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Cristo como el centro de nuestra vida - Yo creo/La Reforma que cambió al mundo

YO TE ELEGÍ, ¡PARA SIEMPRE Y SIEMPRE!

¿Cuándo fue la última vez que oraste? ¿La oración fortalece tu corazón o te deja con un sentimiento de vacío? 

¿Tú sigues orando porque te eleva a la presencia de Dios o simplemente porque sabes que es una buena práctica, aunque no necesariamente impacte tu vida? 

¿Será que la oración es un ejercicio de rutina, en el cual tú siempre repites las mismas palabras? 

¿Será que tu oración, en verdad, no es solo una lista de compras y cuando llega el momento de mencionar las oraciones respondidas, tú simplemente esperas que termine rápido, porque ya hace mucho tiempo que tuviste alguna experiencia con Dios? 

Si te sientes así, entonces veamos cómo Martín Lutero aprendió en la Biblia a enriquecer su vida de oración. 

Cuando él estaba en el monasterio, los monjes tenían momentos fijos de oración juntos; aunque algo así fácilmente se puede tornar una tradición vacía, ejerció una impresión duradera para toda su vida.

CONTEXTO HISTÓRICO E INTERPRETACIÓN DE LA PINTURA

Martín Lutero era un hombre de oración. Cuando oraba sentía como si se abriera una puerta para él hacia Dios. 

Era una conexión de alta velocidad con Jesús cuando estaba estudiando la Biblia o cuando enfrentaba dificultades aparentemente insuperables. 

Hoy, casi no podemos imaginar cuánto coraje tuvo para desafiar a la iglesia que dominaba cada aspecto de la vida. 

En nuestros tiempos modernos, en casi todos los países del mundo occidental, las personas tienen libertad para elegir la fe que desean practicar. Pero en aquellos días no era así. 

En la mayoría de los países europeos, todos pertenecían a la misma iglesia, a la Iglesia Católica. Si alguien se oponía a esa iglesia y públicamente criticaba al Papa era considerado como hereje y se lo trataba como paria social. Quien se oponía a ese tipo de presión necesitaba apoyo y ayuda significativos. 

Lutero encontró su mayor ayuda en Jesucristo. Por eso la oración era muy importante para él.

Volvamos nuestra atención a la parte inferior del Altar de la Reforma, a fin de considerar por un momento el motivo de la pasión de Lutero por la oración. 

Vemos a Jesucristo en el centro de la pintura. Había sido crucificado por nuestros pecados. Cuando miramos su rostro, podemos sentir la intensidad de su dolor y sufrimiento. Su cabeza está inclinada hacia un lado y la sangre fluye de sus heridas. Su cuerpo esquelético, golpeado, está estirado, casi prolongado de manera anormal, y los dos brazos tienen el mismo aspecto. Su cuerpo excesivamente extendido da la impresión de que él mismo es la cruz. Si consideramos la parte inferior de la pintura, en el contexto total del Altar de la Reforma, parece que Jesús en la cruz estaba cargando todo el peso con sus brazos extendidos: la culpa de todo el mundo, de nuestros pecados, y también los de la iglesia y del mundo en sí. 

Al estructurar la composición de la pintura, el artista Lucas Cranach colocó la escena de la Cena del Señor directamente encima de la plataforma, como un símbolo para la iglesia como un todo. 

De esta forma, Jesús nos carga a todos cada día en sus brazos extendidos. Cuando entiendo esto, solo hay una cosa que puedo decir: ¡Muchas gracias, Jesús!

CÓMO ORABA MARTÍN LUTERO

En los días de Martín Lutero, la oración era parte de la vida diaria de las personas. Pero, generalmente, eran oraciones memorizadas, como la oración del Santo Rosario, que no requería mucha consideración mental. 

Las oraciones eran solo recitadas monótonamente, repetidas muchas veces. Se creía que cuanto más se las repetía, mayor sería la atención divina que se obtendría; pero eso no ayudaba, porque el corazón seguía vacío. Había un gran peligro de que la oración fuera una forma exterior, una buena acción hecha para agradar a Dios. 

No pasó mucho tiempo hasta que, Lutero, reconociera la gran importancia de la oración personal y pública para la nueva iglesia de la Reforma. Por eso escribió un primer libreto sobre la oración en 1522, que fue publicado en innumerables ediciones y estaba entre los escritos más ampliamente difundidos de ese tiempo. 

El libreto contenía, no solo ejemplos de oraciones, sino también explicaciones exponiendo el significado y la importancia de los Diez Mandamientos, de la oración el Padrenuestro y de otros versículos importantes de la Biblia.

Martín Lutero escribió un librito especial para un viejo y buen amigo, Peter Beskendorf, que estaba enfrentando una situación muy difícil. El libro titulado A Simple Way to Pray [Una manera sencilla de orar] aún hoy tiene mucha importancia. 

Comienza su consejo hablando de su propia experiencia: “Apreciado maestro Pedro”, escribió. “Comparto mi experiencia con la oración y la manera como es mi costumbre practicarla. Nuestro Señor Dios te conceda a ti y a los demás que lo puedan hacer mejor. Amén”.

Entonces sigue el primer consejo importante:

“Por eso es bueno que temprano por la mañana se haga de la oración la primera actividad, y por noche, la última. Y cuídate muy bien de esos pensamientos falsos y engañosos que dicen: ‘Espera un poco, dentro de una hora voy a orar, antes tengo que resolver esto o aquello’. Porque con esos pensamientos pasamos de la oración a las tareas que nos demoran y atrapan al punto de no orar en todo el día”.

Pero, ¿Cómo deberíamos orar? 

El consejo de Martín Lutero es no permitir que los pensamientos sigan libremente su curso, antes debemos leer los versículos de la Escritura que llaman nuestra atención a Dios; por ejemplo, la oración del Padrenuestro (Mateo 6:9-13), o los Diez Mandamientos (Éxodo 20:2-17). Él dedicaba tiempo para meditar detenidamente en cada versículo (por ejemplo, las peticiones individuales de la oración del Padrenuestro o cada uno de los Diez Mandamientos), considerando cuidadosamente las palabras a fin de captar su significado. Y entonces, describiendo su experiencia, dice que no debemos comenzar a hablar inmediatamente, sino primero solo escuchar. “Pues el Espíritu Santo es el que predica aquí”. 

Él siempre intentaba hacer cuatro preguntas: 

 1. ¿Qué nos dice este versículo de la Biblia sobre Dios? Con esa pregunta Lutero buscaba las enseñanzas teológicas; principios fundamentales que son importantes para nuestra fe; buscaba lo que el versículo nos dice sobre la naturaleza y la voluntad de Dios. ¿Qué me está enseñando Dios aquí y ahora?

2. La pregunta siguiente que Lutero hacía es: ¿Por qué debo estar agradecido? ¿Qué dádiva me está concediendo Dios ahora? El primer significado del versículo en sí. El reformador trata de pasar mucho tiempo intentando responder a esa pregunta porque los cielos están abiertos a los que son agradecidos.

3. Entonces sigue con una pregunta introspectiva: ¿Por qué debo pedir perdón? 

¿Con cuánta frecuencia me olvido de agradecerle a Dios por sus dádivas concedidas? 

La oración incluye una actitud de apertura a la corrección de Dios. Confesar nuestros errores y recibir el perdón de nuestras culpas y pecados son importantes aquí.

4. Como última de las cuatro formas básicas de la oración, Lutero habla de nuestras peticiones. ¿Por qué debo pedir? 

Este es el punto donde fallamos con Dios acerca de todo lo que tenemos en el corazón. Por ejemplo, mis anhelos y deseos, o un pedido para que Dios intervenga de manera correcta.

Para Lutero, esas cuatro preguntas servían como buena herramienta para la oración. Así se establece un diálogo: él escucha y Dios responde. 

Siendo así, todo lo que lo perturba o impresiona puede traerlo a Dios en oración; y de esta forma, la oración no es solo en una dirección, sino un diálogo real, una conversación con Dios. Los que oran, esperan una respuesta. Esa es la verdadera fe en acción.

Martín Lutero destaca que el propio Dios dice que la oración es una parte esencial de la fe. Dios nos ordenó orar; pero más que eso, prometió responder nuestras oraciones. Hasta nos dio un ejemplo de cómo orar, por medio de su Hijo, Jesucristo: la oración del Padrenuestro. Los que reivindican esas promesas no serán chasqueados.

En verdad, la oración se asemeja a la comunicación entre dos personas que se quieren mucho. No necesitan balbucear, deben detenerse a escuchar. Y cuanto más conoce uno al otro, más intenso es el diálogo. 

Lutero hizo de la oración una prioridad y cuanto más ocupado estaba, más oraba; quería estar en contacto con Dios y mantenerlo involucrado con todo lo que hacía. 

Lutero menciona muchas veces la oración; y estas son algunas de las frases que se le atribuyen a él: 

- “Tengo muchas cosas para hacer hoy, entonces necesito orar mucho”. 

- “Estoy tan ocupado hoy, que necesito pasar tres horas en oración para poder hacer todo”. 

- “El trabajo del cristiano es orar”.

CÓMO PODEMOS ORAR

Imagina que eres parte de una familia maravillosa donde todos viven juntos. Tu familia consiste en: tú, tus padres, tu hermano y hermana, tu cónyuge, si estás casado, de tus hijos y tal vez también de tus abuelos, todos viven en la misma casa. Pero... no conversan entre sí. Nadie tiene nada que decirse uno al otro; cada uno queda en su lugar, se comunican con sus smartphones. 

La cocina es el único lugar donde ustedes pueden cruzarse rápidamente uno con el otro. Pero, en lo demás, todos siguen su camino. ¿Es esa realmente una familia maravillosa? Con seguridad, no.

Hoy sabemos que para tener felicidad y éxito, ya sea en el matrimonio, en la familia, en la iglesia, en la escuela o en el trabajo, la comunicación eficiente es absolutamente esencial. 

Muchos cursos de graduación y de posgrado, seminarios y programas de capacitación se ofrecen en esa área. Cuanto mejor nos comunicamos unos con otros, mejor nos conocemos. 

Parece que a dos personas que se aman nunca se les termina el tema, y siempre logran conocerse mejor. Lo mismo sucede en nuestra relación con Jesús. ¿Cómo pensamos que hablará con nosotros si no escuchamos lo que él tiene para decirnos? ¿Y cómo podremos esperar conocerlo si no conversamos con él? 

Además, no puedes decir que conoces a un atleta renombrado, por ejemplo, solo porque lo ves en la TV. Conocer a alguien es más que eso. Significa que se comunican personalmente. Lo que incluye diálogo y apreciación mutua. Exactamente cómo se realiza, si a través de las diversas redes sociales o cara a cara, no es lo más importante.

Si leemos la Biblia, pronto descubriremos cuánto significaba la oración para las personas de la Biblia; para ellas era “normal” hablar de todas sus alegrías y aspiraciones, de todos sus problemas, preocupaciones y hasta de su ira contra Dios, por medio de la oración. El libro de Salmos contiene muchas oraciones personales escritas por David y varios otros autores que valorizaban el tiempo pasado en meditación. Para ellos, como para Lutero, el reformador, la oración era la puerta para pasar toda una vida en la presencia de Jesús, como en un maravilloso casamiento espiritual.

NUESTRO LEGADO

Es un descuido fatal comenzar el día sin hablar con el Creador y buscar fuerzas para enfrentar el día. Elena de White escribió: 

“Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales, manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia!” (El camino a Cristo, 93). 

La oración es una forma de mostrar quién es el centro de nuestra vida. 

Mediante la oración, reconocemos el poder de Dios y hacemos peticiones solo en el nombre de Jesús. ¡Oh, qué nombre! ¡Qué amigo tenemos en Jesús! 

“Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” Colosenses 1:17. 

Jesús es el centro de nuestra vida. Jesús es el Evangelio. Por medio de él todas las cosas vinieron a la existencia. Por eso, Jesús está listo para que entremos en contacto con él por medio de la oración.

Nuestro legado: “Dios el hijo Eterno se encarnó como Jesucristo. Por medio de él se crearon todas las cosas, se reveló el carácter de Dios, se llevó a cabo la salvación de la humanidad y se juzga al mundo. Aunque es verdadero y eternamente Dios, llegó a ser también verdaderamente humano, Jesús el Cristo. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Vivió y experimentó la tentación como ser humano, pero ejempli có perfectamente la justicia y el amor de Dios. Mediante sus milagros, manifestó el poder de Dios, y aquellos dieron testimonio de que era el prometido Mesías de Dios. Sufrió y murió voluntariamente en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos y ascendió al cielo para ministrar en el Santuario celestial en favor de nosotros. Volverá otra vez en gloria, para librar definitivamente a su pueblo y restaurar todas las cosas (Isa. 53:4-6; Dan. 9:25-27; Luc. 1:35; Juan 1:1-3, 14; 5:22; 10:30; 14:1-3, 9, 13; Rom. 6:23; 1 Cor. 15:3, 4; 2 Cor. 3:18; 5:17-19; Fil. 2:5- 11; Col. 1:15-19; Heb. 2:9-18; 8:1, 2).2

PREGUNTAS PARA DISCUSIÓN:

(Líderes: En caso de que las preguntas sean muchas para el tiempo reservado, elijan las que consideren más relevantes para su grupo).

 1. Al ser adventistas del séptimo día, ¿cómo podemos equilibrar la ley y la fe?

2. Martín Lutero cambió el cristianismo para siempre cuando inició la Reforma Protestante en Europa. Discutan formas por las cuales ustedes pueden iniciar una reforma en su iglesia o comunidad.

3. ¿Es correcto orar de forma litúrgica o la oración debe ser siempre espontánea, “procedente del corazón”?

4. ¿Crees que las oraciones pueden cambiar la mente de Dios?

UNA PREGUNTA PARA TI:

La oración se destina a transformarnos, transformar nuestra actitud, etc., ¿O su propósito es cambiar el mundo a nuestro alrededor?

LA PROMESA DE DIOS PARA TI:

“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar” (2 Crónicas 7:14 y 15 NVI). 

En realidad, el Señor nos dice: “Quiero curarlos y perdonarlos, pero estoy esperando que ustedes se humillen y oren”.

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