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Factor: Unidad - Familias Imperfectas

By
Edison Choque

Vamos a comenzar este momento especial de reflexión, pidiendo la dirección de Dios. Oremos.

"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." Efesios 6:12

Nuestra lucha no es contra nuestro hermano o nuestro hijo, es contra principados y potestades espirituales. Nuestro enemigo o enemiga no es mi esposa o mi nuera, son las huestes espirituales de maldad. 

Cuando era niño recuerdo que uno de los juegos más esperados por la clase era el Pisa Globo, ¿lo recuerdan? 

Consistía en un globo, lleno de aire, amarrado al pie de los participantes. El juego consistía básicamente en reventar todos los globos de los compañeros y, por supuesto, evitar que revienten el tuyo, porque si reventaban el tuyo ya estabas fuera del juego, era una guerra de ataque y defensa. Al final, quien quedaba con el globo sin reventar ganaba. 

El juego propone una disputa darwiniana: la supervivencia del más fuerte. 

Los globos eran destruidos sin dolor, ni piedad, y claro que el niño “ganador” se tornaba secretamente el niño más antipático del aula.

Un día, hicieron el experimento de probar este juego en niños con problemas de desarrollo. A cada niño se le amarró un globo en el pie, y se les dio las mismas instrucciones del juego. 

Sin embargo, el juego tuvo un desarrollo diferente. En medio de la confusión, el único concepto que se fijó en la cabeza de los niños era que los globos tenían que ser reventados. Así, en vez de batallar unos contra otros, los niños tuvieron la idea de ayudarse mutuamente para reventar los globos. Formaron una especie de cooperativa. Todos los niños colaboraron, unos con otros. Finalmente, cuando el último globo explotó, todos aplaudieron. Todos se sintieron vencedores.

En realidad lo que sucedió fue que el segundo grupo no jugó los unos contra otros, sino unos con otros.

Uno de los mayores desafíos que la familia tiene hoy, es mantener la unidad. Los enemigos no son los miembros de la familia, sino los que vienen de afuera.

Caín y Abel eran hermanos, pero se convirtieron en enemigos. Ambos querían agradar a Dios, pero uno solo recibió la aprobación divina, porque uno hizo la voluntad de Dios y el otro no. Eso despertó la ira de Caín que acabó por matar a su propio hermano.

¿Qué es lo que realmente causa la crisis familiar? ¿Por qué existen tantas crisis en las familias modernas?. 

Es importante saber esto porque así atacamos el mal y no apenas los síntomas.

En primer lugar, es importante reconocer el origen de todo mal. 

Hay un pasaje de la Biblia en Jeremías 17:9, que dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.

El egoísmo es el origen de todos los males. Frases como: “Nadie puede ser mejor que yo”, “Yo sé lo que hago”, “Jamás me voy a rebajar para pedir perdón”, “Yo no tengo la culpa”, nacen de un corazón egoísta. 

Cuando hay egoísmo y orgullo, no hay forma de reconciliación verdadera, no hay amor verdadero, no hay paz verdadera.

Cuando hay una crisis familiar por ejemplo, puede ser por error de alguno de los miembros de la familia, pero la primera cosa que hacen los que se equivocan es esconder su error o justificarlo, como lo hizo Adán y Eva. Ellos taparon su desnudez con hojas de higuera.

“No, yo no fui”, “Yo no tengo la culpa”, “La culpa es tuya”. Estas son tendencias naturales, cuando alguien se equivoca.

Sin embargo, mi querido amigo, las excusas no solucionan problemas. 

En cierta ocasión, mi esposa me pidió que la llevara al dentista porque tenía una consulta. Así, combinamos la hora y el lugar donde la encontraría. 

Ese día tenía tantas cosas que hacer que, terminé olvidando el compromiso, cuando me di cuenta ya había pasado una hora; hice una pausa y comencé a elaborar una excusa, después de pensarla decidí llamarla. Cuando ella contestó el teléfono el tono de su voz era diferente. 

Traté de excusarme, le pregunté por qué no me llamó para hacerme recordar ya que ese día realmente estaba muy ocupado, pero nada de eso mudó su voz. 

Comenzó a hablar, diciendo que era importante para ella completar aquella curación, que yo no fui considerado, que prefería mi trabajo que a ella, y el clima se hizo cada vez más difícil. Hasta que pensé: ¿qué estoy haciendo si realmente soy el culpable? 

Entonces, tuve simplemente que pedir disculpas. Me armé de valor y le dije: “Querida tienes razón, fui desconsiderado, no fui responsable con ese compromiso”, y en seguida le dije: “Lo siento mucho, me equivoqué, ¿puedes perdonarme?”, después de un silencio, ella dijo: “Está bien, pero que no se repita”.

No hay corazón que se resista al perdón sincero. El único remedio para ese mal es sustituir el yo, por Jesús. 

En Gálatas 2:20 dice: 

“Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”.

En segundo lugar, cada vez que no hacemos la voluntad de Dios nos ponemos automáticamente en el territorio del diablo, allí Dios no tiene suficiente influencia sobre nosotros. 

Especialmente los padres que con sus decisiones arrastran a toda su familia para el sufrimiento.

Esta primera crisis entre hermanos surgió en segundo lugar, porque Caín no estaba haciendo la voluntad de Dios. 

¿Cuál era la voluntad de Dios? 

Ofrecer como sacrificio un corderito, pero en su orgullo Caín dijo: “no tengo corderos, pero tengo frutas, así que eso le voy a ofrecer a Dios”. Dios no quiere apenas buenas intenciones, Dios quiere que seamos fieles a su Palabra. 

Su Palabra dice: “Honra a tu padre y tu madre”, y no lo hacemos.

Su Palabra dice: “Dejará el hombre padre y madre y se unirá a su mujer”, y continuamos viviendo con ellos después de casados.

Su Palabra dice: “Que los hijos deben ser corregidos, y nosotros consentimos a nuestros hijos”, y sufrimos las consecuencias de no hacer la voluntad de Dios.

Su Palabra dice que, debemos leer y repetir la palabra de Dios a nuestros hijos, hasta que se grabe en sus corazones, lo que conocemos como culto familiar. Y no lo hacemos.

Por eso, bienaventurado el que hace la voluntad de Dios.

¿Saben cuál es el manual de la familia? La Biblia.

Porque Dios hizo al ser humano y él conoce su situación, y por eso dejó ese manual, para seguir sus consejos y evitar las crisis.

Caín cayó, sufrió, mató; más, no quiso hacer la voluntad de Dios.

Otro ejemplo en la Biblia lo encontramos en Jacob, él tuvo doce hijos, pero amó a José más que a los otros. Cuando los hermanos vieron esa preferencia, lo odiaron y no lograban hablar amigablemente con él. 

Quiero decir algo: Dios no tiene hijos preferidos, todos son amados de la misma manera, todos tienen las mismas oportunidades, todos son preferidos, y cuando alguien piensa que no tuvo los privilegios que otros tuvieron, cuando alguien cree que nació en un hogar sin oportunidades, quiero que sepa que allí en su vida la gracia de Dios se quintuplicará. 

El texto bíblico dice: “... Donde el pecado abundó, sobre abundó la gracia”. 

Nunca te sientas en desventaja, porque Dios compensa lo que falta.

En mi familia somos cinco hermanos, cuatro hombres y una mujer, todos tenemos la voz parecida. 

En cierta ocasión, llamé a mi madre y comencé a hablar con ella, después noté que estaba confundida y me preguntó quién de sus hijos era: “yo”, respondí, “soy tu hijo más querido”. Sin titubear mi madre respondió: “Juancito”.

Otra historia en la Biblia es la de Saúl, un rey poderoso en Israel, pero cuando volvió de una batalla, las mujeres danzaban y cantaban en las calles la siguiente canción: "Saúl mató millares, y David decenas de millares" Desde aquel día, Saúl tuvo envidia y odio hacia David.

La envidia y el odio no son sentimientos que provienen de Dios

Cuando empezamos a distanciarnos de Dios surgen esos sentimientos malignos. ¿Sabes cuál es el sentimiento que proviene de Dios? 

Cuando me alegro con el éxito de mi hermano, cuando suspiro con la alegría de mi familia.

Sé que en muchos hogares hay engaño, falsedad, violencia, abuso, etc., y nos causan dolor y heridas profundas. Nunca logramos tener paz. Más Dios tiene un remedio seguro contra el odio, porque él mismo fue odiado y despreciado y pagó bien por mal.

¿Sabes dónde está el remedio? 

El remedio está en el perdón de Dios. Porque cuando entiendes todo lo que Dios hizo por ti tendrás fuerza para perdonar a quien te causó dolor. 

En muchas familias existe rencor, odio, resentimiento, y todo ello arruina la felicidad familiar.

Quizás, estoy hablando a alguna persona que tiene una herida incurable en su corazón, quiero tomar tu mano y ayudarte a levantarla al cielo, allí está Dios para ofrecerte su perdón y darte paz. Podrá quedar una cicatriz, pero nunca más te causará dolor.

Al inicio de este mensaje compartí el ejemplo de un juego que consistía en reventar el globo que estaba en el pie de los demás. El juego consistía en ganar mientras los demás perdían. 

Más, Jesús, vino a establecer otra forma de ganar, que es perdiendo.

En Génesis 32:28 se llama vencedor al que pierde. Es decir, el que se humilla será enaltecido, el que se rinde es victorioso.

Jesús estableció el rito del lavamiento de pies.

En aquel tiempo las personas usaban sandalias o a veces andaban descalzos. 

Las calles estaban llenas de polvo y, la costumbre era que los esclavos lavasen los pies del amo o de los invitados. 

Algunas veces, un hijo se ocupaba de esa tarea y lavaba los pies de sus padres en señal de afecto. No existe registro histórico de alguien que en posición elevada lavase los pies de sus siervos, o de un rabino que lavase los pies de sus alumnos. Jesús reunió a los discípulos para comer. 

Tal vez, ellos se preguntaron, quien les lavaría los pies. Jesús, entonces, tomó una toalla, un lavatorio con agua, y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Al arrodillarse delante de Pedro, este trató de impedírselo. 

Pero Jesús le dijo: “es necesario seguir adelante”. Cuando terminó los discípulos estaban mudos y de cabeza curvada.

Quien reconoce y acepta su propia pequeñez, todo el tiempo, crece a los ojos de Dios.

Dios bendice hogares cuyos miembros se humillan delante de Dios.
No puedes imponer tu verdad o tu posición delante de tu familia, es tu humildad, pureza y santidad la que tiene más influencia que cualquier otro método.

Una manera de proteger a la familia, es humillándonos delante de Dios, y participando cada día del culto familiar.
Entonces vamos humillarnos juntos cada día delante de Dios, y a ofrecer nuestra familia a Dios.

Hogares que se humillan reverentemente cada día delante de Dios y hacen su voluntad, son hogares vencedores.

¿Deseas tener un hogar victorioso? Rinde hoy tu vida y tu familia a Él.

LLAMADO Y ORACIÓN FINAL 


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