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Dios de Salvación - Dios de Maravillas

"Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación". 1 Pedro 1:18,19

Introducción
Quizá más de alguno ha visto la imagen: un padre y su hija yacen boca abajo en aguas turbias llenas de juncos y latas desechadas. Sus cabezas están envueltas en una camiseta negra. El pequeño brazo derecho de la niña está colocado sobre los hombros del padre. ¿qué fue lo que sucedió? 
Oscar Alberto Martínez había emprendido el viaje con rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica. Había cruzado el río Bravo (Río Grande en Estados Unidos) junto con su pequeña hija de casi dos años de edad, la dejó del otro lado y se dio la vuelta para buscar a su esposa. Cuando su hija de 23 meses lo vio nadando en busca de su madre saltó tras él. Acto seguido el padre intentó salvar a su hija que era arrastrada por el río. El padre se aferró a la niña que llevaba pantalones rojos y zapatos negros, pero luego una fuerte corriente los ahogó. Oscar es un claro ejemplo de lo que el amor de un padre es capaz de hacer por su hijos en peligro, al grado de dar su vida.

Existe una historia que no tiene comparación, la de un Padre que mandó a su único Hijo con tal de salvar a toda una humanidad en peligro de perdición mortal. Ese sacrificio es a menudo olvidado y despreciado, sin embargo esta noche podemos agradecer por ese sacrificio que nos trajo salvación. Exploremos esa historia resumida en Juan 1:11-13…

I. Su llegada inesperada (11a)

A lo suyo vino, comienza diciendo. Hace tiempo leí una ilustración de Clifford Goldstein: si vas con tu auto por la carretera y de pronto ves una fila de hormigas que van cargando su alimento y quieres advertirles del peligro ¿qué harías? ¿Haces sonar el claxon del coche, les gritas que se hagan a un lado? 
La mejor forma sería convertirte en una hormiga y entonces comunicarte a su nivel con ellas para que se den cuenta del peligro inminente. Aunque no es el mejor ejemplo, es exactamente lo que hizo Jesús: vino a lo suyo y habitó entre nosotros, ¡se hizo uno como nosotros! 

¡Qué maravilla! Pero muchas veces, al verlo semejante a nosotros omitimos muchos detalles de su nacimiento que muestran realmente cuánto nos amó para hacer tal sacrificio, dejando su trono en el cielo.

Habría unos 130 kilómetros de Nazaret a Belén. El alojamiento de los viajeros era muy primitivo. Cuando pensamos que José estuvo buscando un lugar para descansar, nos imaginamos yendo de hotel en hotel, pero esto no fue así. José era de la tribu de Judá, por lo tanto, en Belén tenía muchos familiares, además era un lugar muy pequeño, así que en poco tiempo debió ir en busca de algún familiar que le pudiera dar alojamiento, pero nadie se lo dio. Recorrió la pequeña aldea, pero fue en vano.
El que no encontraran alojamiento fue sintomático de lo que había de sucederle a Jesús. 
No hubo sitio para él nada más que en una cruz. Trató de entrar en los abarrotados corazones de los hombres, pero no pudo; y todavía sigue buscando, y se le rechaza, igual que entonces.

La primera noche en Belén exigió valor. ¿Cómo se sintió Dios Padre esa noche, impotente cómo cualquier padre terrenal, al ver que su Hijo salía manchado de sangre para enfrentarse con un mundo frío y duro? Me imagino que Jesús lloró, como cualquier otro niño, en la noche en que entró a este mundo; un mundo que iba a darle, ya adulto, tantos motivos para llorar.

De acuerdo con la tradición cristiana el lugar donde Jesús nació era una cueva que se usaba como establo. La palabra traducida como pesebre (pathne) podía verterse así, o como establo. Pero en el relato de Lucas designa a un pesebre, una canoa utilizada para alimentar a los animales. Por lo general los pesebres eran cajas rectangulares cavadas en la piedra caliza o en la roca natural de la cueva usada como 
establo. Los arqueólogos los han encontrado en ciudades antiguas como Meguido y Laquis. Su tamaño era de unos 90 centímetros de largo, 45 de ancho y 60 de profundidad. Nada que ver con la imagen pintoresca que nos han vendido de un establo bello y tranquilo.
Aquellos que esperaban al Mesías deberían haber preparado un lugar, una cuna bonita, en la cual María pudiera depositar el cuerpo de Dios encarnado. Dios dio a su pueblo una misión y lo dotó de sabiduría para cumplirla. Pero cuando nació el Niño, no hubo lugar para él en la familia humana. 
Lucas parece disculparse por esta increíble falla. Como resultado del decreto emitido por el emperador, dice Lucas, había demasiada gente en el pueblo (vers. 1:7). Ellos ocuparon el lugar donde Jesús podía haber sido puesto. A él le dejaron un insignificante pesebre.

Recuerdas la ocasión cuando nació tu primer hijo. Los que somos padres jamás olvidaremos esa primera experiencia, y por muy limitados que hayamos estado les puedo asegurar que ninguno se compara a las limitaciones del nacimiento de Jesús, rechazado por los suyos. 
La próxima vez que pienses en su nacimiento hazlo viendo el cuadro real y completo, te aseguro que nada será igual. 
Existe un canto escrito por David Phleps titulado “Un Rey” (One King en inglés), que en su estrofa final dice: ha habido muchos bebés que han llegado a ser reyes, pero solo Un Rey, sólo Un Rey llegó a ser un bebé. Gracias Jesús por tu inmenso amor mostrado en el pesebre.

II. Su muerte repentina (11b)
Pero los suyos no lo recibieron. 
Si un día vas a casa de un amigo, ¿esperas que te reciba con una bofetada? Claro que no. En el mejor de los casos ni siquiera necesitas tocar a la puerta, sencillamente entras porque es tu amigo y él a su vez se sentirá a gusto de verte. Sin embargo, lo que Jesús econtró en casa de sus amigos fue una cruz donde murió colgado por amor a todos nosotros (Zacarias 13:6).
Los romanos llevaron al límite la tortura, es increíble cuanta maldad necesitaron para “inventar” los instrumentos de tortura; la cruz era el mayor de todos. 
Hecha para dar una muerte lenta y dolorosa. No hay mejor descripción que la hecha por Elena de White: 
“El inmaculado Hijo de Dios pendía de la cruz: su carne estaba lacerada por los azotes; aquellas manos que tantas veces se habían extendido para bendecir, estaban clavadas en el madero; aquellos pies tan incansables en los ministerios de amor estaban también clavados a la cruz; esa cabeza real estaba herida por la corona de espinas; aquellos labios temblorosos formulaban clamores de dolor. Y todo lo que sufrió: las gotas de sangre que cayeron de su cabeza, sus manos y sus pies, la agonía que torturó su cuerpo y la inefable angustia que llenó su alma al ocultarse el rostro de su Padre, habla a cada hijo de la humanidad y declara: Por ti consiente el Hijo de Dios en llevar esta carga de culpablidad; por ti saquea el dominio de la muerte y abre las puertas del Paraíso. El que calmó las airadas ondas y anduvo sobre la cresta espumosa de las olas, el que hizo temblar a los demonios y huir a la enfermedad, el que abrió los ojos de los ciegos y devolvió la vida a los muertos, se ofrece como sacrificio en la cruz, y esto por amor a ti. Él, el Expiador del pecado, soporta la ira de la justicia divina y por causa tuya se hizo pecado”. DTG, 703.

Uno no puede creer cuán ingratos podemos llegar a ser los seres humanos después de recibir tanto amor, pero es así. 
Alguien dijo una vez que la palabra más inútil de todas es “gratitud”, porque la encuentras en el diccionario, pero no en la vida diaria. La misma escritora nos invita: 
“Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión 
a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto 
por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor, y quedaremos más imbuídos de su 
Espíritu. Si queremos ser salvos al fin, debemos aprender la lección de penitencia y humillación al pie de la cruz”. DTG, 63.

III. Su oferta gratuita (1:12, 13).
Uno podría terminar la historia de ingratitud aquí, pero gracias a Dios 
que no todo es malas noticias. 
El verso doce da un giro repentino 
como esperanzador: “Mas a todos los que lo recibieron…”. Su sacrificio no fue en vano, gracias a él podemos tener perdón, salvación y redención. Tan solo necesitamos aceptarlo como nuestro Salvador en nuestra vida, y entonces nos convertiremos en sus hijos (12). 
Esto es un verdadero milagro, porque buscar a Dios va en contra de nuestra naturaleza, pero es real gracias al poder del Espíritu Santo obrando en nosotros (13), esto es una obra divina.
Alguien resumió la oferta de salvación hecha en Juan 3:16 de la siguiente manera:
De tal manera amó - El mayor grado
Dios - El mayor amante
al mundo - La mayor compañia
que ha dado - El mayor acto
a su Hijo unigénito - El mayor don
para que todo aquel - La mayor oportunidad
que en Él - La mayor atracción
cree - La mayor simplicidad
no se pierda - La mayor promesa
más - La mayor diferencia
tenga - La mayor certeza
vida eterna - La mayor posesión. 

La mejor forma de agradecer a Dios por ese amor demostrado en su Hijo Jesús es aceptar la oferta de salvación, y lo mejor es que para nosotros es gratuita, Jesús ya pagó el precio. 
El profeta Isaías tiene su propia versión: 
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David”. (Isaías 55:1-3).

Una pareja de turistas estaba de paseo en una cuidad europea, no sabían que para usar el servicio del tren de aquel lugar debían pagar incluso antes de entrar a la estación, intentaron pedir ayuda con el policía de aquella estación, pero el idioma era una barrera que impidió la comunicación. 
Una mujer que observaba a distancia entendió la necesidad de aquella pareja, sin decir una sola palabra (solo con el lenguaje universal de señas), señaló la máquina que expendía los boletos, insertó su tarjeta bancaria, y acto seguido entregó los boletos a la pareja, el policía abrió la puerta y pudieron tomar el tren que los llevaría a su hotel donde estaban hospedados. Alguien pagó por ellos, solo debían aceptar la oferta y entrar.

Conclusión
“Porque de tal manera amó Dios al mundo”, que se hizo uno como nosotros dejando su trono celestial (Juan 3:16 paráfrasis). 
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8 
Qué privilegio el nuestro, el poder elgir a Cristo como nuestro único y bendito Salvador. Ven acepta la oferta gratuita. Ahora nos toca a nosotros demostrar nuestro amor 
a Jesús.
¿Te has detenido a agradecer a Dios durante este año por el plan de 
salvación? 
¿Has meditado en lo que sería de nosotros si no hubiéramos sido alcanzados por el evangelio? 

Todos los que quieran agradecer al Señor por semejante demostración de amor vengan al altar. Cantemos juntos el himno 371, “Jesús te ama”.

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