TEXTO BASE: JUAN 21:15-19
"Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme."
INTRODUCCIÓN:
1. Cierta vez un niño jugaba en el patio de su casa después de una lluvia bien fuerte. Notó que un pequeño grupo de hormigas estaba en fila sobre un montículo de arena que ya estaba por ser llevado por el pequeño “río” que se había formado. Entonces, tomó un gajo e hizo una especie de puente entre el lugar donde estaban las hormigas y la margen que estaba seca. El montículo de arena estaba prácticamente destruido, pero las hormigas no utilizaban el gajo para poder salir con seguridad y sobrevivir. En pocos minutos, el agua llevó las hormigas, el montículo de arena se deshizo totalmente y el puente de gajo creado no fue eficaz para ese grupo de hormigas porque no lo utilizaron prefiriendo permanecer en su falsa seguridad sobre el montículo de arena.
Ellas tenían la solución, pero no la utilizaron.
2. El momento de la muerte de Jesús en la cruz fue muy duro para sus discípulos. Ese suceso había quitado de ellos toda esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios sobre el Mesías e Israel. Además de que la comprensión de ellos sobre la Misión de Jesús era limitada, el golpe de la cruz sería demasiado duro para cualquier seguidor de Cristo. Tanto es verdad que Jesús enfrentó solo ese momento y venció, que por eso tenemos en él la realización de nuestro rescate.
3. La resurrección de Cristo fue un momento de confusión en la cabeza de los discípulos. Si la cruz había terminado con sus planes y sueños, la resurrección había mostrado que ellos no poseían ningún control sobre los planes de Dios (Lucas 24:25, 26) y que él era poderoso para realizar su propósito. Pero, además de necesitar desarrollar la convicción de que él estaba vivo (Lucas 24:38-43), había mucha duda, sentimiento de fracaso y vergüenza, tenían mucha dificultad de ver el futuro y la convicción de la misión. En este contexto todavía confuso y doloroso para los discípulos es que aparece Jesús a los discípulos por tercera vez después de su resurrección y tiene un momento especial con Pedro. Sobre ese encuentro especial estudiaremos en este día.
DESARROLLO:
1. Después de la resurrección, los discípulos todavía estaban confundidos con todo lo que hacía sucedido e intentaron retomar sus vidas de antes. Pedro, en especial, vivía un momento muy malo y doloroso. Él había negado a Jesús y muchos seguidores de Cristo ya conocían su error. Las personas no lo acusaban de traidor, pero en su propio corazón no se perdonaba. Él, que había dicho que moriría por Jesús (Lucas 22:33), ¿cómo había negado al Salvador tan rápidamente? ¿Jesús lo perdonaría?
2. Pedro era una persona impulsiva y enérgica (Mateo 16:15, 16; Juan 18:10). Tal vez por su manera de ser, él exigia bastante de sí mismo y tenía dificultades en reconocer sus propios errores y limitaciones, como también en aceptar el perdón ofrecido.
3. ¿Cuántas personas conoce usted que viven en sufrimiento porque no reconocen sus propios errores y no aceptan el perdón?
Usted mismo puede estar cargando un sentimiento de culpa que lo atormenta y no lo deja ser plenamente feliz. Pero como ser libres si cometemos errores con tanta frecuencia, a veces errores tan profundos. El perdón de Jesús es pleno y absoluto para nosotros. Necesitamos creer en esto.
4. Jesús conocía el corazón de Pedro. Él sabía que su amado discípulo estaba pasando por días terribles de culpa, inseguridad y fragilidad. Jesús lo amaba profundamente y ese día por la mañana vino a la playa para tener un encuentro especial con Pedro.
5. Después de realizar el milagro de la pesca, Jesús y sus discípulos se sentaron alrededor de la fogata y comenzó una conversación decisiva con Pedro. Miró a Pedro con esa misma mirada de misericordia y perdón, pero que puede leer los pensamientos y sentimientos, entonces le hizo una pregunta inesperada: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?”
6. Esa no fue una pregunta cualquiera. Pedro ya se había colocado como quien jamás abandonaría a Jesús y que moriría por él (Lucas 22:33). Por su temperamento y exceso de autoconfianza era notorio en el grupo su protagonismo. Y fue justamente el principal de los apóstoles que negó públicamente al Maestro. La pregunta de Jesús no era para exponer a Pedro, sino para aclararle los sentimientos con relación a sí mismo, a los demás discípulos y a Jesús. El Salvador sabía que Pedro lo amaba, ¿pero Pedro tenía esa misma convicción? ¿Tendría la valentía de decir que amaba a Jesús después de todo lo que hizo?
7. Pedro respondió de modo corto, objetivo y presentando humildad e inseguridad: “Sí, Señor tú sabes que te amo”.
8. Jesús repitió a propósito ese interrogatorio por tres veces. Puede haber hecho eso por una posible alusión a la forma que Pedro lo negó, no por venganza, sino para hacerlo reflexionar. En un análisis del texto en griego se percibe que Jesús utilizó el término “amor” de dos formas diferentes. En las dos primeras preguntas él utilizó el verbo ágape, o sea, pregunta a Pedro si lo ama con el amor más completo, el amor en cuanto a un principio inviolable, utilizado para expresar el amor de Dios, por ejemplo. En la tercera, preguntó con el verbo fileo, que también es amor, pero un amor más humano, un amor de hermano. Lo interesante es que Pedro siempre responde que lo ama con el amor humano, el amor de hermano, nunca con el ágape.
9. Podemos notar el cambio en Pedro. El Pedro antes de que el gallo cante, casi que con seguridad respondería con confianza que amaba a Jesús de modo profundo y como nadie más lo amaría. Después de la amarga experiencia de la negación, Pedro parece entender mejor su humanidad, sus flaquezas y como necesitaba depender de Dios para vivir el amor y el bien.
10. Pero, en ningún momento Jesús criticó a Pedro. La posición del Maestro es de rescate, de hacer traer a Pedro de vuelta. Sí, de traer a Pedro de vuelta, porque Jesús nunca se apartó de Pedro.
11. A cada respuesta de Pedro a las preguntas de Jesús, el Salvador reafirmó con un imperativo: apacienta mis corderos. Note que para demostrar que Pedro estaba perdonado, que estaba reconciliado con Dios, Jesús no da explicaciones racionalmente teológicas, no intenta trabajar sentimientos y emociones, lo que él hace es decirle a Pedro que cuide de las personas.
12. Eso es increíble. El Salvador reafirma el rescate de Pedro del fondo de su confusión y culpa enviándolo a la misión.
13. Cuando cuidamos de otras personas, ocupamos nuestra mente y corazón con las necesidades de ellas, así tenemos menos tiempo para detenernos a pensar en nuestros propios dolores y tristezas.
Además, al hablar de Cristo y su perdón a otros, nosotros reforzamos nuestra creencia y fe en el perdón que él nos ofrece.
14. Eso es lo que Jesús quería que Pedro entendiera. Él había pasado toda su vida mirando solo hacia sí mismo. Actuó tanto así que no lograba ver los propios defectos, por más contradictorio que pueda parecer. Miraba tanto hacia sí mismo que no lograba perdonarse y seguir adelante. El secreto está en mirar a Jesús. Y el mejor camino para lograrlo es hacer lo que él hacía: trabajar para salvar a otras personas.
“Muchos cometen un grave error en su vida religiosa al mantener la atención fija en sus sentimientos para juzgar si progresan o si declina. Los sentimientos no son un criterio seguro. No hemos de buscar en nuestro interior la evidencia de nuestra aceptación por Dios. No encontraremos allí otra cosa que motivos de desaliento. Nuestra única esperanza consiste en mirar a Jesús, “autor y consumador de nuestra fe” [Hebreos 12:2] (VM)". 2JT, 59.
En él está todo lo que puede inspirarnos esperanza, fe y valor. Él es nuestra justicia, nuestro consuelo y regocijo.
“Los que buscan consuelo en su interior se cansarán y desilusionan. El sentimiento de nuestra debilidad e indignidad debe inducir nos a invocar con humildad de corazón el sacrificio expiatorio de Cristo. Al confiar en sus méritos, hallaremos descanso, paz y gozo. Él salva hasta lo sumo a todos los que se allegan a Dios por él."
“Necesitamos confiar en Jesús diariamente, a cada hora. Nos ha prometido que según sea el día, será nuestra fuerza. Por su gracia podremos soportar todas las cargas del momento presente y cumplir sus deberes. Pero muchos se abaten anticipando las dificultades futuras. Están constantemente tratando de imponer las cargas de mañana al día de hoy. Así muchas de sus pruebas son imaginarias. Para los tales, Jesús no hizo provisión. Prometió gracia únicamente para el día. Nos ordena que no carguemos con los cuidados y dificultades de mañana; porque ‘basta al día su afán’” (Mateo 6:34).
15. Pedro podía pasar el resto de la vida lamentándose por sus graves errores, pero en vez de eso, encontró a un Salvador amoroso y perdonador que le dio una misión, y esa misión transformó su vida. Al vivir y obrar como rescatados recibimos el rescate. Y el mejor modo de que eso suceda es rescatando a otros.
CONCLUSIÓN:
1. El perdón y la reconciliación de Jesús para usted están asegurados. Si usted se arrepiente y regresa, él estará listo para perdonarlo.
Esa creencia fundamental necesita estar limpia y clara en nuestra mente. El problema no está en la posibilidad del perdón de parte de Dios, sino en si nuestro ser se rendirá a la dulce influencia del Espíritu Santo que nos conduce al arrepentimiento.
2. Pero, si usted desea cambiar de vida, si desea abandonar el pecado, entonces el perdón divino está a su entera disposición. Aférrese a Cristo con todas las fuerzas.
3. Y no se preocupe tanto por los sentimientos. Tal vez usted no se sienta perdonado y además un peso oprima su corazón. Usted puede tener vergüenza por sus errores y sentirse inhibido ante las personas. Ese no es el problema. Dios está actuando en usted. La restauración puede llevar algún tiempo, pero él está con usted. Crea en su promesa de perdon y acepte su rescate. No mire tanto hacia usted mismo, mire a Jesús y vea el amor y la ternura que él tiene hacia usted.
4. Si usted quiere recibir el rescate que Jesús hizo por usted, ore y trabaje. Eso mismo, dedique tiempo para transmitir a otros el mensaje de la cruz. Predique el evangelio, ayude a los necesitados, consuele a los afligidos. Y en el trabajo de rescate en favor de otros, usted mismo se sentirá rescatado. No se quede mirando a sí mismo esperando sentir bien para hacer algo. Vaya y “apaciente los corderitos”.
5. Usted puede preguntar ahora ¿qué voy a contar? ¿Qué puedo enseñar? No hay palabra más poderosa que el testimonio de lo que Jesús hizo en su vida. Comparta el amor de Dios en usted y por usted, y ese amor poderoso, perdonador y rescatador inundar su propio corazón.
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