“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Mateo 6:33.
Ilustración
Cierta vez le hicieron una entrevista a Phyllip Wendala, un destacado escritor inglés de biografías. Algunos periodistas querían que les explicara los desafíos y los problemas que enfrentaba en el arte de escribir biografías. Básicamente querían saber cómo lograba transmitir no solo datos históricos de la celebridad sobre la que escribía, sino cómo conseguía información sobre la personalidad y el carácter de esa persona.
Él respondió: “No es muy difícil descubrir lo que una persona hizo, pero es extremamente complicado describir qué tipo de persona era”. Así, contó la historia de cuando estaba escribiendo la biografía del Duque de Wellington de Inglaterra. “No fue muy difícil descubrir lo que realizó el gran general británico. Pero para descubrir la filosofía de vida y lo que creía fue necesario algo más.
“El gobierno británico permitió que tuviera acceso a los viejos cofres que contenían sus pertenencias. Allí encontré sus talonarios de cheques, y a medida que leía los talones de la izquierda de sus cheques, quedaban evidentes sus prioridades y sus principales preocupaciones. Pude descubrir así quién era y las cosas que realmente amaba”.
Nuestras prioridades revelan quiénes realmente somos. Nuestras elecciones revelan lo que amamos, porque dirigen nuestras acciones y establecen nuestro rumbo.
Introducción
La vida está formada por elecciones, elecciones insignificantes, casi automáticas, y elecciones grandes, importantes y vitales. Lo que decidimos está basado en nuestra escala de valores, en lo que más dedicamos atención y apreciamos. En general, las elecciones no son fáciles, especialmente cuando sabemos que un paso en falso puede traernos consecuencias desastrosas.
En las reuniones escolares, políticas o empresariales es común oír: “Vayamos primero a lo más importante, vayamos a las prioridades”. Prioridad es lo que decidimos que esté en primer lugar. Basados en lo que elegimos, ¿que estará en primer lugar en nuestra vida? ¿Será que estamos eligiendo lo que realmente nos gustaría? ¿Priorizamos lo que realmente importa?
Si dice que lo más importante para usted es su familia, pero no le dedica tiempo, no la pone en primer lugar en la lista de sus prioridades, tal vez esté queriendo decir que le gustaría que su familia fuera lo más importante, pero por ahora todavía no lo es. Existe un abismo entre las buenas intenciones y las verdaderas realizaciones, entre las palabras y las acciones. Cómo y dónde elegimos gastar nuestra salud, tiempo, dinero y talentos revelan nuestra esencia.
Para Dios, nuestro derecho de elección es extremamente importante, porque mide al hombre por lo que este pone en primer lugar.
Es muy común tomar la decisión de buscar a Dios y las cosas sagradas, pero no siempre lo ponemos en primer lugar. Hoy, más que nunca, vivimos en una era aterradora. Sentimos que estamos en peligro en todo momento. Las amenazas vienen de todos lados y buscamos a Dios por protección, orientación y auxilio. No hay momento más propicio para clamar a Dios que cuando las enfermedades nos afligen y amena- zan la vida. Esa búsqueda no necesariamente significa que Dios está en primer lugar en nuestra vida, sino que queremos su ayuda en momentos extremos.
Creemos que la mayoría de las personas que viven en Brasil ya han escuchado hablar de Jesús y se considera cristiana. Pero, decidir poner a Cristo en primer lugar en la vida es otra historia. Cuando nos encontramos en situaciones difíciles, nuestra tendencia es clamar a Dios por una solución, buscarlo y esperar que de alguna forma intervenga en nuestra ayuda. Es importante saber que él escucha nuestra oración y nos ayuda, pero es importante también saber que Dios quiere que lo busquemos no solo cuando nuestra vida tiene problemas.
En la Biblia no encontramos la palabra prioridad, pero podemos encontrar con relativa facilidad el tema de las prioridades. Las palabras primero y primeramente nos ayudan en relación con eso. Veamos tres lecciones del uso que la Biblia hace de la palabra primero:
1a lección: Cristo pone al pecador en primer lugar
No creo que sea coherente como cristianos buscar a Jesús solo cuando nos conviene. Pero, aun así, Cristo viene en nuestra ayuda y ¿sabe por qué? Porque a pesar de que el pecador se pone a sí mismo en primer lugar, Cristo pone al pecador en primer lugar. Nosotros somos una prioridad para Cristo. En el evangelio de Marcos, en el capítulo 16 y versículo 9, leemos: “Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios”.
Jesús apareció primero a María Magdalena. Jesús estaba vivo, triunfante, libre de la muerte; recién había salido de la tumba prestada. El clímax del ministerio de Jesús se había cumplido. Ahora necesitaba anunciar la vida y la gloria de la salvación al mundo. ¿Cómo eligió Jesús hacer ese anuncio? ¿A través del gobierno de Roma? No. ¿A través de los líderes de la iglesia? No. ¿Por qué eligió Jesús anunciar su resurrección a través de una prostituta convertida? Para que todas las personas en todas las edades supieran que, para Cristo, los pecadores vienen en primer lugar.
Dios mide al hombre por lo que pone en primer lugar. Jesús, el Salvador del mundo pone a los pecadores en primer lugar.
2a lección: El pecador se pone a sí mismo en primer lugar
No sé si usted lo sabe, pero la mayor batalla que enfrentamos es la batalla contra el egoísmo y la codicia. La codicia y el egoísmo están al frente de todo problema espiritual. Satanás nos mantiene egoístas y codiciosos por naturaleza. Él nos ofrece la excusa más aceptable para que nos pongamos nosotros en primer lugar. Él nunca nos palmea el hombro y dice: “Tienes que ser egoísta”. Solo nos dice que es mucho más sensato hacer las cosas de la manera que él nos sugiere, y nosotros no reconocemos que estamos siendo egoístas, o sea, nos ponemos a nosotros en primer lugar.
Jesús nos contó una historia sobre eso. Está registrada en Lucas 9:59, 60: “Y dijo a otro: ‘Sígueme’. Él le dijo: ‘Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre’. Jesús le dijo: ‘Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios’”. Vea lo que esa persona le dijo a Cristo: ‘Señor, te voy a seguir, pero todavía no. Cuando tenga suficiente tiempo, te lo dedicaré a ti’. “Señor, cuando tenga bastante dinero, también voy a ofrendar bastante”. ¿Será que eso sucede hoy también? Si usted espera tener un tiempo extra, dinero extra, o que llegue la ocasión perfecta, su día de darle prioridad a Cristo nunca llegará porque nunca tendrá nada extra. La vida se ocupará de mantenerlo ocupado con lo que no es prioridad para que usted nunca se sienta satisfecho.
Cristo dice: “Sígueme”. “Venid en pos de mí”. Pero con relativa frecuencia respondemos: “Todavía no, Señor”. Sabemos que las personas que dedican a Dios lo que le sobra, en general nada dedican, porque la vida siempre las mantiene ocupadas con lo que no es pan. La gente que dedica a Dios lo que les sobra, en general nada dan, porque es una ley general de la vida que nada sobre. Tenemos que planear y asumir que Dios ocupará el primer lugar en nuestra vida.
La conclusión a la que llegamos es que Jesús siempre quiso enfatizar que Dios mide al hombre por lo que pone en primer lugar. Cristo pone al pecador en primer lugar. La tendencia natural de los pecadores es ponerse a sí mismos en primer lugar.
3a lección. El cristiano pone a Cristo en primer lugar
En Mateo 6:33 encontramos una afirmación de Jesús: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. ¿Qué debe buscar el cristiano? El versículo dice que el reino. ¿Cómo lo logramos? A través de la justicia de Cristo. ¿Cuáles son los beneficios que alcanzaremos? Todas estas cosas os serán añadidas. ¿Y cuál es la condición? “Buscad primero el reino”.
Cuando Dios pasa a tener importancia en nuestra vida, el versículo: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”, asume un sentido mucho más amplio. La característica que distingue al verdadero cristiano es que este pone a Cristo en primer lugar. Aquí vemos a un Dios que está interesado y también ve el valor de las cosas materiales. Hay algunas religiones que afirman que la fe debe estar basada en un completo rechazo de las cosas materiales. Dios no nos enseña eso, él reconoce su valor y toma para sí la responsabilidad de añadirnos las cosas que necesitamos.
Ser cristiano no es simplemente buscar el reino de Dios, sino buscarlo en primer lugar. A partir de ahí, todas las cosas que necesitamos nos serán añadidas. Eso es lo que el salmista quiso decir cuando afirmó en el Salmo 37:4 “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. No está mal tener cosas, a menos que asuman el lugar reservado a Dios en nuestra vida, o sea, el primer lugar. Si usted pone a Jesús en primer lugar en su vida, él está tan interesado en usted que le suplirá las demás necesidades.
Ser cristiano no solo es buscar el Reino de Dios. La mayoría de las personas buscan el reino. Pero, el cristiano busca el Reino de Dios en primer lugar.
Finalmente, poner a Jesús en primer lugar en nuestra vida, produce resultados compensadores porque el Señor es nuestro pastor y nada nos faltará. Esa actitud pue- de hacer que nuestra iglesia sea mejor todavía, un enfoque modelo, pues prioriza la fe. “Los que ponen a Cristo en primero, en último y en el mejor lugar de su vida, son las personas más felices del mundo”.
"Dios tiene derecho a lo primero de todo lo que poseemos:nuestra vida, nuestros afectos, nuestras facultades físicas, mentales y espirituales, nuestro servicio, nuestra propiedad." 1CBA, 1021.
¿Qué tipo de prioridad dejamos traslucir al relacionarnos en nuestro hogar, traba- jo, iglesia o comunidad? Si hacemos nuestro trabajo sin el destello del amor de Cristo, si miramos a nuestro prójimo solo como uno más, si trabajamos demasiado al punto de descuidarlo, estaremos lejos del ideal de ser iguales a Cristo, quien nos puso en primer lugar a pesar de ser pecadores. Poner a Cristo en primer lugar significa poner al prójimo en primer lugar también, pues amaremos a Jesús por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
A partir de ahí, viene la invitación: acepte a Jesús ahora, como usted esté. Eso significa priorizarlo, ponerlo en su debido lugar, al principio de nuestra lista. No espere más. Recuerde que para Jesús usted es muy importante, pues él murió por usted, ¿y sabe por qué? Porque lo ama y lo valora. Él abandonó el Cielo para salvarlo porque usted es muy importante para él. Sí, Jesús es importante para usted también, pero solo eso no es suficiente. Él quiere ser la persona principal en su vida. ¿Cuál es su respuesta?
Testimonio
Audiclere de Sousa Silva, pernambucana de Caruaru, Brasil, es hija de una familia de buena posición y muy religiosa y tradicional. Cuando era niña, asistía a las misas con regularidad y comulgaba diariamente. Después de adulta, la invadió una tristeza muy grande y comenzó a cuestionar los fundamentos y la práctica de su fe. Entonces, comenzó a estudiar la Biblia con más profundidad y comprendió que Dios esperaba que ella lo pusiera en primer lugar. Ser una persona religiosa no era suficiente. Así, decidió poner a Cristo en primer lugar en su vida y sus actitudes comenzaron a corresponder con sus nuevas convicciones. A partir de entonces, su experiencia fue otra. Con una fe firme y vibrante, hoy puede decir que Dios suplió todas sus necesidades a lo largo del camino y tiene fe de que continuará proveyéndole lo necesario.
Llamado
¿Está dispuesto a tomar una gran decisión en favor de Cristo? ¿Quiere ponerlo en primer lugar en su vida y experimentar la promesa de que suplirá todas sus necesidades?
Seguramente hay mucho miedo e inseguridad involucrados cuando hablamos de soltar las riendas de nuestra vida, pero ese es un llamado de fe. Con seguridad los planes de Dios para usted son mayores y mejores que los suyos, solo basta con probar y ver que el Señor es bueno. A continuación, mostramos tres sugerencias que lo ayudarán a priorizar los caminos del Señor:
Dedique un tiempo especial, en un lugar especial, al comenzar cada día, para abrirle su corazón a Dios, leer su palabra y poner delante de él sus necesidades y planes.
Mantenga la mente sensible al Espíritu y elija un himno especial cada día para cantarlo en su corazón mientras desarrolla sus actividades.
Al terminar cada día, ore y abra su corazón; continúe en oración hasta dormir- se, agradeciendo y escuchando la voz de Dios que guiará sus próximos pasos.
Comentarios
Publicar un comentario