“Porque el amor de Cristo nos constriñe [...]” (2 Corintios 5:14).
Ilustración
Algunas celebridades del mundo artístico son clasificadas como personas que aman a Jesucristo apasionadamente, entre ellas Tom Hanks y Denzel Washington. Pero, ¿qué significa amar a Jesús? Algunas de las características que hicieron que esas personas fueran clasificadas así son: no tener vergüenza de compartir su fe, cantar canciones cristianas, ir a la iglesia semanalmente, hacer el culto familiar y tener un matrimonio cristiano. ¿Será que eso es todo? Algunas de esas celebridades incluyen a Dios en sus planes, atribuyen sus éxitos a la fe en Dios y van a la iglesia regularmente además de compartir su jornada de fe, buscar inspirar a otros que estén luchando con la duda y agradecer a Dios por todos sus éxitos.
¿Será que las personas que conocen su vida lo clasificarían a usted en una lista de los que aman a Cristo? ¿Cómo podemos amarlo más?
Introducción
Lo que más necesita un cristiano es amar a Cristo. Y eso no es difícil. El secreto está en obtener la victoria al darle prioridad a una relación de amor con él. Todos queremos amarlo y nos despreciamos a nosotros mismos porque no lo amamos más. Pero, ¿qué dice? ¿Ama usted a Cristo?
Todos estamos de acuerdo con el hecho de que lo más precioso que tenemos en la vida son las relaciones interpersonales. Eso es así porque fuimos creados para amar y ser amados. Pero hay algo que compite muy seriamente con esa necesidad básica: las relaciones interpersonales demandan tiempo y la verdad es que nunca antes vivimos con tan poco tiempo como hoy.
Por otro lado, ¿ha percibido que siempre encontramos tiempo para lo que real- mente nos interesa? Nunca estamos demasiado ocupados para pasar tiempo con las personas que realmente amamos. Cuando nos ocupamos demasiado es una señal de que algo no está bien.
En la vida cristiana no es diferente. Si no estamos pasando tiempo de forma diaria y regular para relacionarnos con Cristo, es porque en realidad no lo amamos mucho. No es porque estamos muy ocupados que no dedicamos tiempo de calidad a Jesús, sino muy probablemente, porque no lo amamos lo suficiente. No tener tiempo para pasar con Jesús significa que todo lo que hicimos hoy fue más importante que él.
En la vida, cuando amamos mucho a alguien, queremos estar cerca de esa persona, y ella será nuestro tema favorito, después de todo, no podemos vivir sin hablar de las personas que más ocupan nuestro pensamiento. Así, si amamos a Cristo, pasamos tiempo con él y él se vuelve el tema central de todas nuestras conversaciones.
Si lo que necesitamos es amar más a Jesús, ¿qué nos ayudaría a alcanzar este objetivo? ¿Será que la mayoría de nosotros lo ama mucho realmente? Usted, ¿lo ama mucho? Mire, si lo amamos, tenemos tiempo para él. Quien ama, encuentra tiempo para alimentar el amor. De la misma forma, debemos separar tiempo regularmente para pasar con Jesús, sentados a sus pies diariamente, y quien ama sabe describir la persona que es el centro de sus mejores afectos y el motivo de inspiración de su vida.
¿Cuáles son los motivos que nos llevan a amar a una persona? La Biblia nos dice que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero”. ¿Y qué significa eso?
Significa que incluso antes de que existiéramos, él ya había pensado en nosotros, y conociendo nuestra vida y nuestra suerte, él preparó un plan para rescatarnos, aunque no supiésemos de eso. ¿No es maravilloso?
Como si eso no bastara, ese plan incluía la actitud más impensable, que alguien pudiera someterse por amor a quien quiera que fuese. Él dejó el cielo, vino a esta Tierra y, como parte de su plan, enfrentó una cruz que debería haber sido nuestra. Jesús “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8) Nada podría atraernos más a Cristo que su acto de entrega en la cruz. ¿Por qué la cruz carga tanto significado en nuestra cultura? Veamos algunas verdades relaciona- das a la cruz que pueden ayudarnos a amar a Jesús cada vez más.
El Cordero de Dios puede perdonar cada pecado
El gran dilema del cristiano es descubrir cómo amar más a Cristo y eso es tan serio que muchos de nosotros elegimos trabajar para él en lugar de amarlo. La vida y personalidad de Juan, quien lo amaba mucho, fueron por ese amor. En sus escritos, él no solo describe a Jesús, sino que lo presenta de forma amorosa, demostrando el amor del Maestro y su propio amor por él. Para convencer a las personas del amor de Cristo, Juan nos invita a mirar la descripción de una de las cosas más amorosas que Jesús ha hecho: el calvario.
El calvario tiene la capacidad de llevarnos a amar a Cristo y, proporcionalmente a eso, quien lo ama, entiende el calvario. Por lo tanto, cuando entendemos lo que ocurrió en el calvario, realmente amaremos a Jesús. Hay muchos símbolos de la muerte de Cristo, pero la cruz es uno de los mejores.
Juan dice que Jesús fue al calvario como el cordero sacrificial para perdonar pecados. “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Uno de los símbolos que se destacan en el calvario es el del cordero sacrificial, que quita el pecado del mundo.
Estamos hablando sobre aprender a amar a Jesús. ¿Será que ayudaría si dijéramos que el Cordero de Dios puede perdonar cada pecado de su vida? Nuestros pecados, a veces, parecen demasiado grandes, el perdón parece imposible para esos pecados más egoístas y estúpidos que practicamos. Pero cuando percibimos que la sangre de Jesús es capaz de limpiar los pecados de todo el mundo, ya no tenemos razones para dudar que él puede limpiar nuestros pecados. ¡Dios no se cansa de amar! Y si Jesús puede quitar los pecados de todo el mundo, amigo mío, él puede quitar los suyos hoy.
Nuestro temperamento y nuestras debilidades ya no son un problema
¿Será que descubrir que usted no necesita estar preocupado por su temperamento salvaje o con su lengua afilada lo ayuda a amar más a Jesús? ¿Que usted no fue designado para ser un esclavo de sus debilidades en la vida?
Juan dice que Jesús fue al calvario no solo como un cordero sacrificial para perdonar los pecados, sino también como el cordero pascual para liberarnos de las amarras del pecado. “Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ‘¡He aquí vuestro Rey!’” (Juan 19:14). Preparación significaba el día de prepa- ración para el sábado o para una fiesta que coincidía con el sábado, en este caso, la Pascua. Así, Jesús fue crucificado en ocasión de la Pascua.
¿Recuerda la primera Pascua? Cuanto más Israel intentaba liberarse del cautiverio, mucho más se hundía en él. Era tiempo de salir de Egipto. Todas las señoras estaban ocupadas preparando las maletas, todos estaban apresurados, de un lado para otro. Era hora de partir y Dios dijo: “¡Siéntense! Hay tanto para hacer, pero yo mismo lo haré. Siéntense”. Dios hizo que el pueblo se sentara para participar de la Pascua porque en medio de aquella confusión y de correr de acá para allá, Dios quería que ellos entendieran que el Cordero era la salida. No era su lucha, sino la del Cordero.
Pensamos que, en el calvario, Jesús solo hizo que el perdón fuera posible. En realidad, en el calvario, Jesús hizo posible la liberación de las amarras del pecado. El pecado es como la arena movediza, cuanto más intentamos liberarnos, más nos hundimos. Cuanto más intentamos vernos libres del pecado, más desanimados estamos y cuanto más pecamos, más descreídos. Tal vez sea tiempo de dejar de luchar contra nuestras debilidades y comenzar a confiar en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
En el calvario, Jesús no solo hizo posible el perdón para los pecados del pasado, sino también la victoria sobre el pecado en el futuro. Jesús no solo pagó el precio por el pecado, sino que también obtuvo la victoria sobre el pecado. Los brazos de la cruz apuntan en dos direcciones, no solamente haciendo provisión por el pasado, sino también por el futuro. No solo por los pecados cometidos, sino también por las debilidades constantes de la vida, ya sean un temperamento débil, un hábito enfermizo o una len- gua afilada. El problema que la mayoría de nosotros tenemos es que creemos en una cruz de una sola dirección, de un solo brazo.
Mirar a Cristo en la cruz trae vida
Jesús fue al calvario como una serpiente. Él fue al calvario como una serpiente para curar a los heridos por el pecado. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).
El pueblo de Israel en su viaje hacia la Tierra Prometida había partido del monte Hor, por el camino del Mar Rojo, y se volvió muy impaciente. Y cuando el pueblo se volvía impaciente, simplemente murmuraba, se quejaba y criticaba, y esta vez el pueblo habló contra Dios y contra Moisés. “‘¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano’. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: ‘Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes’. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: ‘Haz- te una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá’. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Numeros 21:5-9).
Pero, el símbolo de la serpiente de bronce, además de librarnos del pecado, deja en claro que también nos libra de la muerte. Hay vida y salvación expresadas en este símbolo que representa el sacrificio de Jesús. El pueblo de Israel simboliza al pueblo de Dios hoy, que aun en su caminar hacia el cielo, nació en pecado y no hay cómo librarse de la muerte, porque la Escritura afirma que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Nuestra vida depende de la salvación que solo puede venir de quien murió en nuestro lugar y esa dádiva es la gracia. Para ser curados de esa maldición, tenemos que mirar al sacrificio de Jesús, así como el pueblo de Israel miraba a la serpiente para ser curado y vivir. Ese es el don gratuito, la gracia maravillosa, no hay nada que podamos hacer además de eso. La serpiente simboliza el pecado que mata y destruye. Todo israelita que tuvo parte en el pecado, pero reconoció su condición y miró a la serpiente de bronce que hizo Moisés, vivió.
Hoy, cuando pecamos, imaginemos que tenemos que mirar al Señor Jesucristo, el santo dador de la vida para ser perdonados y curados del mal. Parece no tener sentido mirar a una serpiente que simboliza el pecado para ser curados del pecado. Pero esta asta con la imagen de la serpiente venenosa que fue levantada para curar a los heridos por el pecado representa a Jesús, quien se hizo pecado por nosotros, cargando nuestras culpas y dándonos el perdón. Todo lo que tenemos que hacer es mirarlo a él. Al verlo en esa condición, seremos curados y tendremos vida de quien es la vida y que murió en nuestro lugar.
El ser humano no puede hacer nada, a no ser mirar a ese símbolo del pecado. Jesús en la cruz asumió el papel del pecado que mata y destruye. Jesús fue molido y muerto. Ese es el resultado de nuestra condición de pecado. Basta con mirar, basta creer, y Aquel que es amor y vida extenderá los brazos a todos los que quieran vivir.
Testimonio
El encuentro de Luiz Amaral de Araújo con la cruz de Cristo resultó en un milagro en su vida. Antes de ese encuentro, él podía, en un solo día, beber alcohol, fumar marihuana, cocaína, crack y repetir ese ritual infeliz por 10 o 15 días seguidos. Frecuentando todo tipo de tribu urbana, él buscaba alguna alternativa para su vida, alguna manera de salir del barro, algún camino que lo llevara a Dios, pero él recién se encontró con Cristo después de 15 años de mucha locura. Un día, en contacto con DVDs que presentaban el amor de Cristo en la cruz del calvario, él no se resistió y fue atraído por Jesús. La comprensión de la cruz, lo llevó a amar a quien se entregó para limpiarnos de nuestros pecados. Hoy, él es la prueba de que, cuanto peor que sea la situación en la que el ser humano pueda encontrarse, mayor es el milagro que la cruz puede realizar.
Ponga su mirada en Jesús, pase más tiempo con él, hable más sobre él, oiga más su voz y conozca más de su voluntad a través de la oración y de la lectura de la Biblia, ponga en él su esperanza, porque en él está la vida.
Llamado
Pídale a Dios que lo ayude a priorizar un tiempo especial para estar con Cristo. Crea que el Cordero de Dios puede limpiar su vida de sus pecados.
Tenga en mente que la muerte de Cristo hizo posible el perdón de los pecados del pasado y la victoria sobre sus debilidades y condición pecaminosa.
Eleve sus ojos a Cristo. Él se hizo pecado por usted y cargó sus culpas, ofreciéndole el perdón.
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