TEXTO BASE
“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ‘¿Dónde estás tú?’”. (Génesis 3:9).
INTRODUCCIÓN:
Alguien dijo sabiamente que “los capítulos más felices de la Biblia
son los dos primeros y los dos últimos, pues en ellos no existe
la presencia del mal”. El capítulo 3 de Génesis es un divisor de aguas
en la historia de la humanidad, es sin duda la puerta de entrada de
toda suerte de dolores y fracasos que el hombre tuvo que vivir; y
aquí destaco los mayores perjuicios:
La separación de Dios
La muerte
Y antecediendo a la muerte, un conjunto de dolores terribles
Al final del capitulo 3 la palabra “perdido” trágicamente gana
sentido “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto
de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por
todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (v. 24). ¡Qué
escena triste! Adán y Eva fuera del jardín, pero dentro del corazón de
Dios, separados geográficamente, pero unidos por un amor que ni
la eternidad podrá describir con precisión. No hay en el texto mencionado
una alienación paternal, pues ningún pecado ni el primero
ni los que con el pasar del tiempo fuimos cometiendo, nos podrán
separar del perseverante amor de Dios. Génesis 3 es simultáneamente
el inicio de la trayectoria de los perdidos al mismo tiempo la
historia del origen del mayor plan de rescate del universo.
En el versículo 9, tenemos la primera interrogación de la Biblia.
Dios busca y pregunta sobre el paradero de Adán que estaba perdido,
pero no solo geográficamente. Es impresionante el hecho de
que la primera pregunta del Nuevo Testamento fue de un hombre
pecador (perdido como Adán) en busca del último Adán, o sea, el
Salvador [Mateo 2:1, 2] Los hombres perdidos necesitan hacer hoy
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estas dos preguntas: “¿Dónde estoy como pecador perdido? y ¿Dónde
está el Salvador?”
DESARROLLO:
1. Sí, perder fue una elección (El pecado siempre será una elección
y, que quede claro, una pésima elección):
a) El pecado se manifestó de manera peculiar en los más diferentes
corazones:
Lucifer: no tuvo un tentador externo ni interno, por eso la
iniquidad, en realidad, es un misterio.
Adán y Eva: no tuvieron un tentador interno (solo externo en
el caso de la serpiente).
La humanidad después de la caída: tiene tentaciones externas
e internas.
Pero hay algo común entre ellas, el “libre albedrío” el derecho
de elegir, algunos entienden que tal derecho hiere la soberanía de
Dios, pero olvidan que, en su soberanía, Dios eligió que nosotros
podríamos elegir.
b) Por lo tanto, la escena triste del Jardín del Edén retrata la inimaginable
elección del hombre de salir de la presencia de la
vida. En verdad, la parábola del hijo pródigo tiene su inicio en
la pregunta llena de lágrimas de Dios “¿dónde estás?” ¡Qué
bueno que la velocidad de la gracia siempre es mayor que el
pecado, Dios nos encontrará!
c) No podemos olvidar nuestro protagonismo al distanciarnos
de Dios, y por eso, vale siempre la pena recordar que el pecado
es una ilusión en su apariencia y en sus consecuencias
(siempre para peor). Es una regla sin excepción, el pecado
nunca vale la pena. Como bien describe Elena de White
“Después de su transgresión, Adán se imaginó al principio
que entraba en un plano superior de existencia. Pero pronto
la idea de su pecado le llenó de terror” (PP, p. 40).
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PASOS DE ADÁN DESPUÉS DE LA CAÍDA:
1. Una razón: estaba desnudo (en la visión estrecha y turbia de
Adán).
2. Un sentimiento: estaba con miedo.
3. Una acción: trató de esconderse.
4. El rescate: una iniciativa de Dios (El remedio para el pecado jamás
podrá producirlo el ser humano):
a) Cualquier lectura de las Escrituras, hasta las más superficiales
llegará a la conclusión que Dios no desiste de los que
desisten, por eso el plan de rescate que existía antes de la
fundación del mundo (1 Pedro 1:19, 20) es puesto en “práctica”
y Dios ahora de manera invisible quería comunicárselo a
Adán, en ese diálogo solemne, Dios dejó claro el precio del
Rescate (Gén. 3:15 se llama proto-evangelio y es la primera
promesa de redención de la raza humana.
b) Dios no anularía el “libre albedrío” de la historia humana,
sino le daría una nueva oportunidad de hacer la mejor elección,
no había ni hay como negar la necesidad de rescate y
mucho menos contestar que Dios hizo de todo para que no
equivocáramos de nuevo el Camino (Juan 14:6).
c) Si hay necesidad de rescate y un Rescatador infalible ¿qué
podría salir mal? No hay fallas ni brechas en el Plan de la
Redención, pero está el derecho de elección. El derecho de
regresar al Jardín fue comprado por “precio” infinito, pero
no habrá imposición, porque por desgracia el síndrome de
Estocolmo (apego a algo) no es reciente. El enemigo quería
tener el poder de imponer el pecado, pero no lo tiene. Dios
tiene el poder de imponernos la salvación, pero no lo usa.
PASOS DE DIOS DESPUÉS DE LA CAÍDA:
1. Una razón: era su criatura.
2. Un sentimiento: el amor
3. Una acción: buscar
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CONCLUSIÓN:
Esta descripción poética parece dejar una interrogación o una
pausa que preocupa: “La caída del hombre llenó todo el cielo de
tristeza. El mundo que Dios había hecho quedaba mancillado por
la maldición del pecado, y habitado por seres condenados a la miseria
y a la muerte. Parecía no existir escapatoria para aquellos que
habían quebrantado la ley. Los ángeles suspendieron sus himnos
de alabanza. Por todos los ámbitos de los atrios celestiales, había
lamentos por la ruina que el pecado había causado” (PP, p. 33).
Dios no tiene un punto para desistir, hoy mismo, tal vez sin tener
todavía una visión plena del siguiente paso de Dios, podemos
llenar nuestro corazón de Esperanza, pues de manera incansable la
recorrida por el Jardín perdura hasta hoy, escuche la voz embargada
de Dios que pregunta “¿Dónde estás?” no porque él no lo sepa, sino
porque él quiere saber si usted quiere volver.
El día 13 de octubre de 2010, en el desierto de Atacama, norte de
Chile, 33 mineros, 610 metros debajo del suelo, fueron rescatados
uno a uno, bajo la mirada expectante de más de mil millones de
personas en todo el mundo, un hecho comentado por más de mil
periodistas. Esa fue una de las mayores hazañas y uno de los más
fantásticos milagros de la actualidad. Pero, el mayor rescate de la
historia no sucedió en Chile, sino en el Calvario, cuando Jesús, el
hijo de Dios, murió en la cruz y vertió su sangre para rescatarnos de
la muerte. Allí en la cruz, Jesús pagó el mayor rescate para salvar a
los que proceden de toda tribu, pueblo, lengua y nación. ¡Oh, bendito
precio pagado! ¡Oh qué gran precio!
LLAMADO
Dios está tratando de encontrarlo, la gran pregunta es usted
¿quiere ser rescatado? ¿Quiere comenzar hoy a transitar el camino
de regreso? Son preguntas que solo usted puede responder, Dios
espera su “sí”, pero no desistirá delante de su “no”.
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