Textos bíblicos:
Gálatas 5:22 y 23; Efesios 4:31 y 32; Salmos 23:6.
Gálatas 5:22 y 23; Efesios 4:31 y 32; Salmos 23:6.
En Gálatas 5:22 y 23, el apóstol Pablo anuncia: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Hoy, nuestro fruto espiritual es la BONDAD y junto con ella viene la amabilidad, a las cuales representaremos con la naranja.
De los cítricos, la naranja es una de las más consumidas en el mundo ya sea en jugo o de forma natural. Famosa por ser una fuente de vitamina C, la naranja tiene variedades que generalmente son jugosas, sabrosas, nutritivas, especialmente las orgánicas. Además de la vitamina mencionada, la fruta contiene vitaminas A, B6, B12 y D, así como los minerales calcio, hierro, magnesio y potasio, todos ampliamente beneficiosos para la salud.
Independientemente de la variedad, la naranja es uno de los alimentos más saludables y nutritivos. Por tener un alto contenido de azúcar debe consumirse con moderación, aunque con regularidad.
Entre sus numerosos beneficios, podemos mencionar7:
Ayuda a combatir los resfriados y las gripes, por contener una gran cantidad de vitamina C, que es esencial para fortalecer el sistema inmunológico; proporciona energía al cuerpo porque tiene un alto contenido de fructosa; contiene fibras por lo que ayuda a prevenir el estreñimiento, favoreciendo un buen funcionamiento del tracto intestinal. Además, da saciedad.
Al tener un alto contenido de vitamina C, la naranja estimula la absorción de hierro en el organismo, favoreciendo la lucha contra la anemia; cuando se consume regularmente, favorece la absorción de colágeno, indispensable para la salud de la piel y las articulaciones, además de ayudar a combatir el envejecimiento; por su acción antioxidante, ayuda a prevenir los males causados por los radicales libres.
¿Has pelado naranjas para compartirlas mientras conversan al sol entre amigos o familiares?
Este pequeño gesto de bondad y amabilidad trae calidez, cercanía y crea vínculos. La bondad y la amabilidad deben estar presentes no solo en estos momentos, sino en todos los ámbitos de nuestra vida.
7. http://www.cpt.com.br
Desarrollo del tema
Según el diccionario, amabilidad significa: Característica o atributo de ser amable; ternura o delicadeza: “fue amable con él”; Palabra o comportamiento que revela educación, cortesía o delicadeza; educación, gracia o cordialidad.
Y según ese mismo diccionario, la bondad es: Generosidad, humanidad o benevolencia; tendencia natural o inclinación a practicar el bien; característica o atributo de la persona que es buena y honesta; decencia, nobleza, honor; cualidad de aquellos que poseen buena naturaleza o esencia; cortesía, delicadeza o educación; acto o postura de quien es amable y gentil.
Bondadoso y amable son dos adjetivos que están presentes cuando hablamos de personas generosas y gentiles. Recordamos fácilmente a amigos o familiares con estas características porque son agradables, serviciales, amables, educados y corteses. En la historia de la humanidad muchas personas se destacaron por su amabilidad y bondad hacia aquellos que sufrieron o fueron marginados. Tenemos algunos ejemplos como la Madre Teresa de Calcuta, Oskar Schindler y muchos otros. Si buscáramos en Internet encontraríamos actos de bondad practicados en nuestros días por diferentes tipos de personas en todo el mundo: personas que salvaron animales abandonados y maltratados; un maestro que visitó a su alumno en el hospital todos los días; jugadores y artistas que hacen donaciones financieras a ONGs y a campañas de niños con cáncer; bomberos y policías que salvan la vida de niños y ancianos en situaciones delicadas y de riesgo, entre otros. Sin duda, cada uno de nosotros conoce a personas con historias hermosas y emocionantes que involucran actos de bondad y amabilidad. Incluso en medio de un mundo marcado por la maldad, el abandono, el odio, las guerras y los conflictos, siempre encontraremos personas dispuestas a ayudar y hacer el bien. En la Biblia encontramos varios ejemplos de bondad: en 1 Samuel 25 leemos acerca de Abigail, una mujer sabia y de buen corazón que impidió que David hiciera algo muy malo. En el Nuevo Testamento encontramos a Dorcas, que era muy activa en la comunidad y trabajaba como costurera ayudando a los menos favorecidos. Era muy querida por sus hermanos en la fe.
La Biblia no solo cuenta de actos de bondad y amabilidad, sino de una vida ligada a la fuente de la cual emana todo el bien y la bondad. Podemos alcanzar ese ideal porque Dios nos modela a través de su Espíritu Santo. Para que estos frutos se vean reflejados en nuestra vida, el apóstol Pablo enseña la esencia de la bondad a los miembros de la iglesia de Éfeso: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. (Efesios 4:31, 32, NVI).
Pablo habla a los creyentes (tanto judíos como gentiles) porque todos ellos son parte de la familia de Dios y como tales, sus relaciones familiares deben estar basadas en los valores del reino de Dios. Esto significa renunciar a los pecados: amargura, indignación, ira, gritos, calumnias y malicia. Es necesario reemplazarlos con bondad, compasión y perdón al comportarse unos con otros, porque así es como Dios se relaciona con nosotros. Estas acciones, incluyendo la bondad, tienen como objetivo construir familias y desarrollar la unidad en el cuerpo de Cristo.
Jesús practicó la bondad todos los días de una manera muy audaz y radical para su tiempo. Su amabilidad frecuentemente se extendía a los marginados. Sanó a los leprosos, expulsó demonios y alimentó a las personas que tenían hambre. También sirvió amablemente a personas que tenían mucho poder financiero.
Se necesita un corazón puro para cultivar el fruto de la bondad. Debemos mostrar la bondad (piedad) de Cristo diariamente, como leemos en el Salmo 23:6: “Ciertamente la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. La bondad es tener el carácter de Cristo, por lo que no solo debemos practicar actos de bondad, sino convertirla en un estilo de vida.
¿Cómo podemos producir este maravilloso fruto de bondad para tener relaciones interpersonales armoniosas y felices?
1. Mantén la comunión con la fuente de la verdadera bondad y amabilidad
Busquemos mantener una comunión profunda, real, verdadera y constante con Cristo a través del estudio y la práctica de su Santa Palabra, la Biblia (Mateo 7:24-27).
2. Busca hacer por los demás lo que te gustaría que hagan contigo
La base de la ética de Jesucristo para las relaciones humanas, la encontramos en Mateo 22:39: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” y en Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Cristo nos manda a ser empáticos y a ponernos en el lugar del otro. Necesitamos ser sensibles a sus dolores, a sus preocupaciones, sus luchas y sus alegrías. De esta manera, podemos decidir cuál es la mejor acción o reacción ante estas circunstancias y otras que la vida nos presenta. Es necesario tener especial cuidado con los de nuestra familia porque, lamentablemente, es allí donde actuamos con mayor impaciencia e irritación.
3. Actúa con humildad
Nos encanta estar en presencia de personas que a pesar de su conocimiento, estatus o posición tratan a los demás con igualdad, respeto y atención. Personas así reconocen que todos somos diferentes. Los humildes no miran de arriba hacia abajo: si tuviera que hacerlo, se baja para mirar a las personas a la misma altura. Esto es amabilidad en esencia “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).
4. Interésate verdaderamente por los otros
La persona amable tiene un interés real por su prójimo al considerar sus necesidades y carencias, independientemente de quién sea la persona. También están dispuestos a ayudar y colaborar sin esperar algo a cambio, “cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha“ (Mateo 6: 3, NVI).
5. Busca lo mejor en el otro
Todas las personas tienen virtudes y debilidades, el amable lo sabe, pero él busca ver lo mejor que el otro es o puede llegar a ser. No se trata de ser ingenuo con relación a la otra persona, se trata de tener una percepción más optimista y positiva. El otro, a su vez, al darse cuenta de la bondad de alguien, luchará por convertirse en una mejor persona. Gracias a Dios porque él no solo mira lo que somos, él mira y ve en cada uno de nosotros lo que podemos llegar a ser gracias a su amor. “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). ¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado?” (Salmos 116:12, NVI).
6. Sé amable y educado con los más difíciles
En nuestro día a día nos toca convivir con personas difíciles, ya sea en casa, en el trabajo, en la iglesia, en el vecindario o en otras esferas de la vida. Siempre encontraremos personas que reaccionarán agresiva y nerviosamente cuando nuestra opinión y decisiones difieran de su opinión. Sin embargo, en medio de las tensiones, la persona amable busca la bondad y la educación antes que cualquier otra cosa. Esto no significa ser inmunes a los impactos de una relación difícil, también podemos enojarnos, pero si tenemos autocontrol y reaccionamos con amabilidad, la relación puede volverse más saludable.
Conclusión
Elena de White escribió que: “Todos los que se hacían súbditos del reino de Cristo, decía él, debían dar evidencia de fe y arrepentimiento. En su vida, debía notarse la bondad, la honradez y la fidelidad. Así también los seguidores de Cristo darán evidencia del poder transformador del Espíritu Santo” (DTG, 82).
Que podamos convertirnos en súbditos del reino de Dios todos los días y mostrarle al mundo el poder transformador de él provoca en nuestras vidas.
Llamado
Pide hoy ser transformado por el Espíritu de Dios, para que puedas ser un verdadero cristiano. Di en tu corazón: hoy elijo regar el fruto de la bondad y la amabilidad en mi corazón y en mi hogar. Al compartir una sonrisa o palabras de aliento con los miembros de tu familia, vecinos, compañeros de trabajo y amigos, que todos reconozcan que tú estás “viviendo por el Espíritu” (ver Gálatas 5:16) en lugar de vivir “por los deseos de la carne” (ver Gálatas 5:17), porque el Espíritu de Dios vive en ti.
Oración
Querido Padre Celestial, eres tan amoroso, bondadoso y bueno con nosotros todos los días. Ayúdanos a ser amorosos, amables y buenos el uno con el otro en cada oportunidad que tengamos. Que nuestras vidas sean un constante testimonio del poder transformador de Dios. Tú que eres amor y bondad, inspíranos a ser como tú. Que día a día, todas nuestras acciones sean expresiones de auténtica bondad y amabilidad, marcas distintivas que caracterizan a tus hijos dondequiera que estén. Oh, Padre, nunca permitas que nos desviemos del camino que nos lleva a ti. En el nombre de Jesucristo oramos y damos gracias. Amén.
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