“¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jonás 4:11).
Una de las historias más interesantes de las Escrituras debe ser la de Jonás. Allí estaba él, un profeta de Dios, alguien llamado por Dios, y sin embargo, ¿qué? Huye del llamado de Dios. Entonces, después de haber sido persuadido de una manera dramática de cambiar de opinión y obedecer al Señor, lo hace; pero ¿solo para qué? ¡Para quejarse porque el pueblo al que fue llamado a testificar se arrepintió y se salvó de la destrucción que, de lo contrario, le habría tocado! ¡Qué ejemplo de alguien sin descanso, sin paz, hasta el punto de exclamar: “Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida” (Jonas 4:3)!
¿Un “profeta de Dios” que está molesto porque el pueblo al que Dios lo llamó para dar testimonio aceptó la salvación? ¿Cómo entender esta actitud de Jonás? ¡Qué ejemplo tan poderoso de la paciencia de Dios con su pueblo, incluso cuando actúa en contra de la luz que tiene!
El mismo Jesús se refirió a la historia de Jonás, diciendo: “Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Jonás” (Mateo 12:41, NVI). ¡Más grande que Jonás, sin duda! De otra manera, no podría ser nuestro Salvador. Esta semana, veamos a Jonás y lo que podemos aprender de su falta de descanso y paz
I. HUIDA
Jonás fue un misionero asombrosamente exitoso. Al mismo tiempo, también era muy reacio, al menos al principio. Independientemente de lo que estuviera haciendo Jonás, el llamado de Dios interrumpió su vida a lo grande. En lugar de llevar el yugo de Dios sobre sus hombros y descubrir por sí mismo que su yugo es fácil y su carga es liviana (Mateo 11:30), Jonás decidió buscar su propio “descanso”, y lo hizo huyendo en la dirección contraria de donde Dios lo estaba llamando a ir. ¿Dónde esperaba Jonás hallar paz y descanso del llamado de Dios? ¿Cuán útil le resultó? Lee Jonás 1. Jonás parte en la dirección contraria de donde Dios lo llamó. Ni siquiera se detiene a razonar con Dios, como lo hicieron muchos de los otros profetas bíblicos cuando fueron llamados a ser mensajeros de Dios (ver, p. ej., Éxodo 4:13). Curiosamente, esta no es la primera vez que Jonás recibe un llamado para hablar por Dios, como sugiere 2 Reyes 14:25. Sin embargo, en ese caso, al parecer, Jonás hizo lo que el Señor le había pedido. No obstante; esta vez, no. Los registros históricos y arqueológicos documentan la crueldad de los gobernantes neoasirios que dominaron el antiguo Cercano Oriente durante el siglo VIII a.C., la época en que Jonás sirvió en Israel. Aproximadamente 75 años después, el rey neoasirio Senaquerib atacó a Judá. Israel y Samaria ya habían caído unos veinte años antes, y el rey Ezequías aparentemente se había unido a una coalición local antiasiria. Ahora había llegado el momento de que los asirios saldaran cuentas.
La Biblia (2 Reyes 18; Isaías 36), los documentos históricos asirios y los relieves de las paredes del palacio de Senaquerib en Nínive nos cuentan la cruel historia de la caída de Laquis, una de las fortalezas fronterizas más importantes y mejor fortificadas de Ezequías. En una inscripción, Senaquerib afirma haber tomado a más de 200 mil prisioneros de 46 ciudades fortificadas que aseveró haber destruido. Cuando el rey asirio tomó Laquis, cientos o miles de prisioneros fueron empalados; los partidarios incondicionales del rey Ezequías fueron desollados vivos, mientras el resto fue enviado a Asiria como mano de obra barata. Los asirios podían ser increíblemente crueles, incluso para los estándares del mundo en ese entonces.
¿Y Dios estaba enviando a Jonás al corazón mismo de ese imperio? ¿Sorprende que Jonás no quisiera ir? ¿Huir de Dios? ¿Hiciste eso antes? Si es así, ¿cuánto éxito tuviste? ¿Qué lecciones deberías haber aprendido de ese error?
II. UN DESCANSO DE TRES DÍAS
Al huir de Dios, Jonás no estuvo libre de problemas. Su breve “descanso” se vio perturbado cuando Dios intervino milagrosamente con la tormenta. Dios salva a Jonás de una tumba de agua y manda un animal acuático para salvar a Jonás. Sin embargo, recién cuando Jonás se encuentra en un descanso obligado de tres días en el estómago del gran pez se da cuenta de cuán dependiente es de Dios. A veces necesitamos caer en algún lugar que no tenga nada de lo que este mundo ofrece para darnos cuenta de que Jesús es a quien realmente necesitamos. Lee la oración de Jonás en el vientre del pez (ver Jonás 2:1–9). ¿Por qué ora? Aunque estaba allí, en lo profundo, en una situación muy peligrosa, Jonás, en su oración, ora por el Santuario. Verá el “santo Templo” de Dios. ¿Qué está pasando aquí? El Templo constituye un punto central en esta oración, y debería ser el punto central de la oración en general. Solo hay un lugar, para el Antiguo Testamento, donde se puede encontrar a Dios; está en el Santuario (ver Éxodo 15:17; 25:8). El Santuario es el punto central de oración y comunión con Dios. Sin embargo, Jonás no se refiere al Templo de Jerusalén; más bien, habla del Santuario celestial (Jonás 2:7). Allí es donde está depositada su esperanza, porque de ahí proviene Dios y la salvación que él ofrece. Finalmente Jonás comprende esta verdad importante. Ha experimentado la gracia de Dios. Ha sido salvo. Cuando el gran pez lo escupe, él comprende de primera mano el amor de Dios hacia él, un profeta fugitivo. Ciertamente ha aprendido (aunque con algunos rodeos en el viaje) que el único camino seguro para cualquier creyente es procurar hacer la voluntad de Dios. Por ende, ahora decide cumplir con su deber y obedecer las órdenes de Dios, y finalmente se dirige a Nínive, sin duda por fe; se dirige hacia una ciudad extremadamente malvada, a cuyos ciudadanos no les agradaría que este profeta extranjero les dijera cuán malos son. A veces, quizá solo necesitemos tomar distancia de todo para tener una nueva perspectiva de las cosas.
La historia de Jonás parece sugerir que Dios no solo se dedica de salvar a los descarriados, sino también está muy interesado en transformar a sus seguidores. ¿Cómo podemos conseguir un “corazón nuevo” y un “espíritu nuevo” aunque ya conozcamos al Señor y la verdad para este tiempo? ¿Cuál es la diferencia entre conocer la verdad y ser transformado por ella?
Aunque la historia de Jonás, quien sobrevivió milagrosamente en el vientre de su pez, es un caso bastante extremo, tomar distancia de tu entorno normal, ¿cómo podría permitirte verlo desde una perspectiva nueva y, quizá, necesaria?
III. MISIÓN CUMPLIDA
En comparación con cualquier ciudad o pueblo de Israel, Nínive es una ciudad enorme. Es una “ciudad grande en extremo, de tres días de camino” (Jonás 3:3). Lee Jonás 3:1 al 10. ¿Cuál es la respuesta de este lugar malvado? ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia, en nuestros esfuerzos para dar testimonio a los demás?
Mientras camina por la ciudad, Jonás proclama el mensaje de Dios: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4). El mensaje va directo al grano. Aunque no se brindan detalles, queda en claro que el mensaje llega a oídos receptivos, y la gente de Nínive (¡en forma colectiva!) cree en las palabras de advertencia de Jonás. De una manera típica del Cercano Oriente, el rey de Nínive proclama un decreto para demostrar un cambio de corazón. Todos, incluso los animales, tienen que ayunar y afligirse (cómo se afligen los animales, el texto no lo dice). El rey desciende de su trono y se sienta sobre el polvo, un acto simbólico muy importante.
Leamos Jonás 3:6 al 9. Comparemos con Jeremías 25:5; Ezequiel 14:6; y Apocalipsis 2:5. ¿Qué elementos abarca el discurso del rey, que muestran que él comprende de qué se trata el verdadero arrepentimiento?
El sermón fue breve, al grano, pero lleno de teología correcta con respecto al verdadero arrepentimiento. Mientras Jonás predicaba, el Espíritu Santo debió haber estado trabajando arduamente en el corazón de los ninivitas. Los ninivitas no contaban con todas las historias de la tierna conducción de Dios que tuvieron los israelitas; sin embargo, le respondieron de manera positiva. Por cierto, dicen: “¡Confiemos en la misericordia de Dios, no en nuestros propios logros! Apoyémonos completamente en su bondad y su gracia”. Aunque parezca extraño, Jonás, que ha experimentado personalmente la gracia de Dios, aparentemente piensa que la gracia de Dios es algo tan exclusivo que solo algunos pueden tener la oportunidad de descansar en ella. ¿Por qué el arrepentimiento es una parte tan esencial de la experiencia cristiana? ¿Qué significa verdaderamente arrepentirnos de nuestros pecados, especialmente los pecados que cometemos una y otra vez?
IV. UN MISIONERO ENOJADO Y SIN DESCANSO
Lamentablemente, la historia de Jonás no termina con el capítulo 3. Lee Jonás 4:1 al 11. ¿Cuál es el problema de Jonás? ¿Qué lección podemos aprender de su carácter defectuoso? Jonás 4 comienza relatando la ira de Jonás contra Dios porque el alcance de su misión fue sumamente exitoso. Jonás teme quedar como tonto. Vemos que Dios se toma su tiempo para hablar y razonar con el profeta, quien se comporta como un niñito con una rabieta. Esta es una evidencia de que los verdaderos seguidores de Dios, incluso los profetas, todavía pueden crecer y superarse. “Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que a pesar de su maldad había sido inducida a arrepentirse en saco y ceniza, debería haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo, permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se lo considerara falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad” (PR 202). La paciencia de Dios con su profeta es asombrosa. Parece decidido a usar a Jonás, y cuando Jonás huye, Dios envía la tormenta y el animal marino para traer de vuelta al fugitivo. E incluso ahora, nuevamente, cuando Jonás es obstinado, Dios busca razonar con él por su mala actitud, diciéndole: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” (Jon. 4:4). Lee Lucas 9:51 al 56. ¿En qué se asemeja este relato a lo que sucedió en la historia de Jonás? “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16); o, como expresa Dios en Jonás 4:11: “¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” Cuán agradecidos deberíamos estar porque, en última instancia, Dios es el Juez supremo de corazones, mentes y motivos, y no nosotros. ¿Cómo podemos aprender a tener la clase de compasión y paciencia por los demás que tiene Dios, o al menos aprender a reflejar esa compasión y paciencia?
V. UNA VÍA DE DOBLE MANO
Jonás parece ser más problemático de lo que es. Nínive era peligrosa, pero en la historia de Jonás los ninivitas no parecen ser el problema. Entienden el mensaje y se arrepienten rápidamente. Jonás, el misionero, parece ser el eslabón débil de esta historia misionera. En este relato, Dios persigue a un profeta reacio porque sabe que Jonás necesitaba el viaje misionero a Nínive tanto como los ninivitas necesitaban escuchar el mensaje del misionero.
Leamos el libro de Judas. ¿Cómo podemos “conservarnos en el amor de Dios” (Judas 21)? ¿Qué significa eso? ¿Cuál es el mensaje esencial del libro de Judas y por qué ese mensaje es relevante para nosotros como iglesia hoy?
En su breve libro del Nuevo Testamento, Judas nos dice en el versículo 21: “Manténganse en el amor de Dios [...] mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna” (NVI). Experimentar el amor y la gracia de Dios personalmente no es un evento único. Una forma segura de mantenernos en el amor de Dios es acercarnos a los demás. En los siguientes versículos, Judas nos dice que “tenga[mos] compasión” y que salvemos a los demás “arrebatándolos del fuego” (NVI).
Leamos Judas 20 al 23. ¿Qué dice aquí que se relaciona con la historia de Jonás, y qué nos dice esto a nosotros también?
Dios llamó a Jonás para que fuera a Nínive porque probablemente él no había dedicado mucho tiempo a pensar en su relación con los asirios antes de este llamado en particular. Probablemente sabía que le disgustaban, pero no tenía idea de cuánto los odiaba o de los extremos por los que pasaría para evitarlos, incluso después de recibir el llamado. Jonás no estaba preparado para tener a un ninivita como vecino en el cielo. Jonás no había aprendido a amar como Dios ama.
¿Cómo es que la experiencia de trabajar por la salvación de los demás nos hace tanto bien a nosotros también, espiritualmente hablando?
Dios llama a Jonás para que vaya a Nínive porque ama a los ninivitas y los quiere en su Reino. Pero Dios también llama a Jonás porque lo ama. Quiere que Jonás crezca y se asemeje más a él mientras trabajan juntos. Dios anhela que Jonás halle el verdadero descanso que llega solo al tener una relación salvífica con él y al realizar la voluntad de Dios, que incluye acercarse a los demás y señalarles la fe y la esperanza que tenemos. ¿Cuánto tiempo dedicas a trabajar por la salvación de los demás? En un sentido espiritual, este tipo de trabajo, ¿cómo nos lleva a hallar el verdadero descanso en Jesús.
Por más que Jonás haya tenido (o creía tener) buenas razones para no querer ir a Nínive, Dios le demostró lo equivocado que había estado en realidad. ¿Qué actitud podríamos tener hacia los demás que refleje la misma actitud incorrecta que mostró Jonás?
CONCLUSIÓN
“El encargo que había recibido imponía a Jonás una pesada responsabilidad; pero quien le había ordenado que fuese podía sostener a su siervo y concederle éxito. Si el profeta hubiese obedecido sin vacilación, se habría ahorrado muchas experiencias amargas, y habría recibido abundantes bendiciones. Sin embargo, el Señor no abandonó a Jonás en su hora de desesperación. Mediante una serie de pruebas y providencias extrañas, debía revivir la confianza del profeta en Dios y en su poder infinito para salvar” (PR, 199). “Miles de personas pueden ser alcanzadas en la forma más sencilla y humilde. Los más intelectuales, quienes son considerados los hombres y las mujeres más talentosos del mundo, son frecuentemente refrigerados por las palabras sencillas de alguien que ama a Dios y puede hablar de ese amor tan naturalmente como el mundano habla de las cosas que más profundamente le interesan” (PVGM, 183).
Comentarios
Publicar un comentario