La codicia es definida como el deseo vehemente de poseer muchas cosas, especialmente riquezas o bienes. La Biblia la considera como un pecado y hasta la señala como idolatría. Es por este motivo que el cristiano debe huir de los lazos tentadores de la codicia, ya que puede perjudicar su caminar espiritual y llevarlo a la ruina eterna. La dadivosidad es el principal antídoto para la codicia, por esta razón Dios instituyó el sistema de diezmos y ofrendas para enseñar a ser desprendido y a reconocer su soberanía.
“Los hombres nunca serán probados por tentaciones tan poderosas como las que asaltaron a Cristo; y sin embargo Satanás consigue éxito al asediarlos... Cristo resistió a Satanás mediante las Escrituras... Si los cristianos estudiaran y obedecieran las Sagradas Escrituras, recibirían poder para hacer frente a la tentación del astuto enemigo; pero la Palabra de Dios es descuidada y como consecuencia de esto se producen desastres y derrotas” (CMC, 210).
“En eso consiste el peligro de las riquezas para el hombre avaro; cuanto más gana tanto más difícil se hace para él ser generoso. Entregar una parte de sus posesiones es como si perdiera la vida; y por lo tanto se aparta de las atracciones de la recompensa eterna a fin de retener y aumentar sus posesiones terrenales” (CMC, 211).
3. ¿Qué peligro existe al confiar en las riquezas como fuente de seguridad y poder?
“Podéis acumular todo lo que deseáis, podéis conservarlo con todo el celoso cuidado de que seáis capaces, y a pesar de esto Dios puede dar la orden y en unas pocas horas un fuego que nadie podría apagar puede destruir lo que se ha acumulado durante toda la vida y convertirlo en un montón de ruinas humeantes. Podéis dedicar todos vuestros talentos y energías a la tarea de acumular tesoros en la tierra; ¿pero de qué os servirá́ todo esto cuando se acabe vuestra vida o cuando Jesús venga?” CMC, 224
“El pueblo de Dios está a prueba ante el universo celestial; pero la escasez de sus donaciones y ofrendas y la debilidad de sus esfuerzos en el servicio de Dios los señalan como infieles” (CMC, 215).
5. ¿Qué consejo es oportuno cuando hay prosperidad?
“Algunos, cuando están en la pobreza, son generosos con lo poco que tienen; pero a medida que adquieren propiedades se vuelven avaros. Tienen muy poca fe, porque no siguen adelantando a medida que prosperan, y no dan a la causa de Dios hasta el sacrificio” (1JT, 466).
6. ¿Qué se encuentra en contradicción con nuestra fe y creencias?
“El espíritu de lucro, de llegar a rico en el menor tiempo posible, de mundanalidad absorbente, está en penosa contradicción con nuestra fe y doctrinas. Si el Señor quisiera impartir su Espíritu Santo y si procurara reavivar su obra, ¿cuántos anhelarían recibir el maná celestial, y cuántos anhelarían beber las aguas de vida?” (CMC, 230).
7. ¿Qué promesa debemos recordar siempre?
Reconociendo que la codicia es un pecado muy desagradable ante la vista de Dios, decido colocar a Dios en el primer lugar de mi vida para que el Señor controle y administre todo lo que soy y todo lo que tengo.
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