“Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo, yo me alegraré en Jehová, me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová, el Señor, es mi fortaleza; él me da pies como de ciervas y me hace caminar por las alturas” (Habacuc 3:17-19).
“El mismo hecho de que tengamos que soportar pruebas muestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo muy precioso que desea desarrollar... Cristo no arroja piedras sin valor en su horno. Lo que prueba es el mineral precioso. Hace que el proceso refinador reproduzca su propia imagen” (AFC, 279).
INTRODUCCIÓN
Una de las mayores mentiras que Satanás dice para debilitar nuestra fe, es que cuando creemos y aceptamos a Jesús estamos libres de todos los problemas.
Cuando creemos esto, siempre fallamos y juzgamos mal a Dios.
“El mismo hecho de que tengamos que soportar pruebas muestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo muy precioso que desea desarrollar... Cristo no arroja piedras sin valor
en su horno. Lo que prueba es el mineral precioso. Hace que el proceso refinador reproduzca su propia imagen” (AFC, 279).
Para ti que tal vez estás pasando por una gran prueba en tu vida, o tal vez aún tienes que enfrentarla, la experiencia vivida por el profeta Habacuc te mostrará cómo la fe es capaz de triunfar aún en medio de las más grandes pruebas.
HABACUC 3:17-19
“Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo, yo me alegraré en Jehová, me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová, el Señor, es mi fortaleza; él me da pies como de ciervas y me hace caminar por las alturas”.
Esta percepción que el profeta Habacuc tenía de Dios no ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando leemos detenidamente su libro, que sólo tiene tres capítulos, la impresión que tenemos es que la persona que escribió los dos primeros capítulos, no es la misma que escribió el último.
¿Qué ha provocado este cambio conceptual en él?
Cuando analizamos sus declaraciones y todo lo que ocurría a su alrededor, nos damos cuenta de que lo que cambió no fueron las circunstancias, sino su fe.
Por eso, con gran justicia, se le llama en el Antiguo Testamento “el profeta de la fe”.
¿Qué fue lo que produjo este cambio conceptual en la vida de Habacuc?
1- Habacuc no tuvo miedo de preguntarle a Dios.
2- Habacuc aceptó la respuesta de Dios.
3- Habacuc tuvo la humildad de reconocer quién es Dios.
A la vista de estos hechos, consideremos dos conceptos muy importantes en relación con nuestra fe.
I - CUANDO TENEMOS UNA VISIÓN INCORRECTA DE QUIÉN ES DIOS, TODO LO DEMÁS VA MAL
HABACUC 1:2
“¿Hasta cuándo, Jehová, gritaré sin que tú escuches?”.
Este “Hasta cuando” de Habacuc no significa que quiera retarle a Dios, como a veces hacemos nosotros en relación con diferentes situaciones de nuestra vida. Este “hasta cuándo”, indica perturbación, perplejidad.
Aunque el profeta confiaba en Dios, estaba preocupado y perplejo por tres cosas:
Por el pecado de Israel;
Por el silencio de Dios;
Por la prosperidad de los impíos.
Consideremos el contexto histórico de Habacuc por un momento.
La época de Habacuc fue un tiempo de marcada decadencia espiritual, social y política en el reino de Judá. Sus mensajes fueron dirigidos al pueblo durante los reinados de Manasés, Amón y la primera parte del reinado de Josías, que fue el rey que intentó revertir la situación caótica del pueblo, promoviendo una intensa reforma y regreso a los orígenes, unos 25 años antes del primer cautiverio babilónico en el año 605 a.C.
Según el profeta, Dios debe actuar. Exige una acción rápida de Dios, una intervención inmediata. Piensa: Si yo no puedo tolerar esto, ¿cómo puede hacerlo Dios?
¿Te has sentido alguna vez perturbado y perplejo con las cosas que suceden en tu vida y a tu alrededor? Ya te preguntaste:
¿Por qué soy tan fiel y las cosas no parecen prosperar?
¿Por qué quiero tanto a mis hijos y ellos son tan crueles conmigo?
¿Por qué fui tan fiel a mi cónyuge y fui recompensado con la traición?
¿Por qué amé tanto a mi padre y me abandonó?
¿Por qué parece que cuanto más me consagro, menos logro?
¿Por qué tengo que pasar por esta terrible enfermedad si he dedicado toda mi vida al servicio del Señor?
Con tanta gente mala en este mundo, ¿por qué Dios permitió que muriese justamente la persona que más amaba en este mundo?
¡Cuántas preguntas! Formulamos muchas de ellas porque nuestra visión de Dios es muy limitada. Y cuando tenemos esta visión limitada de Dios, ¡limitamos su acción a un plan puramente huma- no! Aunque el profeta confiaba en Dios, su visión de Dios seguía siendo limitada.
Y cuando Dios responde a su inquietud diciendo que los pecados, la maldad y la injusticia de Judá serían castigados, y que utilizaría a los caldeos de Babilonia como instrumento de castigo (v. 6), Dios provoca otro problema en la cabeza del profeta, que hace una segunda pregunta:
Hab. 1:13 (última parte) “... ¿por qué, pues, ves a los criminales y callas cuando destruye el impío al que es más justo que él?”.
En otras palabras, el profeta le pregunta a Dios: ¿cómo es posible que uses a una nación impía para castigar a Judá?
Y en el capítulo 2:1 expresa toda su preocupación y perplejidad:
“En mi puesto de guardia estaré, sobre la fortaleza afirmaré el pie. Velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder tocante a mi queja”.
Sabes qué causa esta visión distorsionada de Dios? El poco conocimiento que tenemos de las Escrituras. La Biblia nos presenta a Dios como Creador, Todopoderoso, Omnisciente, Omnipotente, Soberano, Fiel, S a n to, J u s t o, Eterno, Auto existente, Autoexaltado, Dueño de todo. Nos revela todo lo que necesitamos saber sobre él, pero cuando desconocemos o ignoramos algunos de sus atributos, nos equivocamos en nuestra percepción de Dios.
Así que, Dios responde a la segunda queja de Habacuc, destacan- do el elemento que faltaba en su vida para que pudiera tener una visión más amplia de él.
HABACUC 2:4
“Aquel cuya alma no es recta se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá”.
La palabra hebrea utilizada aquí es EMUNAH, que significa “constancia”, “integridad”, “firmeza” y “fidelidad”.
Cuando Dios dice que el justo vivirá por la fe, está reforzando la idea de que el elemento “fe” produce constancia, integridad y fidelidad bajo cualquier circunstancia.
Cuando el elemento fe se introduce en la vida del cristiano:
¡No hay posibilidad de negociar sus valores y principios!
Permanecerá íntegro y fiel porque sabe que Dios está guiando su vida.
Por otro lado, Dios pronuncia una serie de “ayes” contra los soberbios, contra los que no viven por fe, sino que viven confiados en sí mismos.
Por fin, Dios estampa el último sello y dice:
HABACUC 2:20
“Mas Jehová está en su santo Templo: ¡calle delante de él toda la tierra!”.
¡Ese es el resumen de la fe!
Si el Señor está al mando, simplemente cierro los ojos y dejo que Dios dirija mi vida.
Si el Señor está a cargo, me quedo quieto para escucharle hablar.
Si el Señor está a cargo, permanezco firme y perseverante en todas las circunstancias.
Si el Señor está a cargo, antes de esperar que Dios cambie mis circunstancias, le permito que cambie mi forma de pensar.
Fue después de este momento en el que Habacuc cambió su visión de Dios, que comenzó a tener una visión diferente de sí mismo.
Este es el segundo concepto importante que debemos considerar hoy.
II – UNA VISIÓN CORRECTA DE DIOS NOS LLEVA A UNA VISIÓN CORRECTA DE NOSOTROS MISMOS
¡Sin una visión correcta de Dios, nunca tendremos una visión correcta de nosotros mismos!
Hoy vivimos una supervaloración del hombre que es incluso idolátrica. Nos miramos a nosotros mismos y nos creemos dioses. ¡Somos suficientes! ¡No necesitamos nada más que a nosotros mismos!
Pero cuando miramos a través de la Biblia quién es Dios, y quiénes somos realmente, empezamos a tener otra visión de nosotros mismos.
EFESIOS 2:1
“Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vues- tros delitos y pecados [...]”.
¡Y lo que nos queda por hacer después de esa clara visión es simplemente alabarle por quien es, por su poder y por el propósito que tiene para mi vida!
Fíjate cómo lo retrata el profeta:
1- Alabanza a la persona de Dios (Habacuc 3:3).
2- Alabanza al poder de Dios (Habacuc 3:16).
3- Alabanza debida a la fe (Habacuc 3:17-19).
HABACUC 3:17-19
“Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, aunque las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo, yo me alegraré en Jehová, me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová, el Señor, es mi fortaleza; él me da pies como de ciervas y me hace caminar por las alturas”.
Vale la pena tener fe en un Dios así.
Nuestra voluntad de encontrarnos con Dios en esta vida, no debe ser que construyamos una casa libre de tormentas, sino que levantemos una casa que ninguna tormenta pueda destruir.
“Un buen carácter es un capital de más valor que el oro o la plata. No lo afectan los pánicos ni los fracasos, y en aquel día en que serán barridas las posesiones terrenales, les producirá ricos dividendos. La integridad, la firmeza y la perseverancia son cualidades que todos deben procurar cultivar fervorosamente; porque invisten a su poseedor con un poder irresistible, un poder que lo hará fuerte para hacer el bien, fuerte para resistir el mal y fuerte para soportar la adversidad” (MJ, 294).
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