“Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo” (1 Pedro 1:6 NVI).
“A plena luz del día, y al oír la música de otras voces, el pájaro enjaulado no cantará lo que su amo procure enseñarle. Aprende un poquito de esto, un trino de aquello, pero nunca una melodía entera y definida. Entonces el amo cubre la jaula y la pone donde el pájaro no oiga más que el canto que ha de aprender. En la oscuridad lo ensaya y vuelve a ensayar hasta que lo aprende, y prorrumpe en perfecta melodía. Después el pájaro es sacado de la oscuridad, y en lo sucesivo cantará ese mismo canto a plena luz. Así trata Dios a sus hijos. Tiene un canto que enseñarnos, y cuando lo hayamos aprendido entre las sombras de la aflicción, podremos cantarlo perpetuamente” (MC 374).
Fíjate en que el que lleva al pájaro a la oscuridad es el mismo dueño.
Es fácil entender que Satanás causa dolor, pero Dios mismo ¿participaría activamente en guiarnos a los crisoles do4nde experimentamos confusión o dolor?
I. POR UN CALLEJÓN SIN SALIDA
“Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová” (Éxodo 14:10).
¿Alguna vez caíste en una trampa, o te topaste con un callejón sin salida? A veces puede ser agradable, como cuando entras en una sala y descubres que un grupo de amigos te estaba esperando y todos exclaman: “¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!” Otras veces puede resultar bastante impactante, y hasta muy desagradable. Quizá tuviste compañeros agresivos en la escuela o un colega de trabajo que inesperadamente trató de hacerte quedar mal.
Desde el día en que los israelitas salieron de Egipto hasta que llegaron a la Tierra Prometida, “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche” (Éxo. 13:21). Dios mismo dirigió cada etapa de su viaje. Pero fíjate a dónde los condujo primeramente: a un lugar donde tenían el mar por delante, las montañas a ambos lados y al ejército de Faraón por detrás, a la vista de ellos.
¿Por qué a veces Dios nos conduce por el valle de sombra y de muerte?
Todos entendemos el principio que está detrás del hecho de que Dios permite que las pruebas nos purifiquen y nos refinen. Sin embargo, ¿cómo entendemos la situación en la que los juicios aparentemente carecen de valor? Por ejemplo, alguien muere instantáneamente en un accidente automovilístico.
Seguir “la columna” no nos asegura que seremos felices todo el tiempo. También puede ser una experiencia difícil, porque ser instruidos en justicia nos lleva a lugares que prueban nuestro corazón, que es muy engañoso por naturaleza (Jer. 17:9). Durante estas dificultades, la clave para saber si realmente estamos siguiendo a Dios no necesariamente es la ausencia de pruebas o dolor sino, más bien, nuestra disposición a que Dios nos instruya y la continua sumisión de nuestra mente y corazón a su dirección.
¿Por qué a veces es tan difícil confiar en Dios, por más que conozcamos muchas de las maravillosas promesas que él tiene para nosotros? Relata alguna situación difícil en la que crees que el Señor te condujo para enseñarte a “creer en él” y a “temerle”.
II. AGUAS AMARGAS
“Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin
por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en
Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese” (Éxodo 17:1).
Quizá no obtengamos de Dios todo lo que queremos, pero ¿no deberíamos
esperar recibir todo lo que necesitamos? No lo que pensamos que necesitamos,
sino lo que realmente necesitamos.
Había una cosa que los israelitas realmente necesitaban, y era agua. Inmediatamente después de que Dios guiara a los israelitas en el cruce del Mar
Rojo con la nube, ellos lo siguieron por el desierto caluroso y sin agua durante
tres días. Especialmente en el desierto, donde encontrar agua es fundamental, encontrar el lecho seco del río del valle de Refidim los había dejado consternados. La desesperación de ellos es comprensible. ¿Cuándo conseguirían el agua que
tanto necesitaban? Por cierto, la sed puede ser una tortura de la peor clase. Entonces, ¿a dónde los lleva Dios?
La columna se dirige a Mara, donde finalmente hay agua. ¡Debieron de haberse emocionado! Pero, cuando probaron el
agua, inmediatamente la escupieron porque era amarga. “Entonces el pueblo
murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?” (Éxodo 15:24). En varias ocasiones el pueblo había murmurado, pero ahora se quejó amargamente. Su queja reflejaba duda antes que fe. Los hijos de Israel tentaron a Dios al poner a prueba su paciencia y despertar su santa ira debido a su continua falta de fe y gratitud. Toda su historia de peregrinación por el desierto es una historia de provocación. Muchas veces tentaron a Dios en la soledad. Manifestaron una lastimosa falta de fe.
Luego, a los pocos días, Dios los vuelve a probar. No obstante, esta vez la
columna realmente se detiene donde no hay nada de agua. (Éxodo 17:1).
Leamos Éxodo 15:22 al 27; y 17:1 al 7. Lo que pasó en Refidim se trató de un motín, un levantamiento espontáneo para librarse de un jefe odiado a quien tenían por responsable de un sufrimiento intolerable. ¿Qué le reveló Dios a Israel acerca de sí
mismo en Mara y en Refidim? ¿Qué lecciones deberían haber aprendido?
"¿Está o no el Señor aquí con nosotros?" Éxodo 17:7. NTV
Masah (Tentación) Meriba (Murmuración) Mediante estos nombres, la incredulidad manifestada aquí continuaría recordándole a Israel la lección que Dios quiso enseñarle en esa ocasión. (Deuteronomio 6:16; Salmos 78:20; 95:8; 105:41)
¿Te planteaste
esta misma pregunta alguna vez? ¿Por qué? ¿Cómo te sentías y qué lecciones
aprendiste después de recibir respuesta? ¿Cuántas veces necesitamos recibir respuesta para dejar de cuestionarnos esto? A menudo hablamos de la tentación como algo individual, y así es. Al mismo tiempo, ¿existen tentaciones colectivas, de las que deberíamos estar precavidos como iglesia o como familia de la iglesia local? Pregunta si alguno está dispuesto a hablar de algún “lugar desagradable” al que lo llevaron. ¿Por qué resultó ser desagradable? Si tuviera que reconsiderar esas experiencias hoy, ¿las vería de otro modo?
III. EL GRAN CONFLICTO EN EL DESIERTO
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el
Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo” (Lucas 4:1, 2).
¿Qué lecciones puedes aprender de este relato sobre
cómo vencer la tentación y no ceder al pecado?
Las tentaciones pueden ser muy difíciles porque apelan a las cosas que realmente deseamos y siempre parecen surgir en los momentos de mayor debilidad.
Lucas 4 es el comienzo de la historia de la tentación de Jesús por parte de
Satanás, y llama nuestra atención a algunos temas difíciles. A simple vista,
pareciera que el Espíritu Santo lleva a Jesús a la tentación. Sin embargo, Dios
nunca nos tienta (Santiago 1:13); más bien, como hemos visto, Dios nos lleva a crisoles de prueba.
Lo notable de Lucas 4 es que el Espíritu Santo puede guiarnos
a momentos de prueba que implican que estaremos expuestos a las feroces tentaciones de Satanás. En esas ocasiones, cuando sentimos estas tentaciones con
tanta fuerza, podemos malinterpretar y pensar que no hemos estado siguiendo
a Dios correctamente. Pero, esto no necesariamente es así.
“Muchas veces, al
encontrarnos en situaciones penosas, dudamos de que el Espíritu de Dios nos
haya estado guiando. Pero fue la conducción del Espíritu la que llevó a Jesús al
desierto para ser tentado por Satanás. Cuando Dios nos somete a una prueba,
tiene un propósito que lograr para nuestro bien. Jesús no confió presuntuosamente en las promesas de Dios yendo a la tentación sin recibir la orden divina,
ni se entregó a la desesperación cuando le sobrevino la tentación. Ni debemos
hacerlo nosotros” (DTG, 102).
A veces, cuando estamos en el crisol, nos quemamos en lugar de purificarnos. Por lo tanto, es muy reconfortante saber que, cuando caemos en tentación, podemos volver a tener esperanza porque Jesús se mantuvo firme. Lo
bueno es que Dios no nos abandona ni se olvida de nosotros, porque Jesús es
quien carga con nuestros pecados. Él pagó el castigo por nuestra incapacidad
de soportar esa tentación (cualquiera que sea), porque pasó por un crisol peor
que el de cualquiera de nosotros. Hay esperanza, incluso para el “primero” de
los pecadores (1 Timoteo 1:15).
¿Qué tentaciones enfrentas ahora? Dediquemos un tiempo a orar. Pide al Señor que te
enseñe a poner en práctica las lecciones del ejemplo de Jesús en tu vida. Oremos unos por otros, para que cada uno pueda fortalecerse para soportar las pruebas y ser fiel.
Recuerda, ¡no necesitas sucumbir a la tentación, nunca! Recuerda también que, si caes,
tienes a un Salvador.
En Éxodo 17 encontramos el relato de la Batalla contra Amalec que nos enseña que la oración intercesora define las batallas más cruciales. El Reino de Dios solo avanza en manos de un pueblo que batalla en oración. en este relato se nos revelan 5 instrucciones para vencer en las batallas espirituales:
1. Éxodo 17:8, 9. Orar mientras los soldados están en el campo de batalla
2. Éxodo 17:9. Orar con la vara de Dios que equivale a orar con una autoridad superior a la nuestra, apoyados en las poderosas promesas y profecías bíblicas.
3. Éxodo 17:11. Debilitarse en la oración lleva a perder la batalla. (Mateo 26:40-45)
4. Éxodo 17:12. Orar solos es insuficiente: Se precisa de un equipo que respalde la intensidad de la batalla.
5. Éxodo 17:13-16. Registrar las victorias recibidas fortalecerá la fe para futuras batallas.
IV. UN LEGADO QUE PERDURA
"En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo." 1 Pedro 1:6, 7.
¿Qué es lo que dice Pedro?
Pedro escribe a gente que estaba pasando por dificultades y que a menudo se
sentía muy sola. Escribió “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia” (1 Pedro 1:1). Esta es la zona que conocemos hoy como
Turquía occidental. Unos versículos más adelante, Pedro expresa que sabe que
están “afligidos en diversas pruebas” (1 Pedro 1:6).
¿Qué quiere decir Pedro con “expatriados de la dispersión”? ¿Cómo
podría eso intensificar sus pruebas?
Ser cristiano en aquella época era algo nuevo; los creyentes eran pocos y
estaban diseminados en diversos lugares donde claramente eran una minoría
que, en el mejor de los casos, era incomprendida; y en el peor, perseguida. Sin
embargo, Pedro les asegura que estas pruebas no son azarosas ni caóticas (1 Pedro 1:6, 7). La fe auténtica es la meta de quienes perseveran “en diversas pruebas”.
¿Qué garantía fundamental busca dar Pedro a estas
personas en medio de sus pruebas? ¿Qué significa esta esperanza para
nosotros también? Independientemente de cuáles hayan sido esas pruebas y sufrimientos, ¿qué
punto de comparación tienen con la Eternidad que les espera cuando Cristo
regrese?
Las palabras de Pedro para ellos son las palabras de Dios para nosotros,
más allá de lo que enfrentemos. A pesar de lo difíciles o dolorosas que sean
nuestras pruebas, nunca debemos perder de vista el fin último: la vida eterna
en un cielo nuevo y una Tierra Nueva, sin dolor, sufrimiento ni muerte. Con esa
promesa ante nosotros, una promesa garantizada por la muerte de Jesús, cuán
importante es que no perdamos la fe, sino que, en medio de las pruebas, pidamos
al Señor que nos limpie de todo lo que obstaculice el camino de nuestra fe.
V. EL FUEGO DE PRUEBA
Un joven, al que llamaremos Alex, había vivido una juventud muy problemática: drogas, violencia, incluso algún tiempo en la cárcel. Pero luego, gracias
a la bondad de un miembro de la iglesia local (a quien Alex había robado), el
joven conoció a Dios y entregó su corazón a Jesús. Aunque todavía tenía sus
problemas y luchas, y aunque todavía quedaban elementos de su pasado, Alex
era una nueva persona en Jesús. Amaba a Dios y buscaba expresar ese amor al
obedecer sus mandamientos (1 Juan 5:1, 2). En determinado momento, Alex sintió
la impresión de que debía ser pastor. Todo apuntaba a eso. Estaba respondiendo
al llamado de Dios, sin ninguna duda.
En la universidad, las cosas fueron bien al comienzo. Luego, una tras otra
las cosas le empezaron a ir mal, y su vida comenzó a desmoronarse. Su fuente
de dinero comenzó a agotarse; un amigo íntimo se puso en su contra con acusaciones que, si bien eran falsas, dañaron su reputación. Además, se enfermaba
seguido; nadie sabía qué tenía, pero esto afectó sus estudios hasta el punto en
que temió tener que abandonarlos por completo. Para colmo, tenía una lucha
terrible contra las drogas, que se conseguían fácilmente en la comunidad local.
En un momento, incluso cayó en ese asunto. Alex no podía entender por qué
estaba sucediendo todo esto, especialmente porque estaba seguro de que el
Señor lo había guiado hasta esa institución. ¿Se equivocó Alex en eso? Toda su
experiencia con Dios ¿fue un gran error? Hasta los elementos más básicos de su
fe estaban en duda.
Imagina que, en medio de esta crisis, Alex se te acerca y te pide un
consejo. ¿Qué le dirías? ¿Qué experiencias personales has tenido que lo
puedan ayudar? ¿Qué versículos de la Biblia usarías?
¿Cuán útiles podrían
ser los siguientes versículos en esa situación?
Proverbios 3; Jeremías 29:13;
Romanos 8:28; 2 Corintios 12:9; Hebreos 13:5.
Casi todos los que siguen al Señor han tenido crisis durante las cuales se vieron tentados a dudar de la dirección de Dios. Lo importante en esas situaciones
es aferrarse a las promesas, recordar la dirección de Dios en el pasado, y orar
pidiendo fe y perseverancia. El Señor nunca se dará por vencido con nosotros.
La pregunta para nosotros es: ¿Cómo hacer para no sucumbir a la tentación de
renunciar a él?
CONCLUSIÓN
¿Conoces a alguien que se haya extraviado por enfrentar pruebas? Si es así, ¿qué podrían hacer como clase de manera muy tangible para ayudar a esa persona a volver?
"Moisés siempre llevaba sus dificultades al Señor (Éxodo 15:25; 32:30; 33:8; Números 11:2, 11; 12:13; 14:13-19; etc.) Por experiencia propia había aprendido a tener confianza implícita en Aquel que lo había llamado a ser el jefe de su pueblo, y siempre que llegaba al límite de la sabiduría humana, encontraba un auxiliador siempre listo" 1CBA, 595.
“Pero en la antigüedad, el Señor guió a su pueblo a Refidim, y quizá decida
llevarnos allí a nosotros también, para probar nuestra lealtad. No siempre nos
lleva a lugares agradables. Si así fuera, en nuestra autosuficiencia nos olvidaríamos de que él es nuestro Ayudador. Él anhela manifestarse ante nosotros y
revelarnos las abundantes provisiones que tenemos a nuestra disposición, y
permite que nos lleguen pruebas y desilusiones para que nos demos cuenta de
nuestra impotencia y aprendamos a pedirle ayuda. Él puede hacer que fluyan
corrientes refrescantes de la dura roca. Nunca sabremos, hasta que estemos
cara a cara con Dios, cuando veremos como somos vistos y conoceremos como
somos conocidos, cuántas cargas llevó él por nosotros y cuántas cargas habría
deseado llevar, si, con la fe de un niño, se las hubiéramos dado a él” ( Elena de
White, Advent Review y Sabbath Herald, “Rephidim”, 7/4/1903).
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