Conflicto?

¿Qué era lo que animaba a los fieles valdenses durante las horribles persecuciones que enfrentaron? ¿Qué les dio valor a Hus y a Jerónimo, a Tyndale, a Latimer y a los mártires de la Edad Media para enfrentar las llamas y la espada? La fe en las promesas de Dios. Creyeron en la promesa de Cristo: “Porque yo vivo, ustedes también vivirán” (Juan 14:19). La fuerza de Cristo les bastaba para las mayores pruebas de la vida. Incluso hallaban gozo en participar de los sufrimientos de Cristo. Y su fidelidad era un poderoso testimonio para el mundo.

Miraban más allá del presente, hacia el futuro. Sabían que, gracias a la resurrección de Cristo, la muerte era un enemigo derrotado. Para estos hombres y mujeres valientes, el dominio de la muerte se había roto. Se aferraron a las promesas de la Palabra de Dios, y salieron victoriosos.

Lee Juan 5:24; 11:25 y 26; y 1 Juan 5:11 al 13. ¿Qué seguridad te dan personalmente estas promesas? ¿Cómo nos ayudan en las pruebas de la vida?

Juan Hus no vaciló ante la prisión, la injusticia y la muerte misma. Languideció en la cárcel durante meses. El frío y la humedad le provocaron una fiebre que estuvo a punto de acabar con su vida. Sin embargo, “la gracia del Señor lo sostuvo. Durante las semanas de padecimientos que sufrió antes de su condena final, la paz del Cielo inundó su alma. A un amigo, decía: ‘Escribo esta carta en la cárcel, y con la mano encadenada, a la espera de que mañana se cumpla mi sentencia de muerte [...]. En el día en que por la gracia del Señor nos encontremos otra vez gozando de la paz deliciosa de la vida futura, sabrás cuán misericordioso ha sido Dios conmigo, y cuán admirablemente me ha sostenido en medio de mis tentaciones y pruebas’ (Bonnechose, t. 2, p. 67). En la lobreguez de su calabozo, previó el triunfo de la fe verdadera” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 100).

La amonestación del apóstol Pablo nos habla con mayor relevancia en la actualidad. “Mantengamos firme la esperanza que profesamos, sin fluctuar, que fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23). Así como las promesas de Dios sostuvieron a su pueblo en el pasado, también nos sostienen a nosotros hoy.

¿Qué significaría perder todo por Cristo? ¿Qué perdemos realmente, en definitiva? (Ver Marcos 8:36). ¿Qué lecciones podemos aprender de los valdenses y de los reformadores que puedan sostenernos en el conflicto final de la Tierra?

CONCLUSIÓN

“Dios permitió que una gran luz brillara sobre las mentes de estos hombres elegidos, revelándoles muchos de los errores de Roma; pero ellos no recibieron toda la luz que debía ser comunicada al mundo. A través de estos, sus siervos, Dios fue sacando a su pueblo de las tinieblas del romanismo; pero tenían que arrostrar muchos y muy grandes obstáculos, y él los conducía paso a paso según lo permitían las fuerzas de ellos. No estaban preparados para recibir toda la luz al mismo tiempo. Esta los habría hecho retroceder como habrían retrocedido con la vista herida quienes, acostumbrados a la oscuridad, recibieran la plenitud gloriosa del sol del mediodía. Por consiguiente, Dios la reveló a los guías de su pueblo poco a poco, tanto como podía ser recibida por la gente. De siglo en siglo otros fieles obreros seguirían conduciendo a las masas y avanzando cada vez más en la senda de la reforma” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 96).

“En otra carta, que escribiera a un sacerdote que se había convertido al evangelio, Hus habló con profunda humildad de sus propios errores, acusándose ‘de haber sido afecto a llevar hermosos trajes y de haber desperdiciado horas en ocupaciones frívolas’. Luego añadía estas conmovedoras admoniciones: ‘Que tu mente se ocupe de la gloria de Dios y de la salvación de las almas, y no de la adquisición de prebendas y bienes temporales. Cuida de no adornar tu casa más que tu alma; y sobre todo, cuida del edificio espiritual. Sé piadoso y humilde con los pobres, y no consumas tu dinero en banquetes. Si no corriges tu vida y te abstienes de superfluidades, temo que serás severamente castigado, como yo lo soy’ ” (ibíd., p. 99).

Preguntas para dialogar:

¿Qué es la “luz que va en aumento”? ¿Por qué Dios revela la verdad gradualmente? ¿Cómo se aplican estos principios a la iglesia de Dios hoy?

¿Qué relación existe entre los nuevos descubrimientos de la verdad y las verdades que el pueblo de Dios entendió previamente? ¿Por qué la nueva luz nunca debe contradecir la antigua?

Sin importar dónde vivas, tu cultura va a promover valores, ideas y códigos morales que de alguna manera entran en conflicto con lo que enseña la Biblia. Después de identificar estas áreas de conflicto, ¿cómo te ves a ti mismo y a nosotros, como iglesia, haciendo frente a estos desafíos? ¿Cómo podemos continuar siendo buenos ciudadanos sin sucumbir a los valores deformados que proclama nuestra cultura?

¿Cómo influye la carta de Juan Hus en tu forma de pensar hoy? ¿Qué te impresiona de esta carta?

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