Introducción
¿Has estado en grave peligro en algún momento de tu vida? ¿Recuerdas cómo el Señor te libró?
En la Biblia encontramos relatos extraordinarios de cómo Dios se manifestó con poder para defender a su pueblo. También encontramos promesas que nos animan a no temer: “Aún en el valle de sombra de muerte” porque “Él estará con nosotros”. (Pueden pedir a los hermanos que repitan su versículo favorito para situaciones de peligro).
Es por eso que en esta ocasión venimos a agradecer a Dios por su protección hacia nosotros. Sería bueno, mientras exploramos el relato bíblico, que hagamos un repaso de su protección durante este año.
I. Protección en el pasado (2 Reyes 6:8-17)
En el segundo libro de los Reyes en el capítulo seis, se encuentra un relato extraordinario donde la protección de Dios se manifestó tanto con el rey de Israel (Acab), como con el profeta Eliseo.
a) Vs.8, “Estaba el rey de Siria en guerra contra Israel…” Esta corta frase pone de manifiesto la razón del constante peligro; alguien está haciendo planes contra los hijos de Dios: Satanás. Estamos en medio del gran conflicto cósmico entre Cristo y Satanás, y mientras ese conflicto no termine estaremos en constante peligro, pues esa es la forma como el enemigo puede hacer “sufrir” a Dios, haciendo daño a sus hijos.
b) El mismo versículo ocho declara cómo aquel rey sirio (Benadad II) declaró sus planes certeros para dañar al rey de Israel --“En tal y tal lugar estará mi campamento”-. Mientras estemos de este lado de la eternidad estaremos expuestos a los ataques constantes del enemigo, incluso poniendo en riesgo nuestra propia vida o la de nuestros seres amados. Y no será una vez, pues, así como el rey sirio, lo hace una y otra vez.
c) El secreto de la protección. Esta historia tiene una enseñanza muy clara: Dios se compromete a cuidar y proteger a sus hijos fieles y obedientes: “Así lo hizo (vs.10)”, conforme el varón de Dios (Eliseo), le había ordenado. Acab pudo haber confiado en sus tácticas de guerra, en la destreza de su ejército o sencillamente porque contaba con el profeta. Sin embargo, no se arriesgó ni fue arrogante, sencillamente obedeció y fue librado. No debemos esperar que Dios nos dé su protección si nosotros mismos estamos siendo atrevidos al ponernos en los límites del peligro. Por ejemplo, antes de viajar pedimos la protección de Dios, pero durante el viaje vamos rebasando los límites de velocidad, ciertamente Dios puede hacer cosas extraordinarias, pero eso no excluye nuestra responsabilidad.
¿Recuerdan la segunda tentación de Jesús? “-Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: A sus ángeles mandará cerca de ti”. Mateo 4:6.
Es sabido que el enemigo omitió la parte más importante: “Que te guarden en todos tus caminos”.(Salmo 91:11). Es decir, que Dios nos protege cuando somos guiados por Él, no como resultado de nuestra imprudencia o capricho.
d) Límites para el enemigo. Vs.11-14. Es interesante como expresa la Biblia la frustración de Benadad II por no poder hacer daño al rey; “El corazón del rey de Siria se turbó…” Así como en el caso de Job, Dios es el verdadero Amo y Señor, Él pone límites al enemigo, y cuando eso sucede provoca aún más su ira y busca con desesperación hacernos mal, así lo hizo en aquella ocasión intentando dirigir su ira, ahora contra el profeta.
Puede ser que el enemigo ha lanzado contra ti una enfermedad incurable, pero Dios tiene la última palabra, puede ser que creas que tu problema no tiene solución, pero Dios tiene la última palabra, Él es nuestro Dios protector y pondrá límites al enemigo.
El enemigo es un engañador, por lo tanto, todo lo hace sutil, “de noche”, para no ser visto, sin embargo, nada hay oculto a los ojos de Dios. El enemigo creyó que podía acabar con la vida del profeta de manera secreta, pero olvidaba que Dios había prometido librarlo de sus enemigos.
e) ¡No tengas miedo! Vs.15-17. “El criado” o “siervo” de Eliseo tal vez fuera uno de los discípulos de los profetas que había acompañado a Eliseo hasta Dotán. Al trabajar con el profeta, estos estudiantes adquirían una valiosa experiencia. Evidentemente, el siervo no tenía ni la fe de su amo ni la fuerza y el valor que son el resultado de la experiencia con Cristo. El siervo fácilmente olvidó que Dios había prometido estar siempre con sus hijos fieles para librarlos del mal, como suele sucedernos a menudo a nosotros.
Repetidas veces el Señor dice a sus hijos estas palabras reanimadoras (“no tengas miedo”). A menudo, en el transcurso de la vida, los creyentes se encuentran en situaciones que les infunden temor e incertidumbre; pero Dios revela su presencia y habla palabras de ánimo y esperanza (ver Génesis 15:1; 46:3; Éxodo 14:13; Números 14:9; Deuteronomio 1:21; Isaías 43:1; Lucas 12:32).
Mientras el pueblo de Dios viva en el mundo, se levantarán dificultades y surgirán peligros que deberá afrontar. Satanás hará todo lo posible para que los justos cedan ante la duda y el temor, pero a través de la niebla de la incertidumbre y la duda aún les llega en forma clara y animadora la voz de Dios: “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27). (CBA).
f) Dios de nuestro lado. Los ángeles de Dios son los compañeros constantes de los justos. En torno a éstos hay mensajeros del cielo que los guardan, y por cuyas filas los ángeles malos nunca podrán pasar a menos que por su propia elección los santos rechacen la protección divina. Quien es ayudado por el Señor puede hacer frente fácilmente a las más grandes potencias de la tierra. Los carros y caballos que rodeaban a Eliseo eran miriada de poderosos ángeles enviados por Dios para cuidar a sus siervos. (CBA)
II. Protección en el presente.
La promesa de Dios sigue vigente, no ha cambiado. Dios sigue protegiendo a sus hijos fieles el afirma que: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Salmos 34:7.
El más débil hijo de Dios, aparentemente, solo y olvidado en la tierra, nunca necesita temer de fuerza alguna que el enemigo pueda enviar contra él. Con Dios a su lado, su fuerza será mayor que la de las más potentes huestes del mal. “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Romanos 8:31
a) Permítanme relatar un incidente con uno de nuestros pastores.
Un miércoles de tarde iba a visitar la iglesia que le marcaba su itinerario. A mitad del camino, una camioneta “Ford, Lobo” se le atravesó bruscamente, obligando a frenar repentinamente al pastor, provocando que un motociclista que venía detrás de él se impactara y saliera proyectado hacia el acotamiento de la carretera. Una vez que la camioneta se atravesó, invadiendo ambos carriles, bajó un hombre alto y furioso con pistola en mano. Lo único que atinó hacer el pastor fue poner el seguro a las puertas.
Acto seguido el hombre comenzó a golpear el cristal de la puerta con toda su fuerza, dando voces cual “endemoniado”. Al ver que nada sucedía, y que la gente comenzaba a acercarse se retiró airado. La gente rápidamente vino en auxilio del pastor, sorprendidos de que nada le había sucedido, incluso el carro no tenía daños.
Para entonces se acordaron del motociclista, quien fue llevado al hospital, pero solo con raspones y heridas leves, al día siguiente fue dado de alta. Días después, un hermano le contó al pastor que ya se sabía quien era el agresor; un “matón” de la zona, y que andaba diciendo a la gente que aún no se explicaba cómo no había podido hacerle nada a ese “señor” (que era el pastor).
III. Protección en el futuro
“Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fué después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro.” Daniel 12:1.
La misma promesa del pasado y el presente, es la misma del futuro. En este versículo, Daniel está haciendo alusión al tiempo del fin, en el momento más crítico de la historia para el remanente. Pero la promesa es la misma “Miguel se levantará”. Y cuando Jesús se pone el nombre de Miguel se transforma en un guerrero, lo cual no cae nada bien a Satanás, quien tiembla sólo de escuchar su nombre. Miguel defenderá a sus hijos, su remanente, Él lo prometió y lo cumplirá.
Conclusión
Por lo tanto, mis queridos hermanos ¿Cuántos damos gratitud a Dios por ser un Dios protector?
¿Cuántos agradecemos por todos sus cuidados para con nosotros durante este año?
Es momento de culminar con nuestra semana, hemos visto a lo largo de la misma, que Dios es nuestro Sustentador; nuestro Salvador; etc (haga un repaso de los títulos de la semana), por lo tanto, nos resta agradecer -no pagar- por todo lo que recibimos de su mano.
Llamado
Antes de hacer este llamado, ya que hoy hablamos de la protección, quiero compartir con Uds. esta cita de la Hna. White, hablando del momento cuando en el cielo nos encontremos con nuestro ángel protector:
“Todo redimido comprenderá el trabajo de los ángeles en su propia vida. ¡Qué sensación le producirá conversar con el ángel que fue su guardián desde el primer momento; que vigiló sus pasos y cubrió su cabeza en el día de peligro; que estuvo con él en el valle de la sombra de muerte, que señaló su lugar de descanso, que fue el primero en saludarlo en la mañana de la resurrección, y conocer por medio de él la historia de la intervención divina en la vida individual, de la cooperación celestial en toda obra en favor de la humanidad!”. Ed, 274.
Nunca podremos comprender en su totalidad cuánto le debemos a Dios, pero sí podemos mostrar nuestra gratitud trayendo nuestras ofrendas. ¿Cuántos están listos para agradecer?
Vengan al frente, niños, jóvenes ancianos, todos vengan con alegría.
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