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Fracaso - Levántate y Resplandece

Dos desocupados se estaban apoyando en un árbol en el campo. Uno le dijo al otro:

- Estoy cansado de esta vida. Estoy cansado de dormir en el frío y en la lluvia, de mendigar comida y de usar ropas rasgadas. Estoy fastidiado de todo eso!
El segundo retruco:
- Si te sientes así por qué no consigues un trabajo?
Entonces, el primero se levantó y dijo:
- ¿Sólo para admitir que soy un fracaso?

Por lo general, no somos buenos en admitir nuestro fracaso. Incluso aunque hayamos sido alcanzados por ese sentimiento, ¿verdad?
Fracaso es aquel sentimiento familiar que excava en nuestro ser más íntimo, el mismo y antiguo pecado, que nos deja paralizados por pensamiento desagradables, haciendo con que despreciemos a Dios - nuevamente.

Independientemente que lo admitamos o no, el fracaso es parte de nuestro archivo espiritual, y todo peregrino tiene un problema en esa cuestión. Pero no se desespere. Le invito a considerar la idea que Karen Mains tiene sobre el fracaso:
"La naturaleza clama por ese Dios del nuevo comienzo, ese Dios que puede regenerar todos nuestros fracasos, aquel que yergue nuevamente, que nunca se cansa de proporcionar nuevas oportunidades, nacimientos y renacimientos en personas o en culturas. Él es el Dios del nuevo comienzo, del génesis y regénesis. Él deshace los frutos ácidos de la vida, transformándolos en humo. Aplica esa materia orgánica en nuestras oportunidades de un nuevo día. Refresca la tierra con el rocío. Hidrata corazones humanos disecados con el derramamiento de su Espíritu."(Con mi corazón entero, 4034)

El salmista dice así: 
"Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre." Salmos 73:26

Y el autor de Lamentaciones agrega:
"Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad."

"Los ríos de la misericordia de Dios fluyen plena y constantemente, pero nunca se secan" (Matthew Henry's Commentary, 1029). La palabra misericordia también significa: Bondad, Clemencia, Piedad, Benevolencia, Gracia, Fidelidad, Amor permanente, etc. La Escritura nos está que, no importa cuán difíciles sean las pruebas, que hoy nos toque enfrentar, habrá gracia suficiente a nuestra disposición, suficiente misericordia, suficiente bondad, suficiente piedad, porque el Dios que fue fiel a sus promesas ayer, también será fiel hoy y lo será mañana ¡Porque nunca su misericordia se ha agotado!

En una congregación había un hombre muy pobre y uno muy rico. Un día, el rico le dio al Pastor una suma muy significativa de dinero para que se la entregara al hombre pobre. El Pastor prefirió entregarla por partes. Así que, le envió al hombre un sobre con un billete de cinco libras esterlinas, y una nota que decía: "Viene más en camino". Cada cierto tiempo, el pastor le enviaba una cantidad similar con la notita: "Viene más en camino"
La gracia de Dios es así. Recibimos una porción abundante ayer. Pero para hoy habrá una nueva provisión. ¡Y para mañana "viene más en camino" Con razón Elena White escribió: "La fuente de gracia siempre está fluyendo, es inagotable" (La maravillosa gracia de Dios, 124). Esto quiere decir que, si en el pasado has conocido el gozo de la paz de Dios, hoy "viene más en camino". Si has disfrutado de su perdón, hoy "viene más en camino". Si has disfrutado de su compañerismo, hoy "viene más en camino".

No importa el tamaño de su fracaso, usted siempre puede recomenzar. Si has cometido errores, incluso que hayan sido los más graves, siempre habrá una nueva oportunidad para ti. Y suponiendo que hayas intentado y fallado varias veces. Levántate y vuelve a empezar. Porque fracaso no es cometer errores, sino permanecer en ellos.

Como dice Paul Torner:
"Un fracaso dentro del propósito de Dios, no es realmente un fracaso. Así, la cruz, el fracaso supremo, es al mismo tiempo, el triunfo supremo de Dios, porque la cruz es la realización del propósito de Salvación"

Jacques Celliers
Esa verdad se nota en la historia de Jacques Celliers. 
Por el hecho de que las historias son profesores que nos marcan profundamente, dedicaremos el restante de este capítulo a una historia. Inciaremos con el fin trágico de este personaje.

Jacques Celliers murió en Java, Indonesia, en un campamento de prisioneros de guerra, poco antes de que la paz fuese declarada en 1945.
Un airado oficial japonés estaba listo para ejecutar a uno de los prisioneros por haber violado totalmente las reglas del campamento. Pretendiendo salvar a su amigo, Celliers se aproximó al oficial japonés y lo besó en las dos mejillas, así como un general francés honra a un soldado después que este fue condecorado. El choque y la humillación de este gesto enfurecieron tanto al oficial, que el decidió ejecutar a Celliers en vez del prisionero.

La forma como Celliers murió fue terriblemente deshumana. Se ordenó a  los prisioneros cavar un hueco en el centro del recinto. Celliers fue llevado, entonces, fuera de su celda y lanzado en el hueco. Sus compañeros fueron obligados a llenar el hueco dejando tan solamente expuesta la cabeza herida y golpeada de Celliers. Dos días después, su rostro notablemente bello y sus cabellos quemados por el sol se hundieron en el hoyo.

Sin embargo, antes de morir, Celliers, registró la historia de su vida en un diario. Enrollado en un pedazo de lienzo militar, él lo enterró en el suelo de su celda, donde fue encontrado más tarde. En el diario, la historia del triunfo de Celliers sobre su fracaso está preservada.

Así, el comienza con estas sobrias palabras:

"Yo tenía un hermano y lo traicioné. Esa traición, fue tan ligera que la mayoría de las personas pensaria que traición es una palabra muy exagerada para ese caso. Pero debo admitir que no es una exageración. Así como una persona reconoce la naturaleza de la semilla por el árbol, el árbol por su fruto y la fruta por el sabor en la lengua, yo conozco la traición por sus consecuencias y el sabor tiránico que deja se quedó marcado en mis emociones."

Celliers era el hermano mayor de 4 hijos - dos niñas y dos niños. Sus hermanas murieron por una epidemia de Tifus que devastó su patria - Africa del sur. Por ello, solo quedaron los dos niños.

Había un marcado contraste entre Celliers y su hermano. Celliers era alto, fuerte e increíblemente hermoso. Su piel no tenía defectos. En su rostro, coronado por cabellos rubios rizados, se destacaban los dos ojos azules. Cuando Celliers entraba en una sala llena, las personas cesaban las conversaciones para oír, admiradas, sus historias. Celliers era un líder nato, tenía intelecto aguzado, lengua elocuente y habilidades atléticas naturales. Nutria un amor profundo por el aire libre, aventurándose frecuentemente por las sabanas africanas para observar animales majestuosos; estaba claro que, a Celliers, el destino le había sonreído desde su nacimiento.

Su hermano, 7 años menor que él, era diferente en todo. 
Era bajito, desajustado, pobre académicamente, y tan atlético, como un ornitorrinco usando patines de hielo (como un pez fuera del agua). Sus cabellos eran gruesos, oscuros y crecían invadiendo su frente. El color de su piel era oliva mediterránea. Los ojos negros brillaban con tanta intensidad, que llevó a Celliers a contar posteriormente a contar: "Yo nunca podia mirar sus ojos sin verme perturbado e incómodo".
Y agregó: "Me hubiera gustado poder controlar mejor esa incomodidad sutíl, pero no podia. Sólo sé que eso estaba ahí, desde el inicio y, desde que tengo memoria, eso se expresaba, de vez en cuando en un sentimiento involuntario de irritación. Independientemente, si fuese racional o injusto, no importaba cuanto cuidado tuviese, ese sentimiento me llevaba a darle la contra. Eso fluía inesperadamente de mí. 
Él tenía poco interés en animales, mas amaba trabajar la tierra. Todo lo que plantaba parecía destinado a crecer.
En el caso de Celliers, sin embargo, había un área en la genética que "sacudió la moneda" (la genética fue ingrata con él). Celliers era muy desafinado; en contraste, desde tierna edad, su hermano tenía una clara y firme voz de soprano, que se desarrolló, luego, en un tenor perfectamente puro. Hasta compuso canciones que despertaban profundas emociones. Celliers se acordó de una melodía que siempre conmovió sus deseos íntimos no realizados. Las estrofas decían así:

Cabalga, cabalga hasta el fin del día,
Cabalga a la luz de la luna
Cabalga a través de la noche
Corre lejos, hasta donde arde el fuego
Donde hace mucho tiempo alguien te espera.

Pero hubo un problema, que afectó más la vida de su hermano. Entre sus hombros creció una pequeña joroba puntiaguda. Eso lo avergonzaba de tal manera que él nunca habló al respecto de ella. Su madre acolchaba sus chaquetas para intentar disimular aquella horrible proyección. Aunque solo era una leve deformidad, creció como una "montaña" en la mente de él.
En su diario, cuenta Celliers: 
"Nunca nos referimos a ese problema por su nombre. Nosotros siempre dejábamos un espacio en blanco para ese asunto en nuestras conversaciones." Por ejemplo, yo decía: 
- Pero si tu vas a nadar nadie vera... O él me decía: 
- Tú crees que usando aquella chaqueta de lino...? ya tú sabes...

Aquella pequeña joroba fue lo que llevó a Celliers a comenzar su historia con una confesión: 
"Yo tenía un hermano...pero lo traicioné"

El tormento de su fracaso lo seguía hace mucho tiempo, cuando el estudiaba su ciclo medio, en la mitad del último año, sus padres decidieron enviar a su hermano para que lo acompañase en la escuela. 
Aunque su hermano podía quedarse un año más en la escuela de la aldea, los padres creyeron que sería más fácil para él si tuviese a su hermano mayor para ayudarlo en sus primeros pasos lejos de casa.

El año estaba yendo muy bien para Celliers. Él recordaba:
"Yo estaba entre los 10 mejores, capitán de los primeros 15, gané la medalla Victor Lodorum en el atletismo interescolar, y primero en mi modalidad... Profesores y alumnos, confiadamente, predecían que yo recibiría, al final del año, el premio más deseado de la escuela, que era dado al "más destacado del año". Y fue en ese tiempo que volví de las vacaciones con mi extraño hermano a mi lado.

Celliers imaginó cuán rápidamente los estudiantes esparcirían la noticia de ese pez extraño que había surgido en la playa de la escuela cuando su hermano llegó. Celliers recuerda: "Desde la primera noche, el comienzo no fue alentador. Las primeras impresiones son importantes para un joven, y mucho más, aún, cuando hay ritos de iniciación a ser practicados".

Celliers había discutido los procedimientos de iniciación innumerables ocasiones con su hermano. Él le había contado sobre las carreras de pijamas en un corredor en el que los estudiantes formaban una fila a ambos lados y les chicoteaban con toallas mojadas; también le contó sobre despertarse con una almohada en la cabeza y un niño sentado encima, mientras otros jalaban con una linea de pescar los dedos amarrados de los pies hasta sangrar. sobre, ser obligado, en los feriados, a medir la distancia entre la escuela y la ciudad con el cepillo de dientes. Sin embargo, ninguno de estos ritos de iniciación, descritos por Celliers parecía asustar a su hermano. Lo único que él verdaderamente temía era que su espalda fuese expuesta y ridiculizada.

Muchas veces, Celliers respondió a la grande inquietud de su hermano:
- ¿Tú crees que ellos se burlarían...tu sabes...se burlarían?
- ¡Claro que no! - Celliers respondió- Tú estás yendo a una escuela decente y no a un presidio.

A pesar de la respuesta enfática de Celliers, su hermano se preocupaba constantemente con quedar expuesto. Repetidamente, Celliers oyó la misma pregunta:
- ¿Será que van...será que van...?
Una noche. Celliers respondió furtivamente:
- Será que van... ¡Qué, nunca más me preguntes eso...¿Entendiste?¡¨

La pregunta estaba nuevamente en los labios de su hermano mientras Celliers hacia la ronda en los dormitorios, la noche anterior al rito de iniciación. Notando la aprensión de su hermano, Celliers, girándose, le dijo: "Buenas noches", antes de cerrar la puerta.

Después de la ronda, Celliers se unió a los 3 monitores de los otros dormitorios en el escritorio del capitán de la escuela. Seguidas las habituales formalidades el capitán dijo:
- Necesitamos hablar sobre la cuestión del rito de iniciación de mañana. Considero que ustedes ya han entrevistado a todos los nuevos en sus cuartos. ¿Ustedes tienen algún joven que necesita ser exento?
- Sí - respondió el muchacho que estaba al lado de Celliers- tengo un compañero con el corazón débil, que trajo un certificado médico.
- Si - dijo otro - Tengo un niño que es ciego como un murciélago. Probablemente sea mejor liberarlo de todos los rituales físicos. Pero no es necesario que lo sea del resto de las diversiones.
Luego, otros 2 alumnos fueron mencionados. El capitán miró de reojo a Celliers.
-Alguien más? - Preguntó el capitán.
- ¡No!- dijo Celliers.
- ¿Tú tienes un hermano menor en tu cuarto? - Preguntó el capitán.
- Tengo.
- ¿Y qué al respecto de él?
- Sí, ¿Qué hay acerca de él? - Respondió Celliers.
- Nada, solo quiero saber si todo está bien con él.
- Claro que está todo bien. - La respuesta de Celliers fue vehemente, pero mismo así el capitán persistió.
- Perdóname viejo camarada - dijo él- No quiero molestarte. Si dices que todo está bien con él, nosotros te creemos. Pero conociéndote sabemos que, lo último que pedirías sería un permiso especial para un pariente. Sin embargo, si hubiera cualquier razón por la que tu hermano tuviera que ser exento mañana, ninguno de nosotros vería eso como favoritismo.
Un acuerdo espontáneo fue expresado alrededor de la mesa. Mas Celliers insistió:
- Es muy noble de parte de ustedes, mas honestamente no tengo razón alguna.

Al día siguiente, después de clases, Celliers se escondió a lo lejos mientras espiaba a su hermano parado frente a la puerta del laboratorio de ciencia de los alumnos antiguos. Él se levantó pensativo, como siempre hizo cuando estaba concentrado.
De repente, un bando incontrolado de estudiantes apareció corriendo. Ellos levantaron al hermano menor de Celliers en sus hombros y comenzaron cantando:
- ¿Por qué naciste así, tan bonito, por qué naciste así? La turba fue creciendo desordenadamente, hasta que uno de los muchachos mayores gritó:
- Amigos, qué es lo que este novato tiene que hacer para divertirnos?
- ¡Qué cante! - Respondió alguien de la turba.
- Eso mismo - El estudiante palmeó su hombro y ordenó:
- Vamos Greenie, ahí está tu tarea. ¡Canta! ¡Vamos! ¡Canta!

Celliers recuerda esto así:
"La música como ya mencioné, era particularmente el propio idioma de mi hermano. Él obedeció inmediatamente y comenzó a cantar:

Cabalga, cabalga hasta el fin del día,
Cabalga a la luz de la luna
Cabalga a través de la noche
Corre lejos, hasta donde arde el fuego
Donde alguien hace mucho tiempo te espera.

Las notas al inicio fueron un poco inciertas, mas antes del fin de la primera estrofa su don para la música afloró. Cantó la segunda estrofa de forma melodiosa y su música verdaderamente los envolvió. Pero él no percibió, pobre muchacho, que su canción perfecta fue la peor cosa que podría hacer.
Los niños rápidamente percibieron que la voz clara, cantando con tal autoridad, estaba estorbando el propósito de su ritual, y profirieron chiflidos de desaprobación.
El bando comenzó a empujarlo en dirección a un largo y ancho tanque de agua.
- Greenie es un mentiroso y un tramposo. Él no puede cantar una nota. Greenie es un tramposo: ¡bautícenlo, sumérjanlo en el tanque!"

Celliers recuerda lo siguiente que pasó:
"Por un momento, el rostro blanco de mi hermano fue contrastado con el fuego de la tarde que ardía a lo largo de la pared de ladrillo, con sus ojos continuamente fijos en la turba de alumnos que gritaban y silbaban. Entonces él desapareció como el último fragmento de vela de un navío condenado en un mar ávido...
Yo no pude ver lo que estaba sucediendo. Mi experiencia me decía que mi hermano estaba siendo sumergido vigorosamente en el tanque, como todos nosotros fuimos antes de él. Yo sabía lo que ese bautizo significaba. Pero al mismo tiempo estaba nervioso. Presencié la lucha, al tumulto de los muchachos gritando, deseando que aquello acaba.

Instantáneamente, la turba se quedo quieta y silenciosa. Un brazo se estiró hacia arriba, agarrando una camiseta y atrás una espalda desnuda.

- ¡Miren! - Una voz hizo eco con una sarcástica observación - ¡Greenie tiene una joroba!

Por un momento hubo silencio, mientras los muchachos veían la joroba mojada goteando. Entonces, ellos explotaron en carcajadas, mientras se retorcían, haciéndose histéricos.

En aquel momento de terror, un profesor apareció en escena y silenció la algazara. Pero la paz llegó tarde y a un precio muy alto.
Aquel muchacho vulnerable y desajustado temió por su propia vida. Luego de ser revelado su defecto (la joroba), él abandonó la escuela.

Celliers recordaba y lamentaba en su celda de la prisión:
- Yo tenía un hermano y lo traicioné.

Celliers se sentía acabado con su fracaso. Como hermanos se hablaron muy rara vez después de aquel incidente. La puerta de la fraternidad como hermanos, había quedado cerrada y trancada tan firmemente que ninguno de los dos conseguía abrirla.

Greenie volvió a casa, a su jardín solitario y nunca más cantó una sola nota. Celliers se graduó y se convirtió en un próspero abogado, pero su corazón permanecía vacío.

Cuando explotó la segunda guerra mundial, Celliers fue uno de los primeros voluntarios. Aunque había sido reclutado para un puesto administrativo en el departamento del General, Celliers insistió en ser enviado a la infanteria. Atendiendo su deseo, lo enviaron inmediatamente con la primera división de la infanteria a los campos de batalla del norte de Africa.
Allí, la mayor necesidad era de una tropa especial para capturar soldados enemigos para obtener informaciones. Celliers se ofreció para ejecutar esa peligrosa misión y penetrar en las líneas enemigas. En esa maniobra militar, Celliers, encontró su verdadero lugar. Debido a su experiencia en cacería en su tierra natal, él era especialmente talentoso para esa tarea, teniendo así, grande éxito. Así él describe:

"Me especialicé en matar. En particular, yo era tan bueno en el tipo de invasión que describí, que fui llevado de mi batallón y puesto a planear y conducir invasiones más adelante y más adentro de las líneas enemigas. Me volvía cada vez más impaciente, rechazando las ofertas de licencia y descanso y pidiendo que solo me mantuvieran activo y ocupado. Yo me ofrecía para todas las operaciones difíciles y peligrosas. No pedí ninguna licencia, sino que me dediqué completamente a la guerra, esperando poder así escapar de mis sombras, pero ellas eran más hábiles que yo."

Posteriormente, Celliers fue enviado en una misión especial a Palestina. Quedó alojado en un monasterio llamado Imwash, uno de los locales tradicionales de la ascención de Cristo.
Los monjes habían desocupado el espacio unos cuantos días antes de su llegada, permaneciendo el olor de incienso y mirra impregnado en los fríos corredores y en la paredes color ceniza. Casi inmediatamente, Celliers, contrajo malaria. Antiguamente él se recuperaba en poco tiempo, pero, en esta ocasión, la fiebre no pasaba.
Con el auxilio de su compañero, Celliers fue llevado fuera del monasterio, quedando a cielo abierto, cubierto por nubes y estrellas que él tanto amaba. Allí podría estar más cerca de "los poderes curativos" de la naturaleza.

Sucedió que, quedándose al aire libre, tuvo uno de sus más grandes momentos de delirio. Mirando hacia el santuario que señalaba el lugar onde la tradición afirmaba que Jesús ascendió, Celliers creyó ver a Jesús con los discípulos. En sus alucinaciones, él oyó a alguien decir:

- ¡Judas está muerto! ¡Judas está muerto!
Celliers se vio a sí mismo, acercándose a Jesús diciendo:
- Hay muchos rumores en Jerusalén y en Roma que no son verdaderos. Mira, yo soy Judas...Estoy vivo y estoy aquí.

Celliers dice que Jesús tomó sus manos y, milagrosamente, lo ayudó para que su cuerpo febril se pusiera de pie. Entonces mirando al cielo, Jesús exclamó:
- Gracias, Padre. Ahora, finalmente, podemos ser libres.
- Pero yo no estoy libre - Protestó Celliers - Yo tenía un hermano y lo traicioné.
- Entonces, vé a tu hermano- respondió Jesús - y reconcíliate con él, así como yo estoy haciéndolo contigo.

En aquel momento la fiebre desapareció, y el sudor se virtió como una lluvia tropical. Celliers resolvió, a cualquier precio visitar a su hermano, porque no queria llevar consigo la mentira de su traición a la sepultura.

Al día siguiente, antes del desayuno, Celliers llamó un doctor de Jerusalén y consiguió una licencia médica de un mes. Aunque muchos creían que era imposible, Celliers consiguió ir de Palestina a Egipto, y de Egipto a Africa del Sur, con ayuda de viejos amigos de la fuerza aérea sudafricana.

Mientras se dirigía a la casa de su hermano, Celliers notó como la tierra se había resecado. No había ningún pasto en la planicie, y los árboles estaban torcidos y oscuros, quemados por el calor del sol. Ovejas y vacas estaban tan flacas que, las costillas y los huesos, parecían casi perforar la piel estirada. Buitres circulaban continuamente el cielo y el olor de muerte estaba en el aire.

Llegando a casa de su hermano, Celliers se acercó a la puerta del frente. Antes que él pudiese llamar, la esposa de su hermano salió. Con una dura expresión en su rostro, ella consiguió proferir a modo de un saludo:
- ¡Pero qué sorpresa! Entra y llama a tu hermano, el quedará muy sorprendido de verte.- Entonces, ella preguntó- ¿Por qué no nos dijiste que estabas viniendo?
- Es una larga historia - Dijo Celliers - puedo explicártela después.
- Entonces iré a preparar la cena- dijo ella - él está en el jardín, atrás, dando lo último de nuestra agua a los árboles y legumbres. Tuvimos un tiempo terrible, como creo que notaste. Nada de lluvia en un año. Las ovejas y el ganado están muriendo y todo ese jardín adorable está prácticamente muerto. -Sin saberlo, ella miró a Celliers como si él hubiese salido de vacaciones, en vez de estar luchando en la guerra.

Celliers caminó hasta la parte de atrás de la casa y vio a su hermano, curvado sobre una planta. La joroba se había hecho más notoria aún.
Con algunos pasos largos, ellos quedaron frente a frente. En los ojos oscuros de su hermano, Celliers vio una vida presa por un momento, hace mucho tiempo atrás.
-Outboet - le dijo a su hermano, usando ese término afro-holandés preferido.- ¡Qué bueno verte nuevamente Outboet aún cultivando las cosas!

Su hermano tartamudeo:
Outboet. Oh cómo me hubiera gustado saber que estabas viniendo. Me habría gustado ir a recibirte al aeropuerto. ¡Vamos, entremos en la casa! Debes estar cansado. ¿Podrías quedarte algunos días con nosotros?

- No- Explicó Celliers deprisa.- De cierto modo, no tengo modo de estar aquí. Demoré dos semanas para llegar hasta aquí y tendré suerte de poder retornar antes de que acabe mi permiso. Sino, estaré en serios problemas. Debo retornar en algunas horas a fin de tomar el tren nocturno hacia el norte. Me hicieron el favor de traerme en avión hasta aquí. Solo vine para verte.

-  ¿Verdad Outboet? - Dijo Greenie con cierto tono de incredulidad.- ¿Es realmente verdad?
- Yo viaje toda esa distancia hasta aquí, por causa de mi gran error. De todos mis fracasos en la vida, ninguno me pesó más que aquella vez que te traicioné. Estoy aquí para pedirte perdón.
- ¿De verdad Outboet? ¿Es cierto lo que dices?

Implorando que le escuchase, Celliers le contó todo lo que había sucedido, con lujo de detalles, la historia de aquella tarde cuando él traicionó a su hermano. Con los ojos negros y afligidos, frente a los ojos azules y preocupados, y con voz quebrada, su hermano menor apenas logró decir:

- ¿Quiere decir que tú viniste de Palestina para decirme esto? ¿Que tomaste tu único permiso al que tenias derecho durante la guerra, para venirme a contar eso?
Celliers asintió con la cabeza. Estaba muy conmovido como para poder hablar.

- Outboet, tu has hecho muchísimas cosas buenas- dijo Greenie- Pero nunca un acto tan heroico como el de hoy. Finalmente, somos libres gracias a ti.

Aquel momento de reconciliación, el amor de su hermano renació.
Celliers pidió permiso para poder alistarse para el té. Así que alcanzó las gradas de la casa; él oyó una voz de tenor clara y cristalina, silenciada por décadas, que comenzó a cantar.

Cabalga, cabalga hasta el fin del día,
Cabalga a la luz de la luna
Cabalga a través de la noche
Corre lejos, hasta donde arde el fuego
Donde alguien hace mucho tiempo te espera.

Por la primera vez, Celliers escuchó la segunda estrofa:

Cabalgué por todo el día
Cabalgué a la luz de la luna
Cabalgué por toda la noche
Hasta donde el fuego arde lejos
Y al lado del fuego encontré
A la persona que tanto tiempo esperé.

Como si algún por comando celestial, un trueno tronó profundamente en el cielo. La caballería del gran ejército de nubes estaba engullendo la última parte del cielo azul. El aguacero comenzó a reavivar dos vidas quebradas y separadas. Lluvia física, sí. Pero lluvia espiritual también. En aquel día la lluvia del Espíritu Santo curó los chamuscados y afligidos corazones.

El mismo Espíritu está disponible para librarte a ti. Él desea hoy desaparecer todos tus fracasos.

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