En la actualidad, miles de personas se denominan fan de algo o alguien. Los cantantes de música pop son los que llevan las mayores multitudes al éxtasis. Veamos algunos ejemplos extremos:
- Imagínese gastar más de 100 mil dólares para parecerse a su cantante favorito. Bueno, eso es lo que sucedió con Toby Sheldon, de 33 años, que se sometió a innumerables cirugías plásticas para estar parecido a su ídolo, Justin Bieber. El problema es que aun después de tantas intervenciones quirúrgicas, siguen siendo diferentes.
- En la última visita de Demi Lovato a Brasil, sus fanáticos acamparon 60 días antes de la fecha del evento. Pasaron frío, hambre, lluvia y falta de estructura para bañarse y dormir. Pero dicen que todo valió la pena.
- Cuando la cantante británica Jessie J tuvo un accidente y se rompió la pierna, un fan llegó a quebrarse a propósito la suya para parecerse a la cantante. Luego le envió innumerables mensajes a Jessie para decirle: “Haré todo para ser como tú”.
¿Y cuánto será que pagaría un fan por un objeto de su ídolo? Vea los absurdos de esas subastas:- Guante de Michael Jackson = 200 mil dólares.
- Ropa íntima de Elvis Presley = 204 mil dólares.
- Guitarra de Jimi Hendrix, quemada por él en un show = 380 mil dólares.
Obviamente vemos aquí no solo una cuestión de admiración, sino también de adoración. Aquello que adoramos será objeto de toda nuestra atención, tiempo, amor y hasta sacrificio.
La palabra “adoración” aparece por primera vez en la Biblia en Génesis 17:2- 3.
Cuando Dios le dijo a Abraham que haría un pacto con él, el texto describe que el patriarca se “postró”.
Esa es la esencia de la adoración. Y ese término expresa no solo la actitud física, pero también del corazón.
Expresa reverencia, humildad, sumisión y entrega personal. ¡Eso es adoración!
Y si esos fanáticos hacen tantas extravagancias por sus ídolos, ¿Qué haremos nosotros delante del Dios incomparable? ¿Cuál será la intensidad de nuestra adoración?
Mirando la adoración en el tiempo del pueblo de Israel, podemos extraer cuatro palabras que son fundamentales para nuestra adoración a Dios en pleno siglo XXI.
1. GRANDEZA – Una correcta visión de la grandeza de Dios nos lleva a adorarlo (Salmo 86:8-10).
- El pueblo de Israel veía la gloria de Dios de varias maneras: un monte que humeaba, una voz fuerte, la gloria que llenaba el templo, una columna de fuego a la noche y una nube durante el día.
- ¿Será que podemos ver a Dios solo en grandes manifestaciones, como en el tiempo de Israel? ¿En qué otras manifestaciones podemos ver la gloria de Dios y entender su grandeza y su carácter?
- ¿Cuáles son los factores que llevan a esos fanáticos a amar tanto a sus ídolos? ¿Será que convivimos lo suficiente con Dios lo suficiente como para vivir una adoración intensa?
“La verdadera reverencia hacia Dios nos es inspirada por un sentido de su infinita grandeza y un reconocimiento de su presencia. Este sentido del Invisible debe impresionar profundamente todo corazón” PR, 34.
2. NECESIDAD – Ver el tamaño de nuestro pecado y de la Salvación de Dios, nos lleva a adorarlo (Proverbios 28:13).
Todo el sistema de sacrificios imprimía en cada israelita una convicción: el pecado significa muerte, pero Dios me concede la vida.
Todo apuntaba a la necesidad desesperada de un Salvador. ¿Y hoy?
El tema es que muchas veces no vemos la necesidad de un Salvador, porque no vemos el tamaño de nuestra pecaminosidad.
Se hizo moda ponerle nombres bonitos a nuestros pecados, como “trastorno”, “de ciencia”, “herencia”, “influencia social” o “tendencia”.
“Esta lección es más necesaria hoy que en los días del Antiguo Testamento. Algunos cristianos tienen una idea muy poco precisa de la gravedad del pecado. Lo imaginan como una fase transitoria de la vida que la humanidad vencerá. Otros lo ven como alguien lamentable, pero inevitable. En su espíritu no se graba de manera indeleble que el pecado significa muerte”. (M. L. Andreasen, El ritual del santuario, p. 18)
Pero la adoración en el templo de Israel traía esa lección no para arrojarla en la cara nuestra maldad, sino para ver la necesidad de un Salvador – y que con él tenemos reconciliación con Dios.
El mismo Jesús explicó la importancia de eso cuando defendió la acción de María Magdalena al quebrar aquel perfume a sus pies (Lucas 7:47). La fórmula es simples:
Consciencia de muchos pecados = Mucho perdón = Mucha gratitud = Mucho amor por Jesús.
Nuestra generación debe reconocer el tamaño de nuestra deuda para que podamos vivir una vida apasionada por Jesús. En caso contrario, seremos una generación apá ca, que ve más gracia en algunos íconos de los medios que en el amor infinito del mismo Dios.
3. AMPLITUD – La adoración involucra toda nuestra vida (Deuteronomio 6:4-9)
La idea de Dios nunca fue que la adoración ocupase apenas un día específico de nuestra semana o un lugar restricto para practicarla.
Todo en Israel giraba en torno a la adoración. Por ejemplo, las tiendas en el tiempo de la peregrinación, permanecían alrededor del tabernáculo (Números 2:1-2).
Ese era el centro de la vida del pueblo. Siglos más tarde, cuando David transformó Jerusalén en la capital de la nación, también hizo de ella el centro religioso y decidió edificar el templo allí.
La porción bíblica de Deuteronomio 6 llamada Shemá, texto base de los judíos hasta hoy, resalta la importancia de la adoración contínua.
¿Qué palabras de este texto nos llevan a ver la adoración como algo que debe estar presente en nuestra historia?
Convertido del ateísmo en el siglo XVI, el hermano Lourenço buscó conocer cada vez más a Dios y escribió un libro (A prática da presença de Deus) que describía sus descubrimientos espirituales.
Al hablar de sí mismo escribió:
“El hermano Lourenço decía que se sentía mucho más cerca del Señor en las actividades del día a día de lo que la mayoría de las personas podían creer... La manera más eficiente que tenía el hermano para comunicarse con Dios era, simplemente, realizar su trabajo de rutina... él creía que era un error muy grave pensar que nuestro momento de oración era diferente a cualquier otro. Nuestras acciones deben unirse a Dios, tanto en nuestras actividades de rutina como cuando estamos unidos a él en nuestra hora silenciosa” (p. 16 y 19).
Para el pueblo de Israel, no había distinción entre la vida religiosa y la secular. Todo era para Dios y reflejaba a Dios.
Incluso la música usada para celebrar la buena cosecha, tenían algo de religioso.
Nos queda una pregunta:
¿Qué es más sagrado?
¿Un partido de fútbol o una reunión de grupo pequeño?
En nuestra concepción occidental, obviamente respondemos que es el encuentro con los hermanos de iglesia. Pero si entendiéramos que Dios está en todos lados y que debemos vivir la santidad de su presencia, veríamos la amplitud de la adoración, incluso en las actividades de rutina.
4. RECONOCIMIENTO – Entendemos que ganamos todo, entonces entregamos todo y luego ganamos todo (1 Crónicas 29:14).
En el tiempo de la peregrinación, vivían en un desierto. No tenían plantaciones, ni supermercados.
Dios les daba todas las provisiones: agua, alimento, ropas que no se arruinaban, sombra o calor. Incluso después de que se establecieron en la tierra de Canaán, ellos dependían de la lluvia enviada por Dios, de la protección de la labranza o de los ataques de los enemigos.
El tema es que, hoy podemos hacer compras por internet o pedir comida por teléfono. Por eso tenemos la falsa idea de que nosotros conquistamos cosas. “Yo hice la universidad”, “Yo luché por este empleo”. Eso es lo que pensamos.
¿Qué tiene que ver Dios con eso?
Por eso, no somos agradecidos. Nos olvidamos de que Dios nos da todo – oportunidades, capacidad, sabiduría, fuerza, etc.
Solamente cuando entendemos que de él viene todo, es cuando decidimos devolverle lo que tenemos y somos. Y solo después de reconocer eso, recibimos todo y llegamos a estar completos.
CONCLUSIÓN
Recordando aquellas locuras de los fanáticos de los cantantes pop, les hago algunas preguntas relacionadas con la adoración en su vida:
1. Si usted supiera que podría ser igual a Jesús, ¿cuánto invertiría para conseguir eso?
2. Si usted supiera que Dios está en algún lugar, ¿cuánto tiempo antes llegaría para poder estar en presencia de él?
3. Si usted pudiera cambiar algo de su cuerpo o su vida para parecerse más a Jesús, ¿qué haría?
¿Cuánto vale para usted algo que le pertenece Dios? (Por ejemplo, la Biblia, la iglesia y las personas que él creó).
El gran tema de todo esto es que ya tenemos todas esas posibilidades delante de nosotros.
¿Estamos viviendo eso de manera intensa? Ellos sí...
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