La Cura de Dos Endemoniados
"Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas".
Mateo 8: 28-32
Jesús se dirigió a la tierra de los gadarenos. Él siempre se está dirigiendo a los lugares más difíciles, remotos o distantes, a los lugares más poblados o desérticos. Donde existe un hijo necesitándolo, el Señor siempre está allí, listo para prestar auxilio.
A veces, nos asalta el pensamiento de que Dios se olvidó de nosotros, que no nos ama, que nos dio la espalda. Y puede ser que en esta vida, hasta los mejores amigos nos abandonen, y los seres más queridos nos dejen, pero la promesa de Jesús es: "Yo nunca te dejaré, iré contigo hasta el lugar más distante de la tierra". Fue por eso que Jesús, en aquella ocasión, de acuerdo con el texto bíblico, atravesó el mar, fue a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, porque sabía que había allí dos hijos desesperados, viviendo una vida triste.
El texto bíblico dice que estos hombres estaban endemoniados. Un endemoniado es un hombre completamente dominado por el enemigo de Dios.
Lo interesante es que hay dos tipos de personas controladas por el enemigo de Dios, dos tipos de endemoniados. Nosotros, a veces, pensamos que un endemoniado es aquel que grita, cae al suelo y hace escándalo. Pero hay mucha gente que está poseída por el enemigo y no hace escándalo, no cae, no grita ni llora. Aquellos que caen y tienen manifestaciones exteriores, además de ser dominados por el enemigo, son débiles física, mental y emocionalmente. Pero aquellos que son fuertes, pueden también ser poseídos por el enemigo, y nunca manifestarlo exteriormente.
Aquellos que son fuertes, pueden también ser poseídos por el enemigo, y nunca manifestarlo exteriormente.
Aquellos que son fuertes, pueden también ser poseídos por el enemigo, y nunca manifestarlo exteriormente.
El texto bíblico es bien claro cuando el Señor Jesús afirma: “El que no es conmigo, contra mí es".1 Sólo existe una manera de salir del terreno del enemigo: Es decidir seguir a Jesús. El Maestro dice: "El que no está conmigo, ya está contra mí". Quiere decir, en la vida espiritual, no existen tres grupos: aquellos que están con Cristo, los que están con el enemigo, y aquellos que están en el terreno neutro, pensando en lo que van a hacer. No, en la vida espiritual. Solamente existen dos terrenos: o estás con Cristo, o estás en el terreno del enemigo.
"Lo voy a pensar. Voy a ver si me decido o no". Este tipo de actitud, ya es una decisión contra Cristo. Es una verdad dolorosa, terrible, pero es una verdad bíblica como muchas otras que son difíciles de aceptar. Está escrito en la Palabra de Dios y no tenemos otro remedio, sino predicar aquello que la Palabra de Dios afirma.
El texto bíblico dice que esos endemoniados vivían en sepulcros. ¿Quiénes están en los sepulcros? ¿Quiénes habitan allí? Los cadáveres. Lo que el texto bíblico quiere decir es que aquellos que no toman la decisión de seguir a Jesús y no se comprometen con Cristo, de manera casi natural, al estar en las manos del enemigo, están muertos. Pueden respirar, pueden andar, trabajar, estudiar, correr, comprar, vender, pero están muertos, no tienen vida. Porque la vida para Jesús, no es simplemente respirar. La vida para Jesús es otra cosa. Él mismo dijo, cuando estuvo en esta tierra: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida".2 Jesús es la vida. Y solamente aquellos que viven en comunión con Jesús están realmente vivos.
Todos aquellos que no quieren comprometerse con Jesús, de manera natural, ya están muertos.
Todos aquellos que no quieren comprometerse con Jesús, de manera natural, ya están muertos. Pueden estar respirando y caminando, pero están muertos, porque la vida de ellos, no es vida. Una vida sin Cristo es un infierno, es una confusión, es un pozo sin fondo, un túnel sin salida.
Un día encontré a una persona que decía: "Prefiero morir, porque esta vida no es vida". Efectivamente, la vida sin Cristo no es vida. Por eso, tienes que levantar las manos al cielo y agradecer a Dios que su Palabra llegó a tu vida. Porque hoy tus ojos se abren a las verdades que no conocías y comienzas a vivir la verdadera vida.
El otro día encontré a una persona que no tenía brazos, ni piernas, pero había encontrado a Jesús y lo había aceptado como su Salvador. Y vivía feliz. Sin brazos y sin piernas, pero cantaba, pintaba con la boca, transmitía optimismo, pensamientos positivos, palabras de ánimo y valor a otras personas. Mucha gente se admira y dice: ¿Por qué este hombre que no tiene brazos ni piernas, es tan optimista? Simplemente, porque él vive de verdad. Porque está en comunión con la Persona Vida que es Cristo.
Por otro lado, conozco personas que tienen dinero, brazos, piernas, salud, familia, todo y dicen: "Esta vida no es vida". ¿Por qué? Porque no están con Cristo. Y cuando no estás con Cristo, todo lo que tengas, no tiene sentido. Cuando estás con Cristo, las cosas por insignificantes que sean, cobran sentido. Por eso es que esos endemoniados vivían en los sepulcros; porque estaban muertos, aunque estuvieran vivos. Y ahora, el texto bíblico dice que vinieron al encuentro de Jesús. Aunque Jesús se dirigió a la tierra de los gadarenos, estos hombres no esperaban que Jesús los buscase; ellos lo buscaron. Pero no lo buscaron para pedir ayuda, pues estaban furiosos. Hay mucha gente que entra en la Iglesia para criticar y agredir, pero en el fondo es gente que necesita a Jesús.
Mientras el Pastor estaba dirigiendo una campaña evangelística, conoció a un joven universitario que asistía a todas las reuniones. Era ateo, no creía en Dios, no creía en nada; estaba presente en las reuniones, no con el deseo de aprender o entregar su corazón a Cristo o por sentir la necesidad de Jesús. Iba a las reuniones para ridiculizar, agredir y discutir. Quería contradecir al pastor con sus argumentos, delante de las personas que asistían a las conferencias. Pero el Espíritu de Dios trabajó en el corazón de ese joven y sus ojos comenzaron a abrirse a las verdades bíblicas. Un día tuvo que arrodillarse y confesar el nombre de Jesús delante de los hombres y fue bautizado.
Los endemoniados también nos hacen recordar a este joven, porque ellos no buscaron a Jesús para que los ayudara, lo buscaron para insultarlo y agredirlo. El versículo 29 dice:
''Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? Como aquel joven ateo: 'Yo no quiero nada con Dios. Y no quiero nada con Jesús".
El otro día, una señora me contaba que su marido incrédulo fue a las conferencias bíblicas, no porque quería oír la Palabra de Dios o porque quisiese conocer a Jesús, sino porque quería saber quiénes eran esos creyentes que le habían "lavado el cerebro" a la esposa; sólo que el Espíritu de Dios trabajó en el corazón de ese hombre, y hoy también está bautizado.
“¿Qué estás haciendo aquí?" ''Ahora soy adventista".
Ilustración:
Existen personas que al principio fueron agresivas. Cuando yo era niño, había una familia vecina que nos agredía,nostirabapiedras,nosinsultaba. Salíamosdecasayteníamosqueirporotrocaminoparahuir de ellos, porque la agresión era mucha. Un día, salí de mi ciudad natal y los años pasaron. Algunos años después volví para realizar una campaña evangelística en una ciudad vecina de la ciudad donde nací. Cuando estaba saliendo del estadio, un hombre se me acercó, me abrazó y llorando me dijo: "Usted no se acuerda de mí". Yo le dije: "No". -"Usted era mi vecino cuando éramos niños y yo era uno de los que los agredía, los insultaba y les tiraba piedras". Entonces, le pregunté: "¿Qué estás haciendo aquí?" -"Ahora soy adventista. Desde aquellos tiempos, nos incomodó a mí, a mis hermanos y a mis padres, porque ustedes nunca reaccionaron, por más que los insultábamos y los agredíamos. Un día, cayó un libro en nuestras manos. Comenzamos a leerlo y descubrimos que era de la Iglesia Adventista y nos acordamos de ustedes, que ya no estaban más en la ciudad. La lectura de aquel libro cambió nuestras vidas y hoy, todos nosotros estamos en la Iglesia, bautizados.
Allí está el ejemplo de personas que al principio agredían al Señor Jesús, no querían saber nada de Él, pero con el tiempo, el Espíritu de Dios trabajó en el corazón de esas personas y venció. Estos endemoniados también salieron gritando contra el Señor Jesús.
Yo no sé si tú estás asistiendo a la iglesia con otro tipo de interés que no sea conocer y aprender de Jesús. No sé si tomaste la Biblia por curiosidad o para analizarla con espíritu de contradicción. La verdad es que lo estás leyendo. Entraste en el perímetro divino y el Espíritu de Dios ahora va a trabajar en tu corazón.
El diablo está derrotado, pudo haberte dominado, pudo haber destruido a tu familia, pero ahora él está derrotado.
Estos endemoniados estaban con miedo, ahora no eran ellos quienes hablaban, era el espíritu del demonio. Porque, atrás de todos esos gritos e insultos que las personas muchas veces profieren contra Cristo, no son ellas que están hablando sino el espíritu que está dentro. Y esos espíritus inmundos le dijeron a Cristo: "¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?" ¿Por qué "atormentarnos antes de tiempo"? Porque, cuando Cristo vuelva por segunda vez, ellos serán atormentados, y el diablo lo sabe. Será atormentado no solamente con la presencia de Jesús, no solamente con la salvación de los justos, no solamente con su derrota completa, sino también con fuego y azufre.
Es por eso, que ahora el diablo se dirige a Jesús y dice: "¿Por qué me estás atormentando antes de tiempo? No llegó el tiempo del fin todavía". El diablo ya conoce su fin. Está condenado. Es por eso que tienes que ser optimista, no hay un vicio que no puedas vencer, no hay hábito que no puedas dejar, no hay decisión que no puedas tomar a favor de Cristo. Porque el diablo está derrotado, pudo haberte dominado, pudo haber destruido a tu familia, pero ahora él está derrotado. Tienes que convencerte de eso.
"¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” La presencia de Cristo atormenta a las personas. Atormenta porque cuando Cristo llega a tu vida, no puedes continuar viviendo erróneamente como hasta ese momento. Atormenta porque cuando no quieres comprometerte con Cristo, su presencia "es como una persecución diaria; de mañana, de noche, en el trabajo.
La voz de Dios está siempre incomodando, tocando tu corazón, golpeando la puerta de tu corazón. Por eso la presencia de Jesús atormenta.
El texto bíblico dice en los versículos 30-32: "Estaba paciendo lejos de ellos un bato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas". Cuando los espíritus inmundos entraron en la manada de cerdos, éstos no pudieron controlarse a sí mismos, y se precipitaron al despeñadero y murieron ahogados en las aguas.”.
Cuando una persona está dominada por el espíritu inmundo, en realidad reacciona como un pobre animal, ¡como un cerdo! No tiene control de su voluntad. No tiene control de sus pasiones. ¿Y qué es lo que hace el diablo? Conduce a las personas y animales despeñadero abajo. Hay hogares donde el esposo está cayendo porque Cristo no está en su vida. Hay hogares donde los hijos están cayendo despeñadero abajo porque nunca entregaron el corazón a Jesús. Hay naciones, hay países que están cayendo cayendo porque sus líderes nunca abrieron su corazón a Jesús. Es por eso que debes tomar la decisión de entregar el corazón a Jesús.
Jesús también vino a tu casa hoy. Está tocando la puerta de tu corazón.
Hoy es el día de la invitación. Así como Jesús entró en la vida de estos hombres para transformarlos y liberarlos, para devolverles la dignidad, para sacarlos de los sepulcros, y darles la vida de verdad. Jesús también vino a tu casa hoy. Está tocando la puerta de tu corazón diciendo: "Hijo, quiero entrar en tu vida. Quiero colocar las cosas en orden. Quiero limpiar lo que debe ser limpio. Quiero purificar lo que tiene que ser purificado. Quiero corregir lo que tiene que ser corregido. Si estás esclavizado, yo te libero. Si estás desanimado, yo te animo. Si estás desesperado, yo te doy esperanza. Pero, ¿qué puedo hacer si tú no me entregas tuc orazón?¿Qué puedo hacer por ti si no me entregas tu vida?" Por eso, ahora, una vez más, voy a pedirte que entregues tu corazón a Jesús.
Ésta es la hora, éste es el momento para decidirte por el bautismo. No más indecisión, no más "lo voy a pensar", "todavía no estoy preparado". Tienes que correr a los brazos de Jesús; no hay más tiempo que perder.
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