En nuestro estudio de esta semana consideraremos los diferentes nombres que Dios asumió para revelarse a los hombres. Cada nombre nos mostrará una faceta de su carácter, de lo que Él hizo en el pasado y lo que sigue haciendo a favor de sus hijos.
Por ahora, les invito a percibir al Dios Creador y “Poderoso”: que hizo todo lo que existe, es capaz de suplir todas nuestras necesidades, resolver todos nuestros problemas y poner en orden el caos de nuestra vida. El Dios que tiene poder para recrear ese cuerpo enfermo o devolver la vida al moribundo, quien también puede darle nueva vida a esos sueños e ilusiones perdidos.
Lectura Bíblica:
Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)
1a Faceta del carácter de Dios y la develación de un nombre:
PODEROSO CREADOR: Elohim
“Elohim” es el nombre de Dios y se encuentra en la primera frase de la Biblia. “Elohim” es el plural de “El” o “Eloah”, una de las denominaciones más antiguas para la divinidad. Se utiliza “El” más de 200 veces en la Biblia hebrea, Elohim se utiliza más de 2,570 veces. Su forma plural se emplea para enfatizar la majestad del único Dios verdadero. Es el Dios de dioses, el mayor de todos.
Los cristianos también pueden reconocer en esta forma plural una insinuación de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Elohim se encuentra 32 veces en el capítulo primero de Génesis. Después de esto, también se encuentra el nombre Yahvé que a menudo acompaña a Elohim y, en la NVI, los dos nombres juntos se traducen como el Señor Dios.
Si Elohim se considera como derivado de “El”, su significado original sería “el fuerte”; o “el más importante”, o “estar al frente” o “el poderoso”, o “ser poderoso” o finalmente “Aquel que uno anhela”, “El que es la meta de toda aspiración y esfuerzo humanos”, “A quien uno recurre en la aflicción o cuando necesita guía”, “al que uno se acoge estrechamente”, dando la idea que es Elohim a quien el ser humano recurre en busca de protección y refugio.
Leamos Génesis 1 sustituyendo el vocablo Dios por Elohim: “el fuerte”; o “el más importante”, “el poderoso”, “Aquel que uno anhela”...
EL PODEROSO (Dios) en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu del FUERTE (Dios) iba y venía sobre la super cie de las aguas. Y dijo EL MÁS IMPORTANTE (Dios): ¡Que exista la luz! Y la luz llegó a existir. AQUEL QUE UNO ANHELA (Dios) consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas. A la luz la llamó día, y a las tinieblas, noche. Y vino la noche, y llegó la mañana; ese fue el primer día.
Y dijo EL PODEROSO (Dios) ¡Que exista el firmamento en medio de las aguas, y que las separe!. Al firmamento lo llamó cielo.
Y dijo el FUERTE (Dios): Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar, y que aparezca lo seco! A lo seco EL MÁS IMPORTANTE (Dios) llamó tierra, y al conjunto de las aguas lo llamó mar.
Y dijo AQUEL QUE UNO ANHELA (Dios) ¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den fruto con semilla, todos según su especie.
Y dijo EL FUERTE (Dios): ¡Que luces en el firmamento que separen el día de la noche!
Y dijo EL MÁS IMPORTANTE (Dios): Que rebosen de seres vivientes las aguas, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del rmamento.
Y dijo EL PODEROSO (Dios): Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes, y reptiles, según su especie!
Y dijo: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.
Y AQUEL QUE UNO ANHELA (Dios) creó al ser humano a su imagen, lo creó, y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla, dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo. EL PODEROSO (Dios) miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. (Génesis 1).
Análisis del nombre Elohim
El “Elohim”: El Poderoso_ es presentado en el Génesis como el Creador.
Moisés desarrolla la historia de la obra creadora del Poderoso en un hermoso himno o poema que no pretende probar ninguna verdad ni tiene interés científico. El relato se escribe 1500 años antes de Cristo mientras los hebreos eran sometidos y maltratados en Egipto. Ellos enfrentaban esa atmósfera donde se respiraba un aire de fracaso, derrota, horizontes cerrados y desconfianza.
Lo que era todavía más peligroso, desde el punto de vista religioso, es que se gestaba un ambiente de recelo hacia el Poderoso y hasta una cierta sospecha de que Él y sólo Él era el responsable, no sólo de los males pasados, sino también de los presentes.
En esos momentos de tragedia, lo que Israel necesitaba no eran instrucciones científicas o arqueológicas para probar a Dios como el Creador. El dolor y la agonía de los esclavos exigían probar que el Poderoso mantenía el control del pasado y del futuro, que la tragedia del presente podría ser transformada en sus manos.
Se necesitaban principios coadyuvadores para entender los siglos de historia vivida evitando hundirse completamente en la crítica situación que atravesaban.
Con el relato de la creación en forma poética se inculca en la mente de los creyentes la idea que, desde el principio, Dios había creado todo con gran armonía y bondad, por lo tanto no hay en la mente de Dios ningún propósito negativo.
El poema expone un esquema de siete días literales. Dios crea todo cuanto existe en seis días y el séptimo lo consagra al descanso, lo cual también debe ser imitado por el pueblo. Varios elementos se repiten en el poema con la intención de quedar bien impreso en la mente del creyente.
No solo se trata de una teoría sobre la formación del mundo ni sobre la aparición de vida y las especies en él; hay razones mucho más profundas y serias que impulsan el sentido en la narrativa de la creación.
El pueblo de Dios está viviendo una encrucijada histórica: Ellos piensan que el “Poderoso”, su Dios, ha sido derrotado, y ha perdido la capacidad de librarlos aunque le clamen. Sus opresores los empujan a aceptar la atractiva religión egipcia con su culto y sus ritos.
Para esas almas esclavas, el poema del relato de la creación es toda una instrucción, un canto a la resistencia que invita a mantener firme la fe en el Poderoso y Verdadero Dios de Israel.
Al repasar el poema o el canto de la creación notamos lo siguiente:
1. La creación es fruto de la bondad absoluta de Dios: Mientras en los mitos y orígenes de los pueblos vecinos la creación está enmarcada en disputas y enfrentamientos violentos entre las divinidades, aquí aparece una Omnipotencia creadora cuya Palabra única va haciendo aparecer cuanto existe con la nota característica de que todo es “bueno”.
2. La obra creadora del Poderoso introduce el orden en un ambiente desorganizado, y llena el vacío: El Creador, al hacerse presente, implanta luz vivificante en medio de la densa oscuridad del caos inicial.
3. En la creación el agua se somete a la voluntad del Poderoso: Los pueblos paganos adoraban el agua, le temían, y hacían rituales para calmar su ira incontrolable. Las naciones paganas concebían el agua como una deidad y al mismo tiempo la consideraban como vertedero de deidades. Suponían que todo ser que vivía en el agua era una extensión de algún dios.
El hecho que el Poderoso Creador estableciera una expansión en medio de las aguas evidenciando poder manipularla a su voluntad, era como un recordatorio a los desconfiados hebreos que el Poderoso tiene el control de lo que ellos estaban considerando como superior y temible.
4. En la creación, todo obedece a un plan armónico cada elemento cumple una función determinada: Los astros iluminan el día o la noche como señal del tiempo y el cambio de las estaciones; es decir: cada criatura está para servir al ser humano, no a la inversa. Ello contrasta con la percepción de otras religiones, entre ellas la babilónica, donde astros y animales eran adorados como divinidades, ante los cuales muchos inmolaban incluso a sus hijos. Jamás esta nalidad estuvo presente en la mente creadora de Dios.
5. Se da otro paso más en la toma de conciencia respecto a la relación de Dios con el ser humano y el mundo: Al resaltar la responsabilidad propia del hombre y la mujer en este conjunto armónico creado por Dios mediante su Palabra no es fortuito el hecho de que el ser humano, hombre y mujer, sea lo último que Dios crea en el orden de días que va marcando nuestro poema. Al ambiente de injusticia, desigualdad y dominación por parte de quien se cree amo y señor del mundo, se contrapone este nuevo elemento de resistencia: Dios crea al hombre y a la mujer a su propia imagen y semejanza, los crea varón y mujer para que administren conjuntamente su obra en igualdad de responsabilidades.
6. Su imagen y semejanza con Dios era el proyecto propio del ser humano como pareja: Conservar cada día esa imagen y semejanza manteniendo la delidad al proyecto armónico y bondadoso del principio, sin dominar a los demás ni someter a tiranía a los débiles ni al resto de la creación.
7. En la creación hay orden y armonía, no sólo porque es fruto de la Palabra creadora de Dios, sino porque Él mismo ratificó esa armonía y esa bondad con su bendición, algo que es exclusivo de Él y que aquí es también todo un mensaje esperanzador para enfrentar la dura situación de sometimiento en que se hallaban los israelitas.
8. Finalmente, el descanso sabático es una nueva invitación a la resistencia contra el poder opresor, que hoy cobra gran vigencia.
Ni siquiera Dios en su actividad creadora omitió este aspecto del descanso.
El ser humano no puede convertirse en un agente de trabajo y producción; el descanso también forma parte de la armonía y finalidad de la creación y, por tanto, está incluido en la imagen y semejanza de su Creador que el ser humano lleva en sí.
Otra alusión al nombre Elohim, la encontramos en medio de distinto caos y oscuridad total, ya no en el origen del universo, sino en el origen de un nuevo pacto. También era una situación de esclavitud como la de los hebreos. Un poder superior terrenal tenía al mundo esclavizado en la más completa oscuridad. Aquel viernes, “...hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena” Mateo 27:45.
Sí, el mundo estaba sumido en total tenebrosidad. Jesús se encontraba en ese momento en la parte más lóbrega de su camino. Él había pisado ya el lagar durante horas, y la salvación de los hombres estaba casi consumada. Había alcanzado el punto culminante de su angustia. Su doloroso lamento procedente de lo más profundo del abismo de la miseria fue: Elí, Elí, lama sabactani” (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”) (Mateo 27:46). Jesús utilizó una modalidad del nombre Elohim, en la oración que pronunció al agonizar en la cruz. Esta angustia del Salvador por nosotros, no se puede medir ni pesar, como tampoco el pecado que la motivó, o el amor que la soportó.
Las aflicciones emocionales constituyen las peores miserias mentales.
Un hombre puede experimentar una gran depresión de espíritu acerca de las cosas del mundo; más podrá soportar, si está convencido que tiene a su Dios a quien acudir.
Es como estar abatido, pero no desesperado. Como David se preguntará: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle.”
Si el Señor se tardara en responder alguna vez, si la luz del consuelo de su presencia se oculta aunque sea por una hora, hay un tormento dentro del pecho que sólo puede ser comparado con la presencia de la muerte. Este es el mayor de todos los pesos que puede presionar al corazón. Esto condujo al Salmista a suplicar: “No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo.” Podemos aguantar mientras el cuerpo se desangra, y aun soportar un espíritu herido; pero la condición de un alma que cree que Dios lo ha abandonado es insoportable, más allá de toda concepción.
Aunque Jesús podía decir: “el Padre está conmigo,” era, sin embargo, cierto que Dios decidió no actuar a favor del Hijo. No era una falta de fe de su parte que le condujo a imaginar algo que no era un hecho verdadero.
A nosotros nos falla la fe, y entonces pensamos que Dios nos ha desamparado; pero la fe de Jesús no vaciló ni un instante, pues Él repite dos veces: “Elí, Elí” “Dios mío, Dios mío.”
En los momentos de supremo apuro, el Hijo clama al Poderoso por auxilio. El Hijo sabe del poder del Elohim. Sabe que puede intervenir y liberarlo del peso de la angustia letal. Él sabe que sólo Elohim puede liberarlo de la muerte.
Dios no tiene la costumbre de dejar a sus hijos en el momento de la muerte; entre su gran debilidad y dolor lo encuentran siempre cerca. Debido a la presencia de Dios somos motivados a exclamar: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”
Hemos entendido que aunque nosotros nos alejemos, el Señor nunca está ausente de su pueblo en la hora de la muerte, o en el horno de la aflicción.
De aquellos tres hebreos en el horno leemos que el Señor no se hizo visible para ellos sino hasta que caminaron en el fuego; fue ahí donde el Señor decidió encontrarse con ellos.
Conclusión:
Al reflexionar en Dios quien se ha manifestado como “el Poderoso”, o “el Fuerte”; o “el más Importante”, o “A quien uno recurre en la aflicción o cuando necesita guía”, o “Al que uno se ampara estrechamente”, no podemos menos que agradecer por la forma en la que Él quiso manifestarse a los seres humanos débiles y vulnerables. Decidió presentarse de esa forma para asegurarnos que podemos acercarnos a Él en busca de ayuda.
Cuando la vacuidad del corazón se hace tan profunda y la vida pareciera no tener sentido, Dios puede llenar ese espacio vacío del alma y darle un nuevo propósito a nuestra existencia.
Cuando nuestra existencia se haya convertido en un caos sin retorno, y los pedazos de nuestra vida sean un desbarajuste, el Poderoso Elohim puede poner todo en orden, puede tomar cada pieza de nuestra vida y reestructurarla de nuevo.
Cuando la oscuridad cubra nuestra vida y las tinieblas envuelvan nuestro futuro, la presencia del Poderoso Elohim iluminará cada espacio de nuestro ser y hará del futuro algo tan claro que nuestros miedos se disiparán y podremos continuar avanzando por la vida.
Cuando el quebranto de nuestra salud nos sacuda, y la degeneración de nuestro cuerpo nos conduzca al valle de muerte, el Poderoso Creador tiene el poder para devolvernos la salud incluso la vida.
El Creador decidió presentarse como “Poderoso” para asegurar a sus frágiles hijos que el tiene la solución a nuestros problemas y puede satisfacer nuestras necesidades.
El nombre de Elohim, es para recordarnos que en sus manos poderosas, nada ni nadie puede arrebatarnos.
Agradezcamos a Elohim, el Poderoso, y el próximo sábado, hagamos evidente nuestra gratitud con una generosa ofrenda de adoración.
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