Este mensaje considera la ansiedad que Jesús sentía y cómo él enfrentó sus miedos en el camino hacia la cruz.
INTRODUCCIÓN
Imaginen a un niño y su padre visitando una pequeña tienda en el interior. Al salir de la tienda, el dueño le ofrece al niño algunos dulces gratis. “Toma un puñado de dulces”, le dice el comerciante al muchachito. El niño permanece parado, mirando a su padre. El propietario repite: “Hijo, toma un puñado de dulces. Es gratis”. El muchachito sigue parado, mirando a su padre. Finalmente, el padre coloca la mano en el tarro, y toma un puñado de caramelos y se los da a su hijo. Mientras volvían a la casa, el padre le preguntó al hijo por qué no había tomado los dulces. El muchachito, con una sonrisa en el rostro, miró a su padre y le dijo: “porque sé que tu mano es más grande que la mía”.
En tiempos de angustia y tristeza, aprenda a colocar todo en las manos del Padre, porque sus manos son mucho más grandes que las nuestras.
Cuando miramos hacia los últimos días de la vida de Jesús, tenemos que admitir que esa no fue una época fácil para él. Ante él se encontraba una misión dolorosa, la de morir por los pecados de la humanidad. Y la Biblia muestra claramente que él fue tentado a no cumplir esta misión, pero en Getsemaní oró, suplicó, luchó y obtuvo la victoria. Este momento de la vida de Jesús significa mucho para todos nosotros, pues en el jardín del Getsemaní nuestro destino eterno fue decidido. Y ese evento en la vida de Jesús nos muestra que la victoria sobre el pecado no es algo realizado en el momento de la acción en sí, sino antes, en los momentos silenciosos de lucha interna.
“En Compañía de sus discípulos, el Salvador se encaminó lentamente hacia el huerto de Getsemaní. La luna de Pascua, ancha y llena, resplandecía desde un cielo sin nubes. La ciudad de cabañas para los peregrinos estaba sumida en el silencio. Jesús había estado conversando fervientemente con sus discípulos e instruyéndolos; pero al acercarse a Getsemaní se fue sumiendo en un extraño silencio. Con frecuencia, había visitado este lugar para meditar y orar; pero nunca con un corazón tan lleno de tristeza como esta noche de su última agonía. […] Tan terrible le parece el pecado, tan grande el peso de la culpabilidad que debe llevar, que está tentado a temer que quedará privado para siempre del amor de su Padre. Sintiendo cuán terrible es la ira de Dios contra la transgresión, exclama: ‘Mi alma está muy triste hasta la muerte’". DTG, 636.
El primer Adán se rebeló en el Jardín del Edén y trajo el pecado y la muerte al mundo, pero el último Adán (1 Corintios 15:45) se sometió en el Jardín del Getsemaní y trajo vida y salvación para todos los que creen.
Casi nunca pensamos en un Jesús deprimido y desanimado, pero en ese momento lo estaba. Él no podía ser realmente humano sin saber lo que es tener miedo, principalmente a su propia muerte. Y eso nos lleva a la pregunta: ¿cómo enfrentó Jesús su miedo?
I. JESÚS BUSCÓ EL APOYO DE OTROS (Mateo 26:36-38).
a. Jesús llevó a Pedro, Santiago y Juan al Jardín del Getsemaní con él. El Maestro deseaba y necesitaba el apoyo e incentivo de sus discípulos. Necesitamos buscar a aquellos que pueden incentivarnos y apoyarnos en tiempos de estrés y tentación. Necesitamos de la comunión con los hermanos que pueden ayudarnos a hacer lo correcto ante los ataques de Satanás. Los amigos de Jesús se mostraban infieles a él. Pero el ejemplo de Jesús al buscar incentivo y apoyo a la oración es una importante lección a imitar.
b. Cuando luchamos con la voluntad de Dios, debemos ser lo suficientemente sabios para buscar la motivación y el apoyo de otros. Dios con frecuencia usa a otras personas para confirmar o incentivar el camino que él desea que tomemos.
c. Cuando él volvió con sus discípulos, los encontró profundamente dormidos. Él dijo: “[…] ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación […]” (Mateo 26:40, 41).
• Ilustración:
Considere un proyecto importante realizado por su iglesia o comunidad. Una feria de salud, distribución de libros o comida. El líder convoca a varias personas de la iglesia a participar como voluntarios. Pero déjeme hacerle una pregunta: ¿cómo cree que él se sentiría si, después de haber hecho todos los arreglos para ese trabajo, y después de haber anunciado públicamente en la semana anterior y después de incluso haber llamado a las personas personalmente durante la semana?
¿Cómo se sentiría si nadie apareciera para ayudar? Probablemente, decepcionado. Tal vez, hasta enojado. Y probablemente muy sobrecargado con la tarea en cuestión, una tarea que sería prácticamente imposible de realizar solo. Probablemente, después le habría dicho a los miembros “¿DÓNDE ESTABAN? ¿POR QUÉ NO VINIERON A AYUDARME?”.
Probablemente, fue así como se sintió Jesús. En especial cuando, después de pedirles ayuda a sus amigos, los encuentra durmiendo...
II. JESÚS DERRAMÓ SU CORAZÓN EN ORACIÓN (Mateo 26:39, 42, 44).
a. La oración, para Jesús, no era algo que ponía en práctica solo en momentos de crisis. Era una rutina, un hábito que había desarrollado y mantenido fielmente. Era su herramienta principal para lidiar con los problemas y permanecer conectado al Padre. En sus peores momentos, ¿qué hacía? Se ponía de rodillas.
b. Pero, ¿cómo oraba Jesús? Como un niño a un Padre amoroso. ¡Abba! (Marcos 14:36).
En nuestro idioma: ¡Papi! ¡Papito! Palabra aramea que transmitía ternura, amor, bondad, cercanía y confianza.
Cuando usted o yo estamos en el Getsemaní, como en un cuarto de hospital, en un tribunal, en la soledad o en el dolor, en el aislamiento, en la injusticia, en la tristeza o en la traición, necesitamos orar como un niño a un padre amoroso. Como un niño a un Padre poderoso.
Jesús fue franco y honesto con su Padre, pidió una suspensión, preguntó si él podía encontrar otra manera de realizar esta tarea. Y, sin embargo, cuando la respuesta no vino, ¿cuál fue la respuesta de Jesús? “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). Él agonizó en el jardín. Fue tentado en el jardín. Sin embargo, cedió ante la voluntad del Padre. ¿Cuál es la voluntad del Padre para nosotros?
Romanos 12:1-2, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios […] No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Ilustración:
El capullo de la polilla emperador tiene un formato de balón. Para volverse un insecto perfecto, la polilla debe abrirse paso a través del cuello del capullo por horas de intensa lucha. Los entomólogos explican que esta presión a la que la polilla es sometida es la manera de la naturaleza de forzar una sustancia que da vida a sus alas. Imagine que alguien no sepa de eso y quiera disminuir las pruebas y luchas aparentemente innecesarias de la polilla cortando un poco del capullo, para hacer que la polilla pueda salir sin dolor y sin esfuerzo. La consecuencia es que esa criatura nunca desarrollará sus alas. Terminará teniendo que arrastrarse en lugar de volar con sus alas coloridas como el arcoíris. (A propósito, la dificultad con la que un bebé se exprime por el canal de parto también es una manera proyectada por Dios para forzar el líquido a salir de los pulmones del recién nacido).
Muchas veces, la tristeza, el sufrimiento, las pruebas y las tribulaciones son sabiamente proyectadas para hacernos más semejantes a Cristo. Los procesos de refinamiento y desarrollo son muchas veces lentos, pero a través de la gracia de Dios, emergemos triunfantes.
¿Está dispuesto a hacer la voluntad del Padre a cualquier costo?
III. JESÚS RECIBIÓ CONSUELO Y FUERZA DE DIOS.
Entonces le apareció, a Jesús en el Getsemaní, un ángel del cielo que lo consolaba (Lucas 22:43).
“[El ángel] No vino para quitar de su mano la copa, sino para fortalecerle a fin de que pudiese beberla, asegurado del amor de su Padre” (DTG, 642). “La agonía de Cristo no cesó, pero le abandonaron su depresión y desaliento” (DTG, 643).
El Dr. George Morrison dice: “Toda vida tiene su Getsemaní, y todo Getsemaní tiene su ángel”.
¡Qué motivación para el pueblo de Dios en medio de las luchas y pruebas!
No sé cuál es su Getsemaní, pero estoy seguro de que Dios estará con usted. Jesús prometió:
“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10, NVI).
“Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel:
‘No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas’”. Isaías 43:1, 2 (NVI).
Puede ser visible o no, pero es cierto que para todo Getsemaní hay un ángel para estar al lado de los hijos de Dios y fortalecerlos en tiempos de crisis e incertidumbre.
IV. JESÚS BUSCÓ CUMPLIR SU PROPÓSITO FINAL, A PESAR DE LAS CIRCUNSTANCIAS DIFÍCILES (Mateo 26:45-56).
Después de haber orado, conversado con el Padre y recibido fuerza de los cielos, ¿qué hizo Jesús?
“En seguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó.-¡Rabí!-le dijo, y lo besó. -Amigo-le replicó Jesús-, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús. En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja. —Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren. ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? Pero, entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?” (Mateo 26:49-54, NVI).
Jesús no era una víctima pobre e indefensa, involuntariamente atrapada en circunstancias fuera de su control. Jesús libremente, voluntariamente, deliberadamente completó el camino hacia la cruz.
Observe las palabras de Jesús:
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10:17, 18).
CONCLUSIÓN
Hoy en día, el Getsemaní tiene otros nombres: divorcio, fracaso, soledad, enfermedad o pérdida. Mas, Dios quiere que usted vea estas circunstancias como un tipo de Getsemaní y que recuerde que, es en el Getsemaní donde las dudas y angustias se transforman en crecimiento y gloria. Jesús pasó por una gran lucha, una angustia terrible, pero triunfó a través de la total sumisión al Padre… Y decidió pasar por todo eso porque estaba pensando en USTED.
Hoy podemos responder a ese sacrificio de amor de la siguiente manera:
a. Comprenda que su vida fue comprada por un alto precio, por lo tanto, valórela. Ofrezca su vida a Dios, y sírvalo con todo lo que tiene. Considere lo que usted puede hacer por él hoy.
b. Jesús nos dio un ejemplo perfecto de oración y sumisión. ¿Quiere permanecer fuerte y tener una vida victoriosa? ORE. El Señor lo escuchará y fortalecerá.
c. Y si usted todavía no aceptó a Jesús como su Salvador, acéptelo ahora. Mire atentamente a la vida y las palabras del Maestro y perciba que él vino a este mundo con solo un propósito: salvarlo. ¿Cómo? Muriendo en su lugar y pagando el precio por su pecado. Acepte hoy este regalo y reciba de él una vida nueva.
“Si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que, Dios es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda nuestra maldad” 1 Juan 1:19.
¿Eres salvo? ¿Estás seguro? ¡Algunos cometen tantos errores en la vida que incluso dudan de su propia salvación! Llegan a pensar que Dios no tiene más perdón que ofrecerles. La buena noticia es lo que está en el VERSÍCULO PRINCIPAL DE HOY: Dios siempre está dispuesto a perdonar a aquellos que se arrepienten de sus pecados y los confiesan.
Carlos no creía en su propia salvación. Había ido tan lejos en sus pecados, que pensó que no había lugar para él al lado de Dios.
Un día, con la iglesia llena, el pastor habló sobre el versículo de hoy. "¿Te arrepientes de lo que hiciste?", preguntó el pastor. Mentalmente, Carlos respondió: "Si". "No importa cuán lejos hayas ido. ¿Quieres volver? ¿Quieres el perdón de Dios?", dijo el pastor desde el frente. Y la respuesta de Carlos fue: "Sí!»
Si la salvación fuera nuestra responsabilidad, estaríamos perdidos. Gracias a Dio está bajo la responsabilidad de Jesús, quien murió para pagar por nuestros pecados. En esa predicación, Carlos reconoció esto. ¿Y cuál es nuestra parte en todo est proceso? Entender el sacrificio hecho por Cristo y apartarnos del pecado. Si volvemos a pecar, debemos arrepentirnos y volver corriendo a Dios, quien siempre estará dis puesto a perdonar. Obviamente, esto no debe servir como estimulo para el pecado No deberíamos jugar con cosas serias. Cualquiera que se burle de las oportunidad de Dios está poniendo en peligro su salvación. Pero el perdón divino siempre está disponible para aquellos que verdaderamente se arrepienten. El apóstol Juan nos dice: "Les escribo esto a ustedes que creen en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna" (1 Juan 5:13). ¡Buenas noticias! Confía en el Hijo de Dios como ti
Salvador, y la vida eterna estará asegurada.
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