“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).
Una joven de 22 años fue diagnosticada con una enfermedad mortal:
tumor cerebral. Incluso con todas las maravillas de la medicina moderna, no se podía hacer nada más que prolongar la agonía hasta lo
inevitable. Pero esta joven, Sandy, no quería morir. Entonces, tuvo un plan.
Después de su muerte, le pondrían la cabeza en una tina de nitrógeno líquido
congelado, para preservar sus células cerebrales. Y allí esperaría, cincuenta
años, cien años, mil años, hasta que la tecnología hubiera avanzado lo suficiente y su cerebro, compuesto por conexiones neuronales, podría cargarse
en una computadora. Así, Sandy podría “vivir”, tal vez incluso para siempre.
Triste historia, no solo porque una joven estaba a punto de morir, sino
también debido a dónde puso su esperanza. Como la mayoría, Sandy quería
vivir. Pero eligió un camino que, a fin de cuentas, seguramente no funcionará.
Esta semana, mientras seguimos en Deuteronomio, veremos la preferencia de vida y la oportunidad que se nos da de elegir la vida, pero elegirla
en los términos que Dios, el Dador y Sustentador de la vida, nos ha ofrecido
en su misericordia.
I. ENTRE DOS ÁRBOLES - EL ÁRBOL DE LA VIDA - Génesis 2:8, 9, 16, 17
Ninguno de nosotros pidió estar aquí, ¿verdad? No elegimos venir al
mundo, ni tampoco elegimos dónde ni cuándo nacer, ni quiénes serían
nuestros padres.
Lo mismo sucedió con Adán y Eva. Al igual que una hoja, una roca, una
montaña, ellos no participaron en la decisión de Dios de crearlos. Como
seres humanos, recibimos no solo la existencia (una roca tiene existencia),
y no solo vida (una ameba tiene vida), sino vida como seres racionales libres
hechos a imagen de Dios.
Pero tampoco hemos elegido venir al mundo como seres racionales libres
hechos a imagen de Dios. No obstante, lo que Dios nos ofrece es la opción
de seguir existiendo; es decir, nos ofrece elegir la vida eterna en él, que es
lo que podemos tener gracias a Jesús y a su muerte en la Cruz.
Leamos Génesis 2:8, 9, y 15 al 17; y 3:22 y 23. ¿Qué dos opciones le presentó
Dios a Adán con respecto a su existencia?
“En medio del Edén crecía el árbol de la vida, cuyo fruto tenía el poder
de perpetuar la vida. Si Adán hubiese permanecido obediente a Dios, habría
continuado gozando de libre acceso a ese árbol y habría vivido eternamente.
Pero, en cuanto hubo pecado, quedó privado de comer del árbol de la vida y
llegó a quedar sujeto a la muerte. La sentencia divina: ‘Polvo eres, y al polvo
volverás’ señala a la completa extinción de la vida” (CS, 587, 588).
Por lo tanto, desde el primer momento, la Biblia nos presenta una de
dos opciones: o la vida eterna, que es lo que originalmente se suponía que
teníamos; o la muerte eterna, que en cierto sentido es simplemente regresar
a la nada de la que salimos en un principio.
También es interesante que el “árbol de la vida”, que las Escrituras dicen
que da inmortalidad, y que aparece por primera vez en el primer libro de
la Biblia, vuelva a aparecer en el último libro.
Leamos Apocalipsis 2:7; y 22:2 y
14. Quizás el mensaje sea que, aunque se suponía que teníamos acceso al
árbol de la vida, debido al pecado perdimos ese acceso; luego, al final, una
vez que el problema del pecado haya finalizado definitiva y completamente,
gracias a Jesús y al plan de salvación, los redimidos, aquellos que eligieron
la vida, tendrán acceso al árbol de la vida como se suponía que teníamos
desde el principio.
Piénsalo: con nuestras decisiones diarias, ¿cómo estamos eligiendo: para vida o
para muerte?
II. NO HAY TÉRMINO MEDIO
La Biblia, de principio a fin, nos presenta una de dos alternativas. Tenemos dos opciones.
Leamos los siguientes versículos. ¿Qué dos opciones o alternativas se declaran abiertamente o están implícitas en estos textos y cómo se presentan
estas opciones?
Juan 3:16
Génesis 7:22, 23
Romanos 6:23
Romanos 8:6
1 Juan 5:12
Mateo 7:24-27
En definitiva, no hay término medio para nosotros, los seres humanos.
Antes que el Gran Conflicto acabe por completo, el pecado, Satanás, la
maldad, la desobediencia y la rebelión serán erradicados. Después de que
eso suceda, cada uno de nosotros, individualmente, tendrá garantizada la
vida; la vida eterna que Dios originalmente había planeado que todos tuviéramos antes de la creación del mundo; o afrontaremos la muerte eterna,
es decir, “eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria
de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9).
La Biblia no parece presentarnos otras opciones.
¿Cuál será nuestro destino? Esa respuesta, en última instancia, recae
sobre nosotros. Las opciones que tenemos ante nosotros son la vida o la
muerte.
En el contexto de la vida eterna o la muerte eterna, la verdad bíblica de que el
infierno no arde eternamente ni tortura a la gente para siempre ¿por qué es tan
reconfortante? ¿Qué imagen daría del carácter de Dios si el tormento eterno
consciente fuera en verdad el destino de los perdidos?
III. ENTRE DOS MONTES - LA VIDA Y EL BIEN, LA MUERTE Y EL MAL, LA BENDICIÓN Y LA MALDICIÓN - Deuteronomio 11:26-32; 27:1-26; 30:15-20
¿Es Dios quien promueve directamente el castigo ahora mismo por la desobediencia o si ocurre como consecuencia natural de los actos de desobediencia. ¿O podrían ser ambas cosas? ¿Podría haber casos en los que sea uno u otro? ¿Cómo entendemos este tema?
Hacia el final del libro de Deuteronomio, después de un largo discurso
sobre lo que le sucederá al pueblo si desobedece al Señor y viola las promesas
del Pacto, Deuteronomio 30 comienza con la promesa de que, aun si caían en
desobediencia y eran castigados con el exilio, no obstante, Dios los restituiría
a la tierra. Es decir, si se arrepentían y se apartaban de sus malos caminos.
"Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; 16 porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 17 Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres, 18 yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella. 19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; 20 amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar." Deuteronomio 30:15-20.
¿Cuáles son las opciones que se le presentan al antiguo Israel? Estas opciones ¿cómo reflejan lo que hemos visto en
la Biblia, de principio a fin?
El Señor es muy claro: Él, Jehová, les ha presentado una de dos opciones,
básicamente lo que hizo con Adán y Eva en el Edén. De hecho, las palabras
hebreas para “bien” (tov) y “mal” (ra’) en Deuteronomio 30:15 son las mismas
palabras hebreas que se utilizan en Génesis para el árbol del conocimiento
del “bien” (tov) y del “mal” (ra’).
Aquí, como en toda la Biblia, no hay término
medio, ni un lugar neutral donde estar. O servirán al Señor y tendrán vida,
o elegirán la muerte. Lo mismo ocurre con nosotros.
La vida, el bien, la bendición, ¿en contraste con qué? Con la muerte, el
mal y la maldición.
Sin embargo, en definitiva, se podría argumentar correctamente que Dios en realidad les ofrece solo el bien, solo la vida y solo
la bendición. Si se apartan de él, el resultado natural será la decadencia,
aparte de su especial sustento y protección.
Más allá de cómo entendamos este tema, el pueblo baraja estas opciones.
También está muy clara la realidad de su libre albedrío, su libertad de elección. Estos versículos, junto con gran parte de la Biblia, no tienen sentido
sin el santo don del libre albedrío.
En otras palabras, el Señor les estaba diciendo: “Por lo tanto, con el libre
albedrío que les he dado, escojan la vida, escojan la bendición, escojan el bien,
no la muerte, el mal y la maldición”.
Parece demasiado obvio cuál sería la decisión acertada, ¿verdad? No
obstante, sabemos lo que pasó.
El Gran Conflicto era tan real en aquel entonces como lo es ahora, y debemos aprender del ejemplo de Israel lo que
puede suceder si no nos entregamos por completo al Señor y elegimos la
vida y todo lo que esta decisión implica.
"Amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar." Deuteronomio 30:20. Presta atención al vínculo entre el amor y la obediencia. ¿Qué debe hacer Israel para ser fiel al Señor? ¿Cómo se aplican a nosotros los
mismos principios hoy?
Sus bendiciones implican crías sanas, que siempre habría una reserva, que los enemigos serían esparcidos como si hubiesen sido una turba desorganizada, que serían reconocidos como propiedad de Dios, que tendrían abundancia al punto de tener la posibilidad de dar préstamos. Las bendiciones que seguirían a la obediencia excederían a la imaginación humana. Que tendrían humedad para sus plantas.
Las maldiciones implicaban todo lo contrario. Huirían como una banda desorganizada sin jefe. Serían objeto de horror, se convertirían en un terrible ejemplo de pobreza, enfermedad y sufrimiento. Sus muertos no serían enterrados. Enloquecerían por causa del hambre. El esposo perdería a su mujer. No habría ningún Salvador para ti. Por la desesperación enloquecería. Sería inútil cualquier intento por aliviar la situación. Se convertirían en objeto de desprecio al ser refrán de aquello que no se debía hacer.. El extranjero prosperaría a expensas de los pobres naturales del lugar.
"El cumplimiento de las diversas maldiciones sobre un pueblo desobediente nos enseña que Dios no se retiene para siempre de infligir el castigo que demanda el pecado. No hay ningún consuelo en recordar que la condición deplorable en la cual uno se encuentra es resultado de seguir porfiadamente el camino de su antojo" 1CBA, 1068
IV. ENTRE DOS PRESOS - “NO ES DEMASIADO DIFÍCIL PARA TI” - Mateo 27:15-26; Juan 18:33-40
Al comienzo de Deuteronomio 30, el Señor señala lo que sucedería si el
pueblo se arrepentía y se apartaba de sus malos caminos. ¡Qué promesas maravillosas recibieron también!
"Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 2 y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3 entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 4 Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; 5 y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. 6 Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas. 7 Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron. 8 Y tú volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. 9 Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, 10 cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma." Deuteronomio 30:1-10.
¿Cuáles son las promesas que Dios les dio, a
pesar de que este pasaje habla de lo que les sucedería si desobedecían? ¿Qué
nos enseña esto sobre la gracia de Dios?
Sin duda habrá sido reconfortante escuchar estas promesas. Aquí el
punto no estaba en restarle importancia a la obediencia de ellos. El Señor
no estaba ofreciendo una gracia barata. Al contrario, el propósito era mostrarles el amor de Dios y, por tanto, en respuesta, ellos lo amarían también;
revelarían su amor en obediencia a lo que el Pacto requería que hicieran.
"Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. 12 No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? 13 Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? 14 Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas." Deuteronomio 30:11-14.
¿Qué les quiere decir el Señor allí? ¿Cuál
es la promesa básica que se encuentra en estos versículos, y qué pasajes del
Nuevo Testamento piensas que reflejan la misma promesa?
Leamos Romanos 10:1 al 10, donde Pablo cita Deuteronomio 30:11 al 14 cuando expone la salvación por la fe en Jesús en contraste con la búsqueda de la salvación y la justificación por la Ley. ¿Por qué crees que usó estos versículos de Deuteronomio? Presta especial atención a Romanos 10:10: “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. ¿A qué se refiere Pablo?
Presta atención a este llamado, con este hermoso lenguaje y una lógica
irrefutable. El Señor no les pide nada demasiado difícil. El mandato de Dios
no es “demasiado difícil” ni misterioso para que ellos lo entiendan. Tampoco
está demasiado lejos de su alcance para cumplirlo. No está muy arriba en el
cielo, tan lejos que algún otro se lo tenga que alcanzar; ni está al otro lado
del mar, para que alguien más tenga que llevárselo. Al contrario, el Señor
dice: “Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón,
para que la cumplas” (Deuteronomio 30:14).
Es decir, parafraseando, “ustedes la conocen lo suficientemente bien como para poder pronunciarla, y está en su
corazón, así que saben lo que deben hacer. Por lo tanto, no hay excusa para
no obedecer”. Como sintetiza Elena de White: “Todos sus mandatos son
habilitaciones” (PVGM, 268).
De hecho, el apóstol Pablo cita algunos de estos versículos en el contexto
de la salvación en Cristo; es decir, Pablo se refiere a ellos como un ejemplo
de justificación por la fe (ver Romanos 10:6-10).
Entonces sí, después de estos
versículos en Deuteronomio, se les dice a los hijos de Israel que elijan la vida
o la muerte, la bendición o la maldición. Si ellos, mediante la gracia y la fe,
escogen la vida, la tendrán. Hoy no es diferente, ¿verdad?
V. ENTRE DOS FUERZAS QUE BATALLAN EN TU INTERIOR - UNA CUESTIÓN DE ADORACIÓN - Gálatas 5:16-25.
La adoración es fundamental para la relación de pacto entre el Señor e
Israel. Lo que los diferenciaba de todo el mundo que los rodeaba era que solo
ellos, como nación, adoraban al Dios verdadero, a diferencia de las diosas
y los dioses falsos del mundo pagano, que en realidad no eran dioses en
absoluto. “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo” (Deuteronomio 32:39).
Leamos Deuteronomio 4:19; 8:19; 11:16; y 30:17. ¿Cuál es la advertencia común
en todos estos versículos? ¿Por qué esta advertencia es esencial para la
nación de Israel?
Hace miles de años, al igual que hoy, el pueblo de Dios habitó en medio
de culturas y entornos con reglamentos, tradiciones y conceptos que a menudo entraban en conflicto con su fe. Por lo tanto, el pueblo de Dios debía
estar siempre en guardia, para que los caminos del mundo, sus ídolos y sus
“dioses” no se convirtieran también en objetos de su adoración.
Nuestro Dios es un “Dios celoso” (Deuteronomio 4:24; 5:9; 6:15), y solo él, como
nuestro Creador y Redentor, es digno de nuestra adoración. Aquí tampoco
hay término medio: o adoramos al Señor, que ofrece vida y bendiciones, o
adoramos a cualquier otro dios, que solo puede ofrecer maldiciones y muerte.
Leamos Apocalipsis 13:1 al 15 y concéntrate en el aspecto de cómo se presenta
la adoración allí. Luego compara esos versículos con Apocalipsis 14:6 al 12.
¿Qué sucede aquí en Apocalipsis que refleja la advertencia dada en Deuteronomio (y en todas las Escrituras, en realidad) sobre la adoración falsa?
No importa cuán diferente sea el contexto, la situación es la misma: ¿Adorará el pueblo al Dios verdadero, y tendrá vida; o sucumbirá a las presiones,
ya sean visibles, sutiles o ambas, para retirar su lealtad de él y enfrentar
la muerte?
En última instancia, la respuesta está en cada corazón. Dios
no obligó al antiguo Israel a seguirlo, ni nos obligará a nosotros tampoco.
Como vemos en Apocalipsis 13, la fuerza es lo que emplearán la bestia y su
imagen. Dios, en cambio, obra por amor.
¿Cómo podemos cerciorarnos de que, siquiera sutilmente, no estamos retirando
lentamente nuestra lealtad a Jesús por algún otro dios?
¿De qué manera tu cultura, tu sociedad o tu grupo podrían tener puntos de vista que –si no estás atento– podrían conducirte a una adoración falsa?
CONCLUSIÓN
Opciones
Siempre hay opciones:
La disculpa o la agonía
El perdón o el dolor
El arrepentimiento o el cinismo
El contentamiento o el fastidio
La devoción o el ocio
La ganas y la empatía o el desinterés y la apatía
La virtud o el vicio
La integridad y la verdad o la mentira y la deshonestidad
Heredero de promesas y certezas o un desposeído de desengaños y desenfreno.
Lo bondad o la malicia
La esperanza o la desesperación
La amabilidad o la perversidad
La cordura o la locura
La emoción y la ilusión, o el hastío y la autodestrucción
El nuevo nacimiento o el suicidio
La vida o la muerte
"Amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar" Deuteronomio 30:20.
"En eso está tu vida. En amar a Dios estaría la vida de Israel. Llevar una vida inspirada y dirigida por el amor de Dios es heredar la vida eterna. Las posibilidades de vida para cada hombre se reducen finalmente a dos. Una es amar a Dios con todas las facultades. El resultado final es la vida en toda su plenitud, una vida que acaba en la inmortalidad. La otra alternativa es desacatar la buena voluntad de Dios, dedicando la vida a las cosas de esta tierra. Una vida que transcurre persistentemente de esta forma, lleva a la muerte eterna. Estas alternativas constituyen una exhortación para cada hombre y cada mujer que llega al mundo." 1CBA, 1072.
¿Qué aprendimos acerca del poder de Dios que tenemos a disposición para vencer el pecado?
Tanto en aquella época como ahora, a todos se nos permite elegir. La
palabra clave aquí es elección. A diferencia de un sector del cristianismo
que plantea que, aun antes de que nazcan las personas, Dios predestinó
a algunas de ellas no solo a perderse sino incluso a arder en el Infierno
para siempre, las Escrituras enseñan que nuestro libre albedrío para vida
o muerte, bendición o maldición, el bien o el mal, determina qué tríada
(vida, bien, bendición; o muerte, mal, maldición) enfrentaremos en última
instancia.
Y, qué bueno es saber que incluso si alguien toma la decisión equivocada, el resultado es la muerte, la muerte eterna, no el tormento eterno
en un lago de fuego interminable.
“ ‘Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro’ (Romanos 6:23).
Mientras que la vida es la
heredad de los justos, la muerte es la porción de los impíos. Moisés declaró
a Israel: ‘Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal’
(Deuteronomio 30:15). La muerte de la cual se habla en este pasaje no es aquella a la
que fue condenado Adán, pues toda la humanidad sufre la penalidad de
su transgresión. Es ‘la muerte segunda’, puesta en contraste con la vida
eterna” (CS 599).
Comentarios
Publicar un comentario