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Somos Embajadores del cielo - Primero Dios


I. INTRODUCCIÓN

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros...” (2 Corintios 5:20).
Propósito: El propósito del mensaje es mostrar a la iglesia que en dificultades, muerte, pérdida de un ser querido, pérdida del trabajo, en bancarrota debemos ser fieles embajadores de Dios.
El apóstol Pablo está diciendo que somos embajadores de Cristo y cooperamos con Dios en la proclamación de su mensaje.
Muchos cristianos todavía no tomaron conciencia del llamado que el Señor les ha hecho.
Un gran número de personas piensan que Dios los ha llamado para sufrir como si Dios expía pecados a través del sufrimiento.
¡Muchas personas cargan una cruz muy pesada! Y para empeorar la situación le echan la culpa a Dios.
Jesús dice: “Mi carga es liviana”; si estamos cargando una carga muy pesada, ciertamente no es la de Jesús.
Muchas de esas cargas fueron colocados en nuestros hombros por nosotros mismos o por el propio Satanás, la cargamos y la tratamos como si fuera la cruz de Cristo.

Molestias, desentendimientos en el matrimonio, pérdida del trabajo, mala situación financiera, todo eso no representa la cruz de Cristo.

Aceptamos estas cargas y nos convertimos en derrotados.

Muchas veces nos olvidamos lo que la Biblia nos dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Nos olvidamos que el Señor nos llamó, nos acogió para ser sus embajadores.
Todos aquellos que recibimos a Cristo, nos convertimos automáticamente en embajadores de Dios. Pero a veces no todos conocemos la verdadera posición de un embajador de Cristo. 2 Corintios 5:20

En realidad, muchos desconocen la posición y las actividades de un embajador terrenal. Es necesario, por tanto, que sepamos cómo actúa un embajador para que podamos representar bien a la embajada celestial.

II. ¿QUIÉN ES UN EMBAJADOR?

Un embajador según los diccionarios es un representante diplomático de la más alta categoría que un país envía a otro país.
También tiene la función de emisario, cuando es enviado para una determinada misión.

El embajador es responsable por dar a conocer los intereses de su país en el país donde trabaja. Hace un juramento de hacer cumplir las leyes de su país dentro de la embajada. Ser embajador es vivir según las leyes del país al cual representa. El embajador necesita conocer bien los objetivos que su país tiene con relación al país donde es enviado. Es necesario que sepa cómo se deben transmitir los intereses de su país a los ciudadanos con los cuales va a relacionarse.
El apóstol Pablo dice que somos embajadores de Cristo, somos representantes de Cristo en este mundo. Estamos aquí por una misión determinada (Juan 17:13-19). Somos responsables por dar a conocer los intereses del “Reino” que representamos.
Como embajadores necesitamos vivir de acuerdo a las leyes del país. Somos embajadores de los cielos y es necesario que sepamos cómo transmitir a las personas de este mundo que Dios está interesado en ellos.
El embajador de Cristo vive según las leyes de su “país”, o sea, la ley de los cielos.

III. ¿CUÁL ES LA LEY DE LA EMBAJADA?

Si un embajador representa a determinado país, lo que vale en esa embajada es la ley del país del embajador, mientras que para un embajador de Cristo lo que vale es la ley del cielo, o sea, la ley de Dios.
¿Por qué muchos cristianos no somos bendecidos?
Porque por más que digamos que somos embajadores de Cristo no utilizamos la constitución del país que representamos.
Trabajan para la embajada del cielo pero no usan las leyes de ese país.
El lugar donde está alojada la embajada no pertenece al país donde se ubica la embajada, pertenece al país que esa embajada representa. Si un extranjero siendo perseguido busca protección en la embajada de su país, él estará a salvo, nadie puede tocarle, porque dentro de la embajada es como si estuviese en su país de origen.

Ni la policía tiene autoridad para entrar, salvo que el embajador lo permita, hasta el auto del embajador se convierte en territorio de otro país. Además el embajador tiene inmunidad diplomática.

Somos embajadores de Dios y Satanás no puede tocarnos, a menos que lo permitamos. Nosotros tenemos inmunidad celestial. El diablo no puede tocar tu familia, tu casa, tu auto, porque somos embajadores del cielo.

Un embajador tiene regalías; está seguro por las leyes internacionales. Nosotros también estamos protegidos por la ley celestial porque somos de Cristo y estamos en una misión, actuando en una embajada celestial.

A pesar de tener todos esos privilegios o regalías, el embajador pasa también por momentos difíciles. Si él está cumpliendo su misión en un país que está en conflicto, corre el riesgo de perder la inmunidad, las regalías y hasta su propia vida, en este caso las autoridades de su país lo sacan del país en conflicto.
No es diferente con el embajador de los cielos, estamos cumpliendo la misión en un país en conflicto; corremos el riesgo de perder las regalías y hasta nuestra propia vida. Las autoridades del país al cual servimos tomarán medidas para retirarnos de este lugar.

Podemos perder la vida en la misión, pero tendremos la certeza de que nuestro Dios a quien servimos nos dará nueva vida que durará para siempre, en un país preparado para sus embajadores.

IV. ¿QUÉ GANAMOS SIENDO EMBAJADORES?

¿Quién está protegiéndonos? 
Los ángeles nos protegen.
¿Usted ya fue protegido por ángeles? Yo, a través de la palabra de Dios, afirmo que sí, porque “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Salmos 34:7).

Y se nos promete “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (Salmos 91:11).

Cuando estamos trabajando para la embajada celestial, Dios envía a sus ángeles para protegernos: “Jehová es tu guardador...” (Salmos 121:5).

En la época del rey Nabucodonosor, en Babilonia, Dios protegió y preservó del mal a los tres hebreos que eran sus embajadores. Ellos actuaban conforme a la constitución de su país, el Cielo, adoraban a Jehová y no se arrodillaban delante de la gran estatua que el rey había hecho.
Ellos estaban dispuestos a defender la ley de su país hasta con su propia vida.
Por causa de su osadía y determinación fueron puestos en el horno de fuego, más el mismo Dios a quienes ellos servían (embajadores) vino a protegerlos.

Así como los amigos de Daniel fueron condenados al horno de fuego, Daniel fue condenado a la cueva de los leones por orar tres veces al día (Daniel 6:10).
Dios no libró a los amigos de Daniel del horno de fuego, tampoco a Daniel de la cueva de los leones, pero Dios protegió a los amigos de Daniel en el horno de fuego y a Daniel en la cueva de los leones. Porque ellos eran fieles embajadores del cielo.
Los enemigos de Daniel fueron lanzados en el foso de los leones, pero como ellos no eran embajadores de Dios, no tuvieron la seguridad celestial.

Los enemigos de Daniel fueron lanzados en la cueva ¿Qué sucedió con los enemigos de Daniel? Fueron todos devorados. ¿Por qué? Porque no había más protección.

Cuántas veces entramos y salimos de muchos hornos de fuego, foso de leones y ni lo percibimos. El salmista dice: “Vivos nos habrían tragado” (nuestros enemigos) (Salmos 124:3).

El diablo ya intentó destruirte, destruirnos varias veces, y va a continuar queriendo destruirte, pero no lo conseguirá porque el ángel del Señor continuará protegiéndonos, protegiéndonos de él. 
¿Saben por qué? 
Porque somos embajadores de Dios aquí en este mundo.

V. SALARIO DEL EMBAJADOR

Con respecto al salario del embajador, ¿Quién paga el salario del embajador? 
Es el país de origen; pero, ¿quién paga el salario del embajador del cielo? El salario del embajador del cielo viene del país de origen - cielo - Dios.
Pero tú puedes decir: “La que paga mi salario es la empresa para la cual trabajo”. En realidad, la empresa para la que tú trabajas o su patrón son apenas canales por medio del cual Dios envía su salario.
Hay muchos cristianos que toman para sí la honra que solamente le pertenece a Dios.
“Cuando Dios confía riquezas al hombre, lo hace con el fin de que adorne la doctrina de Cristo nuestro Salvador utilizando sus tesoros terrenales para promover el reino de Dios en nuestro mundo” (CSMC, 31).

Cuando nos convertimos en embajadores de Dios en este mundo, en nuestros planes financieros, necesitamos reconocer que todo viene de Dios, autoridad máxima del país al cual servimos.

No podemos ser como Nabucodonosor, que fue elegido por Dios para ser la vara de disciplina de los hijos de Israel, pero tomó la gloria para sí mismo cuando dice: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Daniel 4:30).

Como embajadores, como colaboradores del engrandecimiento del reino de Dios, necesitamos la misma actitud de David: “Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. Por eso, Dios nuestro, te damos gracias, y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas. Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido” (1 Crónicas 29:11-14, NVI).

David actúa como un embajador de Dios, nosotros también lo somos y no podemos actuar de manera diferente. Si nos olvidamos de que somos embajadores de Cristo en esta tierra, perdemos la conciencia de que lo que recibimos viene del Señor y terminamos usando las riquezas que vienen a nuestra mano, sin preocuparnos por el reino de Dios.

CONCLUSIÓN

El apóstol Pablo se considera un embajador de Cristo, estuvo preso, pero como embajador tenía compromiso con Cristo. Había un motivo importante que hacía que el apóstol fuera hacia adelante en momentos de muerte: “El amor de Cristo” (2 Corintios 5:14). Pablo no tenía riquezas pero dio su vida por el evangelio.

Dios nos puso en este mundo como embajadores para cumplir una tarea especial. Probablemente Dios no está pidiéndonos que entreguemos nuestra vida por el evangelio.

Él está esperando que entreguemos apenas aquello con lo que Él nos bendice, que seamos motivados por el amor de Cristo y que como sus embajadores, veamos la realidad de que su reino está tan cerca de ser definitivamente establecido.

LLAMADO
¿Qué tipo de embajador te gustaría ser? 
¿A cuántos de nosotros nos gustaría ser embajador del cielo? 
Hoy me gustaria orar por aquellos que desean ser embajadores del cielo. 
Felicitaciones, Dios los bendiga. ¡Vamos a orar!

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