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El fruto del Espíritu es benignidad y bondad - Los frutos del Espíritu



EL FRUTO DEL ESPIRITU ES BENIGNIDAD Y BONDAD

INTRODUCCIÓN:

Hoy estudiaremos dos temas en uno. La benignidad y la bondad están muy relacionadas por eso decidimos tratarlos en un mismo tema. Son frutos muy importantes que no deben faltar en la vida de todo creyente, porque por medio de ellos nos asemejamos más a nuestro Padre celestial. Recordemos que los frutos revelan el carácter de quien lo posee, así como el fruto revela la naturaleza de una planta, estos frutos revelan de quién somos hijos.

¿Qué es benignidad?

La palabra para benignidad en hebreo es jésed, y en griego es jrestótesConsideraremos al mismo tiempo la palabra agathosune. Tiene que ver con amabilidad.

Jrestótes, bondad, bueno, útil, provechoso, satisfacción de necesidades reales en el camino de Dios, en el tiempo de Dios, evita la dureza o la crueldad. Es la inclinación o tendencia a hacer el bien o a pensar bien: Tiene que ver con suavidad, dulzura, actitud de compasión.

La benignidad es contrario a malignidad. Aquí ya podemos contrastar a Dios y al enemigo de las almas. Mientras uno viene para que tengamos vida en abundancia otro viene para destruir y arruinar. Juan 10:10.

¿Qué es la bondad?

Notemos como la Biblia se refiere a Dios. Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Salmos 31:18

El apóstol Pedro nos dice: “Puesto que habéis probado que el Señor es bondadoso” 1 Pedro 2:3

La bondad es la expresión visible del amor.
Por medio de bondad nosotros entendemos y

 reconocemos el amor de Dios.

De la misma manera un esposo, esposa, padre, hermanos que aman, su amor se ve en un trato bondadoso.

El creyente en el hogar actuará con un corazón bondadoso. Su trato será con dulzura y gentileza, porque es la manera como Dios nos trata.

El Señor nos da la siguiente recomendación: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” Colosenses 3:12.

En cambio, un corazón no regenerado es:

Intolerante.
Vengativo.
Lleno de ira.
Es áspero y cruel en su trato, en sus palabras. No está guiado por un corazón bondadoso.

En el rostro de un hijo o hija de Dios se observa dulzura y benignidad en su mirada.

A esto se refiere el apóstol cuando dice: “Estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad y rebosantes de todo conocimiento, de tal manera que podéis aconsejaros unos a otros”. Romanos 15:14

Miremos este consejo que se da a los misioneros, pero no es exclusivo para ellos, después de todo cada cristiano debe ser un misionero. “Como misioneros, tendrán que tratar con toda clase de personas: refinadas y toscas, humildes y soberbias, religiosas y escépticas, educadas e ignorantes, ricas y pobres. No es posible tratar a todas estas mentalidades del mismo modo; y no obstante, todas necesitan bondad y simpatía. Mediante el trato mutuo, nuestro intelecto debe recibir pulimento y refinamiento. Dependemos unos de otros, unidos como estamos por los vínculos de la fraternidad humana." CE, 213.

Veamos el consejo de cómo deberíamos tratarnos los esposos: “Los esposos debieran cultivar paciencia y bondad y es ese amor tierno del uno por el otro que hará placentera y gozosa la vida matrimonial." CJE, 31.

"No tratéis de constreñiros el uno al otro. No podéis obrar así y conservar vuestro amor recíproco... No dejéis penetrar el desacuerdo en vuestra vida conyugal. De lo contrario seréis desdichados ambos. Sed amables en vuestras palabras y bondadosos en vuestras acciones; renunciad a vuestros deseos personales”. HC, 92

“Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo... Sed bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios podéis haceros felices el uno al otro, tal como lo prometisteis al casaros”. HC, 103

“Si revelan un espíritu áspero y crítico están negando a Cristo. Si no son bondadosos, tiernos, longánimes, no son semejantes a Jesús; están engañando sus propias almas. Un espíritu contrario al amor, la humildad, la mansedumbre y la bondad de Cristo, lo niega a Él, cualquiera que sea la profesión." Ev, 459.

“Los hombres pueden hablar fluidamente acerca de doctrinas, y pueden expresar una fe poderosa en las teorías, pero ¿poseen ellos la mansedumbre y el amor cristianos? Ambos esposos debieran cultivar paciencia y bondad y ese amor tierno del uno por el otro que hará placentera y gozosa la vida matrimonial”. CJE, 31.

Ejemplo de bondad:

Los informes propalados por los enemigos de David, habían creado en Mefi-boseth fuertes prejuicios contra él y lo consideraba usurpador; pero la recepción generosa y cortés que le acordó el monarca, y sus bondades continuas ganaron el corazón del joven; se hizo muy amigo de David, y como su padre Jonatán, se convenció de que tenía el mismo interés que el rey escogido por Dios. [PP 770].

Quiero compartirles una par de citas que nos pueden animar por si alguno de nosotros creemos que nos resulta difícil cambiar. 

Quizás algunos aprendimos a ser toscos y enojones. Aunque queramos ser buenos nos gana la herencia y somos duros con otros. 

Dios transformó el corazón de dos personas que si fuera por nosotros no les hubiéramos dado ningún cargo en la iglesia.

“Sin embargo, el carácter de Juan no era perfecto. No era un entusiasta y bondadoso soñador. Tanto él como su hermano recibieron el apodo de “hijos del trueno”. Juan era orgulloso, ambicioso, combativo; pero debajo de todo esto el Maestro divino percibió un corazón ardiente, sincero, afectuoso. Jesús reprendió su egoísmo, frustró sus ambiciones, probó su fe. Pero le reveló lo que su alma anhelaba: La belleza de la santidad,” ED, 79.

“Y Juan pudo hablar del amor del Padre como no lo pudo hacer ningún otro de los discípulos. Reveló a sus semejantes lo que sentía en su propia alma, representando en su carácter los atributos de Dios. La gloria del Señor se expresaba en su semblante. La belleza de la santidad que le había transformado brillaba en su rostro con resplandor semejante al de Cristo. En su adoración y amor contemplaba al Salvador hasta que la semejanza a Cristo y el compañerismo con Él llegaron a ser su único deseo, y en su carácter se reflejó el carácter de su Maestro. HAp, 435.

“Juan era un maestro de santidad, y en sus cartas a la iglesia señaló reglas infalibles para la conducta de los cristianos”. HAp, 446.

La historia de ninguno de los discípulos ilustra mejor que la de Pedro el método educativo de Cristo. “Temerario, agresivo, confiado en sí mismo, ágil mentalmente y pronto para actuar y vengarse, era sin embargo generoso para perdonar Pedro se equivocó a menudo, y a menudo fue reprendido. El Salvador trató a su impetuoso discípulo con paciencia y amor inteligente, y se esforzó por reprimir su engreimiento y enseñarle humildad, obediencia y confianza”. ED, 80

CONCLUSIÓN:

Queridos hermanos se nos llama a actuar con un corazón bueno como el de nuestro Maestro. En el hogar, los esposos, padres y hermanos debemos actuar con dulzura, con bondad, porque así nos asemejamos en carácter a nuestro Dios. 

Recordemos que:

La bondad y dulzura son las expresiones visibles del amor de Dios.
Un trato dulce, con gentileza y con bondad hará de cada hogar un pedacito de cielo.

De nuestro Padre celestial se dice: “La gente celebrará tu inmensa bondad y cantará tu justicia. Clemente y compasivo es el Señor, lento en ira y grande en amor” Salmos 145: 7,8.

Y a nosotros se nos indica lo siguiente: 

“Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo...” Efesios 4:32. 

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