Texto: Juan 14:16
INTRODUCCIÓN
a. Es posible que muchas veces hayamos pensado que el Espíritu Santo es una fuerza impersonal, y no un ser personal como lo son el Padre y el Hijo. Esta idea se ha fortalecido porque en la Biblia algunas veces el Espíritu se asocia a objetos inanimados como el “viento” y el “fuego”, transmitiendo para muchos la idea de una fuerza que emana del Padre para efectuar su voluntad.
b. Sin embargo, un acercamiento cuidadoso de la Biblia muestra que el Espíritu Santo es una persona. Estudiar esta verdad nos ayudará a entender mejor el papel del Espíritu de Dios, y nos ayudará a obtener una comprensión más profunda de la importancia de su personalidad para nuestra vida espiritual.
I. JESUS PROMETIÓ A ALGUIÉN COMO ÉL
a. En Juan 14:16, Jesús aseguró que no abandonaría a sus seguidores. Prometió enviar al Espíritu Santo, y dijo específicamente que enviaría “otro ayudador”, o “consolador”. Las palabras que Jesús utiliza aquí son importantes. Él prometió otro ayudador. No un ayudador diferente. La palabra griega para “otro” es allos, y en griego esta palabra indica que Cristo enviará “otro”, pero de la misma clase que él, es decir, uno igual a él, otra persona que tomaría su lugar, alguien que continuaría realizando su obra en nosotros y como su representante.
b. Esta obra del Espíritu Santo es la de un ayudador o consolador. La Biblia aquí utiliza la palabra griega parakletos (Juan 14:16) para describir a alguien que es llamado para apoyar y ayudar, alguien que es llamado para prestar asistencia. Así como Jesús es una persona, el Espíritu Santo también lo es.
c. Por todo lo anterior, Jesús dijo que
- El Espíritu Santo guía, habla, oye, hace saber y glorifica (Juan 16:13, 14).
- El Espíritu Santo también enseña y nos ayuda a recordar (Juan 14:26).
- Habita en nosotros (Juan 14:17),
- Testifica (Juan 15:24, 26) y
- Convence (Juan 16:8).
Estos atributos son las acciones de alguien y no de una fuerza impersonal.
II. FORMULA BAUTISMAL
a. Jesús dijo que se debían bautizar a los discípulos “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19). Si el Espíritu Santo tan solo fuera una energía impersonal del Padre, bastaría con bautizar en el nombre del Padre y del Hijo. Pero el hecho de que es el nombre de los tres, se debe a que Jesús consideraba al Espíritu Santo una persona diferente.
b. Si en esta declaración el Padre y el Hijo son dos personas, ¿por qué el tercero no lo sería?
Al contrario, los tres son mencionados como parte del único nombre en quien somos bautizados. Así, el Espíritu Santo es revelado aquí en el mismo nivel que el Padre y el Hijo.
III. CARACTERÍSTICAS PERSONALES
a. Pero no solo Jesús, sino otros escritores bíblicos muestran que el Espíritu tiene características personales como:
Hablar (Hechos 10:19, 20);
Agradarse (Hechos 15:28);
Tomar decisiones o tener voluntad (1 Corintios 12:11);
Entristecerse (Efesios 4:30);
Interceder (Romanos 8:26), etc.
b. ¿Puede una fuerza impersonal hacer todo lo anterior?
Es obvio que no. Solamente un ser personal puede ser entristecido Solo un ser personal tiene la capacidad de elegir como le plazca y tiene su propia voluntad. La voluntad es quizás uno de los elementos más característicos en cualquier personalidad. La declaración de los apóstoles de que “ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros” (Hechos 15:28) no tendría sentido si el Espíritu Santo fuera solamente un poder o una influencia impersonal. En vez de eso, la declaración indica a otro ser personal, del mismo modo en que el Padre y el Hijo son seres personales.
c. Elena de White dice: “Necesitamos comprender que el Espíritu Santo, que es una persona, así como Dios es persona, anda en estos terrenos” (Ev, 447).
CONCLUSIÓN
a. ¿Importa esto para la vida práctica? Claro que sí.
Hay varias razones por las cuales entender que el Espíritu Santo es una persona es muy importante para los cristianos.
En primer lugar, si es una persona, y nosotros lo llamamos una fuerza impersonal, le restamos la gloria y el honor que él merece.
En segundo lugar, cuando entiendo que es una persona, entonces puedo llegar a tener una relación con él, como la tengo con Cristo y el Padre.
En tercer lugar, al ser una persona puedo entregarme a él para ser guiado y dirigido hacia la voluntad divina.
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