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Libertad

Hace unos quince años, un profesor universitario fue arrestado y encarcelado. Según los líderes del país, el motivo del arresto fue que estaba incitando a la subversión contra el Estado. Por haber expresado puntos de vista divergentes, y por haber tomado parte en un movimiento democrático pacífico, este profesor perdió su cátedra, el derecho a publicar sus escritos y la oportunidad de hablar en público.

En una emotiva carta abierta que escribió desde la prisión, este profesor dijo: “Me siento totalmente imbuido de un optimismo esperanzado en que la libertad va a llegar a este país en el futuro, porque no hay fuerza alguna que pueda contener el deseo humano de libertad. Al final, nuestro país llegará a convertirse en un lugar en el que impere la ley y en el que los derechos humanos estén por encima de todo”. El anhelo de libertad está grabado en cada fibra de nuestro ser. Cuando no se hace justicia, cuando no se cumple la ley, cuando personas corruptas gobiernan ignorando las leyes o creando leyes injustas según sus caprichos, solo para beneficio propio, se eleva en el corazón el clamor por libertad y justicia.

Jesús aseguró que “todo el que comete pecado es esclavo del pecado” (Juan 8:34). ¿Hay opresión mayor que la esclavitud? ¿No ha clamado todo esclavo por ser libre de sus cadenas, para vivir una vida en libertad bajo leyes justas? Jesús dijo de sí mismo: “Si el Hijo los liberta, ustedes serán realmente libres” (Juan 8:36). Hoy quiero invitarte a conocer tres mensajes del libro del Apocalipsis que nos llaman a vivir una experiencia de libertad mediante Cristo, el Cordero que nos representa en el Juicio Investigador.

DESARROLLO

1. El mensaje de los tres ángeles.

En medio de las escenas finales de la Tierra, Satanás buscará engañar y obligar a las personas a dar una adoración falsa, incluso bajo pena de muerte. En ese tiempo, que está a nuestras puertas, Dios nos llama a huir de esos engaños y refugiarnos en él. La clave es seguir al Cordero por dondequiera que va (Apocalipsis 14:4).

El libro del Apocalipsis describe a tres ángeles que proclaman al mundo mensajes especiales. Dice el texto bíblico: “Vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).

La realidad es que no aparecerán ángeles visibles para predicar el evangelio, sino que estos ángeles simbolizan a personas que están proclamando la importante advertencia de este mensaje. El hecho de que vuelan por el cielo y proclaman a gran voz indica la rapidez y la extensión universal de ese mensaje.

Se dice que el ángel vuela con el “evangelio eterno”. El evangelio es eterno porque desde el mismo inicio del pecado y el sufrimiento en este mundo, Dios prometió un Salvador que saldría al campo de batalla para desafiar el poder de Satanás y vencerlo. El mensaje del evangelio nos anuncia que Cristo vino a nuestro mundo para mostrar- nos el verdadero carácter de Dios y de su ley.

2. El mensaje del primer ángel.

El primer ángel dice a gran voz: “¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7). Para temer a Dios y adorarlo, debemos obedecer su Ley. El sabio Salomón dice: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque este es todo el de- ber del hombre” (Eclesiastés 12:13).

¡No es posible adorar a Dios sin obedecer sus mandamientos! Y Juan mismo nos dice en su primera epístola: “En esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3). ¿Y cómo le damos gloria a Dios? Cuando revelamos su carácter en el nuestro, y de esta manera lo damos a conocer. Glorificamos a Dios en cualquier forma en que hagamos conocer a Jesús.

El primer ángel dice que debemos temer a Dios “porque ha llegado la hora de su juicio”. Este juicio sucede mientras la humanidad aún tiene oportunidad de arrepentirse y buscarlo. Se trata del ministerio de Cristo en el Lugar Santísimo, que también se conoce como el Juicio Investigador, la obra final de Cristo en la salvación de la humanidad.

El juicio ya ha comenzado y continuará hasta que se decidan los casos de todas las personas, hasta el fin del tiempo de gracia dado a este mundo. Mientras está sucediendo este juicio, debemos analizar nuestro corazón con reflexión y oración. No se nos manda examinar el corazón de los demás, sino el nuestro. Quizá podremos descubrir que estamos escondiendo algún mal. Podríamos detectar en nuestro carácter defectos que debemos rendir al Señor. El Espíritu Santo nos podría señalar que debemos hacer algo diferente en nuestro propio hogar.

El mensaje del primer ángel anuncia que llegó la hora del Juicio de Dios. Y si continuamos la lectura, en Apocalipsis 14:14 al 20, vemos que se hace referencia a la venida del Hijo del Hombre en las nubes de los cielos. Por lo tanto, cuando el primer ángel anuncia el Juicio, también está anunciando que falta poco para la Segunda Venida de Cristo. ¡El evangelio eterno son buenas nuevas! ¡Nos anuncia que se acerca su venida!

El primer ángel también hace este llamado: “Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7). El único que merece adoración es Dios, porque todos le debemos nuestra existencia. Dice el libro del Apocalipsis: “Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las cosas” (4:11).

Además, las palabras del primer ángel, “adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (14:7), hacen una conexión clara con el cuarto mandamiento de los Diez Mandamientos: “El Señor hizo el cielo, la tierra y el mar, y todo lo que contienen” (Éxodo 20:11). Por esto, adorar a Dios y guardar sus mandamientos también incluye observar el cuarto Mandamiento. Guardar el sábado es un acto de reconocimiento de que Dios es nuestro Creador. El sábado fue dado para toda la humanidad en la creación. ¡Nunca estuvo limitado a una sola nación! Dice Dios en su Palabra: “Les di también mis sábados, para que fuesen una señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy el Señor que los santifico” (Ezequiel  20:12). Así, el sábado fue dado para todos los que por medio de Cristo llegamos a formar parte del Israel de Dios.

3. El segundo y el tercer ángel.

El segundo ángel anuncia que “ha caído la gran Babilonia” (Apocalipsis 14:8). La palabra “Babilonia” deriva de “Babel” y significa “confusión”. Se emplea en la Biblia para designar las diversas formas de religiones falsas o apóstatas. Si vamos a Apocalipsis 17, vemos que Babilonia está representada por una mujer, una figura que se emplea en la Biblia como símbolo de una iglesia. Y si en Apocalipsis 12 una mujer virtuosa simboliza una iglesia pura, del mismo modo la mujer corrompida de Apocalipsis 17, llamada Babilonia, representa una iglesia apóstata.

El ángel dice que Babilonia “ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Apocalipsis 14:8). Ese cáliz intoxicante representa las falsas doctrinas que surgieron de la unión de la religión falsa con los poderosos del mundo y comprometieron la verdad. Hubo una corrupción de las enseñanzas bíblicas apostólicas, lo que finalmente originó el sistema de Babilonia. A su vez, Babilonia ejerce una influencia corrupta sobre el mundo al enseñar doctrinas que contradicen las declaraciones más claras de la Palabra de Dios.

Babilonia ha estado fomentando doctrinas venenosas, el “vino” del error. Ese vino del error está compuesto de doctrinas falsas. Algunos ejemplos son la inmortalidad natural del alma, el tormento eterno de los impíos y la negación de que Cristo existía antes de su nacimiento en Belén. Aún más dañinas que estas (y más ampliamente sostenidas) son las suposiciones de que la ley de Dios fue abolida en la cruz, y que el primer día de la semana ahora es un día santo, en vez del sábado del cuarto manda- miento. Al abrazar estos errores y rechazar la verdad, una iglesia se puede convertir en Babilonia.

Cuando se persiste en rechazar todas las verdades de la Palabra de Dios, poco a poco la iglesia va decayendo más y más. El segundo ángel dice que Babilonia “ha dado a beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” (Apocalipsis 14:8). Si bien en muchas iglesias de hoy uno puede ver un espíritu de conformidad con el mundo o de indiferencia hacia todas las verdades de la Biblia, la apostasía de la que habla el segundo ángel todavía no llegó a su culminación.

La caída de Babilonia no será completa hasta que no se haya alcanzado esa condición, y hasta que la unión de la iglesia con el mundo se haya consumado totalmente en toda la cristiandad. ¡Pero hay una buena noticia! En medio de esa corrupción generalizada, Dios tendrá un pueblo en la Tierra que sostendrá la Biblia y solo la Biblia como regla de todas las doctrinas. Antes de aceptar cualquier doctrina, siempre debemos exigir un claro “Así dice el Señor”.

Finalmente, el tercer ángel hace una fuerte advertencia: “Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente o en su mano, este también beberá del vino de la ira de Dios, vaciado puro en la copa de su ira” (Apocalipsis 14:9, 10). Esta “bestia” es símbolo de una iglesia corrupta que llega a tener poder político y usar leyes civiles para perseguir a quienes no se someten a su sistema de creencias erróneas (ver Apocalipsis 13). El ángel advierte que quienes se sometan a estos errores recibirán una “marca” y finalmente enfrentarán el juicio de Dios.

CONCLUSIÓN

Los mensajes de los tres ángeles terminan con unas palabras muy esclarecedoras. De quienes escuchen y hagan caso a estos mensajes se dice lo siguiente: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús!” (Apocalipsis 14:12). Así, la característica de los hijos fieles de Dios es que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Ambas cosas son necesarias para estar preparados para el Juicio.

La Ley de Dios será la norma para medir nuestro carácter. Como dice el apóstol Pablo: “No son justos ante Dios los oidores de la ley, sino que los cumplidores de la ley serán justificados” (Romanos 2:13). Por otro lado, la fe también es esencial para guardar la Ley de Dios, porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).

La Biblia enseña que solo podemos ser justificados delante de Dios mediante la fe. Cuando Dios abate en el polvo nuestro orgullo y hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos, llegamos a ser justificados por la fe. Cuando vemos que no somos nada, estamos preparados para ser vestidos con la justicia de Cristo. Jesús, nuestro abogado, intercede eficazmente en favor de todos los que mediante el arrepentimiento y la fe le confiamos nuestra vida a su cuidado. Él intercede por ti, y con los poderosos argumentos del Calvario vence a Satanás, nuestro acusador. Si estás revestido del manto de la justicia de Cristo, estarás delante de él cuando venga. ¡Satanás no puede arrancarte de la mano de Cristo!

Para enfrentar el Juicio, no debes apartarte de Cristo. En la cruz, “el amor y la fidelidad se encontraron, la justicia y la paz se besaron” (Salmos 85:10). ¡Así que mira hacia el Calvario! Con la sencilla fe de un niño, confía en los méritos del Salvador, acepta su justicia y cree en su misericordia. La fe en Cristo es tu única esperanza. Él fue tratado como nosotros merecemos ser tratados. Vino a nuestro mundo y llevó nuestros pecados para que pudiéramos recibir su justicia. ¡Cristo puede salvarte amplia, completa y totalmente!

La vida que Jesús nos ofrece es una vida en libertad. Hoy quiero invitarte a dirigir tus ojos hacia él, a sus méritos en la Cruz y a su amor invariable por la humanidad. Quiero invitarte a conocer personal y experimentalmente lo que Jesús puede ser para ti. Si confías en lo que Cristo hizo en tu favor, él promete darte paz, reposo y seguridad para siempre (Isaías 32:17).

Cuando lleguen tiempos de angustia y prueba, no temerás mal alguno. ¡Nadie pue- de acusar a los elegidos de Dios! El Señor te justifica por causa de Cristo, quien dio su preciosa sangre para redimirte. ¿Quieres aceptar la libertad y la paz que Jesús te da?

¡Acepta hoy su invitación!

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