INTRODUCCIÓN
Algunos ejemplos de vida en el cristianismo brillan como un farol en la profunda oscuridad de nuestro mundo egoísta que nos dice: podemos ser generosos, a pesar de nuestras pruebas. Esos ejemplos deberían desafiarnos a invertir nuestro tesoro en el cielo, donde la polilla, la herrumbre y los ladrones no pueden llegar.
Cierto misionero había desafiado a los miembros de su iglesia a hacer un sacrificio en favor de la causa de Dios. Y cuando visitó a una de las familias más pobres de la iglesia, no podía creer lo que veían sus ojos. Cuando se acercó, se dio cuenta que el hijo más grande era quien cargaba con el arado, en vez de que lo hiciera el buey fuerte que poseía la familia. Cuando el misionero preguntó “¿Dónde está el buey?”, se sorprendió al escuchar la respuesta de la familia: “Lo vendimos para poder dar una ofrenda para el nuevo lugar de adoración a Dios”.
El misionero lloró cuando entendió la enormidad del sacrificio que hacía la familia. Estaban dispuestos a soportar la pobreza con tal de contribuir a la obra de Dios.
EJEMPLOS A SEGUIR
En 2 Corintios 8:1-5, Pablo incentiva a los corintos a crecer en la gracia de dar. Para incitarlos a dar generosamente, él tiene delante de sí el ejemplo de las iglesias de Macedonia. Pablo presenta a los macedonios como un ejemplo digno de imitación, en la cuestión de dar a Dios.
CONSIDERE A LOS MACEDONIOS SÁBADO 15 DE JUNIO 2 CORÍNTIOS 8:1-5
Macedonia era un país montañoso al norte de Grecia, en la península de los Balcanes. La primera mención de Macedonia en la Biblia está en Hechos 16, cuando un hombre se le aparece en una visión osa Pablo y le suplica: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hechos 16:9). Lucas brinda un relato detallado de las travesías de Pablo por Macedonia (Hechos 16:11-17:14). Pablo predicó en Filipos, la principal ciudad de Macedonia.
En Filipos, Pablo tuvo su primera convertida en Europa, una mujer llamada Lidia, quien era vendedora de púrpura. Varias veces, Pablo menciona el sacrificio que soportaron los cristianos de Macedonia para suplir sus necesidades y las necesidades de los demás (Romanos 15; 2 Corintios 8, Filipenses 4).
Los macedonios fueron condenados al ostracismo y perseguidos por creer en el Señor Jesús y haber abandonado a los falsos dioses y su manera vacía de vivir. Muchos, en condiciones similares actuarían en un modo de auto preservación, pero no los macedonios. Ellos estaban en profunda angustia, pero el amor a Dios y la fidelidad para con él fueron más fuertes.
Se despojaron de lo poco que poseían y contribuyeron para el alivio de los demás. Los cristianos de Macedonia, a pesar de todas las pruebas, son descritos como personas con abundancia de alegría en medio de la tribulación. Y esa alegría abundaba en generosidad.
Un personaje de la historia del adventismo que mostró esa disposición de entregarse a la causa fue Jaime White. Cuando era joven, Jaime White era maestro. Luego se convirtió en ministro cristiano en Maine. Aceptó la visión de Guillermo Miller sobre el segundo advenimiento y tuvo éxito predicando la doctrina del pronto regreso del Señor Jesús. Él era un buen líder, un misionero talentoso y capaz; predicaba el evangelio con poder.
Jaime White fue el editor del primer periódico publicado por los adventistas. También fue el presidente mundial de la Iglesia Adventista por doce años, entre 1865-1967, 1869- 1871 y 1874-1880. Junto a su esposa, Elena de White, fue un arduo promotor del crecimiento de la iglesia. Murió el 6 de agosto de 1881, con solamente 60 años de edad. Literalmente, trabajó hasta su muerte.
Los hermanos se apoyaban tanto en él que sintieron profundamente su muerte. Sus 60 años de edad fueron vividos con abnegación y mucho sacrificio personal.
Uno de los mejores ejemplos para describir la grandiosidad de la donación de este hombre por la causa de Dios se describe en el libro La mano de Dios al timón (p. 78 y 79), con las siguientes palabras: “Durante una reunión, el Señor le reveló a la Sra. White, en ese entonces con 21 años, que debía comenzar a publicar un pequeño periódico. Al principio sería pequeño, pero después tendría éxito. Sería como corrientes de luz que circundarían el mundo. Ella llamó a su esposo y le transmitió el mensaje de Dios. Sin embargo ¿cómo prepararían ese periódico si no poseían ningún recurso?
Superando el desánimo, sin embargo, Jaime White decidió trabajar en un campo de heno. En ese entonces era un joven de 27 años. Usando una hoz como herramienta, trabajaba arduamente, y recibía un sueldo de 87,5 centavos de dólar por acre (media hectárea). Los recursos que obtenía allí le servían para sustentar frugalmente a la familia (los White tenían en ese entonces dos hijos menores) y, pensaba él, para ayudarlo a financiar la producción de una modesta revista que llevaría como título Present Truth (la verdad presente). Sería una publicación de ocho páginas y su formato sería muy simple y modesto (15,5 por 24 cm).
Con ánimo y determinación de entregarse al servicio de Cristo, el 2 de julio de 1848, escribió una carta a un hermano que decía: “Hoy el día está lluvioso, de modo que no cortare heno. [...] Corto heno cinco días para los incrédulos y, los domingos, para los creyentes; y descanso el séptimo día. Por lo tanto, no tengo mucho tiempo para escribir. Dios me da fuerzas para trabajar arduamente todo el día. Los hermanos Holt, Juan Belden y yo contratamos 100 acres de pasto para cortar (unas 40 hectáreas), al precio de 87,5 centavos de dólar el acre (unos 4 mil metros cuadrados). ¡Alabado sea Dios! Espero ganar algunos dólares para emplearlos en la causa de Dios”.
Jaime White, infatigable en su lucha por publicar y difundir la verdad, acostumbraba a caminar aproximadamente 25 km diarios para poner en marcha la edición de la revista Present Truth. Cuando los primeros mil ejemplares estaban listos, los llevó a su casa, y se congregó allí junto a un pequeño grupo de creyentes para suplicar las bendiciones divinas sobre aquel humilde comienzo, que Elena de White describió con las siguientes palabras:
“Nos arrodillamos alrededor de los periódicos y, con corazón humilde, le rogamos al Señor que hiciera reposar su bendición sobre aquellos mensajeros de la verdad. Después de haber doblado los periódicos, y después de que mi marido empaquetó y les puso las direcciones a los ejemplares para todos los que él creía que los leerían, los llevó al correo de Middletown, a aproximadamente 13 km de distancia”.
Debemos aprender de ellos e imitar su ejemplo. En realidad, sufrimos privaciones, pero a partir del ejemplo de los cristianos de Macedonia y del pionero Jaime White, debemos encontrar la fuerza para no hacernos rencorosos y egoístas.
Muchos de nosotros enfrentamos duras pruebas; pero, a pesar de las tristes condiciones que nos golpean, debemos seguir los ejemplos mencionados y brillar como un farol en la profunda oscuridad y probar que podemos ser fieles, incluso en medio de las pruebas. El ejemplo de Jaime White elimina cualquier posible excusa que podamos poner para no dar generosamente a la causa de Dios.
Como Jaime White, podemos permitir que nuestras pruebas nos enseñen la preciosa lección de que este mundo no es nuestro hogar, y todo lo que pasa por nuestras manos es temporal. Más que todo, nuestro juicio inminente debe desafiarnos a invertir nuestro tesoro en el cielo.
SU POBREZA EXTREMA
Pablo resalta el hecho de que los macedonios no eran solamente pobres, sino que eran extremamente pobres. Era maravilloso para Pablo observar que personas tan pobres pudieran ser fieles y tan generosas. ¿Cómo la generosidad podía abundar en semejante pobreza? Para Pablo eso era un milagro que solo podía atribuirle a Dios. Pablo usa el ejemplo de los macedonios para lanzar el siguiente desafío a los cristianos de otros lugares y épocas:
1- Dónde debe estar nuestra inversión principal
Pablo da el siguiente consejo, a través de Timoteo:
“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna” (1 Timoteo 6:17-19).
2- Las limitaciones temporales no significan limitaciones espirituales
Los ejemplos de Macedonia y de Jaime White hablan de manera elocuente a quienes, en la iglesia, tienen que servir al Señor en una posición de pobreza.
Miramos nuestra situación y nos preguntamos: ¿qué podemos darle al Señor cuando somos tan pobres?
Los ejemplos mencionados nos muestran de manera convincente que, a pesar de nuestra pobreza, podemos ser fieles y ofrendar generosamente a Dios y su causa, y con gran alegría.
“Así enseñó que el valor de la dádiva no se estima por el monto, sino por la proporción que se da y por el motivo que impulsa al dador” (HAp, 275).
Citando la gran disposición de la viuda de Sarepta, quien en medio de su pobreza le dio el primer bocado a Elías, Elena G. de White hace el siguiente comentario:
“La viuda de Sarepta compartió su poco alimento con Elías; y en pago, fué preservada su vida y la de su hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más menesterosos, Dios ha prometido una gran bendición. Él no ha cambiado. Su poder no es menor hoy que en los días de Elías” (PR, 96).
Algunas personas de nuestro pueblo pueden estar pasando por pruebas y desafíos financieros, pero el fuerte ejemplo de Jaime White y los macedonios silencian todas nuestras protestas para dar, y callan todas nuestras excusas, hasta que somos obligados a confesar que nuestro egoísmo y la auto preservación son lo que nos impide dar generosamente a la causa de Dios.
3- Cómo hacerse generoso
Preguntas para responder:
¿Qué hizo de los cristianos macedonios una iglesia tan generosa y alegre que no necesitaban ser presionados para dar?
¿Qué les hizo pedir al apóstol que les diera el privilegio de participar en el ministerio de dar?
¿Qué hizo de Jaime White un hombre tan dispuesto a dar lo que poseía y entregarse por la causa? ¿Cuál era el secreto?
El secreto es ponerse cada día en el altar del Señor. Poner a Dios en primer lugar en nuestro corazón y nuestra vida. Cuando Jesús, por su Espíritu, toma el control de nuestro corazón, las cosas de esta vida pierden su valor, y el cielo pasa a ser nuestro mayor anhelo. El Dios eterno desea darnos a victoria sobre el egoísmo.
TRES ASPECTOS DESTACADOS EN LA DISPOSICIÓN DE OFRENDAR CON GENEROSIDAD
1- Ellos habían recibido la gracia de Dios
Por naturaleza, somos egocéntricos y no podemos dar generosamente. E incluso cuando damos, podemos estar motivados por razones egoístas. Para dar a la causa de Dios libremente, debemos encontrar su gracia en la persona de Jesucristo. Entender que su sacrificio en la cruz por nosotros tocará las cuerdas invisibles de nuestro corazón, eliminando el egoísmo y el egocentrismo que viven ahí. Y solamente cuando vemos al Hijo del Hombre levantado por nosotros, somos atraídos más cerca de él. Cuando miramos su costoso sacrificio, solo hecho por nosotros, nuestro corazón será movido a dar una retribución: el amor despierta amor. De hecho, lo amamos porque él nos amó primero. Su amor nos impulsará a dar.
2- Ellos se dieron a sí mismos primero al Señor
El secreto detrás de la verdadera fidelidad y la generosidad se encuentra en la donación de nosotros mismos primero a él. La razón por la cual los macedonios dieron más allá de las expectativas, y además de su capacidad se encuentra en el hecho de que primero se habían entregado al Señor. Cuando Cristo, nuestro Señor, se adueña de nuestros corazones, también tendrá nuestras billeteras y bolsos. La verdad es que solo podemos dar generosamente, ya sea que seamos ricos o pobres, cuando nos entregamos en primer lugar al Señor.
3- Ellos se entregaron a la causa
Nosotros solo invertimos dinero en las cosas que nos parecen importantes. Por esta razón, Jesús declara que nuestro corazón sigue a nuestro tesoro. Para Jaime White, dar generosamente a la causa de Dios era evidencia de que él apreciaba la misión de la iglesia y quería que esta fuera victoriosa a cualquier costo. Dios le había dado pasión por las almas perdidas.
Hubo una madre que solo preparó cinco panes y dos peces pequeños para su hijo que iba a escuchar al predicador itinerante, Jesucristo. Cuando llegó la hora de comer, Jesús decidió usar esa merienda para darle una fiesta a la multitud. Pero ¿cómo eso podría alimentar a aproximadamente 13 mil personas? Sin embargo, cuando le trajeron a Jesús el almuerzo del niño, él lo bendijo y alimentó a la multitud. Además sobró una gran cantidad. El mensaje es claro: todo lo que necesitamos es darle a Jesús nuestros diezmos y ofrendas, independientemente de cuán pequeña sea la cantidad. Él lo bendecirá, multiplicará, apoyará y financiará la comisión evangélica.
LLAMADO
Incluso cuando enfrentamos pruebas o limitaciones, podemos abrazar ejemplos de fidelidad, fe y generosidad presentados hoy y dar con alegría al Señor. Si miramos los ejemplos citados, no podemos atrevernos a presentar ninguna excusa para no ser fieles y devolverle a Dios lo que le pertenece, los santos diezmos y ofrendas. Los ejemplos nos dejan expuestos. Abracemos con todo el corazón las enseñanzas e imitemos a estos siervos del Señor quienes, incluso durmiendo en el polvo de la tierra, tienen testimonios que todavía hablan
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