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Jose Orlando Silva
Es interesante como vislumbramos el fin sin admitir que solo podemos alcanzarlo si tiene un comienzo. Lo que parece obvio y fácil de entender y asimilar en la teoría, en la práctica se vuelve un desafío. En la experiencia espiritual no es diferente. El texto de hoy engloba todo lo que hacemos con la expresión “todas estas cosas”. Usted y yo sabemos cuántas cosas debemos hacer en el contexto familiar. El ama de casa en seguida pensaría en los quehaceres domésticos. Los padres y las madres, en su trabajo diario y ejercicio de la profesión, saben que hay una razón más para eso, además de la mera supervivencia vinculada a la familia. Y los hijos no están fuera de esa experiencia.
La pirámide de Maslow enfatiza “estas cosas” como vitales y necesarias porque están directamente relacionadas con comer, beber, y vestir, son prioritarias. De acuerdo con esa teoría, los seres humanos viven en busca de la satisfacción de determinadas necesidades. Para el psicólogo Maslow, la perspectiva de satisfacción de esas necesidades es que genera la fuerza motivadora en los individuos. La pirámide de Maslow se usa entonces para demostrar la jerarquía de esas necesidades. Pero lo que tristemente olvidamos es que el mismo versículo enfatiza que hay una acción, que es la prioridad de las prioridades: “Buscar en primer lugar el reino de Dios”. La buena noticia es que esa actitud nos garantiza una recompensa presentada como promesa: el agregado de “todas estas cosas” de manera milagrosa y natural. Dios quiere evolucionar nuestras vidas si comprendemos y practicamos ese punto. Oremos.
LA SEDE DE LAS PRIORIDADES
La gran verdad es que buscamos el resultado y olvidamos la causa. Si usted tuviera la oportunidad de tener una audiencia con Jesús y él le preguntara: “¿Qué deseas y necesitas?”, Veríamos que la mayoría de los pedidos estaría vinculado a cosas. Nuestro pedido expresa nuestro foco.
La declaración “buscad en primer lugar el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33) se establece como una fórmula que afirma que la manera de alcanzar estas cosas no es mirándolas, sino mirando a Cristo. Y de manera extraordinaria, el versículo anterior afirma que si usted y yo tenemos la mirada en estas cosas, no somos cristianos, somos gentiles. Aquí se establece la esencia que define quién realmente somos. Estar unido a una iglesia o decir quiénes somos no es suficiente para ser realmente cristianos. Si el Rey no reina en nuestros corazones, nuestra mirada no está en Cristo y nuestra prioridad no es él. El Rey no necesita estar presente, y su sede puede estar en otro lugar. ¿En qué lugar debe estar el Rey? En la sede donde se establecen las prioridades. Y lo que se establece como prioridad se convierte en lo que consideramos y denominamos como valioso. No es de admirar que Cristo mismo señala esa sede en el mismo sermón, estableciendo una conexión perfecta de razonamiento cuando afirma: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Podríamos sustituir sin miedo de desvirtuar el contexto la palabra “tesoro” por “prioridad” y afirmar que donde esté nuestra prioridad, allí estará nuestro corazón. Y hay dos versículos en el Antiguo Testamento expresados por Moisés y Jeremías que afirman que nuestra búsqueda de Dios solo se alcanza con éxito si lo buscamos de corazón (Deuteronomio 4:29 y Jeremías 29:13).
UNA CAUSA INOPERANTE
Estas cosas que absorben nuestra atención y establecen nuestra prioridad no tienen vida en sí mismas. El versículo 31 nos presenta que “estas cosas” están relacionadas con comer, beber y vestir. Queremos salud, empleo, calificación académica, buena educación para comer, beber y vestir bien. La existencia de toda acción humana desemboca en ellas. El problema no está en tenerlas, sino en la manera en la que las buscamos, estableciendo nuestra prioridad sobre ellas. Esos últimos siglos han mostrado el frenético movimiento humano en esta dirección. Sin embargo, Cristo afirma que si usted busca esas cosas no las encontrará, y presenta las razones antes de esa afirmación en Mateo 6:33, porque en la mentalidad griega la justificación precede a la afirmación. Por eso, los versículos 20 y 21 del mismo capítulo presentan que suceden tres cosas con “estas cosas”:
1) La polilla las destruye (insectos pequeños destruyen todo lo que es orgánico).
2) La herrumbre las corroe
3) Los ladrones las roban
No hay seguridad en esas cosas, su causa es inoperante, porque vienen como consecuencia. No tenemos tiempo para el culto familiar, la devoción personal, el estudio de la Biblia y el testimonio, porque nuestro tiempo está ocupado en la acción para obtenerlas. En contrapartida, hay una promesa que dice: “A su amado dará Dios el sueño” (Sal. 127:2).
DIOS PRUEBA QUE PUEDE
En Mateo 6:25-30 Cristo presenta la prueba de que él puede añadir esas cosas, como ya añade lo que es más importante. Por eso pregunta: “¿No es la vida más importante que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?”. Con estas preguntas trata de impedir la ansiedad, porque es inútil. La respiración se realiza, el cuerpo crece, el corazón bombea aproximadamente 9.000 litros de sangre, a través de 100.000 km de venas y vasos sanguíneos en 103.600 pulsaciones de latidos cardíacos rítmicos sin que lo notemos. Si el cuerpo y la vida son la causa más importante que comer o el vestir, y es Cristo quien origina y mantiene esa causa, él es la Causa de las causas. Y como mantiene el cuerpo y la vida, puede sustentarnos debidamente dándonos comida, bebida y vestido. Esa es la promesa y el razonamiento quirúrgico de Cristo. Por eso nos invita a establecerlo en nuestra vida como nuestra prioridad de las prioridades. Cristo nos presenta un ejemplo claro cuando afirma: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta” (Mateo 6:26).
CONCLUSIÓN
Cuatro veces Jesús nos alerta: “no os afanéis” (Mateo 6:25, 28, 31 y 34). Ahí nace la alerta ante la ansiedad que es el trastorno obsesivo compulsivo, el síndrome de pánico y toda la sintomatología de la ya considerada enfermedad emocional del siglo. La exacerbada preocupación por el futuro aniquila y ahoga la fe en el mantenimiento y cuidado de Cristo por nosotros. Todos los días, cuando no lo buscamos en la primera hora, estamos comunicando que podemos vivir sin él. A. W. Tozer afirma: “Nunca vi a un cristiano útil que no sea estudiante de la Biblia. No existe atajo para la santidad”. Nuestra dependencia de Dios se origina en el estudio de la Palabra, la oración y la comunión diaria con Dios. Si él no es nuestra prioridad, siempre viviremos en un segundo plano. Cristo termina su argumento afirmando: “porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34).
Después de decir esto podemos concluir que nuestra validez como cristianos es de 24 horas. Nuestra búsqueda de Cristo debe ser diaria. Estos diez días de oración son un comienzo que debe ser ininterrumpido e innegociable. Este es el tiempo, ahora es la hora, ya es el momento para que usted se lance sobre el único que lo mantuvo hasta aquí, y desea ser la prioridad de las prioridades de su vida. Comience hoy. ¿Es ese su deseo? Vamos a orar.
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