JESÚS
Juan 10:10
PUNTO PRINCIPAL: Jesús o Vida Abundante
Grupos pequeños
Vinculación
- Pide a la congregación que forme grupos de tres a cuatro personas.
- Di: Piensa por un minuto acerca de hechos interesantes y positivos de ti mismo – dos hechos que pienses que tus amigos y familia saben acerca de ti y uno que desearías que todo mundo supiera acerca de ti.
- Di: Tomen su turno para comentar durante tres minutos, sobre los hechos interesantes acerca de cada uno.
- Habla acerca de ello. ¿Escuchase cosas que ya sabías? ¿Aprendiste alguna cosa acerca de alguien? ¿Aprendió alguien alguna cosa acerca de ti que tú pensabas que ya sabía o debía de haber sabido? ¿Cuáles son una o dos cosas que Jesús tal vez desee que cada uno sepa con respecto a quién es él realmente? Esta noche vamos a descubrir a Jesús nuevamente -¿descubrir quién es él? Tal vez lo conocemos, pero probablemente haya cosas que no sabemos de él.
Introducción
Muchos de ustedes han crecido escuchando la historia de Jesús y quién es él; pero, ¿cuánto realmente sabes de él? ¿Quién es este hombre que dio su vida para que pudiéramos vivir? Hoy investigaremos quién es él y qué significa eso para nosotros.
Mensaje
“Dios es amor”. Eso dice el apóstol Juan en 1 Juan 4:16. La Biblia nos dice también que Jesús es Dios: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1: 1). Más adelante en ese capítulo leemos que “…aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Los seguidores de Cristo creen que Jesús es el Verbo y que el Verbo es Dios, así que podemos llegar a la conclusión de que Jesús es Dios. Dios es amor, así que Jesús también es amor. Aquellos que tienen una relación con Jesús aseguran saber esto muy bien.
Dice 1 Corintios 13: 4 -8: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.
Como Jesús es amor, leamos el texto en la forma siguiente a fin de comprender mejor quién es él: “Jesús es sufrido, Jesús es benigno; Jesús no tiene envidia, Jesús no es jactancioso, Jesús no se envanece; Jesús no hace nada indebido, Jesús no busca lo suyo, Jesús no se irrita, Jesús no guarda rencor; Jesús no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Jesús todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Jesús nunca deja de ser”.
Este pasaje nos da una imagen clara de la notable identidad real de Jesús.
En el libro El Deseado de todas las gentes, Elena G. White describe los primeros años de Jesús: “La vida de Jesús estuvo en armonía con Dios. Mientras era niño, pensaba y hablaba como niño; pero ningún vestigio de pecado mancilló la imagen de Dios en él. Sin embargo, no estuvo exento de tentación. Los habitantes de Nazaret eran proverbiales por su maldad. La pregunta que hizo Natanael: “¿De Nazaret puede haber algo de bueno?” demuestra la poca estima en que se los tenía generalmente. Jesús fue colocado donde su carácter iba a ser probado. Le era necesario estar constantemente en guardia a fin de conservar su pureza. Estuvo sujeto a todos los conflictos que nosotros tenemos que arrostrar, a fin de sernos un ejemplo en la niñez, la adolescencia y la edad adulta. (DTG, p. 52).
¿No te hace esto desear conocer a Jesús?
Mucho tiempo atrás, el cielo presenció un desafío al genuino carácter de Jesús. No satisfecho con su papel a desempeñar en el cielo, Lucifer dirigió una rebelión, cuestionando la autoridad de Dios y su amor por toda la Creación. Aunque el cielo operaba bajo la ley divina del perfecto amor, Dios se rehusó a forzar su perfecto amor en ningún ser de su creación. La Biblia nos dice que no podemos amar por temor: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4:18). Lucifer tuvo que hacer una elección entre el amor abnegado de Dios y su propio egoísmo, y eligió desafiar la ley de Dios y su carácter de amor.
El único deseo de Satanás es reemplazar a Dios en su trono- Isaías 14: 13, 14, registra las palabras de Lucifer: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”. Lucifer desea tener el poder de Dios, pero no su carácter. Esta lucha entre Dios y Satanás se describe como una guerra en Apocalipsis 1: 7-9. “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón…y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón…Satanás, el cual engaña al mundo entero”.
Bajo la ley del perfecto amor y el libre albedrío, se les dio a Adán y Eva la opción de creer, ya fuera a Dios o a Satanás. Desafortunadamente, por haber elegido el camino de Satanás, nuestro mundo está ahora manchado con la maldición del pecado y la miseria que éste trae. Pero Dios nos da esperanza. 1 Corintios 15: 22 declara que mientras la vida de un hombre metió a la raza humana en pecado, a través de la vida de otro hombre – Jesús, podemos ser salvos del pecado. Jesús vino a este mundo no solamente a salvarnos, sino también a manifestar su verdadera identidad de una vez por todas. Una y otra vez Dios ha demostrado ser “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6). Jesús es poderoso, glorioso y majestuoso más allá de toda comprensión humana. Y aun más difíciles de entender son las profundidades de su amor y compasión.
Cierra los ojos e imagínate conmigo lo siguiente:
Josué suspiró satisfecho. Todo parecía perfecto hoy. Al caminar por la ciudad de regreso a casa, los vecinos lo saludaban con afecto y los niños corrían a su lado, porque todo el mundo amaba a Josué. Al entrar por la puerta de su hogar, su padre le dio una calurosa bienvenida. Josué y su padre siempre soñaron con tener un terrario de hormigas. Finalmente, ese sueño se había convertido en realidad y Josué se gozaba en cuidar de sus hormigas. Sin embargo y para desmayo de Josué, al poco tiempo de establecer su terrario de hormigas, éstas comieron una planta venenosa y contrajeron una enfermedad mortal. Las hormigas con frecuencia murmuraban para sí que toda la culpa era de Josué. “Si tan solo hubiera cuidado mejor de nosotras”.
Josué trató de aliviar su dolor lo más que pudo, pero independientemente de cuánto intentara, las hormigas lo acusaban de ser demasiado protector y controlador. Los vecinos murmuraban diciendo que Josué debería envenenar a todas las hormigas a fin de que pudiera comenzar otra vez con una nueva serie de hormigas. Algunos sugirieron que él podía acelerar el proceso al ponerse sus botas nuevas y pararse sobre todas ellas. Pero a Josué le horrorizaban esas sugerencias. Él nunca haría una cosa así.
Por el contrario, aun antes de comenzar este terrario de hormigas, Josué había tomado en consideración la posibilidad de que sus hormigas contrajeran esta enfermedad, así que él y su padre tenían un plan para contrarrestar su propagación.
Fue en este día en particular, cuando Josué estaba observando a sus hormigas con compasión, que decidió que era tiempo de poner su plan en acción. Al observar a sus amadas hormigas deambular tan enfermas, Josué llamó a su padre. “Llegó la hora”, dijo sin volverse atrás.
“¿Estás seguro que quieres hacer esto?”, le dijo su padre. “No tienes que hacerlo si no quieres”.
“Es la única manera de salvarlas, padre”, contestó Josué. “Tú y yo lo sabemos. Las amo tanto, que tengo que hacer esto”. Los dos se sentaron en silencio mientras observaban las hormigas. Josué repasó su plan en su mente.
Primero tenía que convertirse en hormiga. El solo pensamiento lo hizo temblar. “¿Convertirme en hormiga? ¿Dejar a un lado para siempre lo que soy?”
En segundo lugar tendría que vivir con las hormigas, pero evitar contraer la enfermedad. Él sabía que era posible. Pero el fruto de la planta parecía delicioso y las hormigas eran incapaces de resistir probarla aunque fuera solo una vez. Y esa sola vez era todo lo que se necesitaba. Josué había tratado de advertirles a las hormigas acerca de la planta, pero no habían escuchado.
Luego tenía que ofrecerle la cura a las hormigas. Sabía que se iban a burlar de él, a ridiculizarlo y a reírse de él mientras fuera una de ellas. Nunca iba a poder encajar bien entre ellas. Nunca iba a poder recibir el amor de su hogar actual. La gloria y la admiración, todo ello iba a cesar.
El padre de Josué interrumpió sus pensamientos.
“Te van a matar”, le dijo. “Muchas de las hormigas te van a rechazar a ti y a la cura que les traes. Te van a considerar un intruso y te van a matar”.
“Sí”, dijo Josué. “Lo sé, pero algunas me van a aceptar; aunque sea una sola”
Los ojos de Josué estaban llenos de lágrimas al volver el rostro hacia su padre. “Si solamente una de ella me cree y acepta la cura que le traigo, esta misión será un éxito. Realmente quiero hacerlo”.
Seguramente a esta altura te has dado cuenta que en esta historia, Josué representa a Jesús, mientras que las hormigas te representan a ti y a mí y a cualquier otro ser humano que haya vivido (o vaya a vivir) en esta tierra. Como parte del plan celestial, Jesús dejó un mundo de gloria indescriptible e inimaginable perfección y amor. Lo arriesgó todo por salvar aun a una sola persona y demostrar su carácter de amor. Dejó atrás la vida que ha designado para nosotros. ¿Puedes imaginar cuánto amor tiene Jesús por cada uno de nosotros, que estuvo dispuesto a morir esa muerte que merecíamos? Y murió a fin de que un día nosotros pudiéramos vivir la vida que él dejó atrás y recibiéramos la recompensa que él merece. ¿Puedes comprenderlo? Déjame leerlo de nuevo. [El encargado de la lectura debe leerlo despacio para aumentar la comprensión.]Murió a fin de que un día nosotros pudiéramos vivir la vida que él dejó atrás y recibiéramos la recompensa que él merece.
Comparado con su majestad y esplendor, somos más pequeños que las hormigas de Josué. Pero él se hizo uno de nosotros a fin de salvarnos y mostrarnos su gran amor.
Él nos ama tanto, que hasta ha hecho un plan para que al seguirlo podamos llegar a ser cada vez más semejantes a su maravilloso ser. En Juan 10: 10, Jesús nos dice que a diferencia de un ladrón que no viene sino a robar, matar y destruir, él vino solamente para que pudiéramos tener vida; y no simplemente cualquier tipo de vida, sino vida abundante.
Jesús desea que experimentemos una vida abundante, como él hizo cuando estuvo en esta tierra. Nos ofrece una vida de inquebrantable gozo -un gozo que permea nuestro ser, independientemente de las circunstancias de hoy o la preocupaciones del futuro.
Nos ofrece una vida de paz inimaginable –paz a través de él mientras el mundo se derrumba a nuestro alrededor.
Nos ofrece una relación con él que nos permite conversar con él acerca de cualquier cosa a través de la oración, sabiendo que no nos juzgará o lastimará.
Nos ofrece identidad al considerarnos hijos amados; pero no cualquier hijo, sino uno por el que dio su vida.
Nos ofrece un propósito en la vida –no en el futuro cuando ya seamos mayores, más experimentados y sabios; no, nos ofrece propósito ahora mismo. ¿Te apela lo anterior? ¿Es algo que te gustaría tener? Esta semana estaremos hablando acerca de cómo puedes tener esta clase de relación con Jesús. Es tiempo de tomarnos el tiempo para querer anhelosamente ver a Jesús como realmente es y como lo que él desea ser en nuestra vida.
¿Elegirás ver a Jesús como quien realmente es?
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