Lectura bíblica: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan. 8:32)
Propósito: Mostrar que, a pesar de ser este un mundo encadenado por el pecado y el dolor, nuestro Dios se complace en dar libertad a sus hijos mediante principios y leyes que los ayudan a sobreponerse a muchas condiciones que el enemigo ha creado para destruir la imagen de Dios en el hombre.
La realidad de la opresión
1. La Palabra de Dios no nos deja en duda. El nuestro, es un mundo gobernado por fuerzas satánicas, que han alterado el orden natural establecido por Dios para la felicidad del hombre (Romanos 8:19-23).
2. Como consecuencia, el hombre siente el dolor de la existencia. Es lo que los psicólogos llaman "dolor existencial". Decimos, "la vida es dura". Con ello queremos decir, "la vida duele".
3. En el lapso de nuestra corta vida, perdemos seres queridos, nos enfermamos, sufrimos la traición de aquellos en quienes confiábamos totalmente, perdemos trabajos y nos engañan en transacciones comerciales, las tragedias nos golpean cuando menos lo esperamos y nos ganamos el sustento diario con sudor y lágrimas.
4. Mucho del dolor de la vida es simplemente inevitable. Este es el mundo en el que vivimos, y del que Jesús vendrá a rescatarnos (Juan 14:1-3). Mientras llega ese momento, él nos dice con ternura: "bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Corintios. 12:9). Hemos de aprender a sobrellevar las adversidades de la vida con gratitud en nuestro corazón, con fe en el que nos ha llamado, y con certeza de que el Señor sabe lo que es mejor para nosotros, mientras nos preparamos para la vida eterna.
Sufrimiento innecesario
1. Sin embargo, existe entre el pueblo de Dios una gran cantidad de discípulos que, habiendo sido redimidos, perdonados y hechos ciudadanos del reino de los cielos, todavía no han entrado en esa dimensión de libertad que Jesús quiso que tuviéramos (Juan 8:32).
2. Nuestro amoroso Padre estableció leyes de vida - especialmente diseñadas para sus hijos, a fin de que fuesen amos y no esclavos de las circunstancias. No obstante, son muchos los que deciden ignorar, o simplemente no han tenido la oportunidad, de descubrir esos principios.
Tales principios pueden ser enmarcados dentro de una palabra: MAYORDOMÍA.
Piensa en esto: Cuando una persona vive cada día angustiada porque el dinero no le alcanza, ni tampoco el tiempo, ni le alcanzan las fuerzas físicas para cumplir con todas sus obligaciones, algo grave está pasando con esa persona. Pero eso no es todo. Muchos cristianos no solamente se sienten ahogados en lo financiero, y en el uso de su tiempo y de sus fuerzas; también se les ha agotado la salud, se les han acabado los amigos, y se les están destruyendo sus familias.
Uno se pregunta, ¿Es esto también parte del dolor que inevitablemente debemos sobrellevar, mientras estamos en este mundo?
El concepto de MAYORDOMÍA, presentado por la Biblia, sugiere que no necesariamente. Definitivamente, mucho del dolor que enfrentamos sobre bases diarias, podría ser evitado. Ya sabemos que MAYORDOMÍA significa "administración" de los recursos de alguien. Es decir, el propietario le encarga a alguien la administración de los recursos de la casa, con el propósito de que no haya escasez.
Existe la posibilidad entonces de que, si sufrimos escasez - de cualquiera de los muchos dones que el Señor nos ha dado- es porque ha llegado el momento de que nos replanteemos cómo estamos administrando nuestra vida. Por eso, el sabio Salomón dijo: Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza (Proverbios 21:5).
¿Cuál es tu pobreza en este día? ¿Recursos económicos? ¿Relaciones familiares? ¿Salud? ¿Uso del tiempo? ¿Estás atravesando por una crisis, que te hace pensar que has fracasado en la vida?
Entonces, tú eres alguien que necesita revisar -una vez más- los principios de la MAYORDOMÍA cristiana, no sea que estés actuando alocadamente, como dijo Salomón.
a. Este principio se relaciona con planificación (Lucas 14:28- 30). La vida es como la construcción de un edificio. Requiere planificación. Usted deberá planificar cosas tan importantes como:
- Dónde va a invertir cada centavo de su dinero, cada día.
- En qué va a invertir cada segundo de su vida.
- Cómo hará para extender la duración y fortaleza de su cuerpo físico.
- Dónde y cómo piensa estar dentro de 10 años, sin olvidar que la vida no nos pertenece, y que aun mañana podríamos ser llamados al descanso.
- Cómo fortalecerá los lazos de su familia. Etc.
b. Si consideráramos la planificación con un verdadero sentido de compromiso cristiano, quizás no compraríamos muchas cosas que, aunque parecen urgentes, no son necesarias. Quizás hubiéramos ya aprendido uno o dos oficios adicionales. Quizás tomaríamos más tiempo semanal para estar con la familia. Quizás pondríamos más interés en descubrir nuestros dones y utilizarlos para la gloria de Dios y el servicio de la humanidad.
c. La planificación de nuestra vida nos lleva a enfocarnos en lo que es verdaderamente importante. "¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura" (Isaías 55:2).
d. Aplica este principio a cada aspecto de su vida (finanzas, tiempo, salud, talentos) y Ud. verá cómo un milagro empezará a ocurrir en su vida.
Prepárese y ejercítese para el cambio (Romanos 12:2)
a. El título de este sermón podría haber sido "Cuando el dinero no alcanza". Sin duda ya notaste que no nos referimos únicamente al dinero, sino a cualquier don que, de alguna manera, se nos está yendo de las manos, y pareciéramos haber perdido el control sobre ello.
b. Cuando el dinero no alcanza, o el tiempo, o la salud, o cualquiera otra cosa, quiere decir que, o estamos en medio de una crisis, o estamos a punto de entrar en una.
c. Las crisis son muy importantes. Son un llamado al cambio. Las crisis son el colapso de un modo de vida, y el inicio de otro.
d. El Apóstol Pablo amonestó a los romanos, diciéndoles que la manera más eficaz de evitar ser absorbido por los afanes y lo intrascendente de la vida, es mediante la renovación de nuestro entendimiento, para que podamos comprobar cuál sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta. Este principio nos enseña a discernir la realidad mediante el cultivo de una mente despierta, elástica, siempre dispuesta al cambio, dispuesta a escuchar la voz y los susurros del Espíritu Santo.
e. Hay una ley muy básica que dice que la misma acción, repetida por la misma persona, bajo las mismas circunstancias, producirá invariablemente los mismos resultados. No esperes que tu vida va a cambiar, si te mantienes repitiendo el mismo patrón y el mismo estilo de vida que te trajo al sitio donde estás. Lo que tienes y lo que eres, es en gran parte, el fruto directo de lo que has hecho a lo largo de los años. Albert Einstein dijo en cierta ocasión: “Sólo pueden resolverse los problemas urgentes que nosotros enfrentamos en el presente con un nivel más alto de pensar que el que los creó”.
f. Es importante, cuando el dinero no alcanza, considerar qué cosas, qué hábitos, cuáles prioridades, etc., deben ser cambiadas.
¿Qué tiene que ver esto con las crisis y el cambio? Si Usted es una persona insatisfecha con su suerte, o con su trabajo, o con su cónyuge, Usted tiene dos opciones: O cambia su actitud, o cambia lo que tiene. ¿Cómo puedo saber cuál es la opción que me conviene? Se necesita una renovación del pensamiento mediante el Espíritu Santo. Sólo el Consolador puede indicarte qué tipo de cambio el Señor desea para ti.
Los cambios traídos por el Espíritu hacen que el individuo sea edificado, renovado, transformado, y hecho más eficiente y útil en la causa de Dios. Por eso se necesita ser llenos de él. Sólo así podremos entregarnos confiadamente a la fascinante tarea de introducir cambios profundos en nuestra vida.
Conclusión
Nuestro Salvador desea que seamos verdaderamente libres. "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan. 8:32).
En todo sentido. La libertad que él nos promete está profundamente ligada a la obediencia fiel a sus leyes y a sus principios. Para la naturaleza humana pecaminosa, es algo sumamente difícil, y hasta odioso, el tener que someterse al control de los principios del cielo. Sin embargo, una vez que probamos cuán favorable es la experiencia de vivir vidas simplificadas, vidas en las que cada recurso es invertido en lo que es importante, vidas versátiles, capaces de adaptarse al cambio, y de cambiar ellas mismas, entonces empezamos a disfrutar de una nueva forma de libertad. Y eso es parte del propósito de Dios al redimirnos del pecado. Esto es, producir en nosotros un estilo de vida enteramente distinto. Amén.
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