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La ley es válida - Llevando Esperanza

“La justicia engrandece a la nación; Mas el pecado es afrenta de las naciones”. Proverbios 14:34
“Las obras de sus manos son verdad y juicio; Fieles son todos sus mandamientos, afirmados eternamente y para siempre, Hechos en verdad y en rectitud”. Salmos 111:7,8

INTRODUCCIÓN

J. Edgar Hoover (Jefe de Investigación Federal de U.S.A. por décadas) declaró que:
"La falta de fondo religioso vital entre niños y jóvenes es responsable por las normas morales decadentes. No puede haber una fibra moral en nación alguna a menos que el hombre se ligue a Dios. Esto lo hace por medio de la religión. Nos hallamos en la triste necesidad de un renacimiento de la vida sencilla. Volver a los días cuando Dios era una parte integral de cada familia. Cuando las familias se levantaban cada mañana con una oración en sus labios, y terminaban el día encomendándose a Su cuidado. Debiéramos reavivar la práctica hermosa de ofrecer gracias en las comidas y volver al círculo de la familia los momentos cuando el padre y la madre desenvolvían las lecciones de la Biblia a ansiosos jóvenes oyentes."

Muchos pensadores modernos desafían el concepto de que la moralidad esté relacionada con la voluntad revelada de Dios en la Biblia. Dicen ¿No tenemos algo que se llama conciencia que nos guía en asuntos del bien y del mal? ¿Y no es la conciencia del hombre la autoridad más alta en asuntos morales, y la voz que hay que escuchar sobre todas las demás?
Sí, tenemos algo que se llama conciencia. Pero la conciencia es una criatura de la educación, y se nos amonesta específicamente en la Palabra de Dios de no confiar en ella a menos que sea cuidadosamente afinada con una norma más alta. "El que confía en su corazón es necio"- (Proverbios 28:26).
La razón de esta declaración se halla en Proverbios 16:25: "Hay camino que parece derecho al hombre, mas su salida son caminos de muerte". Hay caminos de conducta que parecen seguros, sin embargo conducen al precipicio.
Una conciencia bien educada en el temor de Dios e instruida en Su voluntad podría ser un guía seguro. Pero algunas conciencias han sido acondicionadas a tal punto que se estiran como una banda de goma (caucho) para, permitir una naturaleza humana depravada. Es por eso que Salomón dice: "El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre". (Eclesiastés 12:13).

La estrella guiadora —los mandamientos de Dios—, puede dirigirse la conducta de jóvenes y ancianos hoy tan seguramente como lo hiciera en los tiempos bíblicos.

Después de una conferencia de evangelización, un joven estudiante universitario, un joven bastante moderno que había sido acondicionado por el pensar permisivo de nuestra era, dijo al predicador, "Esto es increíble: ¿Cuánto tiempo hace desde Moisés en el Monte Sinaí? ¡Tres mil quinientos años! ¡Qué anticuado era aquel hombre! ¿Qué propósito puede tener para mi vida hoy?"

El Doctor Cadmon dijo:
"Los que nos dicen que el decálogo es viejo o pasado de moda o tienen que ser muy necios o muy ignorantes. Y esto es lo más caritativamente que podemos decirle. Este código pertenece a todos los tiempos y todos los lugares y ninguna generación puede escapar de él.

La objeción del hombre moderno nos recuerda al marinero que había sido ascendido a segundo oficial (grado en la marina después del capitán) en su barco.
Estaban viajando por aguas desconocidas, y al comenzar su primera vigilia se sentía muy inseguro. Pero el capitán le dio instrucciones concisas pero completas y al señalar una estrella luminosa en el cielo despejado, le advirtió que guiase el curso de la nave por ella.
El capitán no había estado en cama mucho tiempo cuando oyó golpes fuertes en la puerta de su camarote. Su segundo de a bordo angustiado explicó su intrusión, "Capitán, no sé donde estamos —Tendrá que subir al puente— Estoy perdido". "Pero le di nuestra posición y la estrella brillante como guía— conduzca sencillamente por aquella estrella, señor"- "Ciertamente, señor", replicó el segundo oficial, "pero, Capitán, me tendrá que dar otra estrella ahora, pues hemos pasado aquella".

Puede estar absolutamente seguro de que no hemos navegado más allá de la estrella que Dios dio como nuestra guía moral en la antigüedad: "las obras de sus manos son verdad y juicio; Fieles son todos sus mandamientos; Afirmados por siglos de siglos, Hechos en verdad y en rectitud". (Salmos. 111:7,8).

El Rey David dice que los mandamientos de Dios permanecerán por siglos de siglos. La verdad es, por supuesto, que los valores morales por su mismo naturaleza no están sujetos a cambio.
El predicador que estaba visitando su parroquia en los días de antaño cuando los hombres rompían las piedras a mano, se detuvo para hablar con uno de sus conocidos que estaba trabajando duramente quebrando un montón grande de piedras.
De pronto el pastor comentó: "Juan, tú has estado trabajando aquí durante dos semanas pero el montó no parece achicarse".
El viejo picapedrero se sonrió al mirar a la cara del pastor y dijo, "Ay, señor, estas piedras son como sus diez mandamientos. Un hombre puede seguir quebrándolos por años pero nunca se hacen más pequeños".

DIOS Y LA SOCIEDAD PERMISIVA

En el mundo de ensueños permisivo de la juventud moderna, aturdida y confusa por "la nueva moralidad", todo es relativo. Nada es fijo o estable. Puede estar seguro de sólo una cosa y ésta es que nunca puede estar seguro que efectivamente él conoce la verdad en cuanto a cosa alguna.  No es de esperar entonces que reconocería la nueva moralidad por lo que realmente es, una forma antigua y virulenta de la mortífera inmoralidad!
Pero él razona "la verdad siempre tiene que cambiarse y permanecer en un estado de constante fluidez".
¿Tiene Dios un mensaje distinto y claro para nuestros jóvenes y señoritas que tienen que hacer frente al dilema moderno de la moral? ¡Sí, ciertamente! Notemos en el Salmo 119:9-12:
"¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado: No me dejes divagar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.  Bendito tú, oh Jehová: ENSÉÑAME TUS ESTATUTOS". (Énfasis nuestro).

Pero hay un desarrollo moderno extraño que puede tener alguna relación con el aturdimiento de la sociedad moderna y la juventud en particular. Las cosas han cambiado radicalmente desde los días de D. L. Moody cuando declaró, "He encontrado a hombres que han cavilado y buscado escapatorias en cuanto a todas partes de las Escrituras, pero nunca me encontré con un hombre honrado que halló falta con los Diez Mandamientos".

Es uno de los desarrollos más extraños modernos en el mundo religioso, un desarrollo que pueda tener una relación muy real en la atmósfera moral de nuestra generación hemos visto el espectáculo sorprendente de pastores cristianos que adoptan actitudes y confeccionan una teología nueva que mengua la autoridad de los mandamientos de Dios.
Los pastores, de entre todas las personas, deben tener una idea muy clara en cuanto a los límites que Dios ha puesto dentro los cuales los hombres pueden vivir en seguridad entre sí. El Dios viviente gobierna Su universo con leyes dinámicas activas y benéficas, y sin esta ley divina sencillamente no hay una norma de comportamiento absoluto. El resultado de relegarla resulta en caos moral.
La polución más peligrosa del universo es el pecado. Pero cuando quitamos la ley de Dios de su lugar debido, dejamos de tener una norma clara del bien y del mal. Es la ley de Dios que identifica con claridad la lluvia radioactiva mortífera llamada pecado.
La definición de Dios se encuentra en 1 Juan 3:4: "Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley".
Los Diez Mandamientos de Dios, como luces titilantes en la costa rocosa, advierten a los viajeros en el mar de la vida de las rocas sumergidas del pecado que harán naufragar al descuidado. Dios quiere salvarle de la ruina, no quiere restringir su placer.

Calvin Coolidge fue un presidente de pocas palabras. Un día después de volver de un servicio de culto su esposa le preguntó a donde había estado.
- "Iglesia" fue la palabra toda inclusiva en respuesta.
- ¿Fue interesante el culto? indagó su esposa.
- Sí.
- ¿Cuál fue el tema que presentó el pastor?
- Pecado.
- Me contarías algo en cuanto a ello, cómo desarrolló el pastor el tema ¿qué dijo él en cuanto al pecado?"
- En contra.

Verdaderamente, el pecado está en contra nuestra. Solo Dios puede librarnos de él.

MORALIDAD CRISTIANA

La moralidad cristiana se divide en dos partes distintas y diferentes. El primer deber y el más alto, del hombre es hacia su Dios. En segundo lugar, tiene un deber hacia su prójimo. Cuando un abogado interrogó a Jesús en cuanto a la ley de Dios, Jesús respondió:
"Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento Y el segundo es semejante a este. Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Mateo 22:37-40).
Cuando Dios escribió Su ley y la dio a Moisés hace siglos fue puesta en dos tablas de piedra. Dos, porque abarcaba estos dos aspectos específicos de la responsabilidad moral del hombre.
Spurgeon dijo, "Si amas a Dios con todo tu corazón, guardarás la primera tabla, y si amas a tu prójimo como a ti mismo, tendrás que guardar la segunda tabla".

Un transcrito de la ley de Dios, o sea los Diez Mandamientos, puede hallarse en el capítulo veinte del libro del Éxodo en las Escrituras del Antiguo Testamento. Cuatro de los mandatos cubren el deber del hombre para Dios, y los seis finales, su deber hacia sus semejantes. Podríamos resumir esta lista de requerimientos morales como sigue:

a. Amor a Dios. (Respeto).
1. Supremo y único.
 2. Directamente y en espíritu.
3. Con reverencia.
4. Regularmente y semanalmente

b. Amor a Otros (Respeto)
1. Padres
2. La vida
3. Hogar y familia
4. Honor o reputación.
5. Propiedad.
6. Derechos

Al mirar esta lista podemos muy bien preguntarnos
¿Hay uno de estos principios que no necesitamos hoy?
¿Puede algo menos que esto satisfacer las necesidades del hombre moderno?
¿Y puede algo menos que esto cubrir los requerimientos de nuestro Hacedor?

 Notemos brevemente los diez pasos sencillos que garantizan nuestra felicidad y lo que encierra cada uno de estos diez grandes principios.

1. "No tendrás dioses ajenos delante de mí". No debemos pasar este principio como algo que se aplica sólo a los dioses de los paganos. El Creador reclama el primer lugar en los corazones de Sus criaturas. Cosas, o aun personas, que lo niegan este lugar fácilmente llegan a ser un objeto falso de adoración, y una transgresión del precepto.

En esta edad materialista la experiencia de un turista americano en el Lejano Oriente pueda haber sido más que sólo un incidente. Visitando un museo grande quedo sobresaltado de ver un letrero que decía, "El dios de los americanos". Al investigar descubrió que estaba exhibido un dólar de plata: Para evitar una impresión falsa para las otras visitas decidió protestar de la leyenda delante del guarda. Este oriental imperdurable no dio ninguna respuesta verbal sino que caminó hacia la exhibición y abrió el mostrador. Entonces tomando el dólar de plata, dijo en términos muy positivos, "Este es ciertamente el dios de los Estados Unidos. Con una mirada triunfante en su cara dio la vuelta a la moneda donde leyó las palabras, "En Dios confiamos".
En muchos de los países privilegiados el amor al dinero, y el amor a las cosas, ha reemplazado el amor a Dios. "Hoy día estos dioses son el materialismo, la riqueza, la popularidad, la política, los deportes, la moda, las diversiones, etc.

2. “No te harás imagen". La revelación que Dios hizo de Sí Mismo a Israel es única y diferente de todo cuanto se conocía en el mundo antiguo, porque era enteramente espiritual. Aquí Dios pide que el hombre le adore directamente y espiritualmente y no mediante ídolos. "Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).
Hay muchos que nunca soñarían con adorar a un ídolo mudo, pero, quienes por su actitud, hacen ídolos de cosas como la educación, el arte, la música, o quizás el más sutil pero más común de todos los ídolos —el yo—
Un ejemplo de esto sería el caballero de quien se dijo, "Este hombre es fabricación propia, y naturalmente amaba y adoraba a su hacedor".

3. "No tomarás el nombre de tu Dios en vano". Este mandamiento prohíbe la blasfemia, y el uso descuidado del nombre de la Deidad, jurar vulgarmente, y toda irreverencia.

4. Acuérdate del día del sábado para santificarlo",  (versión Colunga):  El cuarto mandamiento pone aparte tiempo regular como sagrado a Dios, pero dado al hombre para el propósito de un descanso semanal de su labor física y con el fin de adoración. La vida moderna ha sido descrita en tres palabras: "apuro, preocupación, entierro". En una era como ésta el cuarto mandamiento viene a ser todavía más esencial que en los días tranquilos cuando Dios dio el precepto y sus provisiones a Su pueblo.

5. "Honra a tu padre y a tu madre". El apóstol Pablo indica que este es el único mandamiento que lleva consigo una promesa. Dios quiere preservar la vida de los que respetan las posiciones y la autoridad de los padres. La familia es la unidad básica de la sociedad y este mandato la protege reclamando respeto para los padres y afección filial. Desde el respeto para la autoridad de los padres, resulta una transferencia fácil de actitud al respeto para toda autoridad instituida por la sociedad. Pero un radicalismo moral ha invadido las democracias conduciendo a una rebelión al por mayor contra la restricción. Un total quebrantamiento de ley y orden es inminente. Sin embargo, si este mandato fuera enseñado y practicado, podría ayudarnos a hacer frente a la amenaza.

6.  "No matarás". Homicidio y suicidio van en aumento. Cada dos minutos alguien en los Estados Unidos de América intenta suicidarse. Coda día casi setenta personas lo logran. Los suicidios ahora sobrepasan a los homicidios. Necesitamos hoy este mandamiento más que nunca en la historia de la raza humana.

7. "No cometerás adulterio". La Biblia sostiene la santidad del matrimonio y prohíbe expresamente el adulterio y relaciones sexuales ilícitas. Hoy hacemos frente, al mismo tiempo que a la revolución sexual a una explosión paralela de enfermedades venéreas, frustraciones maritales, divorcios más numerosos cada día, hogares deshechos, y abortos. La epidemia alborotada de los pecados que destruyeron a Sodoma y Gomorra a un fin ardiente llama a destacar el séptimo mandamiento de Dios.

8. "No hurtarás". Dios dio este mandamiento para proteger la propiedad y los derechos de nuestro vecino. Los derechos del individuo y su propiedad no se dejan a la misericordia de sus vecinos o de la colectividad. Dios demanda al hombre una honradez estricta. Nuevamente la sociedad moderna podría muy bien aprovechar un rénfasis del mandato de Dios.

9. "No darás falso testimonio contra tu prójimo"- Este mandato demanda franqueza, integridad, y verdad. Las mentiras de todas clases son prohibidas. Juan dice en el Apocalipsis que todo mentiroso estará fuera de la ciudad de Dios.

10. "No codiciaras la mujer de tu prójimo ni sus bienes". Este mandato difiere de los demás en que se refiere a motivos más bien  que actos visibles. La obediencia a él controlará los pensamientos y actitudes del corazón. Después de todo, es en el campo de batalla de la mente donde se gana o se pierde la victoria. Es sólo un paso desde codiciar los bienes de otro a robarlos, o de codiciar su esposa al acto de adulterio. Debe ser evidente también que este mandato muy bien podría recibir un nuevo énfasis hoy día.

EL PROPÓSITO DE LA LEY

Estos diez principios son la norma de Dios del bien y el mal.  Nunca se dispuso que fueran un medio de justicia, sino más bien una declaración de lo que la justicia, (definida como el estado de bienestar y de hacer el bien) realmente es. "Por la ley es el conocimiento del pecado" (Romanos 3:20). Este es su propósito, señalar el pecado. El apóstol Pablo sigue diciendo en Romanos 7:7: "Espero yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: "No codiciarás".

Hay algunos que dicen, "Yo no creo que la ley puede salvar. ¿Cómo es posible que mandamientos puedan salvar a un pecador?"
Hay verdad en esta declaración, pero no toda la verdad. Sería insensato que cualquiera confiare en la ley para salvarle, pues si un hombre podría salvarse por la obediencia a los mandamientos no importa de qué clase, entonces no hubiera sido necesario para Dios enviar a Su Hijo, Jesús, para morir en la cruz por el pecado. El apóstol Santiago aclara muy bien la función de la ley en su carta.
"Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se consideró a sí mismo, y se fue, y luego se olvidó que tal era. Mas el que hubiere mirado atentamente en la perfecta ley, que es la de la libertad, y perseverando en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra este tal será bienaventurado en su hecho". (Santiago 1:23-25).

Aquí la ley se asemeja a un espejo. Los que dicen que no les interesa la ley de Dios porque no puede limpiar al pecador, deberían, por la misma razón, dejar de hacer uso de espejos. La función de un espejo no es limpiar el rostro sucio como tampoco es la función de la ley es limpiar las almas sucias. Mas el espejo señala fielmente la necesidad. También indica cuando la necesidad se ha rectificado. De la misma manera la ley de Dios señala al hombre su necesidad de limpieza y salvación. Le recomienda venir a Jesucristo Quien puede limpiar y salvar. Así que la ley no es un método, sino una norma.

El Rey David meditaba en los mandamientos de Dios, y dejó registrados sus pensamientos en el capítulo más largo de la Biblia, el Salmo 119.

"A toda perfección he visto fin: Ancho sobremanera es tu mandamiento. ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (Salmos 119:96,97) No me dejes divagar de tus mandamientos… Dame entendimiento, y guardaré tu ley; Y la observaré de todo corazón... Y andaré en anchura, porque busque tus mandamientos-.. Apresúreme, y no me retardé en guardar tus mandamientos, (versículos 10.34, 45,60).

Hay algunos que dicen, "En mi humanidad estoy totalmente incapacitado para vivir a la norma de los requisitos de Dios. Estoy totalmente de acuerdo de que los mandamientos son buenos, y en lo íntimo de mi corazón deseo sinceramente guardarlos, pero no puedo".

Es verdad que la voluntad del hombre sin ayuda no puede rendir obediencia perfecta a la voluntad revelada de Dios. ¡Cuán a menudo somos como el paralítico que había sufrido su enfermedad durante treinta y ocho años acostado al lado del estanque de Bethesda, en el cual él creía podría obtener su curación bajo ciertas circunstancias. Pero se lamentó de que no había hombre para meterlo; que otros siempre entraban en el agua antes que él. Entonces Jesús dio una orden que ciertamente parecía imposible a un hombre que no había caminado por treinta y ocho años. "Levántate, toma tu lecho, y anda" (Juan 5:8).

Esta alma doliente muy bien podría haber mirado a Jesús y dicho, "Maestro, ¿cómo puedes decir eso? Te he relatado mi historia; puedes ver mi estado tu mismo. Tú sabes que es totalmente imposible para mí obedecer tu mandato.

¿Por qué, entonces, me pides lo imposible?

Es notable que el hombre no reaccionó de esta manera. Podemos concluir que tenía algún conocimiento del poder de Jesucristo para sanar y salvar. Sin embargo lo que es más notable es el hecho de que cuando este hombre hizo un esfuerzo para hacer lo imposible, se efectuó un milagro dentro de su cuerpo. "Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su lecho,  y se fue" (versículo 19-9).

Todos sus mandatos son capacitaciones. Lo que Él manda, Él da poder para cumplirlo siempre. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). A pesar del daño que el pecado ha logrado hacer en nuestra naturaleza, la gracia de nuestro Señor Jesucristo es capaz no solo de perdonarlo y también de restaurarlo, sino de darnos el poder para obedecer Su voluntad y vivir dentro de los límites de la vida nueva. "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloría en Cristo Jesús". (Filipenses 4:19).

Enrique Morehouse era un gran cristiano y un defensor, entusiasta del evangelio, tanto en Gran Bretaña, como en los Estados Unidos de América.
Fue una tristeza muy grande para Enrique que su hijita naciese tullida. Sin embargo, la amaba muchísimo y decía siempre que aprendía más lecciones de fe y confianza sencilla de ella, para ayudarle en la vida cristiana, que de cualquier otra fuente. A pesar de su debilidad a la niñita le gustaba ser útil en la casa, y un día cuando Enrique volvió a la casa cargado de paquetes ella le recibió al pie de la escalera y le rogó que le permitiese subir la carga, y presentarla a su madre. El predicador protestó y señaló que era completamente imposible para ella de llevar un artículo de ese tamaño y peso. Pero siguió persistiendo en su petición, y finalmente Morehouse fue persuadido de permitirle probar, así que tiernamente colocó el paquete pesado en sus brazos.

- "Lo puedo llevar fácilmente, Papito", dijo, agarrando la carga al sonreír a la cara de su padre.
- "Y ahora tú me tienes que llevar".

En un sentido el cristiano toma la cruz y la lleva para Jesús.
Pero la verdad completa del asunto es que ¡Jesucristo lleva al cristiano, cruz y todo!
Sin El ciertamente vacilaremos y temblaremos al hacer frente a los requisitos revelados de Dios, y al pensar en el significado más profundo de sus Diez Mandamientos. Pero sostenidos en los brazos  fuertes de Jesús, y fortalecidos por Su espíritu que mora dentro, la obediencia no es solamente una posibilidad, es una certeza.
Jesús te dice esta noche:
"No temas, que yo soy contigo, no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 4:10)

Hay algo más que fantasía en la historia mitológica del marinero y sus camaradas de barco que cayeron bajo la influencia seductora de las sirenas que cantaban en la costa rocosa. Estas mujeres atractivas seducían a más de un marinero llevándolo a su destrucción, cuando el curso del barco pasaba por allí. La atracción de las sirenas era encantadora y el peligro claramente mortífero. Su música y encantamiento roía y ¡destruía la misma voluntad de resistir! La atracción del pecado, que es la transgresión de la ley de Dios, es igual.

CONCLUSIÓN

Jesucristo quebranta, para aquel que lo recibe, todos los encantamientos y poder del pecado. Las voces de las sirenas del mundo y el pecado pierden su atracción enteramente, y la voluntad de Dios viene a ser el deleite del alma rendida completamente a Él. El alma que está encadenada a Cristo mediante la oración diaria y el estudio de la Biblia no cederá a la tentación.

De esta manera la ley de Dios ya no es una serie de prohibiciones frías. Llegan a ser los ideales brillantes de la vida nueva. Jesús transforma los negativos en diez promesas positivas de victoria. El dice:
"Mediante mi poder residente en ti ni siquiera desearás adorar a otros dioses.
Volverás la espalda con aborrecimiento a cada ídolo, amarás y respetarás mi nombre, mi sábado será para ti un gozo y deleite semanal, amarás a tus padres con una integridad celestial, también amarás a tu prójimo y le amarás como a ti mismo.
La vida de tu prójimo, su casa, su familia, sus bienes, su reputación y sus derechos los respetarás como si fueran tuyos.
Y todo esto porque transformaré tu ser interior, quitaré los deseos de codicia de tu naturaleza anterior, y los reemplazaré con caridad cristiana.
Viviré mi vida nuevamente en ti y estas diez promesas serán la forma, el perfil de tu ¡nueva vida cristiana!
De mi procura la vida ahora, déjame gobernarte completamente para que puedas conocer el gozo de la vida más abundante!".

Este es el secreto de la obediencia. Aquellos que han aceptado a Jesús sin reserva nunca han fracasado en entrar en este gozo.

APELO
Estoy seguro que cada alma aquí desea invitar a Jesús a entrar y obrar este milagro dentro de su propia naturaleza. Quisiera incluir a cada persona aquí presente en nuestra oración final, pero es imperativo que la petición venga de vuestra propia alma. Estoy dando la oportunidad una vez más esta noche de levantar la mano en la presencia de Dios diciéndole que esta noche estáis abriendo de par en par la puerta del corazón a Él y a su poder vencedor, para que El pueda cumplir estas diez promesas no sólo para vosotros sino en vosotros, ¿Cuántos desean unirse conmigo en procurar nuevamente la vida esta noche?
Que Dios les bendiga.
Oremos.

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