El relato bíblico de hoy nos presenta a una viuda “de los hijos de los profetas”, una importante comunidad educativa en Israel, en una situación de urgente necesidad.
Podemos inferir que el esposo de la viuda había sido estudiante en una de estas escuelas de capacitación.
“Las escuelas de los profetas fueron fundadas por Samuel para servir de barrera contra la corrupción generalizada, para cuidar del bienestar moral y espiritual de la juventud, y para fomentar la prosperidad futura de la nación supliéndole hombres capacitados para obrar en el temor de Dios como jefes y consejeros. Con el fin de lograr este objeto, Samuel reunió compañías de jóvenes piadosos, inteligentes y estudiosos. A estos jóvenes se les llamaba hijos de los profetas.[...] En la época de Samuel habían dos de estas escuelas: una en Ramá, donde vivía el profeta, y la otra en Kiriat-jearim, donde estaba el arca en aquel entonces. Se establecieron otras en tiempos ulteriores” PP, 643.
No sabemos por qué el esposo de la viuda tenía deudas cuando murió, o si la viuda había contraído esas deudas a causa de la muerte de su esposo.
Lo que sí sabemos es que la Ley de Moisés permitía la práctica de la servidumbre como un medio para pagar con trabajo las deudas (Éxodo 21:1-2; Levítico 25:39-41).
También hay evidencia de que se abusaba de esta práctica, a pesar de que había un límite de tiempo para la servidumbre (Nehemías 5:5-8; Amós 2:6), y ese era el miedo de la viuda.
Ella todavía estaba viviendo el golpe y trauma de haber perdido a su esposo, por lo que la idea de separarse de sus dos hijos a manos del acreedor era insoportable.
La viuda necesitaba ayuda y la necesitaba de inmediato.
I. ¿A QUIÉN DEBEMOS CLAMAR?
“Una mujer, de las esposas de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos como siervos. Y Eliseo le dijo: Qué puedo hacer por ti?...” 2 Reyes 4:1,2.
El verbo “clamar” significa pedir o requerir algo con vehemencia o desesperación. Y ésta fue la manera como la viuda se acercó al profeta Eliseo para solicitarle que la ayudara a resolver la situación que la muerte de su esposo había producido: falta de recursos financieros para poder hacerle frente al pago de su deuda.
¿A quién clamamos cuando tenemos problemas?
Jeremías 33:3 nos anima: “ Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.
Sí, el Señor promete respondernos cuando clamamos a Él y enseñarnos cosas grandes y ocultas, maneras que Él tiene y que no conocemos para atender nuestras necesidades; la viuda sabía esto muy bien, por eso clamó a quien debía clamar, a quien podía ayudarla a resolver su problema.
Clamó al profeta Eliseo solicitando ayuda, aunque realmente estaba clamando a Dios a través del profeta, quien era su representante en la tierra.
“Para proveernos lo necesario, nuestro Padre celestial tiene mil maneras de las cuales nada sabemos. Los que aceptan el principio sencillo de hacer del servicio de Dios el asunto supremo, verán desvanecerse sus perplejidades y extenderse ante sus pies un camino despejado” MC, 382. "El servicio de Dios nunca deja de ser recompensado, no es cosa vana.
Cuando clamemos al Señor por ayuda, nos preguntará, igual que a la viuda:
¿Qué puedo hacer por ti?
Y nos ofrecerá una manera para atender nuestra necesidad y todavía le quedarán en reserva novecientas noventa y nueve maneras más para proveernos lo necesario.
II. LO QUE TENGAS ES SUFICIENTE PARA DIOS
“Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Declárame qué tienes en tu casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite” 2 Reyes 4:2.
Para solucionar la angustiante situación de la viuda, Eliseo utilizó algo que la viuda tenía.
Dios puede hacer milagros de la nada, pero su procedimiento normal es el de utilizar algo, a veces muy insignificante.
Fue así:
- En los tiempos de Moisés utilizó su vara, sólo una vara seca, sin vida.
- En Caná, el Señor Jesús usó agua común para proveerles de vino de muy buena calidad.
- En la alimentación de los cinco mil hombres utilizó cinco panes de cebada y dos pececillos que tenía un niño.
“Dios usa lo que tenemos. Sus recursos y su poder no tienen límite, y fácilmente podría haber suplido la necesidad de la mujer sin la ayuda de su vasija de aceite. Pero tomó lo que ella tenía, y añadió su bendición... La vasija de aceite no era gran cosa, pero en la mano de Dios y con su bendición, fue suficiente como para suplir todas las necesidades de la viuda. Es posible que no tengamos muchos talentos y que la medida de nuestros bienes materiales sea pequeña, pero Dios puede usar y aumentar todo lo que se consagre a Él. La vasija de aceite demostraba la absoluta pobreza de la viuda; pero fue también el medio que el Señor empleó para satisfacer todas sus necesidades” 2 CBA, 39.
III. PIDE VASIJAS, NO POCAS
Eliseo dijo: “Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte” 2 Reyes 4:3-4.
¿Cuántas vasijas tenía que pedir prestadas? ¿Veinte, cincuenta, cien, doscientas, quinientas, mil?
El profeta no le había indicado cantidad, sólo le había ordenado que pidiera muchas, no pocas. La cantidad que pidiera estaría en proporción a la medida de su fe, y como consecuencia sería la medida de lo que habría de recibir del Señor. Si su fe hubiera sido poca, habría recibido poco; si fuera mucha, recibiría mucho.
La instrucción de juntar la mayor cantidad posible de vasijas sugiere dos cosas:
- En primer lugar, el potencial de las bendiciones de Dios para la viuda y sus hijos era ilimitado. Y debido a que Dios es el dueño de todo, también tiene la capacidad de dar por encima de las expectativas.
- En segundo lugar, mientras la capacidad de Dios de proveer es ilimitada, las bendiciones que serían derramadas dependerían de la capacidad de reunir el mayor número posible de vasijas. Y aquí es donde entra la fe. La fe es experimentar la confianza en Dios al dar lo mejor de nosotros, con toda nuestra capacidad, y dejarle el resto a Él.
IV. DIOS CESA DE DAR CUANDO NO ESTAMOS PREPARADOS PARA RECIBIR MÁS
“Y la mujer se fue de él y cerró la puerta tras sí y tras sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba el aceite. Y como las vasijas fueron llenas, dijo a un hijo suyo: tráeme aún otra vasija. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite” 2 Reyes 4:5,6.
El profeta Eliseo le había dicho que se encerrara con sus hijos en su casa. Hay ocasiones cuando es necesario estar a solas con Dios en oración, y en este caso, también era necesario no tener distracción de otras personas. Es importante no permitir que las distracciones de esta vida nos impidan que pasemos tiempo a solas con Dios.
“La incredulidad no fue un obstáculo para la viuda. Actuó al punto. Siguió las instrucciones del profeta y consiguió también la cooperación de sus hijos. Si éstos habían de salvarse de una vida de esclavitud, tenían que hacer algo para ayudarse. La fe y obediencia de la viuda engendraron fe y obediencia en sus hijos. La fe produce fe, y la obediencia de uno fomenta la obediencia de otro” 2CBA, 39.
¿Puede imaginarse estando en la misma habitación con la viuda y sus hijos, viendo esas vasijas vacías que se llenaban con aceite de oliva de su vasija pequeña?
¿Se imagina a los dos muchachos pasándole las vasijas vacías a su madre, para que una a una las llenara hasta que ya no hubiera más vasijas para llenar, tal como lo había dicho el profeta?
¿Puede sentir la emoción de la viuda y sus hijos al ver la realización del milagro de Dios frente a sus propios ojos?
El aceite continuó fluyendo mientras hubo vasijas vacías para recibirlo.
Si hubiese tenido más vasijas vacías, el poder de Dios hubiese sido suficiente para llenarlas todas. Dios cesa de dar cuando el ser humano no está preparado para recibir más.
La milagrosa provisión de aceite no cesó hasta que se hubo llenado la última vasija.
Somos nosotros, al ejercer nuestra fe, quienes ponemos límite a sus bendiciones, pues su poder para proveernos lo que necesitamos es ilimitado.
V. DIOS PROVEYÓ POR ENCIMA DE LAS NECESIDADES DE LA VIUDA
“Vino ella luego y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve, vende el aceite, y paga tu deuda: y tú y tus hijos vivid de lo que quede” 2 Reyes 4:7.
El apóstol Pablo animaba la fe de los hijos de Dios en Efeso cuando les dijo:
"Dios es Poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos" Efesios 3:20.
"Mucho más abundantemente” es la frase que mejor describe esta emocionante historia pues Dios no sólo proveyó para saldar la deuda del acreedor que quería esclavizar a sus dos hijos.
Esto sólo hubiera sido un alivio momentáneo pues sus requerimientos de sustento pronto hubieran puesto a la viuda en la necesidad de endeudarse nuevamente.
La provisión de Dios fue completa. La viuda recibió del Señor más de lo que había pedido. Sólo había pedido que sus hijos fueran liberados de la esclavitud, y por medio de la venta del aceite pudo saldar sus deudas pasadas y tener, además, suficientes recursos para su sustento futuro.
La carga que había estado sobre su espalda ya no existía, y ahora tenía recursos suficientes para vivir con sus hijos. Dios proveyó por encima de sus necesidades.
Dios, que suplió las necesidades de la viuda, constantemente da a todos sus hijos bendiciones mucho mayores que las que ellos piden.
"Porque Yo he venido para que tengan vida; vida en abundancia"
CONCLUSIÓN
El relato de esta viuda nos enseña que, cuando estamos en problemas o con alguna necesidad:
- Debemos clamar a Dios, quien tiene el poder y la manera de satisfacer nuestras necesidades.
- Dios espera que nosotros hagamos nuestra parte. Lo que no podemos hacer, Dios lo hará; en ocasiones utilizará recursos insignificantes para hacer grandezas.
- La medida de nuestra fe será el límite de nuestras bendiciones. Dios cesa de dar cuando no estamos preparados para recibir más.
- Dios está dispuesto a proveer por encima de nuestras necesidades, pues su poder es ilimitado.
Después de realizado el milagro de la multiplicación del aceite, la viuda fue y se lo contó al profeta. Nosotros también tenemos ahora la oportunidad de ir a Dios y contarle acerca de las bendiciones que hemos recibido de Él durante este año y expresar nuestra gratitud por todas sus bondades.
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