INTRODUCCIÓN
¿Te has preguntado cuál sería la actitud correcta cuando un hermano cae en pecado y co-
mete un error? ¿Qué deberías hacer? ¿Deberíamos condenarlo y humillarlo públicamente
exponiendo su error?
En los tiempos de la edad media mucha gente pensaba que Dios era un ser iracundo y mal
humorado. Un Dios vengativo e inflexible. Un juez intransigente, con un látigo en la mano,
observando al primero que se aparta del camino para castigarlo. En nuestro tiempo mucha
gente piensa algo parecido, y frente a cualquier desgracia, accidente o catástrofe, dice:
“será el castigo de Dios”. La verdad, sin embargo, es que Dios nos ama tanto que envió a su
Hijo para salvarnos y rescatarnos del pecado. Cristo describió la misión de su vida diciendo
que vino a buscar y salvar lo que se había perdido.
I. EL EJEMPLO DE AMOR POR LOS QUE YERRAN EN LA OVEJA PERDIDA.
1. Cristo describió la misión de su vida como aquel “vino a buscar y salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10). Dejó los atrios celestiales y su puesto de supremo Comandante
de los ángeles para venir a este oscuro y lejano planeta. De esta forma rescatar al ser
humano del abismo del pecado en que había caído.
2. La parábola de la oveja perdida, nos ilustra, de una manera maravillosa, el amor de
Dios por los que han caído y se han apartado del redil. En Mateo 18:10-14 nos relata la
parábola (leer la historia). El pastor deja las 99, que están seguras en el redil, y sale a
buscar su oveja perdida. ¡Qué gran amor y qué tierno cuidado manifiesta hacia aquella
que se perdió! En la oscuridad de la noche, sale; arriesgando su propia vida. Cuando la
encuentra no la llena de reproches ni la reprende. La carga en sus brazos y la lleva de
vuelta al redil.
3. En estas palabras la sierva de Dios, aplica el significada de la historia: “En la parábola
de la oveja perdida se representa el maravilloso amor de Cristo por los que yerran, los
vagabundos. No prefiere quedar con aquellos que aceptan su salvación, otorgándoles
todos sus esfuerzos y recibiendo gratitud y amor. El verdadero pastor abandona el rebaño
que le ama, y va al desierto, soporta penurias y arrostra peligros y muerte, a fin de buscar
y salvar la oveja que se extravió del redil, y que va a perecer sino se la trae de vuelta.” (JT
2, pág. 227).
4. Como afirma Elena de White, esta parábola ilustra el maravilloso amor de Dios por los
que caen y se apartan del camino. También dice que el verdadero pastor (cada líder de
iglesia que ama el rebaño de Dios), sale a buscar a la perdida y no descansará hasta
traerla.
5. Así como Dios nos rescata de las tinieblas, tu yo, tenemos el deber de salir y buscar a
las ovejas perdidas. A manifestar el mayor interés por rescatarlas.
II. EL EJEMPLO DE AMOR POR LOS QUE YERRAN EN EL MINISTERIO DE JESÚS
1. Durante su ministerio en la tierra, Cristo manifestó un espíritu de amor y simpatía por
el que había caído. No lo llenaba de reproches y condenación. Su misión era salvar y
redimir y no destruir y condenar.
2. Esa fue la actitud de amor y restauración que manifestó hacia la mujer sorprendida en
adulterio, Juan 8:1-11. Que contraste entre la actitud de Jesús y la de los fariseos. Unos
querían condenar, matar y destruir, el otro quería rescatar y redimir. Unos estaban lle-
nos de odio y el otro, lleno de amor y compasión. “Ni yo te condeno, vete y no peques
más”. Fueron sus palabras.
3. Esa misma actitud manifestó hacia Zaqueo, el odiado publicano, cuando fue a su casa
cenar. Lucas 19:1-10. Él ve en cada pecador un alma preciosa para su reino, Él ve el po-
tencial de lo que puede llegar a ser mediante su gracia transformadora. Te ve, no solo
como lo que eres ahora, sino como lo que puedes llegar a ser. ¿No es esto una buena
noticia?
4. La mensajera del Señor declara: “Cristo ha ordenado a sus discípulos que cooperen con
Él en su obra y que se amen unos a otros como Él los ha amado.” (JT 2, pág. 228).
5. Tu y yo, somos llamados a cooperar con Dios en la obra más maravillosa de todas: res-
catar a los perdidos. Y manifestar un espíritu de amor y consideración, tal como Jesús
manifestó a la mujer sorprendida en adulterio. Dios no ha llamado a manifestar amor
y simpatía.
III. DIOS QUIERE QUE MANIFESTEMOS UN ESPÍRITU DE AMOR Y SIMPATÍA
1. Dios nos dio la orden: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Mat. 22:39. Debemos tra-
bajar para disminuir los males y multiplicar las bendiciones de nuestros semejantes.
En otras palabras, debemos amar a nuestro prójimo.
2. Todos cometemos errores y equivocaciones. Si te dedicas a ver las faltas de los demás
siempre encontrarás errores que condenar. Tu vida estará llena de amargura y harás
difícil la vida para los demás.
3. Si se presenta la ocasión de corregir a alguien, debes hacerlo con un espíritu de manse-
dumbre y amor. El apóstol Pablo nos amonesta, diciendo: “hermanos, si alguno tuviera
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedum-
bre; considerándote a ti mismo, porque tu no seas también tentado.” Gal. 6:1. Un consejo
similar nos da en Romanos 15:1, al afirmar que, “los que somos firmes debemos sobre-
llevar las flaquezas de los más débiles”.
4. La sierva del Señor, nos deja los siguientes consejos muy acertados, sobre este tema
del trato a los demás. “Debemos esperar encontrar y tolerar grandes imperfecciones
en aquellos que son jóvenes inexpertos. Cristo nos ha invitado a tratar de restaurar a
los tales con espíritu de mansedumbre, y nos tienes por responsables si seguimos una
conducta que los impulse al desaliento, a la desesperación y la ruina.” (JT 2, pág. 229).
5. A menos que cultivemos diariamente la preciosa planta del amor, estamos en peligro
de volvernos estrechos y fanáticos, faltos de simpatía y criticones, estimándonos justos
cuando distamos mucho de ser aprobados por Dios. Algunos son descorteses, bruscos
y rudos. Son como erizos de castañas; pinchan cuando quiera se les toque. Los tales
causan un daño incalculable representando falsamente a nuestro amante Salvador.
(JT 2, pág. 229).
6. Que pensamientos tan correctos, nos llevan a una profunda reflexión. Estemos pre-
parados para encontrar imperfecciones y errores en los demás y tratarlos con amor y
simpatía, porque es lo mismo que esperamos para nosotros. Como humanos, estamos
propensos a volvernos rudos y descorteses. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Sermones Misioneros 2018 Unión Peruana del Sur
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CONCLUSIÓN
Repito, ¿Qué podemos hacer al respecto? Antes de contestar esta pregunta, repasemos lo
visto hoy. Cristo describió su misión en esta tierra, diciendo que vino a buscar y salvar lo
que se había perdido. Su misión era salvar y rescatar. Esto lo vemos ilustrado en la parábola
de la oveja perdida. Cuando la halló, no la llenó de reproches, la cargó en sus brazos y la
trajo de vuelta a casa.
En el incidente con la mujer sorprendida en adulterio, mostró un espíritu de amor y res-
tauración y no de condenación. La misma enseñanza nos transmite Pablo, afirmando que
debemos restaurar con un espíritu de mansedumbre. Debemos mostrar simpatía al caído
y descarriado y procurar rescatarlo. Creo que hay una gran verdad en los siguientes pen-
samientos:
El deber si amor lo vuelve a uno gruñón.
La responsabilidad sin amor lo hace despiadado.
La justicia sin amor lo hace riguroso.
La amistad sin amor lo hace a uno hipócrita.
Orden sin amor lo hace quisquilloso.
El honor sin amor lo hace a uno arrogante.
Posesiones materiales sin amor lo hacen tacaño.
Y fe sin amor lo hace a uno fanático.
LLAMADO
Siendo que nuestro corazón tiene la tendencia de ser duro y esperar demasiado de los
demás, la pregunta que nos hacíamos es: ¿Qué podemos hacer al respecto?
Elevar a Dios el mismo clamor que David suplicaba, cuando decía: “crea en mi oh Dios un
corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmos 51:10.
¿Cuántos queremos pedirle a Dios que cambie nuestro corazón, de tal manera que ame-
mos a nuestro semejante, así como Él nos amó a nosotros?
¿Cuántos estamos dispuestos a salir a buscar a las ovejas perdidas y a restituirlas con amor?
¿Te has preguntado cuál sería la actitud correcta cuando un hermano cae en pecado y co-
mete un error? ¿Qué deberías hacer? ¿Deberíamos condenarlo y humillarlo públicamente
exponiendo su error?
En los tiempos de la edad media mucha gente pensaba que Dios era un ser iracundo y mal
humorado. Un Dios vengativo e inflexible. Un juez intransigente, con un látigo en la mano,
observando al primero que se aparta del camino para castigarlo. En nuestro tiempo mucha
gente piensa algo parecido, y frente a cualquier desgracia, accidente o catástrofe, dice:
“será el castigo de Dios”. La verdad, sin embargo, es que Dios nos ama tanto que envió a su
Hijo para salvarnos y rescatarnos del pecado. Cristo describió la misión de su vida diciendo
que vino a buscar y salvar lo que se había perdido.
I. EL EJEMPLO DE AMOR POR LOS QUE YERRAN EN LA OVEJA PERDIDA.
1. Cristo describió la misión de su vida como aquel “vino a buscar y salvar lo que se había
perdido” (Lucas 19:10). Dejó los atrios celestiales y su puesto de supremo Comandante
de los ángeles para venir a este oscuro y lejano planeta. De esta forma rescatar al ser
humano del abismo del pecado en que había caído.
2. La parábola de la oveja perdida, nos ilustra, de una manera maravillosa, el amor de
Dios por los que han caído y se han apartado del redil. En Mateo 18:10-14 nos relata la
parábola (leer la historia). El pastor deja las 99, que están seguras en el redil, y sale a
buscar su oveja perdida. ¡Qué gran amor y qué tierno cuidado manifiesta hacia aquella
que se perdió! En la oscuridad de la noche, sale; arriesgando su propia vida. Cuando la
encuentra no la llena de reproches ni la reprende. La carga en sus brazos y la lleva de
vuelta al redil.
3. En estas palabras la sierva de Dios, aplica el significada de la historia: “En la parábola
de la oveja perdida se representa el maravilloso amor de Cristo por los que yerran, los
vagabundos. No prefiere quedar con aquellos que aceptan su salvación, otorgándoles
todos sus esfuerzos y recibiendo gratitud y amor. El verdadero pastor abandona el rebaño
que le ama, y va al desierto, soporta penurias y arrostra peligros y muerte, a fin de buscar
y salvar la oveja que se extravió del redil, y que va a perecer sino se la trae de vuelta.” (JT
2, pág. 227).
4. Como afirma Elena de White, esta parábola ilustra el maravilloso amor de Dios por los
que caen y se apartan del camino. También dice que el verdadero pastor (cada líder de
iglesia que ama el rebaño de Dios), sale a buscar a la perdida y no descansará hasta
traerla.
5. Así como Dios nos rescata de las tinieblas, tu yo, tenemos el deber de salir y buscar a
las ovejas perdidas. A manifestar el mayor interés por rescatarlas.
II. EL EJEMPLO DE AMOR POR LOS QUE YERRAN EN EL MINISTERIO DE JESÚS
1. Durante su ministerio en la tierra, Cristo manifestó un espíritu de amor y simpatía por
el que había caído. No lo llenaba de reproches y condenación. Su misión era salvar y
redimir y no destruir y condenar.
2. Esa fue la actitud de amor y restauración que manifestó hacia la mujer sorprendida en
adulterio, Juan 8:1-11. Que contraste entre la actitud de Jesús y la de los fariseos. Unos
querían condenar, matar y destruir, el otro quería rescatar y redimir. Unos estaban lle-
nos de odio y el otro, lleno de amor y compasión. “Ni yo te condeno, vete y no peques
más”. Fueron sus palabras.
3. Esa misma actitud manifestó hacia Zaqueo, el odiado publicano, cuando fue a su casa
cenar. Lucas 19:1-10. Él ve en cada pecador un alma preciosa para su reino, Él ve el po-
tencial de lo que puede llegar a ser mediante su gracia transformadora. Te ve, no solo
como lo que eres ahora, sino como lo que puedes llegar a ser. ¿No es esto una buena
noticia?
4. La mensajera del Señor declara: “Cristo ha ordenado a sus discípulos que cooperen con
Él en su obra y que se amen unos a otros como Él los ha amado.” (JT 2, pág. 228).
5. Tu y yo, somos llamados a cooperar con Dios en la obra más maravillosa de todas: res-
catar a los perdidos. Y manifestar un espíritu de amor y consideración, tal como Jesús
manifestó a la mujer sorprendida en adulterio. Dios no ha llamado a manifestar amor
y simpatía.
III. DIOS QUIERE QUE MANIFESTEMOS UN ESPÍRITU DE AMOR Y SIMPATÍA
1. Dios nos dio la orden: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Mat. 22:39. Debemos tra-
bajar para disminuir los males y multiplicar las bendiciones de nuestros semejantes.
En otras palabras, debemos amar a nuestro prójimo.
2. Todos cometemos errores y equivocaciones. Si te dedicas a ver las faltas de los demás
siempre encontrarás errores que condenar. Tu vida estará llena de amargura y harás
difícil la vida para los demás.
3. Si se presenta la ocasión de corregir a alguien, debes hacerlo con un espíritu de manse-
dumbre y amor. El apóstol Pablo nos amonesta, diciendo: “hermanos, si alguno tuviera
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedum-
bre; considerándote a ti mismo, porque tu no seas también tentado.” Gal. 6:1. Un consejo
similar nos da en Romanos 15:1, al afirmar que, “los que somos firmes debemos sobre-
llevar las flaquezas de los más débiles”.
4. La sierva del Señor, nos deja los siguientes consejos muy acertados, sobre este tema
del trato a los demás. “Debemos esperar encontrar y tolerar grandes imperfecciones
en aquellos que son jóvenes inexpertos. Cristo nos ha invitado a tratar de restaurar a
los tales con espíritu de mansedumbre, y nos tienes por responsables si seguimos una
conducta que los impulse al desaliento, a la desesperación y la ruina.” (JT 2, pág. 229).
5. A menos que cultivemos diariamente la preciosa planta del amor, estamos en peligro
de volvernos estrechos y fanáticos, faltos de simpatía y criticones, estimándonos justos
cuando distamos mucho de ser aprobados por Dios. Algunos son descorteses, bruscos
y rudos. Son como erizos de castañas; pinchan cuando quiera se les toque. Los tales
causan un daño incalculable representando falsamente a nuestro amante Salvador.
(JT 2, pág. 229).
6. Que pensamientos tan correctos, nos llevan a una profunda reflexión. Estemos pre-
parados para encontrar imperfecciones y errores en los demás y tratarlos con amor y
simpatía, porque es lo mismo que esperamos para nosotros. Como humanos, estamos
propensos a volvernos rudos y descorteses. ¿Qué podemos hacer al respecto?
Sermones Misioneros 2018 Unión Peruana del Sur
52 53
CONCLUSIÓN
Repito, ¿Qué podemos hacer al respecto? Antes de contestar esta pregunta, repasemos lo
visto hoy. Cristo describió su misión en esta tierra, diciendo que vino a buscar y salvar lo
que se había perdido. Su misión era salvar y rescatar. Esto lo vemos ilustrado en la parábola
de la oveja perdida. Cuando la halló, no la llenó de reproches, la cargó en sus brazos y la
trajo de vuelta a casa.
En el incidente con la mujer sorprendida en adulterio, mostró un espíritu de amor y res-
tauración y no de condenación. La misma enseñanza nos transmite Pablo, afirmando que
debemos restaurar con un espíritu de mansedumbre. Debemos mostrar simpatía al caído
y descarriado y procurar rescatarlo. Creo que hay una gran verdad en los siguientes pen-
samientos:
El deber si amor lo vuelve a uno gruñón.
La responsabilidad sin amor lo hace despiadado.
La justicia sin amor lo hace riguroso.
La amistad sin amor lo hace a uno hipócrita.
Orden sin amor lo hace quisquilloso.
El honor sin amor lo hace a uno arrogante.
Posesiones materiales sin amor lo hacen tacaño.
Y fe sin amor lo hace a uno fanático.
LLAMADO
Siendo que nuestro corazón tiene la tendencia de ser duro y esperar demasiado de los
demás, la pregunta que nos hacíamos es: ¿Qué podemos hacer al respecto?
Elevar a Dios el mismo clamor que David suplicaba, cuando decía: “crea en mi oh Dios un
corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmos 51:10.
¿Cuántos queremos pedirle a Dios que cambie nuestro corazón, de tal manera que ame-
mos a nuestro semejante, así como Él nos amó a nosotros?
¿Cuántos estamos dispuestos a salir a buscar a las ovejas perdidas y a restituirlas con amor?
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