Introducción
Después de la creación de un mundo hermoso, Dios selló su
obra maestra con la creación del hombre y la mujer, a su propia
imagen: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón
y hembra los creó” (Génesis 1:27).
Desgraciadamente, toda esa magnífica belleza y el equilibrio se
vieron afectados por el horror del pecado. Satanás también supo dejar
su marca terrible incluyendo un asesinato dentro del hogar, ya en los
primeros momentos de vida en la Tierra.
“Y dijo Caín a su hermano Abel:
Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó
contra su hermano Abel, y lo mató” (Génesis 4:8).
A partir de ese momento, la violencia y la opresión comenzaron
a formar parte de la historia de la humanidad. La destrucción de la
familia continúa siendo uno de los blancos preferido de Satanás.
Elena de White escribió:
“La influencia de Satanás se ejerce constantemente
sobre los hombres para enajenar los sentidos, dominar la mente para el mal e incitar
a la violencia y al crimen” (DTG, 308).
Ese flagelo que asola a la humanidad desde los tiempos remotos
continúa haciendo que las personas sean víctimas, sin importar la clase
social, el género, la raza y la generación.
“El mal, el pecado y la muerte no
fueron creados por Dios; son el resultado de la desobediencia, la cual tuvo su origen
en Satanás” (5TI, 475).
La violencia contra la mujer en Brasil y en el mundo
Entre los diversos tipos de violencia, en especial, es más notoria la
que se practica contra la mujer. Ese tipo de violencia (física, sexual, psicológica, patrimonial y moral), que se entiende desde la perspectiva
del género, se caracteriza por el dominio y la opresión dentro de las
relaciones hombre y mujer.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, el 70%
de las mujeres sufre algún tipo de violencia en el transcurso de su
vida, especialmente la que ejerce su pareja íntima. Una de cada cinco
mujeres sufrirá una violación a lo largo de su vida.
La práctica del matrimonio precoz, violación, mutilación genital
femenina (corte de órganos genitales femeninos), asesinatos por dote,
desfiguraciones en el rostro y cuerpo con ácido son actos de violencia
crueles que se practican contra las mujeres en todo el mundo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Adolescencia
(UNICEF) analizó datos en más de 33 países, de los cuales más de la
mitad están disponibles, de personas que cuidan niños, y más del 20%
consideran que es necesaria la disciplina con violencia para el desarrollo
de los niños. Ese tipo de violencia “otorga” prioridad y derecho a los
hombres sobre las mujeres y derecho a los adultos sobre los niños.
La situación en Brasil no es diferente a la situación mundial. En 2015
se elaboró el mapa de la violencia contra las mujeres en Brasil. Desde
1980 hasta 2013, más de 106.093 mujeres fueron asesinadas en el país.
Brasil ocupa el 5º lugar en homicidio femenino entre 83 países evaluados.
Otro estudio en Brasil revela que la violencia sexual en niños de 0 a 9
años es el segundo tipo de violencia más característico en esa franja etaria; su
posición está un poco por debajo de las denuncias de negligencia y abandono.
En 2011, se registraron 14.625 denuncias de violencia doméstica, sexual,
física y otras agresiones contra niños menores de diez años. La violencia
sexual también ocupa el segundo lugar en la franja de los 10 a 14 años, con
un 10,5% de las denuncias, por detrás de la violencia física (13,3%).
Consecuencias de la violencia para
la salud de la mujer y de la familia
Estudios internacionales muestran que las consecuencias de la
violencia para la salud de las mujeres van mucho más allá de muertes y heridas.
Las víctimas de la violencia están vulnerables a problemas
psicológicos y de conducta, en los que se incluyen la depresión, el abuso
de alcohol, la ansiedad, el comportamiento suicida, los problemas
de salud reproductiva tales como enfermedades sexualmente
transmisibles, embarazo no deseado y disfunción sexual.
Un estudio promovido por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) en seis países de América Latina (Brasil, Colombia, El Salvador,
México, Perú y Venezuela) evaluó que, más allá de la magnitud del
impacto que causa la violencia, hay enormes perjuicios en varios sectores.
El estudio demostró que el 25% de los días de trabajo perdidos
por las mujeres tiene como causa la violencia, lo que a su vez reduce
sus ganancias financieras entre un 3% y un 20%.
Este estudio afirma
también que los hijos e hijas de madres que sufren violencia tienen tres
veces más chances de enfermarse, y el 63% de esos niños repite por lo
menos un año en la escuela, abandonan los estudios, en promedio a
los nueve años de edad.
La violencia en la familia representa casi un
año perdido de vida saludable cada cinco mujeres entre 15 y 44 años,
y ocupa un peso similar a la tuberculosis, al HIV, a los algunos tipos de
cáncer y a las enfermedades cardiovasculares.
El uso de alcohol y drogas también contribuye al aumento de los conflictos
familiares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los
factores que ha influenciado el aumento de la violencia es el consumo de
alcohol o drogas ilícitas.
La Palabra de Dios es clara: “El vino es escarnecedor,
la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio” (Proverbios 20:1).
"En tiempos pasados, Dios muchas veces pasó por alto la crasa ignorancia que motivaba prácticas que él no podía aprobar...aunque sus acciones estaban lejos de ser ideales, su longanimidad se extiende "a todos los que no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Así como Pablo, quien persiguió a la iglesia por ignorancia, en incredulidad, pueden obtener misericordia. (1 Timoteo 1:13). En los tiempos antiguos Dios toleró que muchos israelitas tuviesen esclavos...tampoco en la iglesia cristiana la esclavitud fue abolida inmediatamente, sino que se instruyó a los amos para que trataran bondadosamente a sus esclavos (Efesios 6:9; Colosenses 4:1)...Por un tiempo, Dios toleró esto y dio las instrucciones necesarias para salvaguardar los derechos de la mujer, para mitigar el sufrimiento resultante de esas prácticas y para proteger la relación matrimonial de abusos mayores (Éxodo 21:7-11; Deuteronomio 21:10-17). Por ejemplo, si bien es cierto que Dios no le prohibió a Abraham que tomase a Agar por segunda esposa, tampoco lo protegió de los males que resultaron de tal acción. Dios le dio a Moisés leyes que tenían el propósito, no de abolir directamente la poligamia, sino de desaprobarla (Levítico 18:18; Deuteronomio 17:17), de restringir el divorcio (Deuteronomio 22:19, 29; 24:1), y de elevar la norma de la vida matrimonial (Éxodo 20:14, 17; Levítico 20:10; Deuteronomio 22:22).
Cristo puso en claro que las disposiciones del AT en cuanto a la pluralidad de esposas y al divorcio no eran ideales, sino una solución temporaria, tolerada por Dios "por la. dureza" del "corazón" de ellos (Mateo 19:4-8).
Cristo señalo que el ideal de Dios para el hogar cristiano (Mateo 19:9) siempre ha sido la monogamia (Mateo 19:4-6; 1 Timoteo 3:2; Tito 1:6) El cristiano no tiene por qué dudar en cuanto a la voluntad de Dios respecto de estas cosas. No tiene, por lo tanto, ni siquiera la limitada excusa de la gente de los tiempos del AT." 1CBA, 1016.
"Lo mismo puede decirse del "vino" y de la "sidra". No se prohibió estrictamente su uso, salvo para los que desempeñaban tareas religiosas, y quizá también para los que se ocupaban en la administración de la justicia (Levítico 10:9; Proverbios 31:4, 5).
- Se señaló claramente los males que acarreaban el "vino" y la "sidra", y se aconsejó al pueblo a abstenerse de estas bebidas. (Proverbios 20:1; 23:29-33).
- Se pronunció una maldición sobre aquel que hace beber a su prójimo (Habacuc 2:15)
- Pablo presenta el ideal declarando "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31), y advierte que Dios destruirá a los que destruyen sus cuerpos (1 Corintios 3:16, 17).
- Las bebidas embriagantes "destruyen el templo de Dios" y su consumo no puede ser considerado una manera de glorificarle (1 Corintios 6:19, 20; 10:31)
- Pablo abandonó el uso de todo lo que fuese dañino para su cuerpo (1 Corintios 9:27)
- No puede admitirse hoy el argumento según el cual, puesto que una vez Dios lo toleró, no tiene nada intrínsecamente malo ingerir bebidas embriagantes. Como ya se hizo notar, también una vez permitió la práctica de la esclavitud y de la poligamia.
- La Biblia advierte que los borrachos "no heredarán el reino de Dios" (1 Corintios 6:10)" 1CBA, 1016.
Elena de White escribió:
“Como resultado del consumo de estos venenos, miles de familias se ven privadas de las comodidades y aun de las cosas necesarias de la vida, se multiplican los actos de violencia y crimen, y la enfermedad y la muerte sumen a miríadas de víctimas en las tumbas de los borrachos” (OE, 400).
Red de apoyo
Cada país construye su red de apoyo a la mujer en situación de
violencia. Es importante recordar que la cultura de la violencia deber
ser rechazada en cualquier situación.
A pesar de no ser políticamente considerada como un instrumento
de ayuda, la iglesia puede ofrecer apoyo por medio de la oración,
de un abrazo, del apoyo psicológico, social, jurídico y de salud, por
profesionales voluntarios, además de invitaciones para participar en las
actividades de la iglesia.
“No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del
Salvador por medio de seres humanos. Todo el cielo está esperando a los hombres y
a las mujeres por medio de los cuales pueda Dios revelar el poder del cristianismo”
(HAp, 494).
De la opresión a la liberación
Los estudios para la comprensión del fenómeno de la violencia
contra la mujer ocupan un lugar académico destacado en todo el mundo.
El intento de comprender y explicar este fenómeno a la luz de las
ciencias humanas, sociales y biológicas coloca a la religión como uno
de los medios que hacen legítima esa violencia. O sea, se le atribuye a
la religión la carga de la perpetuación de la violencia contra la mujer.
Por ese motivo se debe apartar la religión a fin de “libertar” a la mujer.
Como cristianos y como iglesia, ya es tiempo de que encaremos
ese asunto con la importancia que merece, a fin de derribar conceptos
que hace tiempo nos mantienen confiados. Reconocer la inferioridad
femenina en base a que es la “voluntad de Dios’ trae oprobio a nuestra
fe, mancha la verdad y desprecia el ministerio de Cristo.
Muchos cristianos interpretan hoy las historias bíblicas como un
reflejo directo de la voluntad divina. Sin considerar la cultura, el contexto
y muchas veces el propio texto. La historia del pueblo de Dios es
la historia de la gracia y de la desgracia, de la bendición y de la maldición,
de la vida y de la muerte, del amor y de la indiferencia. Dios no
interfiere en la elección del ser humano ni en la manera cómo desea
vivir en sociedad. Las consecuencias de esas elecciones son claras, y el
resultado es evidente. Sin embargo, eso no significa que Dios apruebe
todas las elecciones que sus hijos hacen a lo largo de la historia.
Para disipar todo y cualquier malentendido, Dios envió a su hijo.
En Juan 3:17 encontramos esta afirmación: “Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él”.
La persona de Cristo refleja la voluntad y el carácter de Dios. Su
vida y su ministerio ponen fin a cualquier tipo de opresión, porque
él cree que ese modo de vivir no es compatible con el “reino de los
cielos”. Cristo no toleró y no tolera la opresión, por eso sus esfuerzos
para librar a los cautivos de Satanás, es decir, a todos los seres humanos
fue y es su incansable misión.
Pero los grupos oprimidos, incluyendo
las mujeres, son los ejemplos vivos de su amor abnegado.
En Juan 8:1 a 11, está el relato del encuentro de Cristo con la
mujer pecadora. La descripción de esa mujer refleja la intención de
una sociedad mala cuya autoridad se basa en el castigo.
La mujer
“pecadora” no tenía nombre, corazón, personalidad, sentimientos y
mucho menos emociones. Se la consideraba una escoria de la sociedad.
Estaba tan avergonzada y amedrentada que ni siquiera tuvo el valor
de levantar el rostro para ver a su Libertador.
Muchas mujeres hoy se encuentran en la misma situación. Sin
identidad y confinadas dentro de un aparato social que las oprime,
llevan una vida infeliz creyendo que esa es la única opción que poseen.
La iglesia debe favorecer el énfasis en la liberación de todo tipo de
opresión.
Es importante asegurar el rescate del papel social de la mujer y del
valor que esta tiene para Dios.
A todos nos cabe seguir los pasos del Maestro. Elena de
White escribió:
“En su acto de perdonar a esta mujer y estimularla a vivir una vida mejor, el
carácter de Jesús resplandece con la belleza de la justicia perfecta. Aunque no toleró
el pecado ni redujo el sentido de la culpabilidad, no trató de condenar sino de salvar”. (DTG, 427)
Prevención y protección de la violencia
Para comprender y ayudar a las mujeres y niñas que sufren de
violencia, doméstica o no, dentro de la iglesia o fuera de ella, se requiere por sobre todo una relación con Cristo y el conocimiento del problema.
La iglesia, la familia y la escuela deberán estar en armonía con la
recomendación divina expresada en las Sagradas Escrituras sumadas
a la información adicional que provee el Espíritu de Profecía.
Así,
constituirán un verdadero fundamento para la construcción del
carácter de un individuo, preparándolo para vivir en sociedad de
manera equilibrada.
Como hijos e hijas de Dios, debemos estar permanentemente
atentos a las señales que nos distancian de los verdaderos propósitos
del Creador. Necesitamos considerar las transformaciones de la vida
moderna y, sin perder los principios, reestructurar nuestras prácticas y
reevaluar nuestra manera de vivir en sociedad.
El cristianismo es invencible, pero tendrá más fuerza si el mundo
puede ver lo que el cristianismo hace con los cristianos. En la Biblia
encontramos un ejemplo que retrata la relación entre familia, iglesia y
escuela, y está en la historia de Moisés.
Jocabed crió a su hijo y lo instruyó en las indicaciones de Dios. Lo
retuvo con ella tanto tiempo como pudo, pero se vio obligada a entregarlo
cuando tenía como doce años.
“De su humilde cabaña fue llevado al palacio
real, y la hija de Faraón lo prohijó. Pero en Moisés no se borraron las impresiones
que había recibido en su niñez. No podía olvidar las lecciones que aprendió junto a su
madre. Le fueron un escudo contra el orgullo, la incredulidad y los vicios que florecían
en medio del esplendor de la corte” (PP, 249).
En la escuela de los egipcios aprendió tácticas de guerra y a utilizar
la fuerza para conservar el poder. Bajo la influencia divina, que nunca
dejó, tuvo que reaprender las lecciones de humildad.
“Moisés llegó a ser sumamente favorecido en la corte de Faraón, y se lo honró
porque manifestó una pericia y una sabiduría superiores en el arte de la guerra. “Y fue
enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y
obras”. Hechos 7:22.
Los egipcios consideraban que Moisés era un personaje notable”
(HR, 111).
Mientras conducía al pueblo de Israel por el desierto, la mayor iglesia
ambulante de que se tiene registro, les enseñó a respetar a Dios y confiar
en él y amar al prójimo. Estableció reglas de buena convivencia familiar, social, administrativa, sanitaria y política.
La confianza en la dirección
divina no produjo ningún tipo de violencia o estímulo a la desigualdad.
El respeto a la familia monógama fue recompensado por el
equilibrio de la influencia que recibió de su familia durante todo el
arduo trayecto hacia la tierra prometida.
La historia de Moisés representa la clara disposición de Dios de
ayudar a todos sus hijos.
La religión que está basada en el amor a Dios
y al prójimo jamás podrá considerarse como un impedimento para el
desarrollo humano, sino que será una barrera de protección contra todo
tipo de maldades que son el resultado del orgullo y el egoísmo humanos.
Oremos para que Dios nos ayude a hacer de nuestro hogar un
ambiente de bendición donde la presencia de Jesús sea real y constante;
un lugar donde nuestra familia pueda disfrutar de paz y armonía, pues
así Satanás no tendrá poder para destruir el plan original que Dios
proyectó para la unidad e integridad de las familias.
Comentarios
Publicar un comentario