Ir al contenido principal

Dios Proveedor - Dios de Maravillas

Introducción
¿Has ayunado por un largo período, quizá por razones de escasez o 
por diferentes motivos? Sentir hambre es algo normal, pero para muchos puede ser mortal. Veamos la información de la FAO (La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 
ONUAA, o más conocida como FAO, por sus siglas en inglés: Food and 
Agriculture Organization), con respecto al hambre. 
Un hombre sano que pesa 70 kg tiene aproximadamente 15 kg de tejido adiposo o de grasa. Esta grasa es la principal reserva de energía que utiliza cuando tiene un equilibrio energético negativo, o cuando recibe una cantidad inadecuada de alimentos o cuando sufre de inanición. Los 15 kg de grasa teóricamente rendirán alrededor de 135, 000 kcal. Esta no es exactamente la cantidad de energía que un hombre con inanición obtiene de su grasa; sin embargo, 15 kg de grasa suministran aproximadamente 1,350 kcal por día durante 100 días, o 2,700 kcal por día durante 50 días. Las personas con inanición también pueden quemar algo de proteína, principalmente de sus músculos. El peso promedio de un varón asiático o africano podría ser de 55 kg en vez de 70 kg, y de una mujer podría ser de 45 kg, de tal manera que sus reservas de energía en grasa y músculo son considerablemente menores. Es decir, la falta de alimentación (inanición), lleva a 
la muerte después de algunos días.
¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? 
Precisamente ahí comienza el problema, estamos tan acostumbrados a comer todos los días, que pensamos que todo mundo tiene esa misma bendición. “Mientras yo coma, el mundo está bien”. Pero detrás de ese sustento diario hay un Proveedor que a menudo es olvidado. 
Por eso, esta noche hemos venido a agradecer a Dios porque nunca nos ha desamparado, y nunca nos ha faltado el pan. 

I. El motivo de la provisión
El evangelio de Marcos registra en 6:30-44 la alimentación de los cinco mil (también se registra en Mateo 14:13-21; Lucas 9:10-17; Juan 6:1-14). 
Según el versículo 31, había tres motivos perfectamente razonables para que Jesús buscara la soledad. Era humano, y necesitaba un poco de descanso. 
Él nunca se metió temerariamente en peligros, y era prudente retirarse para no compartir demasiado pronto el fin de Juan. Y, por encima de todo, ante la perspectiva cada vez más cercana de la Cruz, Jesús necesitaba encontrarse a solas con Dios antes de enfrentarse con las multitudes. Buscaba descanso para el cuerpo y tranquilidad para el alma en la soledad. Pero no los encontró.

En cambio, cuando vio a la gente se le conmovieron las entrañas de compasión (traducción más literal) por ellos. Esto es una cosa de lo más maravillosa. Jesús había ido allí buscando paz, tranquilidad y soledad; en su lugar, se encontró con una gran multitud expectante de lo que Él le pudiera dar. Otro cualquiera se habría molestado. 
¿Qué derecho tenían a invadir su intimidad con sus continuas exigencias? 
¿Es que no podía tener ni un poco de tranquilidad y descanso, ni de tiempo para sí mismo? 
Pero Jesús no era así. Lejos de sentirse molesto, se conmovió de compasión. 
Es la compasión de Dios hacia nosotros lo que provoca su afán de 
proveernos para nuestras necesidades diarias. Sería bueno tambien que nosotros mostráramos compasión con los más necesitados, piensa en alguien o alguna familia a la que puedas mostrar tu compasión, pero que sea pronto. 

II. La provisión
Los discípulos se acercaron finalmente a él, insistiendo en que para el mismo beneficio de la gente había que despedirla. Muchos habían venido de lejos, y no habían comido desde la mañana. En las aldeas y pueblos de los alrededores podían conseguir alimentos. Pero Jesús dijo: “Dadles vosotros de comer,” y luego, volviéndose a Felipe, preguntó: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” Esto lo dijo para probar la fe del discípulo. Felipe miró el mar de cabezas, y pensó que sería imposible proveer alimentos para satisfacer las necesidades de una muchedumbre tan grande. Contestó que 200 denarios de pan no alcanzarían para que cada uno tuviese un poco. El denario era una moneda de plata que representaba el salario de un obrero. Lo que realmente los discípulos estaban diciendo realmente era: “lo que ganara un obrero en seis meses (200 días), no bastaría para darles a cada uno de estos el pan de una comida”. Por si fuera poco, Jesús preguntó cuánto alimento podía encontrarse entre la multitud. “Un muchacho está aquí—dijo Andrés,—que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; ¿Mas qué es esto entre tantos?” 
No eran hogazas grandes, sino más bien panecillos. Juan 6:9 nos dice que eran panecillos de cebada, que eran el alimento de los más pobres. El pan de cebada era el más barato y áspero de todos. También tenían dos pescados, que serían probablemente del tamaño de sardinas. 
Teriquea -que quiere decir “el pueblo del pescado salado”- era un lugar muy conocido en las proximidades del lago, del que se mandaba pescado salado a todo el mundo. 

Los pescaditos salados se comían 
con delicia con los panecillos secos. El mensaje que los DISCÍPULOS expresan a Jesús es: “Lo que nosotros podamos tener es totalmente insuficiente”.

¿No se han dado cuenta que a Jesús le encanta llevarnos a este punto en la vida diaria?, y tiene lógica porque “su poder se manifiesta en nuestra impotencia”. 
Justo cuando parece que no podemos seguir, cuando estamos sin empleo, cuando queda la última ración de comida, cuando los médicos han dicho que no hay más que hacer; Dios entra en acción. Para Jesús lo poco es suficiente. Es el mensaje del Salmo 23:1 “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. 
O sea que, si Jesús es mi pastor ¿qué más necesito?, Él es todo para mí. 

Ante la necesidad, lo único que necesito es confiar en Dios.
Un grupo de colportores estudiantes, habían llegado a su lugar de trabajo un día viernes a medio día; no hubo tiempo para hacer provisión para el día siguiente (en realidad no contaban con lo suficiente siquiera). Así que al día siguiente se mostraron activos en la escuela sabática. 
Al terminar el culto se formaron a la salida con la esperanza de que alguno los invitara a comer, pues no había nada en casa. 
Finalmente, quedaron solos con el diácono, acto seguido este se despidió y cerró el templo: fue una extraña experiencia.
Al día siguiente, uno de los ancianos se acercó al hogar donde estaban los colportores, uno de ellos trató de reclamarle por la falta de hospitalidad de aquella iglesia a lo que él inmediatamente argumentó: 
“es que cuando llegan los colportores a esta iglesia, siempre ayunan el primer sábado”, todos rieron a carcajadas. 

Inmediatamente aquél anciano dio aviso a la iglesia de aquella necesidad. Nunca más pasaron hambre ese verano, siempre hubo alimento y provisión. Aquella se convirtió en una grata experiencia. 

Jesús ordenó que le trajesen estas cosas y luego pidió a los discípulos 
que hiciesen sentar a la gente sobre la hierba, en grupos de cincuenta 
y de cien personas, para conservar el orden, y a fin de que todos pudiesen presenciar lo que iba a hacer.

III. La fuente de la provisión
En el verso 41 encontramos una declaración sumamente importante: 
“levantando los ojos al cielo, bendijo…”. 
En este pasaje vemos a Jesús testificando que todos los dones proceden de Dios. Tomó el pan y 
pronunció la bendición. La acción de gracias de los judíos antes de 
las comidas era muy sencilla: «Bendito seas, Señor nuestro Dios, Rey del universo, que haces brotar el pan de la tierra.» 
Esa sería la bendición que pronunció Jesús, porque era la que se usaba ya entonces en todas las familias. Aquí vemos a Jesús mostrando que son los dones de Dios los que Él trae a la humanidad. Es bastante raro que se den las gracias a las personas, pero más aún que se le den gracias a Dios.
Es a este punto que queríamos llegar, a menudo creemos que algo tan simple como sentarnos a comer a la mesa es producto de nuestro trabajo, de nuestro esfuerzo, o sencillamente lo vemos como algo “normal” o rutinario, que no nos sentamos a pensar qué pasaría si no contáramos con semejante bendición. Nos acostumbramos a agradecer por lo espectacular, por lo sobrenatural, como si la producción de la tierra no lo fuera, pues es de ahí que tenemos el sustento, por el Poder de Dios. 

Al alimentar a los cinco mil, Jesús alzó el velo del mundo de la naturaleza y reveló el poder que se ejerce constantemente para nuestro 
bien. En la producción de las mieses terrenales, Dios obra un milagro cada día. Por medio de agentes naturales, se realiza la misma obra que fue hecha al alimentar a la multitud. Los hombres preparan el suelo y siembran la semilla, pero es la vida de Dios la que hace germinar la simiente. Es la lluvia, el aire y el sol de Dios lo que le hace producir, “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga.” Marcos 4:28. DTG, 335.
Por eso es tan importante la oración para agradecer a la hora de comer. No debe ser algo mecánico ni repetitivo. Debemos hacerle ver a la familia que esa provisión nos llega del mismo cielo, de parte de Dios nuestro Padre amante y compasivo. Todo esto lo podemos resumir en palabras del profeta Oseas: “Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal”, 2:8. Que Jesús mismo haya dado gracias al Padre por los alimentos, es digno de atender e imitar. 

IV. Abundante provisión 
La historia termina (42-44) de una manera extraordinaria, “los que comieron eran cinco mil hombres”. En realidad debiera pensarse que el 
milagro consistió en alimentar a veinte mil personas en vez de cinco mil, puesto que de acuerdo al cómputo judío, solo los hombres adultos entraban en el cálculo. Los cinco mil no incluyen a las mujeres y 
los niños. Pero no solo eso, tomando en cuenta que fueran veinte mil, Marcos registra que aun sobró (vs. 43).
La lección era doble. Nada se había de desperdiciar. No hemos de perder ninguna ventaja temporal. No debemos descuidar nada de lo que puede beneficiar a un ser humano. Recójase todo lo que aliviará la necesidad de los hambrientos de esta tierra. Debe manifestarse el 
mismo cuidado en las cosas espirituales. Cuando se recogieron los cestos de fragmentos, la gente se acordó de sus amigos en casa. Querían que ellos participasen del pan que Cristo había bendecido. El 
contenido de los canastos fué distribuído entre la ávida muchedumbre y llevado por toda la región circundante. Así también los que estuvieron en el festín debían dar a otros el pan del cielo para satisfacer el hambre del alma. Habían de repetir lo que habían aprendido acerca de las cosas admirables de Dios. Nada había de perderse. Ni una sola palabra concerniente a su salvación eterna había de caer inútilmente al suelo. DTG, 335.

Conclusión
Es el amor y la compasión de Dios que produce el abastecimiento diario de los alimentos. Si confiamos en Él, está dispuesto a ser nuestro Proveedor, y en abundancia. Pero también tenemos el compromiso de compartir las bendiciones que hemos recibido. Sus promesas siempre son seguras: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”. Salmo 37:25.

¿Quieres agradecer a Dios por semejante bendición? Pasa al frente y agradezcamos juntos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Sermón para Funeral

En este momento de dolor y tristeza para las familias _(nombre de las dos familias principales del fallecido)______, saquemos un momento para reflexionar sobre lo que nos dice la palabra de Dios en el libro de Eclesiastés 7: Vs. 1 Vale más el buen nombre que el buen perfume. Vale más el día en que se muere que el día en que se nace. Vs. 2 Vale más ir a un funeral que a un festival. Pues la muerte es el fin de todo hombre y los que viven debieran tenerlo presente. (NVI) La muerte es el fin de todo hombre y los que viven debieran tenerlo presente. La muerte irrumpe en nuestras vidas en un instante. ¿Cómo estás viviendo? Vs. 3 Vale más llorar que reír; pues entristece el rostro, pero le hace bien al corazón Vs. 4 El sabio tiene presente la muerte; El necio sólo piensa en la diversión. (NVI) ¿Tienes presente que algún día también vas a morir? ¿O solo estas pensando de forma egoísta en como divertirte y disfrutar de la vida? Job 14:5 Ciertamente sus días está

¿En quién confías? - El Señor Salva

Isaías 36 “Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra” (Isaías 37:16). Un hombre delgado camina descalzo con sus dos hijos. Otra familia acaba de cargar todas sus pertenencias en una carreta tirada por bueyes escuálidos. Un hombre guía los bueyes mientras dos mujeres se sientan en el carro. Los menos afortunados llevan sus pertenencias sobre sus hombros. Los soldados están por todas partes. Un ariete golpea la puerta de la ciudad. Los arqueros que están en la parte superior del ariete disparan a los defensores de los muros. La matanza frenética reina suprema. Apretamos el botón de avance rápido. Un rey imponente está sentado en su trono, recibiendo el botín y a los cautivos. Algunos cautivos se le acercan con las manos en alto, suplicando piedad. Otros se arrodillan o se agachan.  Las descripciones de estas escenas con el rey comienzan con estas palabras:  “Senaquerib, re

Herencia de Jehová son los Hijos - Herencia de Jehová

VERSÍCULO CLAVE “Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa” Salmo 127:3 NVI. INTRODUCCIÓN 1. La tendencia de la mayoría de los lectores de la Biblia es a interpretar los conceptos de acuerdo a lo que se entiende hoy. 2. Eso es un error con consecuencias impredecibles. 3. Dos conceptos fundamentales: a. La Biblia no fue escrita para nosotros hoy en primer lugar, sino para personajes de otro contexto cultural. b. Por lo tanto, somos los actores secundarios, que debemos extraer los principios aplicables hoy. 4. Cuando se lee la Biblia hay que hacerse dos preguntas básicas: a. ¿Qué significó para los lectores primarios el concepto que se está planteando? b. ¿Cómo se puede aplicar hoy dicho concepto? 5. En otras palabras debemos extraer el principio aplicable hoy. 6. Cuando este ejercicio no se hace, cometemos el error de hacer decir a la Biblia lo que no dice. DESARROLLO A. EL CONCEPTO HERENCIA 1. El

Juventud al Borde del Fracaso - Jóvenes

JUVENTUD AL BORDE DEL FRACASO "Te lo advertí cuando eras próspero pero respondiste: “¡No me fastidies!” (Déjame en paz). Has sido así desde tu juventud, ¡nunca me obedeces!" Jeremías 22:21. Introducción   1. En la actualidad al joven le toca atravesar muchos desafíos, es más, ser joven se ha convertido en un desafío muy difícil. 2. La juventud se encuentra rodeada de muchos atractivos que como espejismos se desvanecen dejando muchos vacíos. 3. El alcohol el tabaco, la droga, las pandillas, todo eso es fruto de una sociedad que lo único que ha hecho es envenenar el alma y los sueños juveniles. 4. Pero ¿sufrirán menos los jóvenes cristianos? No, de seguro que no, porque a la juventud cristiana le persigue la moda, la televisión y el atractivo sexual. 5. Dios tiene un plan para salvar a la juventud del fracaso y ese plan consiste en identificar las estrategias del enemigo.   I. LA CULTURA - UN POTENTE DESTRUCTOR DEL CRISTIANISMO   1. El estado

Deja tu Cántaro

1. Idea Central: Enseñar que la vida sin Cristo no tiene sentido, se vuelve monótona, cansada; y que con Cristo, la fuente de agua viva, hay frescura de alma, tranquilidad de espíritu, seguridad y confianza, y un deseo inmediato de testificación. 2. Propósito: Llegar al corazón de las personas y demostrarles que con Cristo y en Cristo las cosas son diferentes, y que no importa quién seas, puedes y tienes derecho a ser feliz y testificar. 3. Texto: San Juan 4:7-30.  Dios puede hacer muchas cosas, pero a veces no logramos entender y sólo lo resumimos en una palabra: “Milagro”. Y milagro es lo que realmente sucedió en el corazón de una mujer de quien vamos a hablar esta mañana. 4. Proposición: Lograr que las personas se acerquen a Cristo y su palabra. Sólo el encuentro con Cristo puede cambiar la dinámica de la vida de una persona moviéndolo a testificar. INTRODUCCIÓN 1. En la vida de cada ser humano existen algunas cosas en común. Vivimos en tiempo