INTRODUCCIÓN
¿Ha pasado por alguna dificultad de salud que le llevó a contraer una enfermedad y después de exámenes y un largo tratamiento parecía que sus fuerzas no iban a soportar semjante sufrimiento? Entonces preguntó a Dios: ¿Señor, hasta cuándo?
O estaba en una situación de aislamiento, lejos de casa, de amigos, sin dinero; pasando pruebas y se preguntó: ¿Señor, hasta cuándo?
O después de años de juntar un patrimonio; entra en un negocio y al poco tiempo percibe que fue víctima de una estafa, perdiendo todos sus bienes y quedando en un mar de deudas ... entonces usted clama y dice: ¿Señor, hasta cuándo?
Parece que esa oración de clamor desesperado forma parte del último esfuerzo del ser humano en su capacidad de resistir ante algo o situación que es mayor que él.
Por otro lado, muchas veces nos preguntamos también: ¿Hasta cuándo? Ante situaciones que están siendo favorables, pensamos ¿por cuanto tiempo esta bonanza va a permanecer?
Sabemos que en el mundo que vivimos la paz y la tranquilidad externa no duran mucho tiempo.
En el capítulo 9 de Daniel encontramos una de las oraciones más hermosas de la Santa Biblia. Aunque Daniel es conocido como un hombre de oración, que oraba tres veces al día (6:10), que recibió respuestas a sus oraciones; que salvaron vidas como en el capítulo 2, o incluso estuvieron dispuestos a enfrentarse a los leones hambrientos antes de que detener su vida de oración (capítulo 6).
De Daniel también somos informados de que abría su ventana y oraba hacia Jerusalén. Pero de todas las oraciones hechas por Daniel sólo una se registra en su totalidad.
I. UNA ORACIÓN QUE RETRATA EL GRAN CONFLICTO
La oración de Daniel nos aclara el proceder Divino, nuestro conflicto filosófico entre la voluntad de un Dios todopoderoso y las decisiones, voluntades y acciones humanas.
Daniel ora sobre el destino de su pueblo y su ciudad, sabiendo lo que fue profetizado por Jeremías, y sabiendo que es Dios quien "pone y quita reyes". Él cree que la oración puede cambiar la historia del mundo. Creemos que la actitud humana a través de la oración desempeña un papel vital en el desarrollo histórico, y la respuesta inmediata de Gabriel muestra que la fe de Daniel no fue en vano.
Un ángel es enviado para traer las revelaciones de Daniel 9 y 10 al 12 como respuesta a las oraciones de Daniel.
Además, la oración confesional de Daniel para los pecados de su pueblo muestra que él entendió que la contaminación del santuario del capítulo 8 no es causada por el cuerno pequeño, sino por los pecados de los santos del Altísimo.
La purificación del santuario, que es la razón de su oración y uno de los vínculos entre el capítulo 8 y 9 se refiere a la expiación de su pueblo y no al castigo del cuerno pequeño.
De acuerdo a la forma de pensar -de causa a efecto- de los antiguos orientales, la expiación del capítulo 9 es a causa de la purificación del santuario del capítulo 8.
La oración de Daniel en el capítulo 9 tiene como telón de fondo la profecía de Jeremías capitulo 25.
La profecía del capítulo 25 fue revelada a Jeremías, el mismo año en que Daniel fue llevado cautivo a Babilonia, cuando era un adolescente. Ahora ya habían pasado casi 70 años:
"Por lo tanto, así dice el Señor de los ejércitos: Puesto que no has escuchado mis palabras, yo enviaré, y tomaré a todas las familias del Norte, dice el Señor, así como a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré sobre esta tierra, y sobre sus habitantes, y sobre todas estas naciones alrededor. Y los destruiré totalmente, y haré que sean objeto de espanto, y de silbido, y de perpetuo oprobio. Y haré cesar de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las muelas y la luz del candelero. Y toda esta tierra vendrá a ser una desolación y un espanto; y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años. Pero sucederá que cuando se cumplan los setenta años, castigaré al rey de Babilonia, y esta nación, dice el Señor, castigaré su iniquidad, y la tierra de los caldeos; yo haré de ella una desolación perpetua". (Jeremías 25:8-12).
Daniel, obediente a la condición mencionada en la profecía, buscaba a Dios de todo corazón, el Señor había dicho hace casi 60 años antes en Jeremías 29:12:
"Entonces me invocaréis, y volveréis y oraréis a mí, y yo os oiré" exactamente lo mismo que él hizo. Daniel hace una "confesión" (vers. 4), pero no es una confesión personal, no es sólo para su generación, es una confesión en nombre de todas las personas - no sólo para Judá, sino para Israel, y para todas las generaciones anteriores: en representación de todos "nuestros reyes, a nuestros príncipes, y a nuestros padres y a todos los pueblos de la tierra" (vers. 6), y todo tipo de pecados. "Pecamos, y cometemos iniquidades, procedemos impíamente y fuimos rebeldes, apartándonos de tus preceptos y de tus ordenanzas". (vers. 5).
Los verbos utilizados para el pecado se utilizan de forma creciente, desde el pecado por ignorancia, sin la intención de dar la espalda a Dios, aunque Daniel evita usar el término hebreo, que es el pecado de rebelión o pecado "la mano levantada" y utiliza la forma exclusiva para describir el pecado del cuerno pequeño (Daniel 8:12, 13, 23), y todos los pecados humanos que llevaría al Mesías (Daniel 9:24).
II. DANIEL COMO SUMO SACERDOTE
(DANIEL 9:3, 9:18,19)
(DANIEL 9:3, 9:18,19)
En este capitulo Daniel se refiere al libro de Levítico, especialmente al Día de la Expiación. Daniel está humillado, vestido como un penitente y ayunando.
El único día de ayuno obligatorio en el culto hebreo era el Día de la Expiación era el día en que todas las personas buscaban el perdón de Dios en penitencia y humildad. Como Daniel está pidiendo perdón por todo su pueblo al evocar al sumo sacerdote que en Día de la Expiación entraba en la Presencia de Dios, en el lugar santísimo, despojado de sus vestiduras reales, buscando el perdón no sólo por sus pecados, sino por todas las personas y no sólo para los pecados del momento, sino durante todo el año.
El papel de Daniel como sumo sacerdote o mediador de Dios con un receptor humano es visto desde el primer capítulo de Daniel, porque no sólo tiene la sabiduría como sus tres amigos, sino que ésta arriba de ellos según dice la escritura: "Dio entendimiento en toda visión y sueños" (Daniel 1:17).
En los capítulos siguientes se confirma que las visiones y sueños no fueron comprendidos hasta por los profesionales de la adivinación, los "guardianes de los secretos de los dioses" como dijo el teólogo Alan Lenzi.
El secreto divino es mediado sólo por un instrumento - Daniel - sólo él podía como el sumo sacerdote entrar en el lugar santísimo, entrar en la intimidad del secreto divino; vemos aquí otra referencia indirecta al Día de la Expiación.
La petición de Daniel no es pequeña, pero la respuesta que trae Gabriel es mayor de lo que Daniel puede imaginar o entender la respuesta definitiva "para cesar la transgresión, para poner fin al pecado, para expiar la iniquidad, para traer la "justicia eterna." (Daniel 9:24), no sólo de los judíos, sino de todas las naciones del planeta, y no sólo de Moisés a Daniel, sino desde Adán y Eva hasta el último pecador que nacerá en el futuro, es nada menos que la primera "venida del Mesías, Príncipe" "para quitar el pecado de la humanidad, porque" el Mesías será cortado, y nada le subsistirá." (Daniel 9:26).
Daniel intenta tomar el lugar del sumo sacerdote, intercediendo por todo su pueblo, compartiendo vicariamente por los pecados de sus hermanos rebeldes, pero él no es el verdadero sustituto. El verdadero sustituto es el Mesías.
III. LA PROFECÍA DE LA LIBERACIÓN DEL MESÍAS
Daniel 9 habla de una de las profecías mas exhaustivas de la Biblia. Además, los capítulos 8 y 9 son separados por ocho años, pero Daniel los reúne intencionalmente, porque ellos son interdependientes.
Si Daniel quisiera seguir un orden cronológico, debería haber colocado el capítulo 7 (primer año de Belsasar), luego el capítulo 8 (tercer año de Belsazar), entonces el capítulo 5 (el último año de Belsasar), luego el capítulo 6 (organización del gobierno de Darío), y finalmente el capítulo 9 (el primer año de Darío).
Pero Daniel no es desorganizado, él data sus narraciones y sus revelaciones. Los capítulos 1 a 4 están en orden cronológico y también los capítulos 9 a 12. El único cambio que hizo fue juntar los capítulos 8 y 9, que implica que el capítulo 8 sería totalmente comprendido con el capítulo 9 y que el capítulo 9 es el complemento del capítulo 8.
Si Daniel hubiera seguido un orden estrictamente cronológico, así como el resto de su libro, habría sido difícil relacionar ambos capítulos.
Daniel espera traer los 70 años de liberación para los oprimidos así como el año sabático hacía cada siete años.
Sólo que los 70 años, son diez veces más que siete, pues se refiere a una opresión diez veces mayor y una liberación en la misma proporción superior; de esta manera Gabriel anuncia un mensaje que no involucra 70 años, pero setenta veces 7.
Sabemos que en el pentateuco al final de un ciclo de 49 años había liberación, así los 490 años mencionados en este capítulo representan diez ciclos de 49 años. En el Pentateuco tenemos el principio que es enunciado "día al año", no sólo en Números 14:34, pero en la misma ley de Jubileo en Levítico 25:8 dice: "Contarás siete semanas de años, siete veces de siete años, de modo que los días de las siete semanas de años se elevan a 49 años."
No es por casualidad que en Levítico 26 al referirse a las consecuencias de la desobediencia a Dios por su pueblo vendrían juicios y desolación contra Israel (v.14-17) y agrega el verso 18: "Si incluso con estas las cosas no me escuchan, voy a castigarte siete veces más por sus pecados" (ver también versículos 21, 24 y 28), considerando que el castigo para la apostasía de Israel (cautiverio) ha durado 70 años, siete veces más, en total ya suman 490 años o 70 semanas de años, lo que es revelado en Daniel en los versículos 34-35, "Entonces la tierra descansará en sus sábados, todos los días de su asolación, y vosotros estaréis en la tierra de vuestros enemigos; en ese tiempo la tierra descansará, y se deleitará en sus sábados. Por todos los días de la asolación descansará, por los días que no descansó en sus sábados, cuando en ella habitables...".
De acuerdo con Daniel 8:13 y 14:
"Entonces oí a dos ángeles conversando, y uno de ellos preguntó al otro: ¿Cuánto durará los acontecimientos anunciados por esta visión? ¿Hasta cuándo se suprimir el sacrificio diario y la rebelión devastadora prevalecerá? ¿Hasta cuándo el santuario y el ejército quedarán entregados al poder del cuerno y serán pisoteados? Él me dijo: "Todo esto llevará dos mil trescientas tardes y mañanas; entonces el santuario será purificado".
El santuario debería ser purificado en un período de tiempo que conocemos como 2300 años. "La obra de Cristo como el único intercesor, ha sido obscurecida con un éxito sin precedentes. El cuerno pequeño ha hecho su voluntad y está prosperando. La verdad que encierra el santuario ha sido echada por tierra.
La primera parte de esta larga profecía es que el ángel comienza a explicar a Daniel desde el verso 24 a 27. Esta primera parte es que llamamos la profecía de las 70 semanas.
En profecía entendemos que un día equivale a un año de acuerdo con Números 14:34 y Ezequiel 4:5-7. Por lo tanto, 70 semanas equivalen a 70 veces siete. Porque una semana tiene 7 días. Lo que en profecía se traduce a 490 años. 69 semanas equivalen a 483 años. 1 semana equivalen a 7 años y mitad de 1 semana a 3 años y medio.
Teniendo esto en mente vemos que el período comenzaría con el decreto para restaurar y reconstruir Jerusalén, lo que ocurrió en 457 AC por Artajerjes (Esdras 7:11-26), autorizando legalmente la restauración de Jerusalén y la indicación de su cuerpo administrativo.
Gabriel revela que "desde la salida de la orden para restaurar y para edificar Jerusalén, hasta el Mesías, el Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas" (Daniel 9.25). Siete semanas (49 años) y 62 semanas (434 años) total de sesenta y nueve de las setenta semanas (483 años), a partir de 457 AC llegan a 27 DC.
Esta fecha nos trae "hasta el Mesías, el Príncipe" palabra griega para Mesías es Cristo y significa Ungido. Todos los sacerdotes y reyes judíos eran ungidos del Señor, pero éste es el Mesías Príncipe.
Esta profecía no apunta al nacimiento del Mesías, sino al inicio de su ministerio, cuando aparecería públicamente como el Mesías.
Si usted hace el cálculo de las 62 semanas a partir del año 408 AC menos 434 AC, dará el año 26 y no 27 AC. Entonces ¿Por qué decimos que la profecía se cumple en el año 27 DC y no en el año 26 DC.?
Recordamos que el Decreto de Artajerjes (Daniel 9:25) ocurre en el otoño de 457 AC. Con esto en mente, sin olvidar que no hay año cero, cuando calculamos un período de tiempo que se extiende de una fecha antes de Cristo (AC) a una fecha después de Cristo (DC), debemos por tanto añadir un año (el decreto de Artajerjes sólo completaría un año en el otoño de 456 AC)
Del año 27 DC en adelante, tenemos una semana más para cerrar la profecía. Daniel 9:26 dice que sería muerto el Ungido. Tenga en cuenta que hace 7 semanas antes de las 62 semanas, totalizando 69 semanas. Cristo murió poco después de las 62 en el año 31 DC, en la mitad de la última semana profética que concluye en el año 34 DC, según dice Daniel 9:27 "Con muchos él hará una alianza que durará una semana. En medio de la semana dará fin al sacrificio ya la oferta".
El ángel Gabriel continúa interpretando a Daniel ya las 70 semanas después de establecer la fecha de inicio del ministerio de Cristo, dice: "El Mesías será removido (sería asesinado), pero sin culpa (en forma vicaria)". Aunque los judíos en el tiempo de Cristo esperaban un Mesías guerrero, para matar a los enemigos de Israel y reinar sobre el trono de David durante muchos años, Gabriel dice que vendría a morir, y otros profetas ya lo predicho antes de Daniel (Salmos 22, Isaías 52:13-53:12).
La muerte del Mesías no sería natural, pero "el Mesías sería cortado", o sea, él sería muerto.
Note que Jesús cumplió la "alianza con muchos" por ser ministerio, que duró del año 27 DC hasta 31 DC. Se percibe que ese período es de exactamente 3 años y medio, marcando la mitad de la semana profética que se extendería hasta el año 34 DC con la lapidación de Esteban.
Jesús hace cesar el sacrificio de animales con su muerte, el velo del templo se rasga de arriba abajo. Muestra que el cordero de Dios estaba expiando el pecado de todos los hombres en todos los tiempos.
Pero nos falta la segunda mitad de la septuagésima semana que terminó en el año 34 según el verso 24.
Las 70 semanas son cortadas o separadas o identificadas para el pueblo judío y Jerusalén, o sea, es el tiempo de la gracia para Israel como pueblo escogido.
El Nuevo Testamento confirma que en aquel año los líderes judíos rechazaron definitivamente la buena noticia del Mesías - Jesús de Nazaret matando a Esteban. Si en la parábola de la viña y de los labradores malvados (Mateo 21)
Jesús dejó claro que la paciencia del Señor de la viña terminó cuando mataron a su Hijo, entonces el Señor vendría a expulsar a estos labradores malvados y dar la viña a otro pueblo:
"Por eso os digo, el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos" (Mateo 21:43)
CONCLUSIÓN
Daniel 9 es fundamental para entender la amplitud del perdón y de la gracia de Dios por todas las personas. Nadie ha ido tan lejos en el pecado que Dios no pueda traer de vuelta si la persona lo permite.
El perdón de Cristo el ungido de Dios es tan absoluto que él nos libera de las garras del mal y de la deuda del pecado.
Cristo no venció el pecado en la cruz. Él venció el pecado durante su vida pura y perfecta. Él pagó el pecado en la cruz. Se quitó la acusación de muerte que pesaba sobre cada ser humano.
Hoy podemos ser libres porque Él nos amó, murió, resucitó y hoy intercede por todos aquellos que lo aceptan como Salvador. Acepta hoy a Jesús como tu Salvador y comienza a vivir el reino de Dios aquí en la tierra.
Es el Señor quien está hablando hoy: ¿Hasta cuándo Hijo necesito esperar para que tú te entregues? ¿Hasta cuándo?
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