"Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro." (Lucas 7:40).
INTRODUCCIÓN.
Hoy iniciamos con el tema títulado: "Una cosa tengo que decirte".
Son palabras que Jesús dirigió a Simón el fariseo y leproso, con el propósito de dar paz para su vida. Te invito a que nos acompañes cada noche e invites a tus familiares, amigos, y vecinos para que juntos compartamos y experimentemos el gozo de una paz transformadora.
El profeta Isaías dijo: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha con ado” (Isaías 26: 3).
Lamentablemente, el pecado ha destruido nuestra paz. Pero no te olvides; Jesús quién aquietó la furiosa tormenta en el mar de Galilea, es el mismo que puede traer paz a tu alma. Sólo tú tienes que clamar: “Señor sálvame” y al momento encontrarás; liberación, gracia, reconciliación, amor, paz y descanso.
Jesús antes de dejar a sus discípulos los alentó diciendo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. “(Juan 14: 27).
La vida del Salvador sobre la tierra, aunque vivida en medio del conflicto, era una vida de paz. Así también el corazón que está en armonía con Dios es partícipe de la paz del Cielo, y difundirá su bendita influencia a su alrededor.
Elena G. de White dice: "El espíritu de paz descansará como rocío sobre los corazones cansados y cargados con la lucha mundanal." ST 27/12/1905.
UNA COSA TENGO QUE DECIRTE, PARA QUE TENGAS PAZ EN TU VIDA.
Jesús, siempre se acercó a las personas pero, de una manera especial se acercó a publicanos, rameras y pecadores. Aunque frecuentemente comía con ellos, no era cómplice de sus pecados, desafortunadamente se ganó el sobrenombre de “amigo de publicanos y pecadores” (Mat.11:19). Fue amigo de ellos porque los amó y les ayudo a traer paz a sus vidas.
Jesús, utilizó la palabra “amigo” para referirse a lo que hoy nosotros consideraríamos; un “camarada” un “socio” un “compañero”.
Jesús le dijo “amigo” al hombre que entró a la esta de bodas sin la ropa apropiada (Mat. 22:12). Le dijo: “amigo” al hombre que se disgustó porque creía que el pago de su salario era injusto (Mat. 20:13).
Dijo: nuestro “amigo” Lázaro duerme; más voy a despertarle (Juan 11:11).
Aún a Judas le dijo: “amigo”, cuando entregó a Jesús. En esta ocasión no mencionó por su nombre para guardar su identidad (Mat. 26:50).
Jesús también dijo a sus discípulos; vosotros sois mis “amigos”......ya no les llamaré siervos, sino que os he llamado amigos (Juan 14:14,15).
Con mucho acierto el sabio dijo: “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.” (Prov. 18: 24.).
Dando énfasis que el “amigo” siempre estará a tu lado y aun en las dificultades no nos abandonará.
1. Jesús en Capernaúm, en la casa de su amigo Leví. (Luc. 5:27- 33).
Un día Jesús fue a Capernaúm (Mateo 9:9), al pasar por la puerta de la cuidad vio a un publicano (cobrador de impuestos), cuando Jesús vio a Leví que estaba sentado al banco de los tributos públicos, lo primero que hizo fue amarlo, después se compadeció de él y luego lo llamó.
Se dice que Levi, era una persona educada porque conocía bien el griego y el arameo, además era una persona con cierto conocimiento académico por eso había sido contratado por Herodes Antipas.
Lamentablemente por ser cobrador de impuestos, era odiado por la mayoría de los habitantes de Capernaúm, porque creían que Leví cobraba los impuestos de la tierra que pertenece a Jehová para entregarlo al imperio pagano.
Cuando el doctor Lucas dice; que Jesús vio a Leví, está usando el sinónimo de “contemplar”, “mirar con atención”.
Cristo observó intensamente a Leví como si estuviera estudiando su carácter. Una vez que estudió su carácter, lo llamó por su nombre y le dijo: Leví, “sígueme”.
Admiro la actitud de Levi. La historia continúa diciendo: "Y dejándolo todo, se levantó y le siguió" Lucas 5:28.
Cuando Jesús llamó a Leví, este no puso ningún pretexto o excusa; al instante dejo todo y no volvió a su negoció.
Si Jesús te mirara y te llamara por tu nombre y te dijera “sígueme” ¿Cuál sería tu respuesta?
Leví una vez que fue amado, llamado y aceptado, lo primero que se le ocurrió fue hacer una fiesta en honor a Jesús y sus discípulos. A ese banquete fueron invitados sus amigos, y los anteriores asociados cobradores de impuestos (publicanos), escribas y fariseos. (Mar. 2:14-17).
En esa comida Leví dijo a los presentes: “Hoy dejo de ser cobrador de impuestos, y ahora me convertiré en seguidor de Jesús”
Esta decisión de seguir a Jesús fue muy criticada por los presentes,quienes murmuraban contra Levi diciendo; ¿Cómo va a dejar su trabajo? ¿De qué va a mantener a su familia?
Al ver que Leví estaba bien decidido, y que nada lo desanimaría, empezaron a criticar a Jesús diciendo: "Este no sabe a quién acepta como su seguidor."
Una persona inconforme nada le gusta y a todo le encuentra defecto.
Hoy debemos agradecer a Jesús por el llamado que Jesús le hizo a Leví-Mateo, invitándolo a abandonar una vida de actividad comercial al servicio de Roma, porque así como llamó a Leví hoy también te puede llamar a ti.
Gracias a ese llamado hoy tenemos el evangelio de Mateo, que habla de un hombre transformado por la gracia de Cristo Jesús.
Gracias Jesús, porque cuando viste a Leví Mateo y lo llamaste no miraste en él lo que era, sino lo que podía llegar a ser, una vez transformado por tu gracia.
Bien dijo el escritor alemán Goethe, “Si usted trata a una persona como es, permanecerá como es pero si se trata como debería y podría llegar a ser, se tornará en una persona más grande y mejor”.
2. Jesús en Jericó, en la casa de su amigo Zaqueo. (Lucas 19: 1-10)
Un día, Jesús llegó a otra aldea llamada Jericó, allí vivía y trabajaba Zaqueo, quién también era jefe de los publicanos (cobradores de impuestos).
Este hombre además de ser jefe era muy rico (Luc. 19:1-10).
Jericó era conocida por sus cobradores de impuestos. Era un lugar donde cualquier judío podía convertirse en traidor de su propio pueblo, pasarse a los romanos y de esa forma gozar de una vida regalada. Jericó era un lugar donde el que quería se hacía rico, porque recibía una porción de los impuestos que recolectaba. Mientras más recolectaba, más grande era su porción, y si al calcular su parte era además fraudulento, mayor era el incremento de sus riquezas. De esa clase de hombres era Zaqueo.
La historia de Zaqueo es interesante, porque ilustra y establece la misión de Jesús.
Zaqueo tenía el deseo intenso de ver a Jesús. Este publicano había oído que Jesús iba a venir a la ciudad. Y Antes de que Jesús fuera a Jericó el Señor ya había enviado a su Espíritu para que tocara el corazón de Zaqueo.
El relato dice que Zaqueo deseaba ver quien era Jesús. No dice que deseaba ver lo que hacía o lo que decía. Deseaba ver quién era. Estaba interesado en llegar al corazón del asunto.
Una cosa es saber algo acerca de lo que Jesús dijo; otra cosa es conocerlo. Al buscar a Jesús, Zaqueo se olvidó de sí mismo. Sin embargo también quería pasar desapercibido. Entonces pensó mezclarse entre la multitud y así tratar de ver el rostro de Jesús.
Zaqueo al principio sólo quería mirar a Jesús de lejos, por temor a ser rechazado. Quiero decirte que el temor es normal en toda persona.
Te acuerdas cuando prendieron a Jesús y le condujeron a la casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos (Lucas 22:54), por falta de valor para manifestarse abiertamente como seguidor de Jesús. Cuando Jesús murió, a la distancia estaban allí muchas mujeres mirando de lejos (Mateo 27:55), también miraban sólo de lejos por temor. En el caso del hijo prodigo, cuando decidió ir a su padre; cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó (Lucas 15:20).
En el caso de Zaqueo al principio quería mirar solo de lejos, pero al final se dio cuenta que actuar de esa forma no funcionaba, porque se encontró con dos problemas.
Primer problema. La multitud era su obstáculo. Curiosamente aquellos que querían ver a Jesús con entusiasmó y fervor eran los culpables de bloquear la visión de Zaqueo.
Segundo problema. Provenía de él mismo, porque era pequeño de estatura. Así que buscó de una forma rápida y de forma creativa una solución. Averiguo porqué camino pasaría, entonces se adelantó rápidamente y se subió al sicómoro.
Como notamos, Zaqueo creyó que era el único que quería encontrarse y ver a Jesús, por lo tanto ignoró a los demás. Mientras Jesús iba por el camino parecía indiferente, pero al llegar debajo del árbol; Jesús miró hacia arriba lo vio, y lo llamo por su nombre.
“Mirar hacia arriba” es una figura bíblica que significa mirar las cosas del cielo y de Dios.
El apóstol Pablo nos invita a mirar hacia arriba para ver a “Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col. 3:1). Porque mirar hacia arriba significa en primer lugar, buscar a Cristo para mantener una verdadera comunión.
Cuando Jesús llegó debajo del sicomoro miró hacia arriba. Le vio y le dijo: Zaqueo date prisa, desciende, porque hoy es necesario que yo pase la noche en tu casa. Al invitarse a la casa de Zaqueo. Jesús estaba simplemente aceptando la invitación que ya la había hecho éste en su corazón.
Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Es importante destacar que Jesús le dice que era necesario ir a su casa (Luc. 19:10).
Jesús le estaba facilitando la tarea de descender de su árbol; físico, material y espiritual.
Jesús sabía que un hombre rico de la posición de Zaqueo seguramente tenía amplias comodidades para recibir visitas, y Jesús sabía que Zaqueo no se sentiría molesto aunque las visitas le llegaran inesperadamente. Siendo que Zaqueo había deseado ardientemente tener la oportunidad de ver a Jesús (Luc. 19: 3), se sintió muy honrado y satisfecho al tener el privilegio de recibir en su casa al gran Maestro.
Jesús fue a la casa de Zaqueo, con el propósito de instruirlo en el camino del reino, y que gozará del privilegio de la salvación (Luc. 19:9,10) y logró su objetivo.
En ese día estaban presentes muchos habitantes de Jericó a quienes Zaqueo o sus agentes les habían robado, y que lo consideraban como ladrón. “Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador” Lucas 19:7
Las personas cada vez que usan la murmuración, lo hacen con la intención de desanimar a la persona, si no lo logran ahora dan el siguiente paso; gritan para callarlo, si no logran nada, ahora amenazan y están listos para golpear a la persona,
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús dijo a los presentes: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham (Luc. 19:8,9)
Zaqueo había comenzado a devolver sus ganancias fraudulentas (Luc. 19:8); y ahora se propuso restituir leal y sistemáticamente todo lo que había obtenido ilícitamente. Lo devolvería por cuadruplicado. Esta cantidad superaría lo que los sacerdotes, escribas y fariseos exigirían.
El devolver cuatro veces lo robado era uno de los castigos extremos (Éxo. 22: 1). La suma que debía devolverse era, por lo general, el doble de lo robado, si la propiedad o el dinero robado se hallaban en poder del ladrón (Éxo. 22: 4, 7).
La cantidad que Zaqueo prometió devolver era la mejor evidencia posible de que su corazón había experimentado un cambio. ¿Qué estás dispuesto a devolver?
Con la historia de Zaqueo podemos aprender cinco lecciones importantes:
1) Todos tenemos a un salvador personal, que en medio de toda la multitud se dirige a una persona y la llama por su nombre.
2) En Cristo tenemos un Salvador que siempre toma la iniciativa, que no espera ser invitado.
3) Cuando Jesús llega a tu hogar, siempre traerá gozo y felicidad.
4) Cristo siempre transforma nuestras vidas y santifica nuestro ser. Solo con la presencia de Cristo, Zaqueo, abandona su egoísmo.
5) En Cristo siempre tendremos un salvador poderoso. Haciendo lo imposible, pasando al camello publicano por el ojo de una aguja.
3. Jesús en Betania, la casa de su amigo Simón el leproso. Llegamos al personaje central de nuestro tema. En esta ocasión, Jesús llegó a Betania seis días antes de la Pascua, y de acuerdo con su costumbre había buscado descanso en la casa de Lázaro. Pronto se difundió la noticia que pasaría el sábado en Betania. Muchos se dirigieron a Betania, algunos llevados por la simpatía para con Jesús, y otros por la curiosidad de ver a Lázaro al que había sido resucitado unos meses antes.
Estando Jesús en Betania, es invitado por simón el fariseo quien había sido leproso. Simón físicamente era fácil de reconocerlo porque en su rostro llevaba las cicatrices, visibles de la lepra y evidencias suficientes para no olvidar su pasado. Simón, preparó un banquete y decidió invitar a Jesús como su invitado de honor, dicha invitación era para expresar su gratitud por haberlo curado de su lepra (Mateo 26: 6; DTG, 511).
Una vez estando en la casa de Simón, Jesús se sentó a la mesa (Mar 2: 15).
Esa tarde era muy especial. Simón estaba a un lado de Jesús y Lázaro al otro para participar de la cena (DTG, 512). Mientras participaban de la cena, María de Betania, o también conocida María Magdalena vino discretamente trayendo un perfume “de nardo puro de mucho precio” (Marcos 14: 3; Juan 12: 3), el regalo era tan valioso, digno de los reyes de la tierra, y que para María representaba un gran sacrificio personal (DTG, 513, 517).
María en esa tarde ungió, abrazó y besó los pies de Jesús con un perfume costoso (Lucas 7: 38). Abrazar y besar los pies de una persona era una demostración enteramente apropiada y respetable que significaba aprecio por una persona (Mateo 28: 9).
Al ver que Jesús no dice nada y permitir que María lo tocará, Simón no podía creer lo que estaba mirando. Su orgullo de fariseo se había ofendido. Miró a su alrededor y pensó que muchos de sus huéspedes estaban mirando a Jesús con desconfianza y desagrado.
Entonces, Simón llegó a la conclusión de que Jesús no podía ser el profeta, predicho por Moisés (Deut. 18: 15; Juan 1: 21), porque si lo fuera, pensaba él, Jesús sabría, qué clase de mujer era María.
Entonces, pensando en ella, le dio un sobrenombre; “esta es pecadora” (Luc.7:39).
En silencio criticó a Jesús, Simón pensó: ¿Por qué Jesús permite que esa mujer realice su acción de gratitud sin reprenderla?
Jesús, conocía bien las intenciones del corazón de María y de Simón. Lo que Simón no sabía es que Jesús conocía no sólo su pasado sino aun conocía lo que él estaba pensando en ese instante.
El evangelio de Juan registra que Jesús: “No tiene necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabe todas las cosas” (Juan 2:25). “Y él sabe todas las cosas” (Juan 3:20).
“A Dios le es manifiesto lo que somos” (2 Corintios 5:11).
Jesús, entonces llamando la atención a Simón le dice: "Una cosa tengo que decirte”. Y él le dijo: Di, Maestro."
Simón pensaba que Jesús le iba a agradecer o felicitar por la invitación que le hizo, por eso respondió prestamente diciendo: Di, maestro.
Pero Jesús iba a responder a una pregunta que Simón se hacía en silencio.
Jesús le presenta la parábola del prestamista y los dos deudores (Luc. 7: 41-43). Uno debía quinientos denarios (1.947,5 Kg de plata) en moneda romana.
Recordemos que el salario de un jornalero era un denario por día (Mat. 20: 2). Por lo tanto la deuda era enorme, y difícil de pagar. El otro debía cincuenta denarios, pero como los dos no tienen para pagar la única alternativa era venderlos como esclavos (Mat.18:25) para pagar su deuda, pero el prestamista sin dudar les perdonó la deuda a los dos.
Los dos deudores de esta parábola representan a Simón y María. Cada uno tenía una deuda de gratitud que nunca podrían pagar. En ese momento Simón se sentía más justo que María, y Jesús deseaba que viese cuán grande era realmente su culpa.
Jesús deseaba mostrarle que su pecado superaba al de María en la medida en que la deuda de quinientos denarios excedía a la de cincuenta (DTG, 520-521).
Entonces Jesús le pregunta a Simón ¿Cuál de ellos le amará más?
Jesús ama a los dos, pero hay uno que le ama más. Sin dudar Simón respondió: pienso que le va amar más al que le perdonó más (Luc. 7:42).
Y Jesús le dijo: Rectamente has juzgado. Con esta respuesta, Simón dictó su propia sentencia.
Simón ahora empezó a verse a sí mismo. Cristo había leído el corazón. Apenado de vergüenza, comprendió que estaba en la presencia de uno que era superior a él.
Entonces, Simón fue conmovido por la bondad, agradeció a Jesús al no censurarle abiertamente delante de los huéspedes, porque sabía que era culpable del pecado de la mujer a quien ahora despreciaba.
Y Jesús vuelto a la mujer le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer?
Ahora Cristo enumeró tres oportunidades que Simón había tenido, desde que Jesús llegó a su hogar pero creyendo que no era necesario, lo pasó por alto.
1. No me diste agua (Luc.7:44). Pero María ha lavado mis pies con lágrimas y lo ha secado con sus cabellos.
2. No me diste beso (Luc 7:45). Pero María, a la que tú desprecias, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
3. No me diste aceite (Luc.7: 46). Simón tú no has gastado ni siquiera en el aceite de oliva común usado en palestina para ungir mi cabeza, pero María ha derramado del perfume o ungüento más caro y lo ha derramado no en mi cabeza, sino a mis pies (Luc.7:37).
Jesús dijo; María no ha cesado. Lo que ella hace lo hace de una manera constantemente. Simón tu hospitalidad es insignicante en comparación con la ilimitada gratitud de María. Simón fue hospitalario, pero podría haber hecho más de lo que hizo. Jesús le dijo que hay una gran diferencia en el motivo de hacer las cosas. Este contraste reflejaba la actitud del corazón de cada uno. María ejecutó su acto de gratitud no como una obligación, sino como expresión de un corazón desbordante de amor y gratitud.
LLAMADO
Apreciado hermano, es probable que en algún momento de tu vida has actuado como Simón, pero hoy damos gracias a Dios porque Jesús te ofrece el perdón. En este día el Señor también te está mirando y te está llamando por tu nombre y te dice; “Una cosa quiero decirte” para que tengas paz en tu vida.
A Leví Mateo le dijo: “sígueme” este levantándose le siguió, para no volver jamás al mismo lugar. ¿Responderás como lo hizo Leví Mateo?
Jesús en esta hora te dice; “Una cosa quiero decirte” “apresúrate porque hoy quiero entrar en tu casa” ¿Lo recibirás como Zaqueo”. Entonces Zaqueo descendió a prisa y le recibió gozoso.
Jesús en esta hora te dice; “Una cosa quiero decirte” ¿Responderás como Simón el fariseo? "Dime, Señor."
Querido ¿Qué quiere el Señor de ti?
Recuerda el Señor conoce lo que pensamos y sentimos a cada momento. Él ya sabe tu decisión, pero los que estamos aquí presentes no lo sabemos, por eso es necesario invitar, y llamar a las personas.
Simón al invitar a Jesús a una cena, nunca se imaginó que en ese día su vida sería transformada y en esa hora llegará la paz para su vida. Aunque Simón se consideraba un discípulo de Jesús, pero hasta ese momento no le había aceptado como Salvador personal. Como consecuencia su carácter no había sido transformado; y sus principios no habían cambiado (DTG. Pág. 512).
Es probable que tú ya vienes a la iglesia con regularidad, convives con la hermandad, prácticas algunos principios. Quiero decirle has tomado la mejor decisión. Pero en esta hora el Señor te mira y te llama por tu nombre y te dice: “Una cosa quiero decirte”
Te invito a que le digas al Señor:
Señor, Hoy quiero decirte; seré diferente.
Señor, hoy quiero decirte; seré feliz.
Señor, hoy quiero entregar mi vida a ti.
Señor, hoy quiero bautizarme.
Jesús dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mat. 16: 24).
Aunque esta palabras fueron dirigidas a los discípulos (Luc. 9: 23). También hoy se aplican a nosotros.
Entonces debes tomar tu cruz, es decir, asumo la responsabilidad que acompaña al discipulado, La cruz no era un instrumento judío, sino romano, que servía para ejecutar a los criminales.
En los días de Cristo la cruz era bien conocida en Palestina. Un criminal condenado a morir crucificado, tomaba literalmente la cruz en la que sería crucificado, que llevaba hasta el lugar de la ejecución. Jesús se está refiriendo a esta costumbre. La persona debe estar dispuesto a hacer frente a la misma muerte (Mat.16: 21-22).
En el evangelio de Lucas, Cristo presentó la idea de que los discípulos debían tomar su cruz “cada día” (Luc. 9: 23), es decir debían consagrarse a la vida de servicio a la cual habían sido llamados. El evangelio de Mateo dice; “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mateo 10:38).
¿Quieres ser un discípulo de Jesús? entonces hoy debes hacer dos cosas: Tomar la cruz de Cristo y seguir a Jesús, porque el que no hace esto no es seguidor de Jesús.
Hay personas que buscan a Jesús, lo encuentran, y hallan la satisfacción suprema de la vida. Pero lamentablemente hay quienes lo buscan, lo encuentran y no lo siguen.
En esta hora el Señor te dice: Una cosa tengo que decirte: Sígueme y podrás responder; ¡Si Maestro!
Deseo orar por los amigos que están aquí, vengan por favor. Si hay un hermano que también desea reconsagrar su vida al Señor no lo dudes ven a Jesús.
Muy interesante me llamo mucho la atencion Dios te bendiga por compartir esta preciosa enseñanza adelante en el Señor
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