“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Lough Fook, un cristiano chino, tuvo compasión de sus compatriotas que se habían vuelto esclavos en las minas africanas. Quería darles la esperanza del evangelio, pero ¿cómo podría tener acceso a ellos? Su solución fue venderse por un período de cinco años como esclavo. Fue transportado a Demerara, donde trabajó en las minas y les habló a sus compañeros de trabajo acerca de Jesús.
Lough Fook murió, pero no antes de que doscientas personas fueran liberadas de la desesperanza al aceptar a Jesús como su Salvador. ¡Qué increíble sacrificio personal por el bien de los demás! ¡Qué ejemplo!
Al hacer lo impensable, es decir, humildemente “toma[r] forma de siervo” (Filipenses 2:7), Jesús también logró lo inalcanzable: a ti, a mí y a todo el mundo sumido y perdido en el abismo del pecado.
Esta semana veremos este increíble acontecimiento profetizado cientos de años antes de que ocurriera.
I. LA VERDAD PROBATORIA DE ISAÍAS (Isaías 50:4–10)
Si la única intención de Isaías hubiese sido transmitir información, habría expuesto todos los detalles sobre el Mesías de una vez. Pero, para enseñar, persuadir y dar a su audiencia un encuentro con el Siervo del Señor, desarrolla una rica estructura de temas recurrentes de manera sinfónica.
Despliega el mensaje de Dios por etapas. Isaías es un artista cuyo lienzo es el alma de su oyente.
Lee Isaías 50:4 al 10. Resume lo que dicen estos versículos. ¿Cómo ves a Jesús en este pasaje?
En Isaías 49:7, encontramos que el siervo de Dios es menospreciado, abominado y “esclavo de gobernantes” (PDT); pero “los reyes [lo] verán y se pondrán de pie, los príncipes [lo] verán y se inclinarán” (NVI).
Aquí, en Isaías 50, vemos que el valle es más profundo para el tierno maestro cuyas palabras sostienen al cansado (Isaías 50:4). El camino a la vindicación surca el abuso físico (Isaías 50:6).
Este abuso suena mal para quienes viven en culturas occidentales modernas. Pero, en una antigua cultura del Cercano Oriente, el honor era un asunto de vida o muerte para una persona y su grupo. Si alguien insultaba y maltrataba a alguien así, más le valía estar bien protegido; a la menor oportunidad, la víctima o su clan con toda seguridad tomaban represalias.
El rey David atacó y conquistó el país de Amón (2 Samuel 10:1–12) porque su rey simplemente “tomó los siervos de David, les rapó la mitad de la barba, les cortó los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y los despidió” (2 Samuel 10:4). Pero, en Isaías 50, el pueblo golpea al siervo, le arranca dolorosamente los vellos de la barba y lo escupe.
Lo que hace que estos actos sean un acontecimiento internacional e inter cósmico es que la víctima es el Enviado del eterno Rey de reyes. De hecho, al comparar Isaías 9:6 y 7 e Isaías 11:1 al 16 con otros pasajes de “siervos”, ¡descubrimos que el siervo es el Rey, el poderoso Libertador!
Pero, con todo este poder y honor, por alguna razón inconcebible, ¡él no se salva a sí mismo! Esto es tan extraño que el pueblo no lo podía creer.
En la cruz de Jesús, los dirigentes se burlaron de él: “A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios” (Lucas 23:35); “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él” (Mateo 27:42).
Lee Isaías 50:4 al 10. Anota los principios espirituales que aquí se representan, que deberían aplicarse a nuestra vida. Mírate a la luz de la lista que haces. ¿En qué aspectos podrías mejorar? Si estás desanimado, entonces sigue leyendo el resto de la semana.
II. EL POEMA DEL SIERVO SUFRIENTE (Isaías 52:13–53:12)
Isaías 52:13 al 53:12, conocido como el “Poema del Siervo sufriente”, confirma la reputación de Isaías como “el profeta evangélico”. En armonía con la excelencia del evangelio, el poema se destaca por encima de otros escritos.
Isaías 52:13 al 53:12, conocido como el “Poema del Siervo sufriente”, confirma la reputación de Isaías como “el profeta evangélico”. En armonía con la excelencia del evangelio, el poema se destaca por encima de otros escritos.
Si bien es increíblemente corto, cada frase está repleta de un profundo significado que revela la esencia de la misión impensable de Dios para salvar a una raza inmersa en el pecado y perdida.
Esta no es la “leche” del mensaje de Isaías. Él preparó a su audiencia al presentar el tema mesiánico desde la primera parte de su libro. Al seguir el curso general de la vida del Mesías en la Tierra, el profeta comenzó con su concepción y nacimiento (Isaías 7:14); estableció su identidad como un rey davídico divino (Isaías 9:6, 7); explicó su obra de restauración para Israel (Isaías 11:1-16) y su ministerio silencioso de liberación de la injusticia y el sufrimiento (Isaías 42:1-7).
A continuación, Isaías reveló que el gran drama del Mesías incluye el contraste de la tragedia antes de la exaltación (Isaías 49:1-12; 50:6?-10). Ahora el Poema del Siervo sufriente sondea las profundidades de la tragedia.
Estos textos que hablan sobre Jesús. ¿Cómo nos ayudan a prepararnos para lo que vendrá en Isaías 52 y 53?
Isaías 52:13 a 53:1 presenta el poema con un adelanto que contiene un contraste sorprendente: el Siervo prosperará y será exaltado, pero su apariencia se verá desfigurada de manera tal que resultará irreconocible.
Isaías 53:2 y 3 inicia un doloroso descenso a partir del origen del Siervo y su aspecto normal hasta su aflicción y su rechazo. Isaías 53:4 al 6 hace una pausa para explicar que su sufrimiento en realidad es nuestro castigo, que él soporta para sanarnos. Isaías 53:7 al 9 continúa con el descenso del Siervo inocente hasta la tumba.
En Isaías 53:10 al 12, el Siervo asciende hasta la excelsa recompensa prevista al comienzo del poema que se inicia en Isaías 52:13, con la idea adicional de que su sacrificio para salvar a otros es la voluntad de Dios.
Compara este poema con la estructura de “valle” de Filipenses 2:5 al 11, donde Jesús comienza en forma de Dios pero desciende al vaciarse para asumir la esclavitud de la forma humana, humillándose hasta la muerte, y la muerte más baja de todas: la muerte en una cruz. Por lo tanto, Dios lo exalta sobremanera a fin de que todos lo reconozcan como Señor (comparar con Isaías 49:7).
Lee Isaías 52:13 a 53:12. Anota todo lo que el poema dice que Jesús ha hecho por nosotros. Reflexiona sobre lo que esas acciones en nuestro favor significan para nosotros.
Estos textos que hablan sobre Jesús. ¿Cómo nos ayudan a prepararnos para lo que vendrá en Isaías 52 y 53?
Isaías 52:13 a 53:1 presenta el poema con un adelanto que contiene un contraste sorprendente: el Siervo prosperará y será exaltado, pero su apariencia se verá desfigurada de manera tal que resultará irreconocible.
Isaías 53:2 y 3 inicia un doloroso descenso a partir del origen del Siervo y su aspecto normal hasta su aflicción y su rechazo. Isaías 53:4 al 6 hace una pausa para explicar que su sufrimiento en realidad es nuestro castigo, que él soporta para sanarnos. Isaías 53:7 al 9 continúa con el descenso del Siervo inocente hasta la tumba.
En Isaías 53:10 al 12, el Siervo asciende hasta la excelsa recompensa prevista al comienzo del poema que se inicia en Isaías 52:13, con la idea adicional de que su sacrificio para salvar a otros es la voluntad de Dios.
Compara este poema con la estructura de “valle” de Filipenses 2:5 al 11, donde Jesús comienza en forma de Dios pero desciende al vaciarse para asumir la esclavitud de la forma humana, humillándose hasta la muerte, y la muerte más baja de todas: la muerte en una cruz. Por lo tanto, Dios lo exalta sobremanera a fin de que todos lo reconozcan como Señor (comparar con Isaías 49:7).
Lee Isaías 52:13 a 53:12. Anota todo lo que el poema dice que Jesús ha hecho por nosotros. Reflexiona sobre lo que esas acciones en nuestro favor significan para nosotros.
III. ¿QUIÉN HA CREÍDO? (Isaías 52:13-53:12)
En Isaías 52:13, el Siervo de Dios es exaltado en extremo; pero, de repente, el siguiente versículo describe su apariencia tan desfigurada que no puede ser reconocido como uno de los “los hijos de los hombres”.
El Nuevo Testamento describe los factores que desfiguraron la apariencia de Jesús, incluidas la flagelación, una corona de espinas, la crucifixión; pero, sobre todo, el hecho de cargar con los pecados de la raza humana. El pecado nunca tuvo la condición de ser natural para los seres humanos; soportarlo hizo que el “Hijo del Hombre” pareciera infrahumano.
Compara esta historia con la de Job, que súbitamente descendió de una posición de gran riqueza, honor y poder a ser un lastimoso miserable sentado en el suelo en medio de cenizas, que raspaba sus dolorosas llagas con un tiesto (Job 1, 2). El contraste era tan grande que ni siquiera los amigos de Job lo reconocieron al principio (Job 2:12).
La pregunta es: ¿Por qué sufre Job? ¿Por qué debe sufrir el Mesías de Dios? Ninguno de los dos lo merece. Ambos son inocentes. ¿Por qué, entonces, el sufrimiento?
Leyendo Isaías 52:13 - 53:12 aparece el tema del inocente que sufre por el culpable. ¿Cuál es el mensaje esencial para nosotros?
Presta atención a las preguntas de Isaías 53:1. Estas preguntas enfatizan el desafío de creer lo increíble (comparar con Juan 12:37–41) y nos advierten que nos sentemos por el resto de la historia. Pero las preguntas también implican una apelación. En este contexto, el paralelismo entre las dos preguntas implica que el brazo/poder de salvación del Señor (comparar con Isaías 52:10) se revela a quienes creen en el relato. ¿Quieres experimentar el poder salvador de Dios? Entonces, cree en el relato.
Presta atención a Isaías 53:6. ¿Qué mensaje específico encuentras? ¿Qué te dice ese texto personalmente, que debería darte esperanza a pesar de tus pecados y tus fracasos pasados?
IV. ¡LOS INALCANZABLES SOMOS NOSOTROS! (Isaías 53:3-9)
Semejante a una planta vulnerable, aparentemente sin ningún valor especial y despreciada (Isa. 53:2, 3): esa es la representación que aquí se nos da del Siervo sufriente. Isaías nos ha conducido rápidamente de la juventud inocente hasta el borde del abismo. Incluso teniendo en cuenta el contexto presentado previamente, no estamos preparados en el sentido de que estemos resignados al destino del Siervo. ¡Al contrario! Isaías nos ha enseñado a apreciar al Niño que nos ha nacido, al Príncipe supremo de la paz. Otros lo desprecian, pero nosotros sabemos quién es él realmente.
Como dijo alguien: “Nos hemos encontrado con el enemigo, y somos nosotros”.
El siervo no es el primero en ser despreciado, desechado o un varón de dolores. El rey David fue todo eso cuando huyó de su hijo Absalón (2 Samuel 15:30). Pero el sufrimiento que soporta este Siervo no es suyo y no deriva de su propio pecado. Tampoco lo soporta únicamente por otra persona: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).
La respuesta a la pregunta “¿Por qué?” es la verdad probatoria de Isaías: A causa del amor de Dios, su Mesías elegiría sufrir. Pero ¿por qué? Isaías asesta el “broche de oro” para completar la verdad inconcebible: ¡Él eligió sufrir para alcanzar lo inalcanzable; y lo inalcanzable somos nosotros!
Quienes no entienden consideran que el Siervo es “golpeado por Dios” (Isaías 53:4, NVI). Así como los amigos de Job pensaron que su pecado debió haber causado su sufrimiento, y así como los discípulos de Jesús le preguntaron “¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?” (Juan 9:2), los que vieron a Jesús en la cruz supusieron lo peor. ¿No dijo Moisés que “cualquiera que es colgado de un árbol está bajo la maldición de Dios” (Deuteronomio 21:23, NVI; comparar con Números 25:4)?
Sin embargo, todo esto fue la voluntad de Dios (Isaías 53:10). ¿Por qué?
Porque “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). Porque Dios, “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
“¡Y qué enorme precio ha sido el pagado por nosotros! Contemplemos la cruz y la Víctima levantada sobre ella. Fijémonos en las manos taladradas cruelmente. Observemos sus pies asegurados por largos clavos al madero. Cristo cargó nuestros pecados en su propio cuerpo. Ese sufrimiento, esa agonía, es el precio de nuestra redención” (ELC 223).
¡El peso, la culpa, el castigo por los pecados de todo el mundo (todos los pecados cometidos por cada pecador), cayeron sobre Cristo en la Cruz al mismo tiempo, como el único medio para salvarnos!
¿Qué nos dice esto acerca de cuán malo es el pecado, que hubo que pagar un precio tan alto para redimirnos de él?
El hecho de que el Salvador haya hecho esto por nosotros, incluso a un costo tan alto, ¿qué nos dice sobre el amor de Dios?
V. UNA OFRENDA DE RESTITUCIÓN TRANSFORMADORA (Isaías 53:10-12)
¿Qué significa que la vida del Siervo sea “entregada en ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10, NTV)?
La palabra hebrea se refiere a una “ofrenda expiatoria o de restitución” (Levítico 5:14-6:7; 7:1-7), que podría expiar los agravios intencionales contra otros (Levítico 6:2, 3). Esos pecados fueron señalados por Isaías (Isaías 1-3; 10:1, 2; 58). Además, el pecador debe devolverle a la persona agraviada lo que le quitó, más una multa, antes de ofrecer el sacrificio para recibir el perdón de Dios (Levítico 6:4-7; comparar con Mateo 5:23, 24). En el caso de un uso indebido e involuntario de algo que pertenece a Dios, él es el receptor de la reparación (Levítico 5:16).
Ahora podemos entender Isaías 40:2, donde Dios consuela a su pueblo exiliado diciéndole que este ha pagado suficiente compensación por sus pecados.
Pero, después de la reparación, debe haber un sacrificio. Aquí está, en Isaías 53: el Siervo de Dios, en lugar de un carnero, es llevado como oveja al matadero (53:7) en favor de los que se han extraviado (53:6). Aunque “cortado de la tierra de los vivientes” (53:8; comparar con Daniel 9:26), totalmente consumido en el sacrificio que enciende la llama de la esperanza para nosotros, el Siervo se levanta de la muerte, la tierra sin retorno, para recibir exaltación, ver a su “linaje” y prolongar sus días (53:10-12).
¿De qué manera los siguientes versículos reflejan el mismo mensaje básico que Isaías 53?
"Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño." Salmos 32:1, 2.
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." Romanos 5:8
"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado." Gálatas 2:16
"Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe." Filipenses 3:9
"Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos." Hebreos 2:9
"Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados." 1 Pedro 2:24
Si alguien te pidiera que resumas en un solo párrafo las buenas nuevas de Isaías 52:13 a 53:12, ¿qué escribirías?
CONCLUSIÓN
“Cristo llevó nuestros pecados en su propio cuerpo, en el árbol de la Cruz. [...] ¿Qué debe ser el pecado, si ningún ser finito pudo hacer la Expiación?
¿Cuál debe ser su maldición, cuando solamente la Deidad pudo conjurarla?
La Cruz de Cristo testifica, ante cada hombre, que la muerte es el castigo del pecado. [...] ¿Acaso habrá algún poderoso encantamiento que retiene el sentido moral, impidiéndole ser impresionado por el Espíritu de Dios?” (NEV 46).
“La ley del gobierno de Dios había de ser magnificada con la muerte del Unigénito Hijo de Dios. Cristo llevó la culpa de los pecados del mundo. Nuestra suficiencia se encuentra únicamente en la encarnación y la muerte del Hijo de Dios. Él pudo sufrir porque era sostenido por la divinidad. Pudo soportar porque estaba sin mácula de deslealtad o pecado. Cristo triunfó en favor del hombre, llevando así la justicia del castigo. Consiguió vida eterna para los hombres al paso que exaltó la Ley y la hizo honorable” (1MS, 366).
1. Isaías 53:7 al 9 desciende a las profundidades del abismo: la muerte y la sepultura del Siervo. ¿Cuántos aspectos de estos versículos se cumplieron al final de la vida de Jesús? Mateo 26:57–27:60; Marcos 14:53-15:46; Lucas 22:54-23:53; Juan 18:12-19:42.
2. Fíjate en la última cita de Elena G. de White sobre que la muerte de Cristo magnifica la Ley. ¿Qué quiere decir ella con eso? ¿Cómo entendemos su muerte como prueba de la perpetuidad de la Ley?
Resumen: Luego de explayarse en el nacimiento, la identidad y la trayectoria del Libertador de Dios, Isaías finalmente revela la tragedia suprema que nos da esperanza: para alcanzar, salvar y sanar a los perdidos –incluidos nosotros–, el Siervo de Dios lleva voluntariamente nuestro sufrimiento y nuestro castigo.
Comentarios
Publicar un comentario