“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Génesis 17:7).
¿Cuántos recordamos nítidamente haber tenido de pequeños una enfermedad grave o un principio de neumonía, y que podría haber sido aún peor? Al despertarnos en medio de una larga noche con fiebre, veíamos a nuestra madre o a nuestro padre sentados en una silla junto a nuestra cama, bajo el suave resplandor de la luz de noche.
De la misma manera, en un sentido humano figurado, Dios se “sentó junto a la cama” de un mundo enfermo de pecado mientras la oscuridad moral comenzaba a profundizarse en los siglos posteriores al Diluvio. Por esta razón llamó a Abram y, a través de su fiel siervo, concibió establecer un pueblo a quien él pudiera confiarle el conocimiento de sí mismo y darle salvación. Por lo tanto, Dios hizo un pacto con Abram y su posteridad.
Hoy descubriremos:
¿Cuál es el nombre de Dios? ¿Qué significa?
¿Cuál fue el significado de los nombres que Dios usó para identificarse con Abram?
¿Por qué Dios cambió el nombre de Abram a Abraham?
¿Por qué son importantes los nombres?
¿Qué condiciones u obligaciones estaban vinculadas al Pacto?
I. YAHVÉH Y EL PACTO CON ABRAHAM
“Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (Génesis 15:7).
A veces, los nombres pueden ser como marcas registradas. Las relacionamos tan estrechamente en nuestra mente con ciertas características que, cuando escuchamos el nombre, inmediatamente recordamos estos rasgos.
¿Qué rasgos se te vienen a la mente, por ejemplo, cuando piensas en estos nombres?: Albert Einstein, Martin Luther King (h), Gandhi, Dorcas. Cada uno se relaciona con determinadas características e ideales.
Durante los tiempos bíblicos, la gente del Cercano Oriente atribuía gran importancia al significado de los nombres. “Los hebreos siempre pensaban que un nombre indicaba las características personales del nombrado, o los pensamientos y las emociones del que le dio el nombre, o circunstancias que rodeaban la ocasión cuando fue dado el nombre” (CBA 1:534, 535).
La primera vez que Dios entabló una relación de pacto con Abram, se dio a conocer al patriarca bajo el nombre de YHWH (transcrito como Jehová en la RVR [Génesis 15:7] y Yahvéh en la BJ). Por lo tanto, Génesis 15:7 dice literalmente: “Yo soy YHWH, que te saqué de...”
El nombre YHWH, aunque aparece 6.828 veces en el Antiguo Testamento, está un tanto envuelto en misterio. Al parecer, es una forma del verbo hayah, “ser”, en cuyo caso significaría, “el Eterno”, “el Existente”, “el Autoexistente”, “el Autosuficiente”, o “el que vive eternamente”. Los atributos divinos que
parecen enfatizarse con este título son los de la autoexistencia y la fidelidad.
Señalan al Señor como el Dios vivo, la Fuente de la vida, en contraste con los dioses de los paganos, que no existían más allá de la imaginación de sus adoradores.
Dios mismo explica el significado de Yahvéh en Éxodo 3:14: “YO SOY EL QUE SOY”. Este significado expresa la realidad de la existencia incondicionada de Dios; mientras también sugiere su dominio sobre el pasado, el presente y el futuro.
Yahvéh es además el nombre personal de Dios. La identificación de Yahvéh como aquel que sacó a Abram de Ur se refiere al anuncio del pacto de Dios con él en Génesis 12:1 al 3. Dios quiere que Abram conozca su nombre, porque ese nombre revela aspectos de su identidad, su naturaleza personal y su carácter, y de este conocimiento podemos aprender a confiar en sus promesas (Salmos 9:10; 91:14).
Cuando piensas o escuchas el nombre Yahvéh, ¿Qué rasgos o características vienen a tu mente automáticamente? ¿El amor, la bondad y el cuidado o el miedo, el rigor y la disciplina?
Cuando piensas en el nombre de Jesús ¿Qué pensamientos despiertan automáticamente?
II. ’EL SHADDAI
“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1).
Yahvéh se le había aparecido a Abraham varias veces antes (Génesis 12:1, 7; 13:14; 15:1, 7, 18). Ahora, en el texto anterior, Yahvéh se le aparece nuevamente a Abram (“le apareció Jehová” a “Abram”), presentándose como “Dios Todopoderoso”, un nombre que se usa solo en el libro de Génesis y en el libro de Job. El nombre “Dios Todopoderoso” consiste primero en ’El, el nombre básico de Dios utilizado entre los semitas. Aunque el significado exacto de Shaddai no es del todo certero, la traducción “Todopoderoso” parece la más precisa. (Comparar con Isaías 13:6 y Joel 1:15.) La idea primordial en el uso de este nombre parece ser la de contrastar la fuerza y el poder de Dios con la debilidad y la fragilidad de la humanidad.
Recordemos el encuentro incial de Abraham con Dios en Génesis 12:1-3:
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra."
“Muchos continúan siendo probados como lo fue Abraham. No oyen la voz de Dios hablándoles directamente desde el cielo; pero, en cambio, son llamados mediante las enseñanzas de su Palabra y los acontecimientos de su providencia. Se les puede pedir que abandonen una carrera que promete riquezas y honores, que dejen afables y provechosas amistades, y que se separen de sus parientes, para entrar en lo que parezca ser solo un sendero de abnegación, trabajos y sacrificios. Dios tiene una obra para ellos; pero una vida fácil y la influencia de las amistades y los parientes impediría el desarrollo de los rasgos esenciales para su realización. Los llama para que se aparten de las influencias y los auxilios humanos, y les hace sentir la necesidad de su ayuda, y de depender solo de Dios, para que él mismo pueda revelarse a ellos. ¿Quién está listo para renunciar a los planes que ha abrigado y a las relaciones familiares en cuanto lo llame la Providencia?” (PP 105).
"Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti." Génesis 17:1-6.
¿Por qué querría el Señor en este momento enfatizar a Abram su fuerza y su poder? ¿Qué le estaba por decir Dios que requeriría que Abram confiara en esa fuerza y ese poder?
Una traducción literal de Génesis 17:1 al 6 sería, “Jehová se apareció a Abram y le dijo: ‘Yo soy ’El-Shaddai’; anda delante de mí y sé perfecto. Y haré mi pacto entre tú y yo, y te multiplicaré en gran manera. [...] Y serás padre de una multitud de naciones [...] y te haré fructífero en gran manera”. Este mismo nombre aparece también en Génesis 28:3, donde Isaac dice que ’El-Shaddai bendecirá a Jacob, lo hará fecundo y lo multiplicará.
Una promesa similar de ’El-Shaddai se encuentra en Génesis 35:11; 43:14; y 49:25, pasajes que sugieren la prodigalidad de Dios: ’El, el Dios de poder y autoridad, y Shaddai, el Dios de riquezas inagotables, riquezas que está dispuesto a otorgar a quienes las busquen con fe y obediencia.
Se ha dicho que una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce, con la idea de que el nombre no importa. Sin embargo, ¿cuánto consuelo y esperanza tendrías si el nombre del Señor fuera “El Dios Frágil” o “El Dios Débil”?
Analiza el texto de hoy. Reemplaza “Dios Todopoderoso” con estos otros dos nombres. ¿Cómo estarían tu fe y tu confianza en él si el Señor se presentara a nosotros de esa manera? Al mismo tiempo, ¿cómo nos reconforta el nombre ’El-Shaddai?
III. DE ABRAM A ABRAHAM (Génesis 17:4, 5)
Aunque los nombres de Dios entrañan un significado espiritual y teológico, este tipo de significados no se restringen solo a Dios. Los nombres de personas en el antiguo Cercano Oriente no eran solo formas irrelevantes de identificación como a menudo lo son para nosotros; en la actualidad, no hay mucha diferencia al ponerle el nombre de María o Susana a una niña.
No obstante, para los antiguos semitas, los nombres personales estaban cargados de significado espiritual. Todos los nombres semíticos de personas tienen significado, y generalmente consisten en una frase u oración corta que consta de un deseo o una expresión de gratitud por parte de los padres.
Por ejemplo, Daniel significa “Dios es juez”; Joel significa “Yahvéh es Dios”; o Natán significa “Don de Dios”.
Debido a la importancia que se les da a los nombres, estos a menudo se cambian para reflejar un cambio radical en la vida y las circunstancias de una persona.
1. Génesis 32:28 De engañador a "El que lucha y vence con Dios"
2. Génesis 41:45. De Dios añada a Revelador de Misterios
3. Daniel 1:7 De Daniel = Dios es mi Juez a Beltsasar = El príncipe de Bel. De Ananías = Amado del Señor a Sadrac = Iluminado por el Dios sol. De Misale = Quién es como Dios a Mesac = Quién es como Venus. De Azarías = EL Señor es mi Ayudador a Abed-Nego = Un siervo de Nego.
En el entendimiento Bíblico el nombre es el carácter y carácter es destino.
Sin embargo, en cierto sentido, no es tan difícil, incluso para la mente moderna, comprender la importancia del nombre de una persona. Hay efectos sutiles y, a veces, no tan sutiles. Si a alguien constantemente le dicen “tonto” o “feo”, y si muchos usan esos apelativos para dirigirse a esa persona todo el tiempo, tarde o temprano esos nombres podrían tener un impacto en cómo esa persona se ve a sí misma. De la misma manera, al ponerles ciertos nombres a las personas, o cambiárselos, parece posible influir en su autopercepción y, por lo tanto, influir sobre cómo actuarían.
Con esto en mente, no es tan difícil entender por qué Dios quiso cambiarle el nombre Abram por Abraham. Abram significa “El Padre es exaltado”; Dios lo cambió por Abraham, que significa “Padre de una multitud”. Al observar la promesa del pacto en la que Dios dice: “Te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Génesis 17:6), el cambio de nombre tiene más sentido. Quizás haya sido la forma en que Dios ayudó a Abraham a confiar en la promesa del pacto, que se le hizo a un hombre de 99 años, casado con una anciana que hasta entonces había sido estéril.
En resumen, Dios se presento a Abraham como el Todopoderoso para ayudar a Abraham a aumentar la fe en sus promesas.
IV. ETAPAS DEL PACTO (Génesis 12:1, 2)
En esos dos versículos se revela la primera etapa de la promesa del pacto de Dios a Abram (hay tres). Dios se acercó a Abram, le dio una orden y luego le hizo una promesa. Ese acercamiento manifiesta que Dios, en su misericordia, escogió a Abram para ser el primer personaje clave de su Pacto especial de gracia. La orden implica la prueba de confianza total en Dios (Hebreos 11:8). La promesa (Génesis 12:1-3, 7), aunque fue destinada específicamente a los descendientes de Abram, en última instancia incluye una promesa para toda la raza humana (Génesis 12:3; Gálatas 3:6-9).
La segunda etapa del pacto de Dios con Abram se presenta en Génesis 15:7 al 18. ¿En qué versículos encontramos algunos de los mismos pasos que aparecieron en la primera etapa?
En el solemne ritual de la segunda etapa, el Señor apareció a Abram y pasó por entre los animales divididos cuidadosamente dispuestos. Abram mató y dividió a cada uno de los tres animales y colocó las dos mitades una contra la otra, con un espacio entre ellas. También mató a las aves, pero no las dividió. Los que establecían el pacto debían caminar entre las piezas divididas; de esta manera, prometían simbólicamente obediencia perpetua a las disposiciones solemnemente acordadas.
En Génesis 17:1-14, el nombre Abraham pone de relieve el deseo y el propósito de Dios de salvar a todos los pueblos. Las “muchedumbres de gentes” incluirían tanto a judíos como a gentiles. El Nuevo Testamento deja sobradamente en claro que los verdaderos descendientes de Abraham son quienes tienen la fe de Abraham y confían en los méritos del Mesías prometido. (Ver Gálatas 3:7, 29.) Por lo tanto, ya desde Abraham, la intención del Señor era salvar a tantos seres humanos como fuera posible, independientemente de las naciones donde vivieran.
Lee Apocalipsis 14:6 y 7, el mensaje del primer ángel. ¿Qué paralelismos puedes encontrar entre lo que dice el ángel y lo que sucedió en el pacto con Abraham? ¿En qué medida los temas se asemejan?
V. LAS OBLIGACIONES DEL PACTO
“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” (Génesis 18:19).
Como hemos visto hasta ahora, el Pacto es siempre un pacto de gracia, por el que Dios hace por nosotros lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos. No hay ninguna excepción en el pacto con Abraham.
En su gracia, Dios escogió a Abraham como instrumento suyo para ayudar a proclamar el plan de salvación al mundo. Sin embargo, el cumplimiento de las promesas del Pacto por parte de Dios estaba vinculado a la disposición de Abraham a obrar con rectitud y obedecer a Dios por fe. Sin esa obediencia de parte de Abraham, Dios no podría utilizarlo.
Génesis 18:19 demuestra cómo se relacionan la gracia y la Ley. Se inicia con la gracia (“Yo lo he conocido” [RVA]), y sigue con el hecho de que Abraham es alguien que obedecerá al Señor y hará que su familia también lo haga.
Por lo tanto, la fe y las obras aparecen aquí íntimamente unidas, como debe ser. (Ver Santiago 2:17.)
"Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él." Génesis 18:19
¿Qué dice acerca de la obediencia de Abraham?
Su testimonio de fe obediente alcanzaría hasta sus hijos y nietos y sus generaciones. Enseñándoles que la obediencia a Dios era el camino de paz y la plenitud. Fe y las obras. ¿Puede haber una sin la otra?. La fe obediente de Abraham enseñaría a sus hijos la necesidad de ambas.
Las bendiciones del Pacto no se pueden disfrutar ni conservar a menos que los beneficiarios cumplan ciertas condiciones. Aunque no hubo necesidad de condiciones para establecer el Pacto, sí eran necesarias las respuestas de amor, fe y obediencia. Debían ser la manifestación de una relación entre la humanidad y Dios. La obediencia fue el medio por el que Dios pudo cumplir las promesas de su Pacto con el pueblo.
Romper el Pacto, mediante la desobediencia, significa infidelidad a una relación establecida. Cuando se rompe el Pacto, lo que se rompe no es la condición de otorgamiento, sino la condición de cumplimiento.
En tu experiencia con el Señor, ¿puedes ver por qué la obediencia es tan importante? ¿Puedes pensar en algún ejemplo, ya sea de la Biblia o de tu propia experiencia, en que la desobediencia hace imposible el cumplimiento de las promesas del Pacto? Si es así, ¿cuáles son? y, lo más importante, ¿cuál es el remedio?
CONCLUSIÓN
El arco iris es una señal del pacto de Dios con Noé. Lee Génesis 17:10 para descubrir cuál fue la señal del pacto de Dios con Abraham. La circuncisión “estaba destinada:
(1) A distinguir la descendencia de Abraham de la de los gentiles (Efesios 2:11);
(2) A perpetuar el recuerdo del Pacto de Jehová (Génesis 17:11);
(3) A fomentar el cultivo de la pureza moral (Deuteronomio 10:16);
(4) A representar la justificación por la fe (Romanos 4:11);
(5) A simbolizar la circuncisión del corazón (2:29); y
(6) A prefigurar el rito cristiano del bautismo (Colosenses 2:11, 12)” (CBA 1:335).
El arco iris permanecerá como una señal de la promesa de Dios hasta el fin del mundo; pero la señal de la circuncisión, no. Según el apóstol Pablo, Abraham recibió la circuncisión como una muestra de la justicia que había recibido por la fe en Dios (Romanos 4:11). Sin embargo, a través de los siglos, la circuncisión llegó a significar la salvación por la obediencia a la Ley. Para la época del Nuevo Testamento, la circuncisión había perdido su significado.
El elemento esencial es la fe en Jesucristo, que conduce a una vida transformada y obediente. Lee Gálatas 5:6 y 6:15; y 1 Corintios 7:18 y 19.
Dios llamó a Abraham a una relación especial con él, mediante la cual revelaría el plan de salvación al mundo.
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