By Felippe Amorim
Introducción
Ilustración
Introducción
Muchas personas se vuelven famosas a nivel nacional y, otras, a nivel mundial. Algunas, sin embargo, tienen éxito pasajero. Son conocidas por una canción que luego saldrá del ranking de las más pedidas, o por su desempeño de pocos años en algún deporte. Pocas personas logran mantener un nombre respetado durante toda una vida.
El grupo de los que continúan siendo conocidos después de su muerte es aún más limitado. En ese grupo, podemos citar algunos pocos escritores, cantantes y deportistas como, por ejemplo, Elvis Presley y Machado de Assis que, aun después de algunas décadas de su muerte, todavía son conocidos por buena parte de las personas.
Otra persona que continúa siendo conocida aun después de su muerte es Anjezë Gonxhe Bojaxhiu. ¿No conoces a esta mujer?
Tal vez no por su nombre albanés. Ella es más conocida como Madre Teresa de Calcuta. Su vida dedicada a los pobres y necesitados de la India, especialmente en la ciudad de Calcuta, hizo que se convirtiera en uno de los personajes principales de la historia reciente de la humanidad.
Una de sus frases más impactantes es: “Las manos que sirven son más santas que los labios que rezan”.
Hoy estamos conmemorando el Día Mundial del Joven Adventista (GYD), y tenemos como lema general: Pan y agua. Tenemos la oportunidad de, como la Madre Teresa y tantos otros, aliviar el hambre y el sufrimiento de algunas personas y, más que eso, saciar el hambre espiritual de ellas.
Algunas sugerencias de acción en este día pueden ser muy interesantes, por ejemplo: comprar botellas de agua mineral y cambiar la etiqueta por otra que diga “Jesús es el agua de vida”, y distribuirlas en la playa o en la plaza de la ciudad. Otra posibilidad es hacer panes integrales, envolverlos junto con materiales misioneros y distribuirlos en el vecindario de la iglesia. La imaginación de la juventud puede crear muchas otras formas de impactar la región alrededor de su iglesia con este tema.
Sin embargo, nunca podemos olvidar que la iglesia no es una ONG. Nuestra función no es solo proveer asistencia social.
Como dice Elena de White: “La Iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo” (HAp, 9).
Por eso, en este Día Mundial del Joven Adventista, vamos a distribuir pan y agua físicos, pero nunca nos olvidemos de llevar junto al Pan y al Agua de vida, Jesucristo. ¿Vamos a conocer más sobre este tema en su Palabra?
TEXTO-BASE
Leamos el texto base de nuestra reflexión de hoy:
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).
Jesús es el Pan y el Agua que pueden saciar el hambre y la sed espiritual de las personas. Es nuestro deber llevar ese alimento espiritual al mundo. Pero, antes de salir a predicar, necesitamos dar algunos pasos y definir algunos conceptos importantes. A continuación, estudiaremos tres acciones que todo joven adventista debe practicar en relación a Jesús, el Pan y el Agua de vida.
1 - El joven adventista debe aceptar el Pan y el Agua
Antes de ofrecer cualquier cosa, necesitamos tenerla. Nadie puede dar de lo que no tiene. Por eso, es necesario, ante todo, aceptar a Jesús en nuestra vida y, cada día, renovar esa entrega.
Cristo se da a cada ser humano de manera gratuita, aunque no barata, pues el don de la vida costó un alto precio: la sangre del Hijo de Dios. Generalmente, desconfiamos de las cosas gratuitas y no las valoramos. Eso no puede ocurrir en relación a la salvación. Ella debe ser aceptada de la manera que Dios la da, de gracia (Efesios 2:10) y debe ser muy valorada.
Nunca haremos nada que nos hará merecedores de la salvación en Cristo. Comer o no comer determinados alimentos, asistir o no asistir a algunos lugares, nada de eso nos hace merecedores de la salvación. Eso no indica que las buenas obras pueden descartarse; simplemente no sirven para darnos mérito ante Cristo.
El hecho de que tenemos que aceptar la salvación (Cristo) nos indica que somos necesitados e impotentes ante nuestra situación. Ese reconocimiento es esencial para la vida espiritual, pues, así, recurrimos humildemente a Jesús.
Sin embargo, solo aceptar a Jesús no es todo. Es necesario experimentar a Jesús, conocerlo. Conocerlo en el sentido bíblico, de ser íntimos amigos. Y aquí llegamos a la segunda acción que debemos tener en relación a Jesús.
2 - El joven adventista se debe alimentar del Pan y del Agua
Como mencionamos anteriormente, nadie puede dar lo que no tiene. Solo los jóvenes que tienen una experiencia personal con Cristo pueden compartirlo. En caso contrario, la predicación será vacía de sentido.
Alimentarse de Cristo y tener comunión con él. La comunión se da a través del estudio de la Biblia y de la oración. No existe un “polvo mágico de la consagración” que uno toma con un vaso de jugo de uva y entonces uno se vuelve un íntimo amigo de Dios. Sería cómodo e interesante, pero no existe.
Para ser un íntimo amigo de Dios es necesario invertir tiempo diario y de calidad al estudio de la Biblia y a la oración.
La lección de Escuela Sabática es la guía de comunión del joven adventista. A través de ella tenemos una guía de estudio de la Biblia, que nos ayudará a crecer diariamente en la gracia de Cristo.
Sin estudio de la Biblia, no hay cristianismo. Ser cristiano es imitar al Maestro; pero, ¿cómo lo imitaremos si no lo conocemos? Quien no estudia la Biblia no puede llamarse cristiano.
Tampoco podemos quedarnos con los sermones que escuchamos semanalmente en la iglesia, pues ellos son “comida de segunda mano”. Los cultos deben ser el encuentro de celebración de aquellos que se relacionan diariamente con Cristo. La iglesia no debe ser el único lugar donde entramos en contacto con la Biblia. Quien vive así está en un proceso de muerte espiritual.
El otro elemento de la comunión es la oración. Este es un poderoso recurso que es menos utilizado de lo que se debiera por los cristianos. Leamos juntos esta poderosa cita inspirada por Dios:
“Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los incitan al pecado; y todo porque ellos no se valen del privilegio de orar que Dios les ha concedido. ¿Por qué los hijos e hijas de Dios han de ser tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante y vigilancia diligente corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no obtengamos, mediante fervientes súplicas y fe, gracia y poder para resistir la tentación” (CC, 95).
No necesitamos complicar la oración. Esta debe ser simple, pues “Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo” (CC, 93).
No son palabras bonitas que impresionan a Dios.
La oración que impresiona a Dios es la oración sincera. Solo ore y verá como su vida espiritual cambiará.
Después de haber recibido y experimentado a Cristo, estamos listos para la tercera acción en relación al Pan y al Agua de vida.
3 - El joven adventista debe distribuir el Pan y el Agua
Cuando estuvo en la Tierra, Jesús dijo lo siguiente: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38).
O sea, todos los que estuviesen saciados de Cristo tendrían condiciones espirituales de compartir el mensaje del Maestro. Y esta es una actitud que cada joven necesita tener en la iglesia, en la facultad, en la escuela, en el fútbol, en la playa, en fin, en cada momento de la vida.
El joven adventista debe ser “las manos y los pies” de Jesús.
Debemos ministrar a las personas y sus necesidades siendo Cristo para los hambrientos y sedientos en todos los sentidos.
Debemos ministrar a las personas y sus necesidades siendo Cristo para los hambrientos y sedientos en todos los sentidos.
Por eso, debemos ejercer una relevancia social en la comunidad. La distribución del pan y el agua físicos es una manera de abrir puertas para Cristo en la vida de las personas. Es parte de la vida cristiana amparar a los pobres y necesitados.
Sin embargo, detenerse en el aspecto social es perder el foco de la misión de Dios.
Como ya dijimos, la iglesia no es una ONG, sino la agencia de proclamación de la salvación en Cristo.
El joven adventista debe ejercer, principalmente, una relevancia espiritual en la comunidad, presentando a Jesús, que es el Pan y el Agua de Vida. La mejor forma de contribuir con la mejora del planeta es predicando el mensaje del evangelio. Solo el regreso de Jesús resolverá de manera definitiva los problemas del mundo.
Por eso, trabajar por la salvación de los otros es una manera que Dios tiene para salvarnos.
Ilustración
Se cuenta la historia de un hombre que caminaba en las montañas heladas y cubiertas de nieve. La caminata estaba difícil, y la cuidad más cercana estaba lejos. Desanimado y cansado, aquel viajero decidió dejar de caminar. Se sentó en una piedra, decidido a esperar la muerte. Cuando levantó los ojos, vio que había alguien acostado en el suelo, a algunos metros de él. Al acercarse, percibió que se trataba de un hombre casi muerto por hipotermia.
El viajero decidió ayudar al hombre moribundo. Comenzó a friccionar sus manos y sus pies, intentando reanimarlo de alguna forma. Al percibir que estaba funcionando, con ánimo renovado, decidió poner al hombre en su espalda y llevarlo a la ciudad.
Con mucha dificultad, paso a paso, el viajero llevó al hombre a la ciudad y, al colocarlo en la camilla del hospital se dio cuenta que salvando a ese hombre se había salvado a sí mismo.
La vida espiritual funciona así. Cuando trabajamos por la salvación de otras personas, contribuimos para que nuestra espiritualidad se caliente y nos mantengamos animados en la fe. Detenerse espiritualmente es pedir la muerte.
Conclusión
Hoy, en el Día Mundial del Joven Adventista, saldremos a distribuir pan y agua, y también llevaremos a Cristo, el Pan y el Agua de vida. Esa es la mejor manera de mantenernos vivos espiritualmente.
Esa actitud misionera no debe existir solo hoy. Mantenga esa actitud todos los días de su vida y en todos los ambientes que frecuenta, pues así estará constantemente listo para encontrarse con Jesús en las nubes.
Llamado
¿A quién le gustaría dedicar su vida al servicio de Dios, siendo un misionero en casa, en la iglesia, en la facultad, en el trabajo y en todos los demás ambientes?
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