Hasta aquí hemos visto cómo todos nosotros, como seres humanos, estamos perdidos, atrapados en las profundidades del abismo, por causa del pecado.
También hemos visto que ni yo ni ustedes podemos solucionar el problema del pecado.
Todos estamos atrapados en sus redes sin poder salir por nosotros mismos, aunque creamos que podemos hacerlo.
Hoy veremos que el Señor tiene un plan para rescatarnos y hacernos miembros de Su equipo de rescate.
Lo veremos estudiando la experiencia de Saulo de Tarso, quien llegó a ser el apóstol Pablo. Los invito a abrir sus Biblias en el libro de Los hechos de los apóstoles, el capítulo 9. Empezaremos leyendo los 6 primeros versículos.
SAULO, UN PERDIDO RESCATADO. Hechos 9:1-6.
Antes de su conversión, Saulo, pensaba que él estaba haciendo todo lo necesario para ser salvo y creía que ya estaba salvado. Había caído en la trampa de creer que lo que hacía lo habilitaba para ser salvo. Estaba motivado por el auto rescate. Más aún, creía que podía ayudar a Dios a mantener la pureza de su pueblo.
Saulo estaba perdido y no lo sabía. De la misma manera, hay muchas personas en este mundo que están perdidas y no lo saben. No conocen realmente a Jesús ni su plan de rescate. No conocen el evangelio.
Piensan que lo que están haciendo les garantiza la salvación. Piensan que son buenas y están satisfechas con su manera de vivir, aunque están viviendo separadas de Dios. No se dan cuenta que el Señor está buscando la oportunidad para mostrarles su amor y orientar sus vidas por el camino correcto.
El Señor conocía muy bien a Saulo. Sabía que estaba sinceramente equivocado. Sabía que al reorientar sus conocimientos y su vida, llegaría a ser una persona de bien y un canal de bendiciones para muchos. Así también, el Señor lo/a conoce a usted, más de lo que se conoce usted mismo/a. Sabe exactamente dónde vive, dónde está en este momento, cuáles son sus motivaciones y sus debilidades, y a qué se dedica. Aun los cabellos de su cabeza los tiene contados (Mateo 10:30).
Puede ser que usted, como Saulo, esté honestamente equivocado, pero eso no transforma el error en verdad. El Señor quiere reorientar su vida por el camino correcto, porque lo ama y quiere salvarlo.
Jesús tenía un plan para rescatar a Saulo. Y, cuando Saulo pensaba que estaba por realizar la mayor obra en favor de Dios y de su pueblo, Jesús se le apareció en el camino a Damasco con el n de rescatarlo.
Le mostró el camino equivocado que había tomado y lo rescató para hacerlo un ciudadano de su reino eterno y un campeón de la predicación del Evangelio. Como Saulo era sincero y quería hacer lo mejor para él, no fue reacio al llamado del Señor sino que le entregó su vida y se dispuso a obedecerlo. “El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?...” (Hechos 9:5). Y, a partir de ese momento obedeció a Dios por el resto de su vida.
El rescate de Saulo se completó cuando Jesús lo puso en relación con Ananías, luego con Bernabé y los discípulos, líderes de la Iglesia cristiana naciente (Hechos 9:19, 26-28).
El Señor utilizó a estas personas como el equipo de rescate para buscar y conducir a Saulo al seno de la Iglesia, luego lo capacitó para ser un campeón en el trabajo de rescatar a los perdidos.
LA IGLESIA: INSTRUMENTO DE DIOS PARA RESCATAR A LOS PERDIDOS. Hechos 9:10-12, 17, 18.
En el caso de Saulo, el Señor utilizó a Ananías para buscarlo y conducirlo al seno de la Iglesia. El Señor no actuó separadamente de su Iglesia, porque al crearla le dio el cometido de ser su centro de rehabilitación para quienes han sido golpeados por el pecado.
La iglesia es el centro de instrucción en los fundamentos del evangelio, es el centro de reunión para la adoración y la alabanza al Creador y Salvador y también es el centro de operaciones para salir en busca de los perdidos.
Es por eso que se han planificado reuniones como esta. Es por eso que usted ha sido invitado a venir y escuchar del amor de Dios por usted, y de su deseo de rescatarlo. El Señor lo ama y tiene un plan maravilloso para su vida. Él quiere darle vida eterna. Él quiere rescatarlo de las garras del pecado que lo llevará a la muerte eterna.
Así como lo hizo con Saulo, quiere hacer de usted un ciudadano del reino de los cielos y un miembro de su equipo de rescate.
Usted está aquí, esta noche, no por casualidad, sino porque Dios lo ama y ha creado las circunstancias para traerlo hasta aquí.
El Señor sabe que en lo profundo de su corazón usted desea conocerlo más, amarlo más y servirlo mejor.
Dele la oportunidad a Dios de que se mani este en su vida. Al hacerlo, usted estará tomando la decisión más importante de su vida, pues, esta decisión tiene que ver con su salvación eterna.
El Señor tiene un plan para su vida, como lo tuvo para Saulo. Quiere rescatarlo y hacerlo miembro de su equipo de rescate. ¿Se lo permitirá usted?
Luego que Saulo fue puesto en contacto con la Iglesia, “fue bautizado” (Hechos 9:18), mostrando así que entendió que estaba perdido y que necesitaba que Jesús lo salvara.
Entendió también que la manera para mostrar su aceptación de la salvación que Jesús quería darle, era a través del bautismo.
El bautismo es la señal externa de la aceptación del ofrecimiento de salvación de Jesús. A través del bautismo Saulo llegó a ser miembro de la Iglesia. Al ser miembro de la Iglesia de Cristo, aceptaba ser parte del grupo de los redimidos y del equipo de rescate del Señor; ambas cosas para las cuales el Señor lo había llamado.
RESCATADO PARA RESCATAR A OTROS. Hechos 9:15, 16, 19, 20. Mateo 28:19, 20.
Inmediatamente después de su conversión y de su bautismo, Saulo entendió que el Señor tenía una misión para él. Ananías le había contado que el Señor lo había enviado a buscarlo y le había dicho: “... Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos 9:15; ver también el capítulo 13, versículos 2 y 3).
Ser miembro del equipo de rescate del Señor es un gran privilegio. ¿Lo quisiera usted?
Eso significa que ya somos miembros del grupo de los redimidos y entendemos que tenemos una misión que cumplir: buscar a otros perdidos para traerlos a Jesús.
Los ángeles quisieran cumplir esa misión, pero el Señor no se los ha permitido. Esta es la tarea que a mí y a usted nos toca realizar. Esa es la misión que el Señor ha dado a cada uno de los miembros de su iglesia.
Poco antes de ascender al cielo, después de su resurrección, Jesús les dio a sus discípulos una misión que cumplir.
Les dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el n del mundo. Amén.” Mateo 28:19, 20.
Cumplir con esta misión es el gran cometido de cada hijo de Dios y de la Iglesia como un todo. El Señor quiere rescatar a la mayor cantidad posible de personas de las redes del pecado, para hacerlos ciudadanos de su reino.
Cuando esta oportunidad llegue a todos los seres humanos, él volverá para llevar al cielo a quienes hayan aceptado el evangelio y el desafío de ser un transmisor de ese evangelio.
Jesús dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” Mateo 24:14.
Usted está teniendo la oportunidad de ser rescatado ahora; no deje pasar esta oportunidad.
Al tomar la decisión de escuchar la invitación del Señor, usted está siendo rescatado y se podrá convertir también en un rescatista.
Jesús dio su vida por usted, para que usted tenga vida en él. Esa vida que él le ofrece es una vida eterna, en su reino. ¡Qué oportunidad y qué privilegio! Saulo lo entendió así y no dudó en tomar su decisión.
CONCLUSIÓN
La historia de Saulo y su conversión puede ser la historia de varios de los aquí presentes esta noche. El Señor los ha conducido hasta aquí para darles una visión de su amor y de su plan para sus vidas.
Saulo fue honesto al reconocer que estaba caminando por un camino equivocado y se dispuso a obedecer las instrucciones del Señor. Él fue conducido al seno de la Iglesia, fue bautizado y se dedicó con todas sus energías a cumplir con la misión que el Señor le había encomendado. Al leer el libro de Los hechos de los apóstoles, encontramos la gran obra que realizó al predicar el evangelio en muchos lugares. El Señor rescató a Saulo del camino equivocado y lo hizo líder de su equipo de rescate, algo que el apóstol consideró como un gran privilegio y realizó esa obra por el resto de su vida. La iglesia cristiana lo reconoce como el gran apóstol Pablo.
Esta noche quiero hacerles algunas preguntas:
¿Hay alguien aquí que, como Saulo, quisiera responder al llamado del Señor como él lo hizo?
¿Hay alguien que quiere tomar la decisión de aceptar a Jesús como su Salvador personal, reconociendo que lo quiere rescatar para su reino eterno?
¿Hay alguien que quisiera unirse al equipo de rescate del Señor?
PREGUNTAS PARA DIALOGAR
¿Reconoce usted su condición de perdido? ¿Qué piensa sobre esto?
¿A quiénes está usando o ha usado el Señor como su equipo de rescate para salvarlo a usted?
Al ser consciente que el Señor lo ha rescatado, ¿está dispuesto a acep- tar la invitación que él le hace para ser parte de su equipo y así poder rescatar a otros? ¿Cómo quiere participar del equipo de rescate?
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