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Dios pide urgencia


By

Erton Kholer

"Ciertamente vengo en breve" 
(Apocalipsis 22:7, 12, 20).

Los invito a considerar uno de los mensajes más importantes de la Biblia. El centro de nuestro nombre e identidad La razón de nuestro nacimiento como iglesia. El mensaje especial que tenemos para ofrecer al mundo. La razón de nuestra esperanza.

El regreso de Cristo se presenta desde el Génesis hasta el Apocalipsis más de 1.500 veces. Solo en los Evangelios. uno de cada 25 versículos renueva este mensaje. La conclusión natural es: Quien lee la Biblia necesita colocar la bendita esperanza del regreso de Jesús en el centro de sus creencias. En otras palabras, debe ser un adventista; porque, después de todo. la Biblia es un libro adventista.

Echemos un vistazo general al mensaje de cada sección bíblica para confirmar esta realidad:

EL RETORNO DE CRISTO EN TODA LA BIBLIA

Veamos en el Pentateuco...
Génesis 3:15 es la promesa de la simiente victoriosa de la mujer sobre la serpiente. Su cumplimiento total ocurrirá en la segunda venida de Cristo. 

Génesis 5:24 muestra el momento en que Enoc fue arrebatado sin ver la muerte, símbolo de los justos que estarán vivos cuando Cristo regrese.

Génesis 6 al 9 presenta la historia de Noé. El mundo de su época fue un ejemplo de la realidad del tiempo del fin. Su mensaje tenía un contenido de juicio y salvación, tal como debe acontecer en los últimos días. Por medio de él y de su familia, se hizo evidente el concepto de remanente, tan fuerte y claro en el Apocalipsis. 

Desde Génesis 12 aparece Abraham. Un peregrino en esta Tierra. De hecho, Hebreos 11:10 revela que él estaba esperando un mejor país, construido por Dios. De su descendencia surge Israel. un pueblo en un viaje a la Tierra Prometida. 

En el capítulo 14 de Génesis, aparece Melquisedec, rey y sacerdote. Él era un tipo de Cristo, quien hoy actúa como Sacerdote en el cielo y vendrá por segunda vez como Rey.

Desde Éxodo hasta Deuteronomio inclusive, toda la historia de la liberación y la peregrinación de las personas está vinculada con Moisés. Es el autor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia. Él murió, fue resucitado y llevado al cielo. Fue un símbolo de los justos de todos los tiempos que serán resucitados y arrebatados cuando Cristo regrese, quienes vivirán para siempre con el Señor.

Ante estas evidencias tan claras, solo podemos concluir que Moisés era adventista, pues así lo revelan sus escritos. Por eso, quien no crea en la segunda venida deberá quitar el Pentateuco de su Biblia.

El análisis de los libros de historia repite este punto de vista porque, a través de la historia de Israel, en 2 Samuel 7:13 vemos que Dios promete establecer el reino de David para siempre. Lo cual acontecerá definitivamente cuando Cristo aparezca por segunda vez como Rey de reyes y Señor de señores. Por tanto, quienes no tienen la esperanza de la segunda venida en el centro de sus creencias no pueden aceptar los libros históricos. Necesitan sacarlos de su Biblia. 

Un rápido vistazo a los libros poéticos también muestra nuestra gran esperanza:

El patriarca Job, como se describe en Job 19:25 al 27, dijo con confianza: 
"Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo... Mis ojos lo verán". Esta es una clara alusión a la resurrección y la segunda venida. 

El Salmo 15 muestra las características de quienes irán al cielo en la segunda venida, y el Salmo 110 se presenta como un salmo conectado con el tema del juicio.

Todos los libros poéticos apuntan a la venida del Redentor y su ida al cielo. Son libros adventistas. Quien no tiene esta esperanza deberá sacarlos de su Biblia.

En cuanto a los libros de los profetas, ellos presentan una visión más amplia de la misma esperanza. 

lsaías 25:8 utiliza un lenguaje especial, que luego se repetirá en el Apocalipsis, cuando dice que Dios "destruirá a la muerte para siempre" y "enjugará las lágrimas de todos los rostros".

Isaías 25:9 describe las palabras de los salvos cuando, en la venida de Jesús, reconocen: "¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y nos salvará".

Isaías 66:23, al final del libro, destaca dicha verdad cuando dice que "de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí'.

Daniel 7:13 y 14, en visiones nocturnas, nos describe que el profeta veía cómo el Hijo del hombre venía con las nubes de los cielos. También señala que "se le dio dominio eterno" y que "su reino es uno que nunca será destruido".

Y es Daniel 12 donde se da el mayor énfasis a la segunda venida. Aquí está la descripción del momento en el que se levantará Miguel y en el cual habrá un tiempo de angustia. El profeta destaca el tiempo del fin y pone de relieve la resurrección.

Esta es solo una muestra, que podría multiplicarse en los profetas mayores. Así que espero que esto signifique no tener que borrarlos de la Biblia.

Un repaso de los profetas menores refuerza el mismo mensaje: Joel 3:18 al 21 habla de la Tierra habitada para siempre y del Señor que vive en ella.

Amós 4:12 es uno de los llamados más bellos de la Biblia: "Prepárate, Israel, para venir al encuentro de tu Dios".

Zacarías 14:4 profetiza sobre el momento cuando los pies del Señor se posarán sobre el monte de los Olivos, el cual se partirá a la mitad.

Zacarías 14:8 al 11 describe una hermosa visión profética de la Tierra Nueva. 

Cada uno de los profetas menores vivió y escribió acerca de la esperanza de una Tierra mejor. Eran adventistas. Quien no cree en este mensaje no puede mantener estos libros en la Biblia.

En los evangelios, encontramos una de las mayores riquezas de esta esperanza. Es presentada por la misma persona que está a punto de venir:

Si miramos rápidamente el primer libro, Mateo 24 es el capítulo más importante, pues en él Cristo mismo da señales de su venida. Y si vamos al último, el Evangelio de Juan, el capítulo 14 y los versículos 1 al 3 revelan la más dulce promesa: 'Vendré otra vez". 

Analizando cada uno de los evangelios no hay otra opción. Debemos reconocer que la Biblia es un libro adventista. Entonces, quien no tiene esta esperanza no puede conservar los cuatro Evangelios en su Biblia. 

Un vistazo a las epístolas nos revela que ellas también destacan la segunda venida: 

El más grande escritor, el apóstol Pablo, repite su esperanza permanente. 

En 1 Corintios 15:50 al 54, habla de la primera resurrección. En 1 Tesalonicenses. 4:16 al 18, pone de manifiesto la fuerza de su esperanza cuando habla de la resurrección y dice: "Nosotros, los que vivimos".

En 2 Timoteo 4:7 y 8, renueva su compromiso con la carrera cristiana y nos habla de la corona de la vida, la cual nos será entregada cuando Cristo regrese.

En Hebreos 11. presenta una bella descripción de los héroes de la fe. que vieron una Patria mejor, la cual se encuentra en los cielos. 

El apóstol Pedro confirma la misma opinión:
En 2 Pedro 3:3 y 4, refuta a los burladores que dicen: "¿Dónde está la promesa de su advenimiento?"

En 2 Pedro 3:9 al 13, describe detalladamente cómo nuestras vidas deben estar preparadas para encontrarnos con el Señor. 

Juan tiene el mismo compromiso con la segunda venida: En 1 Juan 2:28, nos invita a no avergonzarnos delante de él en su venida. 

En 1 Juan 3:2, hace un llamado para que, cuando Cristo se manifieste, seamos semejantes a él. 

Judas, en el versículo 18 de su epístola, también habla de los últimos tiempos y de los escarnecedores. 

Si alguien no tiene la segunda venida fuertemente arraigada en el corazón, no puede tener las epístolas en su Biblia. 

En el Apocalipsis se concentra la mayor fuerza de nuestra esperanza. Comienza en el capítulo 1:7, cuando Juan dice: "He aquí que viene con las nubes: Todo ojo lo verá"; y concluye en el capítulo 22:7, 12 y 20, cuando Juan repite tres veces en ese último capítulo de la Biblia: "Ciertamente vengo en breve". 

Quien no tiene la gloriosa esperanza de la segunda venida no puede incluir el Apocalipsis en su Biblia.

(Solamente levanta la portada de una Biblia, sin ningún tipo de contenido). Aquí está la Biblia de los que no tienen esperanza de la segunda venida de Cristo. Es una Biblia sin contenido y sin efecto. Presenta un futuro sin esperanza.

DIOS PIDE URGENCIA

Pero, surge una preocupación: Si este es el mensaje, si este es el pueblo y si ahora es el momento, ¿cuánto tiempo se necesita para que se convierta en nuestra esperanza real? La respuesta a esta pregunta depende en gran medida de nuestra reacción individual. 

Elena de Wnite habla a menudo de una actitud de urgencia en nosotros, con el fin de que el tiempo de la Tierra no se extienda mucho más. Dice: "La verdad está a punto de triunfar gloriosamente... Que los que se gozan en la verdad presente se apresuren ahora a impartirla a otros" 9TI,109. 

"Si cada uno fuera un misionero activo, el mensaje para este tiempo se proclamaría prestamente en todos los países, y a todo pueblo, nación o lengua" (6TI, 437).

Observando el mensaje de la Biblia para los últimos días, en el Apocalipsis veo este mismo llamado a apresurarnos. 

Por eso, Apocalipsis 12:12 podría parecer un texto negativo, pero contiene un desafío para nuestro actual momento histórico. 

Lo principal es la afirmación de que el enemigo trabaja en una carrera contra el tiempo. Así, él maneja grandes movimientos que generan cambios rápidos. 

Por ejemplo, miremos lo que pasó en 2001 con el ataque terrorista a las Torres Gemelas y al Pentágono, en Estados Unidos. En 45 minutos, la historia fue transformada por completo y para peor. O analicemos la crisis financiera internacional que golpeó al mundo en 2008 y de la cual no ha logrado recuperarse. En pocas semanas, los fundamentos de la economía global fueron destruidos y los grandes poderes financieros del mundo entraron en crisis. 

Si nos fijamos en los temas ecológicos -como el calentamiento global, la erosión del planeta, el derretimiento de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar entre otros- y en la escasez de alimentos que habrá dentro de unos años, veremos que todos son retos que han surgido en pocas décadas y han cambiado nuestro ritmo de vida para mal. 

Las cuestiones de la moral presentan el mismo cuadro de situación. En pocos años, todo se fragmentó en mil pedazos: el casamiento definitivo, el sexo fuera del matrimonio y la homosexualidad. No hace mucho apenas si se hablaban estos temas pero, de la noche a la mañana, se convirtieron en puntos de discusión y cambiaron el estilo de vida de la sociedad.

No fueron necesarios siglos para estas transformaciones. En pocos años, semanas, días u horas, el mundo empeoró porque el enemigo tiene urgencia. La pregunta que me hago es: ¿Estamos trabajando con la misma urgencia o incluso con una mayor? Miremos el tamaño de nuestros retos a la luz de una iglesia que está preparando a un pueblo para encontrarseo con el Señor:

De las 13.540 lenguas existentes en el mundo, 12.665 aún no han sido alcanzadas por el mensaje adventista.

De los 229 países del mundo, estamos presentes en 204. Todavía nos faltan 25. 

El mundo está creciendo a un promedio de 90 millones de personas por año, y la Iglesia Adventista llega a casi un millón en el mismo período. 

El reto es aún mayor en las grandes ciudades: 

¿Cuántas ciudades aún faltan ser conquistadas? ¿Cuántos barrios de estas grandes ciudades? ¿Cuántos grupos poblacionales? 

¿Cuántos están fuera de la iglesia necesitando ser rescatados? ¿Cuántos miembros de iglesia todavía tienen que poner el corazón en la misión? 
Si Satanás tiene prisa de destruir; si Jesús tiene prisa de regresar; entonces ¿Tenemos nosotros prisa por salvar a otros?

Dios nos ha dado grandes bendiciones y ha abierto grandes puertas a través de movimientos misioneros sin precedentes, pero él está esperando que andemos más rápido. No debemos trabajar para que Cristo vuelva en los próximos 150 años, sino para que venga mañana. No podemos tratar nuestra misión como si fuera algo más en la vida de la iglesia. Necesitamos priorizarla, y hacer que todos los miembros participen en la misión. Debemos hacer grandes movimientos para lograr grandes resultados. Necesitamos crecer mucho en cantidad, pero también con calidad. Apresuremos nuestra misión con el fin de ver el regreso de Cristo en nuestra generación.

CONCLUSIÓN

Necesitamos un cambio. La mayoría de las personas nos quejamos de todo pero nos acobardamos a la hora de actuar. Asumo que es un asunto cultural. Solo demandamos. Queremos que el mundo cambie pero nos negamos a dar el ejemplo siendo parte de ese cambio. Precisamos fortalecer la sensación de mayor prisa. Darnos prisa para consolidar una vida espiritual consistente, recibir la lluvia tardía, anunciar el regreso de Cristo, cumplir con la misión, conquistar a las multitudes para el Reino de los cielos.

Elena de White nos advierte:
"Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. ¿Y dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios por ellos?" PP, 135.

Cada día, miles están muriendo y ya no podremos alcanzarlos más. No podemos perder el tiempo. Dios pide urgencia. 

¿Dónde están las voces? ¿Dónde están las manos? ¿Dónde están los intercesores? ¿Podrá Dios contar contigo?

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